tableau vivant sigue vivo
[Mireya Navarro] Vivo y coleando en Laguna Beach.
Laguna Beach, California. Por su papel nocturno en la impresionante Pageant of the Masters [Revista de Maestros], Michael Ziegler se desviste y espera pacientemente los 45 minutos que demora el maquillador en pintarlo de color plateado de pies a cabeza.
"Se siente un poquito caliente y grasiento", dijo una tarde hace poco mientras salía tambaleándose de un camerino con los brazos y piernas lo más separado posible para no manchar la pintura, como una momia en una película de horror, en tanga y chancletas.
Sin embargo, a pesar de toda esta preparación, Ziegler, 53, representante de servicio al cliente de una aerolínea, se sube al escenario y no hace nada. Durante noventa segundos, se queda completamente quieto -con un brazo y una pierna estirados, como su colega frente a él- en una recreación de ‘The Dancers' [Los bailarines], una escultura de bronce de una artista en gran parte olvidada.
¿Está pasado de moda el tableau vivant? No para los 155 mil fans que, todos los veranos, llegan en tropel a esta ciudad costera para ver el espectáculo. Para ellos, este espectáculo extravagante de dos meses de duración -una producción de 4.1 millones de dólares, que incluye escenarios e iluminación para casi cuarenta obras de arte en ocho zonas de escenificación con narración en vivo y orquesta- entreteje una magia que es un bienvenido paliativo del frenesí de las diversiones de los tiempos modernos.
La Revista de Maestros se remonta a 1933, cuando se organizó una versión mucho más pequeña para dar publicidad a un festival de arte en el que participaban artistas de la región, que todavía se realiza en tándem con la revista todos los veranos (este año, del 2 de julio al 1 de septiembre). Hoy, la revista de tableaux vivants tiene un personal de voluntarios de unas trescientas personas, y con el paso del tiempo ha ido agregando temas, movimiento, canto y sorpresas -desde un vaquero en un caballo de verdad hasta el descorche de una botella de champaña de seis metros- para conservar su atractivo.
La revista agota todos sus 61 espectáculos y genera 1.8 millones de dólares para programas de arte locales, exposiciones y becas, dice Anita Mangels, presidente de la junta directiva de la revista. Ha tenido tanto éxito que la principal pelea, y a veces una fuente de acritud entre los miembros de la directiva, ha sido para mantenerla en Laguna Beach, rechazando propuestas para convertirlo en franquicia.
"Es una forma de arte indescriptible, que uno debe ver para apreciar", dice Mangels. "Parte de lo que la hace único es que lo puedes ver en su escenario original dos meses al año".
Desde las 2.600 butacas en el Irvine Bowl, el anfiteatro donde se presenta la revista a menudo bajo cielos estrellados, lo que el público ve es en algún sentido una ilusión óptica. Para la recreación de pinturas, los humanos son posicionados para que ocupen el lugar de personajes en reproducciones que pueden ser hasta de once metros de ancho y cuatro de alto. A menudo se transforma a los modelos en figuras bidimensionales con efectos de luz y la eliminación de las sombras.
Mientras se instala y retira decorados, los modelos son a veces mostrados cuando toman sus posiciones entre las penumbras. El escenario queda completamente oscuro, y luego las luces revelan a los modelos inmovilizados dentro de sus marcos.
A menudo se oyen sofocados gritos de admiración desde el público, una vez que se ilumina la escena. Noventa segundos después, el escenario vuelve a oscurecer y la imagen desaparece, tan efímera como un rayo.
"No te relajas nunca", dice Diane Challis Davy, la directora de la revista desde 1996."Si falla una persona de la cadena, los resultados pueden ser desastrosos".
El tema de este año es ‘A Passion for Art', con una alineación de 38 tableaux, incluyendo las pinturas con temas románticos como ‘La visita del pretendiente' (hacia 1658), del pintor realista holandés Gerard ter Borch, ‘El beso robado', de Fragonard, y lujuriosas esculturas, como ‘La eterna primavera', de Rodin, así como carteles, impresiones y colgantes rindiendo honor a ayudas para el amor, como perfumes y alcohol. Una desviación del tema, pero constante de año en año, es la finale, ‘La última cena', de Leonardo, en la que -en un coincidente asentimiento con ‘El Código Da Vinci', de Dan Brown- el papel de Juan ha sido representado durante años por una mujer.
"Es sobrecogedor", dice Kevin Cole, un pianista concertista de visita en Chicago, que vio la revista por primera vez un viernes hace poco, a menudo enfocando sus binoculares sobre el escenario. "Hay tan pocas cosas que crean maravillas en el mundo adulto. Esto simplemente te llena de asombro".
Dickran Tashjian, profesor emérito de historia del arte de la Universidad de California en Irvine, que ha visto la revista tres veces, dice que piensa que es un prodigio técnico, pero que no se puede comparar con la obra original.
"La pintura original es mucho mejor que la Revista de Maestros", dice. "Pero si consideras que las dos son formas de expresión diferentes, entonces la revista es única".
Entre bastidores, materiales como madera, espuma de plástico y envoltorios de plástico son usados para recrear el escenario de la obra de arte original. El maquillaje facial y de cuerpo incorpora las sombras y colores de la pintura.
Para permanecer lo más quieto posible en el escenario, los modelos usan artilugios como postes de acero y cinturones de seguridad mientras respiran suavemente y tratan de controlar cualquier calambre o estornudo repentino. (Una noche hace poco, los únicos movimientos detectados por un periodista fueron una ligera inclinación de una cabeza y un pecho que respiraba pesadamente).
Para ‘The Dancers', una escultura de bronce de 1921, de la artista estadounidense Harriet Whitney Frishmuth, Ziegler es sujetado a apoyos en cinco lugares diferentes para una pose que le exige mantener tanto la pierna como el brazo derechos en el aire mientras se echa hacia atrás.
"Te causa dolor en el cuello y en la espalda", dijo, diciendo que la pose es la más difícil que le ha tocado hacer en los veinte años que lleva en la revista. "Tu cuello está en posición casi horizontal con el cuello, y estás apenas apoyado en una mano".
Pero, como gran parte del público, reparto y equipo entre bastidores (otros 150 a 200 voluntarios que se encargan del maquillaje, vestuario, decorados), vuelve todos los años. Su colega en el montaje de ‘The Dancers', Joy Shirkani-Monson, 32, apareció por primera vez en la revista cuando tenía diez años. Ha convencido de participar a sus tres hijos.
Este año, la revista atrajo a 800 aspirantes y, como habitualmente, los que fueron elegidos lo fueron en gran parte por sus medidas. Debido a la necesidad de escala, muchas de las figuras adultas en pinturas como ‘El jaleo', de John Singer Sargent, en el que una mujer baila flamenco con cinco guitarristas y cantantes en el fondo, son retratados por niños de hasta cinco años.
Los voluntarios se dividen en dos elencos, que alternan entre semanas. Se comprometen a participar en dos meses de verano sin otra recompensa que los aplausos, la camaradería y el orgullo de mantener viva la tradición.
Muchas celebridades han participado en la revista; el año pasado, la actriz Teru Hatcher apareció con su hija. La revista tiene voluntarios tan leales que algunos de ellos llevan participando más de treinta años y ahora la revista es el pasatiempo de verano de familias enteras.
"Para mí, es como mi segunda casa", dijo Shirkani-Monson. "Es siempre divertido y alegre".
Algunos, como Jesús y sus doce discípulos en ‘La última cena', ha devenido tan riguroso que rompen pan de verdad una vez a la semana. Pero otros disfrutan modelando una nueva pose cada año. Ziegler fue una vez un adorno del capó del un Buick 1953, y se enorgullece de ser estar suficientemente en forma como para aparecer prácticamente desnudo a los 53 años.
Una noche hace poco en el patio detrás del escenario, una geishas de ropas ligeras de un grabado en madera, se mezclaron con figuras de porcelana Meissen y una escultura dorada desnuda cubierta por un ‘panel de modestia' mientras las modelos esperaban su turno de subir. Algunos niños mataban el tiempo jugando juegos de mesa.
Entre ellos estaba Blake Del Rey, 7, que posa durante un minuto y medio con su cabeza echada hacia atrás en ‘El jaleo'. Un actor en ciernes que ha aparecido en musicales en el condado de Orange, Blake es un recién llegado a la revista y todavía le cuesta mucho actuar en papeles sin movimiento.
"Sólo te dejan pestañear, pero también tienes que respirar", dice. "Ahora estoy tratando de respirar por mi nariz".
Los adultos deben superar sus propios obstáculos. "Si empiezo a pensar en la pose, a veces se me acalambran las piernas y empiezo a temblar", dijo Ziegler. "O me duelen los brazos, y mientras más pienso en ello, más me duelen. Trato de pensar en alguna otra cosa que esté ocurriendo en el trabajo".
Colocada como su reflejo en el espejo, Shirkani-Monson dice que ella a veces se distrae pensando en las cosas que necesita comprar mañana, como salsa de tomates en la tienda de ultramarinos. "Me repongo y me recuerdo que estoy en medio de 2.500 personas, y espero no haberme movido".
Muchos de los voluntarios dicen que ya están pensando en 2007 y 2008 cuando el espectáculo y el festival de arte que lo acompaña celebren sus aniversarios número 75. El tema de la revista ya ha sido elegido: ‘Los alegres vividores' [Young at Heart].
"Se siente un poquito caliente y grasiento", dijo una tarde hace poco mientras salía tambaleándose de un camerino con los brazos y piernas lo más separado posible para no manchar la pintura, como una momia en una película de horror, en tanga y chancletas.
Sin embargo, a pesar de toda esta preparación, Ziegler, 53, representante de servicio al cliente de una aerolínea, se sube al escenario y no hace nada. Durante noventa segundos, se queda completamente quieto -con un brazo y una pierna estirados, como su colega frente a él- en una recreación de ‘The Dancers' [Los bailarines], una escultura de bronce de una artista en gran parte olvidada.
¿Está pasado de moda el tableau vivant? No para los 155 mil fans que, todos los veranos, llegan en tropel a esta ciudad costera para ver el espectáculo. Para ellos, este espectáculo extravagante de dos meses de duración -una producción de 4.1 millones de dólares, que incluye escenarios e iluminación para casi cuarenta obras de arte en ocho zonas de escenificación con narración en vivo y orquesta- entreteje una magia que es un bienvenido paliativo del frenesí de las diversiones de los tiempos modernos.
La Revista de Maestros se remonta a 1933, cuando se organizó una versión mucho más pequeña para dar publicidad a un festival de arte en el que participaban artistas de la región, que todavía se realiza en tándem con la revista todos los veranos (este año, del 2 de julio al 1 de septiembre). Hoy, la revista de tableaux vivants tiene un personal de voluntarios de unas trescientas personas, y con el paso del tiempo ha ido agregando temas, movimiento, canto y sorpresas -desde un vaquero en un caballo de verdad hasta el descorche de una botella de champaña de seis metros- para conservar su atractivo.
La revista agota todos sus 61 espectáculos y genera 1.8 millones de dólares para programas de arte locales, exposiciones y becas, dice Anita Mangels, presidente de la junta directiva de la revista. Ha tenido tanto éxito que la principal pelea, y a veces una fuente de acritud entre los miembros de la directiva, ha sido para mantenerla en Laguna Beach, rechazando propuestas para convertirlo en franquicia.
"Es una forma de arte indescriptible, que uno debe ver para apreciar", dice Mangels. "Parte de lo que la hace único es que lo puedes ver en su escenario original dos meses al año".
Desde las 2.600 butacas en el Irvine Bowl, el anfiteatro donde se presenta la revista a menudo bajo cielos estrellados, lo que el público ve es en algún sentido una ilusión óptica. Para la recreación de pinturas, los humanos son posicionados para que ocupen el lugar de personajes en reproducciones que pueden ser hasta de once metros de ancho y cuatro de alto. A menudo se transforma a los modelos en figuras bidimensionales con efectos de luz y la eliminación de las sombras.
Mientras se instala y retira decorados, los modelos son a veces mostrados cuando toman sus posiciones entre las penumbras. El escenario queda completamente oscuro, y luego las luces revelan a los modelos inmovilizados dentro de sus marcos.
A menudo se oyen sofocados gritos de admiración desde el público, una vez que se ilumina la escena. Noventa segundos después, el escenario vuelve a oscurecer y la imagen desaparece, tan efímera como un rayo.
"No te relajas nunca", dice Diane Challis Davy, la directora de la revista desde 1996."Si falla una persona de la cadena, los resultados pueden ser desastrosos".
El tema de este año es ‘A Passion for Art', con una alineación de 38 tableaux, incluyendo las pinturas con temas románticos como ‘La visita del pretendiente' (hacia 1658), del pintor realista holandés Gerard ter Borch, ‘El beso robado', de Fragonard, y lujuriosas esculturas, como ‘La eterna primavera', de Rodin, así como carteles, impresiones y colgantes rindiendo honor a ayudas para el amor, como perfumes y alcohol. Una desviación del tema, pero constante de año en año, es la finale, ‘La última cena', de Leonardo, en la que -en un coincidente asentimiento con ‘El Código Da Vinci', de Dan Brown- el papel de Juan ha sido representado durante años por una mujer.
"Es sobrecogedor", dice Kevin Cole, un pianista concertista de visita en Chicago, que vio la revista por primera vez un viernes hace poco, a menudo enfocando sus binoculares sobre el escenario. "Hay tan pocas cosas que crean maravillas en el mundo adulto. Esto simplemente te llena de asombro".
Dickran Tashjian, profesor emérito de historia del arte de la Universidad de California en Irvine, que ha visto la revista tres veces, dice que piensa que es un prodigio técnico, pero que no se puede comparar con la obra original.
"La pintura original es mucho mejor que la Revista de Maestros", dice. "Pero si consideras que las dos son formas de expresión diferentes, entonces la revista es única".
Entre bastidores, materiales como madera, espuma de plástico y envoltorios de plástico son usados para recrear el escenario de la obra de arte original. El maquillaje facial y de cuerpo incorpora las sombras y colores de la pintura.
Para permanecer lo más quieto posible en el escenario, los modelos usan artilugios como postes de acero y cinturones de seguridad mientras respiran suavemente y tratan de controlar cualquier calambre o estornudo repentino. (Una noche hace poco, los únicos movimientos detectados por un periodista fueron una ligera inclinación de una cabeza y un pecho que respiraba pesadamente).
Para ‘The Dancers', una escultura de bronce de 1921, de la artista estadounidense Harriet Whitney Frishmuth, Ziegler es sujetado a apoyos en cinco lugares diferentes para una pose que le exige mantener tanto la pierna como el brazo derechos en el aire mientras se echa hacia atrás.
"Te causa dolor en el cuello y en la espalda", dijo, diciendo que la pose es la más difícil que le ha tocado hacer en los veinte años que lleva en la revista. "Tu cuello está en posición casi horizontal con el cuello, y estás apenas apoyado en una mano".
Pero, como gran parte del público, reparto y equipo entre bastidores (otros 150 a 200 voluntarios que se encargan del maquillaje, vestuario, decorados), vuelve todos los años. Su colega en el montaje de ‘The Dancers', Joy Shirkani-Monson, 32, apareció por primera vez en la revista cuando tenía diez años. Ha convencido de participar a sus tres hijos.
Este año, la revista atrajo a 800 aspirantes y, como habitualmente, los que fueron elegidos lo fueron en gran parte por sus medidas. Debido a la necesidad de escala, muchas de las figuras adultas en pinturas como ‘El jaleo', de John Singer Sargent, en el que una mujer baila flamenco con cinco guitarristas y cantantes en el fondo, son retratados por niños de hasta cinco años.
Los voluntarios se dividen en dos elencos, que alternan entre semanas. Se comprometen a participar en dos meses de verano sin otra recompensa que los aplausos, la camaradería y el orgullo de mantener viva la tradición.
Muchas celebridades han participado en la revista; el año pasado, la actriz Teru Hatcher apareció con su hija. La revista tiene voluntarios tan leales que algunos de ellos llevan participando más de treinta años y ahora la revista es el pasatiempo de verano de familias enteras.
"Para mí, es como mi segunda casa", dijo Shirkani-Monson. "Es siempre divertido y alegre".
Algunos, como Jesús y sus doce discípulos en ‘La última cena', ha devenido tan riguroso que rompen pan de verdad una vez a la semana. Pero otros disfrutan modelando una nueva pose cada año. Ziegler fue una vez un adorno del capó del un Buick 1953, y se enorgullece de ser estar suficientemente en forma como para aparecer prácticamente desnudo a los 53 años.
Una noche hace poco en el patio detrás del escenario, una geishas de ropas ligeras de un grabado en madera, se mezclaron con figuras de porcelana Meissen y una escultura dorada desnuda cubierta por un ‘panel de modestia' mientras las modelos esperaban su turno de subir. Algunos niños mataban el tiempo jugando juegos de mesa.
Entre ellos estaba Blake Del Rey, 7, que posa durante un minuto y medio con su cabeza echada hacia atrás en ‘El jaleo'. Un actor en ciernes que ha aparecido en musicales en el condado de Orange, Blake es un recién llegado a la revista y todavía le cuesta mucho actuar en papeles sin movimiento.
"Sólo te dejan pestañear, pero también tienes que respirar", dice. "Ahora estoy tratando de respirar por mi nariz".
Los adultos deben superar sus propios obstáculos. "Si empiezo a pensar en la pose, a veces se me acalambran las piernas y empiezo a temblar", dijo Ziegler. "O me duelen los brazos, y mientras más pienso en ello, más me duelen. Trato de pensar en alguna otra cosa que esté ocurriendo en el trabajo".
Colocada como su reflejo en el espejo, Shirkani-Monson dice que ella a veces se distrae pensando en las cosas que necesita comprar mañana, como salsa de tomates en la tienda de ultramarinos. "Me repongo y me recuerdo que estoy en medio de 2.500 personas, y espero no haberme movido".
Muchos de los voluntarios dicen que ya están pensando en 2007 y 2008 cuando el espectáculo y el festival de arte que lo acompaña celebren sus aniversarios número 75. El tema de la revista ya ha sido elegido: ‘Los alegres vividores' [Young at Heart].
1 de agosto de 2006
©new york times
©traducción mQh
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