enigma sunní
[Borzou Daragahi] El grupo minoritario todavía carece de portavoces creíbles que lo saquen de la esterilidad política y aleje de la resistencia.
Bagdad, Iraq. Los árabes musulmanes sunníes de Iraq no carecen de cualidades de liderazgo. En el pasado ocuparon los rangos superiores del cuerpo de oficiales y ministerios de Saddam Hussein, y ahora algunos de ellos están dirigiendo una resistencia cada vez más sofisticada.
Pero en la búsqueda de políticos prominentes que puedan unir a la fragmentada minoría y asegurar a sus miembros un lugar en la reconstrucción del país, la cosecha es magra.
"Nadie representa a los sunníes", dijo Talat Wazan, el director del Partido Unión Nacional Iraquí con sede en Mosul, un grupo árabe sunní. "Mucha de este gente actúa como si estuvieran defendiendo al pueblo sunní y para ellos son héroes. Pero, déjame decirte, los sunníes están divididos en varias facciones y subgrupos, así que nadie puede decir que los representan".
Mientras los políticos del país redactan la constitución que sentará las bases del futuro de Iraq, la mayoría de los sunníes parecen no tener un liderazgo unificado ni causa, aparte de oponerse a la presencia norteamericana y resentimiento contra el gobierno dirigido por musulmanes chiíes y kurdos étnicos.
Algunos sunníes niegan que sean una minoría, e incluso apoyan objetivos como el retorno al predominio sunní -algo que no aceptarían ni los chiíes ni los kurdos ni sus protectores americanos.
"Hay algunas voces que dicen que los árabes sunníes son una minoría", dijo ante una multitud de sunníes reunidos para una conferencia política, Adnan Dulaimi, director de los Sunní Waqf, el lunes en Bagdad. "Queremos demostrarles que no somos una minoría. Somos hijos de este país. Somos responsables de la historia de Iraq".
Otros comunidades importantes de Iraq pueden señalar a figuras de autoridad: los chiíes tienen al gran ayatollah Ali Sistani, que ha dirigido a la mayoría durante tanto tiempo oprimida en el camino hacia el poder democrático. Y los kurdos tienen dos líderes autoritarios cuyas organizaciones políticas han manejado desde 1991 un estado cuasi independiente en el norte.
Pero los árabes sunníes no tienen a nadie que hable legítimamente por ellos, y el vacío continúa entorpeciendo los intentos de reducir la rebelión armada.
Hussein era "su único presidente", dijo Ali Dabgh, un importante miembro de la coalición chií que triunfó en las elecciones del 30 de enero. Ese comentario se ha convertido en un refrán común entre los actores políticos de Iraq. "Ahora que Saddam se ha ido, no tienen a nadie".
En el vacío de poder se han presentado desconocidos como Ayham Samerai, un antiguo residente de Chicago que dice representar a insurgentes; a incendiarios como Mishaan Jabouri, que una vez en el salón de la Asamblea Nacional dijo que agentes del gobierno estaban complotando para asesinarlo; y grupos religiosos, como la conservadora Asociación de Clérigos Musulmanes, que condena actos específicos de violencia al mismo tiempo que apoya la causa de la resistencia.
Muchos líderes árabes sunníes justifican e incluso glorifican la decisión de hombres jóvenes de unirse a la resistencia, que exige la retirada de las tropas norteamericanas. Pero de momento, pocos sunníes han llamado a esos hombres a deponer las armas y continuar con sus vidas en la era post-Hussein en Iraq.
"Nosotros deberíamos pararlos", dijo Saleh Mutlak, jefe de un grupo político sunní. "No lo estamos haciendo porque no tenemos una solución que ofrecerles. No tenemos nada que ofrecerles. Tenemos que darles esperanzas. Ahora no tenemos esperanzas".
Los que dicen representar a los árabes sunníes de Iraq son un grupo variopinto.
Sameraei, ministro de electricidad del gobierno iraquí previo de posguerra, ahora dicen que son un canal entre los americanos y los insurgentes, a pesar de ser desdeñados por ambos grupos.
"¿Puede un tipo de Chicago hablar a nombre de la resistencia iraquí?", bromea un funcionario norteamericano, hablando a condición de conservar el asesinato. "No sé".
Sameraei es perseguido por acusaciones de hipocresía y corrupción. Funcionarios están investigando su funcionamiento en el marco de supuestas impropiedades financieras.
Entretanto, los árabes sunníes están desconcertados por el repentino acercamiento de los ciudadanos norteamericanos a la insurgencia.
"Cuando era ministro de electricidad nunca habló a nombre de la resistencia", dijo Mohammed Shihab Dulaimi, líder de un pequeño partido que presentó candidatos sunníes para el comité constitucional. "Todos los ministros, incluyendo a Sameraei, describían a la resistencia como terroristas".
Los insurgentes a cuyo nombre dice hablar han amenazado a Sameraei con la muerte. "Ha falsificado y mentido sobre los otros casi todos los días con todo descaro", dijo un grupo insurgente en una declaración en internet.
El legislador Jabouri es un ex baazista que volvió a Iraq de su exilio tras la invasión norteamericana. Después de que acusara al gobierno de complotar para asesinarlo, el orador de la asamblea apagó su micrófono. Muchos lo desdeñan como un fanfarrón, y nadie acudió en su defensa.
La semana pasada Jabouri anunció la formación de un partido político que dijo que representaba a la resistencia. En un congreso de un día del partido, hizo declaraciones que con toda seguridad lo alejarán de importantes electorados en un país asolado a diario por atentados suicidas. "Puedo confirmar que algunos de ellos han ocultado en algún lugar sus morteros y ametralladores antes de asistir a este congreso", dijo, "y después volverán a recogerlas".
Mutlak, un ingeniero agrícola de maneras suaves que prosperó durante el régimen de Hussein y todavía cree en el Partido Bazz, encabeza el Consejo del Diálogo Nacional.
Un funcionario norteamericano, que habló anónimamente, observó que en el pasado Mutlak obtuvo beneficios de contratos con los americanos, "pero entonces se dio vuelta y nos dio un portazo" criticando a Estados Unidos y aliándose a los insurgentes. Otros funcionarios estadounidenses se quejan de que Mutlak hace apología de la violencia.
Mutlak dice que la conducta de los norteamericanos en la guerra y sus secuelas justifica la rebelión sunní. "Cuando parte del país ha tenido durante siglos un papel importante y de repente le quitas todo el poder, por supuesto se", dijo en una entrevista.
Hace tiempo funcionarios estadounidenses desdeñaron a Ghazi Ajil Yawer, el vice-presidente del país y líder de un pequeño bloque parlamentario, como apenas competente. Como ingeniero, Yawer vivió durante décadas en Arabia Saudí antes de volver a Iraq después del derrocamiento de Hussein. Los iraquíes dicen que avanzó rápidamente hacia su actual posición basándose en la fuerza de sus vínculos tribales y en la falta de otros árabes sunníes aceptables.
Funcionarios iraquíes y estadounidenses han mostrado más tolerancia por Mohsen Abdel Hamid, presidente del Partido Islámico Iraquí, un grupo islámico de varias décadas con raíces en la Hermandad Musulmana de Egipto.
Pero los chiíes de Iraq dicen que el partido flaquea en temas claves. Anunció que no participaría en las elecciones de la Asamblea Nacional, cuando era demasiado tarde para borrar a sus candidatos de las papeletas. Los iraquíes se preguntan si el partido había tomado una decisión de principio para boicotear la votación, o si buscaba cubrirse las espaldas en caso de tener malos resultados.
Pero funcionarios iraquíes y estadounidenses tienen poca elección y se han aproximado a la Asociación de Clérigos Musulmanes, adherentes de la misma tradición fundamentalista que engendró el wahhabismo, del que Osama bin Laden es un seguidor. La asociación no presentó candidatos y llamó a boicotear las elecciones. Pero su control de miles de mezquitas en todo el país le ha dado un grado de legitimidad entre los sunníes.
Líderes americanos y del gobierno interino iraquí han suplicado a los árabes sunníes que se apresuren y guíen a su pueblo hacia el proceso político. Pero también han rechazado consistentemente a líderes sunníes que han emergido de los escombros de la post-invasión de Iraq, como irrelevantes, corruptos y peor.
Los intentos de concluir la formación del grupo que redactará la constitución del país han tomado semanas, a medida que candidatos sunníes eran considerados, y luego rechazados. El lunes funcionarios dijeron que chiíes y kurdos habían "casi" aprobado un comité constitucional que incluirá a 15 árabes sunníes.
Estados Unidos ha hecho poco por responder a las preocupaciones sunníes. A menudo ha rechazado las quejas sunníes, allanado organizaciones sunníes e incluso detenido a figuras respetadas. Al mismo tiempo, funcionarios norteamericanos dicen que la participación sunní es clave para reducir la resistencia.
Los árabes sunníes "deben darse cuenta de que tienen un papel en el nuevo Iraq, y que eso no significa un papel dominante", dijo un funcionario norteamericano ante un grupo de periodistas a condición de conservar su identidad. "Si los redactores de la constitución pueden volver a Ramadi y Rutbah y Mosul y Baquba y Kirkuk y digan: Tenemos un lugar y se nos tratará honestamente', creo que ayudaría".
Al boicotear las elecciones nacionales, los árabes sunníes redujeron su influencia en el gobierno de transición, permitiendo que lo dominasen los bloques chiíes y kurdos que se opusieron al gobierno de Hussein durante décadas. El boicot también impidió que los sunníes pudieran presentarse con líderes creíbles y hacen despertar dudas sobre la legitimidad de cualquiera que diga que los representa.
Algunos líderes sunníes ya han llamado a sus comunidades a cambiar de curso. En el congreso del lunes, Adnan Dulaimi llamó a los sunníes a "prepararse a sí mismos, para ponerse a punto y organizarse para participar" en el referéndum programado para el 15 de octubre sobre la constitución.
Pero muchos dudan de las palabras de cualquier líder árabe sunní auto-proclamado de Iraq.
"Si le preguntas a los sunníes de la calle qué piensan sobre estos tipos, nadie te responderá", dijo Ala Talabani, miembro de la coalición kurda. "Lo que pasa desde la liberación es que la gente reclama representar a este o ese grupo o electorado, y cuando llegan las elecciones no sacan ningún voto".
Raheem Salman, Shamil Aziz y Saif Rasheed y Asmaa Waguih contribuyeron a este reportaje.
7 de julio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Pero en la búsqueda de políticos prominentes que puedan unir a la fragmentada minoría y asegurar a sus miembros un lugar en la reconstrucción del país, la cosecha es magra.
"Nadie representa a los sunníes", dijo Talat Wazan, el director del Partido Unión Nacional Iraquí con sede en Mosul, un grupo árabe sunní. "Mucha de este gente actúa como si estuvieran defendiendo al pueblo sunní y para ellos son héroes. Pero, déjame decirte, los sunníes están divididos en varias facciones y subgrupos, así que nadie puede decir que los representan".
Mientras los políticos del país redactan la constitución que sentará las bases del futuro de Iraq, la mayoría de los sunníes parecen no tener un liderazgo unificado ni causa, aparte de oponerse a la presencia norteamericana y resentimiento contra el gobierno dirigido por musulmanes chiíes y kurdos étnicos.
Algunos sunníes niegan que sean una minoría, e incluso apoyan objetivos como el retorno al predominio sunní -algo que no aceptarían ni los chiíes ni los kurdos ni sus protectores americanos.
"Hay algunas voces que dicen que los árabes sunníes son una minoría", dijo ante una multitud de sunníes reunidos para una conferencia política, Adnan Dulaimi, director de los Sunní Waqf, el lunes en Bagdad. "Queremos demostrarles que no somos una minoría. Somos hijos de este país. Somos responsables de la historia de Iraq".
Otros comunidades importantes de Iraq pueden señalar a figuras de autoridad: los chiíes tienen al gran ayatollah Ali Sistani, que ha dirigido a la mayoría durante tanto tiempo oprimida en el camino hacia el poder democrático. Y los kurdos tienen dos líderes autoritarios cuyas organizaciones políticas han manejado desde 1991 un estado cuasi independiente en el norte.
Pero los árabes sunníes no tienen a nadie que hable legítimamente por ellos, y el vacío continúa entorpeciendo los intentos de reducir la rebelión armada.
Hussein era "su único presidente", dijo Ali Dabgh, un importante miembro de la coalición chií que triunfó en las elecciones del 30 de enero. Ese comentario se ha convertido en un refrán común entre los actores políticos de Iraq. "Ahora que Saddam se ha ido, no tienen a nadie".
En el vacío de poder se han presentado desconocidos como Ayham Samerai, un antiguo residente de Chicago que dice representar a insurgentes; a incendiarios como Mishaan Jabouri, que una vez en el salón de la Asamblea Nacional dijo que agentes del gobierno estaban complotando para asesinarlo; y grupos religiosos, como la conservadora Asociación de Clérigos Musulmanes, que condena actos específicos de violencia al mismo tiempo que apoya la causa de la resistencia.
Muchos líderes árabes sunníes justifican e incluso glorifican la decisión de hombres jóvenes de unirse a la resistencia, que exige la retirada de las tropas norteamericanas. Pero de momento, pocos sunníes han llamado a esos hombres a deponer las armas y continuar con sus vidas en la era post-Hussein en Iraq.
"Nosotros deberíamos pararlos", dijo Saleh Mutlak, jefe de un grupo político sunní. "No lo estamos haciendo porque no tenemos una solución que ofrecerles. No tenemos nada que ofrecerles. Tenemos que darles esperanzas. Ahora no tenemos esperanzas".
Los que dicen representar a los árabes sunníes de Iraq son un grupo variopinto.
Sameraei, ministro de electricidad del gobierno iraquí previo de posguerra, ahora dicen que son un canal entre los americanos y los insurgentes, a pesar de ser desdeñados por ambos grupos.
"¿Puede un tipo de Chicago hablar a nombre de la resistencia iraquí?", bromea un funcionario norteamericano, hablando a condición de conservar el asesinato. "No sé".
Sameraei es perseguido por acusaciones de hipocresía y corrupción. Funcionarios están investigando su funcionamiento en el marco de supuestas impropiedades financieras.
Entretanto, los árabes sunníes están desconcertados por el repentino acercamiento de los ciudadanos norteamericanos a la insurgencia.
"Cuando era ministro de electricidad nunca habló a nombre de la resistencia", dijo Mohammed Shihab Dulaimi, líder de un pequeño partido que presentó candidatos sunníes para el comité constitucional. "Todos los ministros, incluyendo a Sameraei, describían a la resistencia como terroristas".
Los insurgentes a cuyo nombre dice hablar han amenazado a Sameraei con la muerte. "Ha falsificado y mentido sobre los otros casi todos los días con todo descaro", dijo un grupo insurgente en una declaración en internet.
El legislador Jabouri es un ex baazista que volvió a Iraq de su exilio tras la invasión norteamericana. Después de que acusara al gobierno de complotar para asesinarlo, el orador de la asamblea apagó su micrófono. Muchos lo desdeñan como un fanfarrón, y nadie acudió en su defensa.
La semana pasada Jabouri anunció la formación de un partido político que dijo que representaba a la resistencia. En un congreso de un día del partido, hizo declaraciones que con toda seguridad lo alejarán de importantes electorados en un país asolado a diario por atentados suicidas. "Puedo confirmar que algunos de ellos han ocultado en algún lugar sus morteros y ametralladores antes de asistir a este congreso", dijo, "y después volverán a recogerlas".
Mutlak, un ingeniero agrícola de maneras suaves que prosperó durante el régimen de Hussein y todavía cree en el Partido Bazz, encabeza el Consejo del Diálogo Nacional.
Un funcionario norteamericano, que habló anónimamente, observó que en el pasado Mutlak obtuvo beneficios de contratos con los americanos, "pero entonces se dio vuelta y nos dio un portazo" criticando a Estados Unidos y aliándose a los insurgentes. Otros funcionarios estadounidenses se quejan de que Mutlak hace apología de la violencia.
Mutlak dice que la conducta de los norteamericanos en la guerra y sus secuelas justifica la rebelión sunní. "Cuando parte del país ha tenido durante siglos un papel importante y de repente le quitas todo el poder, por supuesto se", dijo en una entrevista.
Hace tiempo funcionarios estadounidenses desdeñaron a Ghazi Ajil Yawer, el vice-presidente del país y líder de un pequeño bloque parlamentario, como apenas competente. Como ingeniero, Yawer vivió durante décadas en Arabia Saudí antes de volver a Iraq después del derrocamiento de Hussein. Los iraquíes dicen que avanzó rápidamente hacia su actual posición basándose en la fuerza de sus vínculos tribales y en la falta de otros árabes sunníes aceptables.
Funcionarios iraquíes y estadounidenses han mostrado más tolerancia por Mohsen Abdel Hamid, presidente del Partido Islámico Iraquí, un grupo islámico de varias décadas con raíces en la Hermandad Musulmana de Egipto.
Pero los chiíes de Iraq dicen que el partido flaquea en temas claves. Anunció que no participaría en las elecciones de la Asamblea Nacional, cuando era demasiado tarde para borrar a sus candidatos de las papeletas. Los iraquíes se preguntan si el partido había tomado una decisión de principio para boicotear la votación, o si buscaba cubrirse las espaldas en caso de tener malos resultados.
Pero funcionarios iraquíes y estadounidenses tienen poca elección y se han aproximado a la Asociación de Clérigos Musulmanes, adherentes de la misma tradición fundamentalista que engendró el wahhabismo, del que Osama bin Laden es un seguidor. La asociación no presentó candidatos y llamó a boicotear las elecciones. Pero su control de miles de mezquitas en todo el país le ha dado un grado de legitimidad entre los sunníes.
Líderes americanos y del gobierno interino iraquí han suplicado a los árabes sunníes que se apresuren y guíen a su pueblo hacia el proceso político. Pero también han rechazado consistentemente a líderes sunníes que han emergido de los escombros de la post-invasión de Iraq, como irrelevantes, corruptos y peor.
Los intentos de concluir la formación del grupo que redactará la constitución del país han tomado semanas, a medida que candidatos sunníes eran considerados, y luego rechazados. El lunes funcionarios dijeron que chiíes y kurdos habían "casi" aprobado un comité constitucional que incluirá a 15 árabes sunníes.
Estados Unidos ha hecho poco por responder a las preocupaciones sunníes. A menudo ha rechazado las quejas sunníes, allanado organizaciones sunníes e incluso detenido a figuras respetadas. Al mismo tiempo, funcionarios norteamericanos dicen que la participación sunní es clave para reducir la resistencia.
Los árabes sunníes "deben darse cuenta de que tienen un papel en el nuevo Iraq, y que eso no significa un papel dominante", dijo un funcionario norteamericano ante un grupo de periodistas a condición de conservar su identidad. "Si los redactores de la constitución pueden volver a Ramadi y Rutbah y Mosul y Baquba y Kirkuk y digan: Tenemos un lugar y se nos tratará honestamente', creo que ayudaría".
Al boicotear las elecciones nacionales, los árabes sunníes redujeron su influencia en el gobierno de transición, permitiendo que lo dominasen los bloques chiíes y kurdos que se opusieron al gobierno de Hussein durante décadas. El boicot también impidió que los sunníes pudieran presentarse con líderes creíbles y hacen despertar dudas sobre la legitimidad de cualquiera que diga que los representa.
Algunos líderes sunníes ya han llamado a sus comunidades a cambiar de curso. En el congreso del lunes, Adnan Dulaimi llamó a los sunníes a "prepararse a sí mismos, para ponerse a punto y organizarse para participar" en el referéndum programado para el 15 de octubre sobre la constitución.
Pero muchos dudan de las palabras de cualquier líder árabe sunní auto-proclamado de Iraq.
"Si le preguntas a los sunníes de la calle qué piensan sobre estos tipos, nadie te responderá", dijo Ala Talabani, miembro de la coalición kurda. "Lo que pasa desde la liberación es que la gente reclama representar a este o ese grupo o electorado, y cuando llegan las elecciones no sacan ningún voto".
Raheem Salman, Shamil Aziz y Saif Rasheed y Asmaa Waguih contribuyeron a este reportaje.
7 de julio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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