más tropas para bagdad
[Dexter Filkins] Caos en Bagdad socava estrategia norteamericana.
Bagdad, Iraq. El último año, cuando los comandantes americanos presionaron a los iraquíes para que se hicieran responsables de esta violenta capital, Bagdad se convirtió en un lugar señaladamente más peligroso.
Ahora los norteamericanos se ven obligados a movilizar a más de sus propias tropas para controlar la ciudad.
El fracaso de los iraquíes en cuanto a frenar el deslizamiento de Bagdad hacia caos socava una de las premisas centrales del proyecto americano aquí: que las fuerzas iraquíes pueden ser adiestradas y equipadas para proteger su propio país, permitiendo que los americanos vuelvan a casa.
Una revisión de estadísticas dadas a conocer anteriormente sobre patrullas americanas e iraquíes sugieren que cuando los americanos traspasaron las responsabilidades a los iraquíes, la violencia en Iraq aumentó.
A mediados de junio de 2005, los americanos realizaron un promedio de 360 patrullas al día, de acuerdo a estadísticas dadas a conocer por los militares. Para mediados de febrero de este año, las patrullas llegaban a 92 al día -un descenso de más del 70 por ciento. La primera brigada iraquí ocupó una pequeña sección de Bagdad a principio del año pasado. Ahora, soldados y agentes de policía iraquíes dirigen las operaciones de vigilancia de más del 70 por ciento de la ciudad, incluyendo sus barrios más violentos. Controlan todos los seis mil puestos de control de Bagdad.
Incluso después de que el atentado contra el santuario de Askariya en Samarra el 22 de febrero desencadenara una oleada de violencia religiosa, las patrullas americanas continuaron a un nivel más bajo que en el pasado. A fines de julio, los americanos patrullaban Bagdad 89 veces al día -un cuarto de sus patrullas a mediados de junio del año pasado.
Hace trece meses, Bagdad tenía unos 19 incidentes violentos al día -incidentes como asesinatos. Hoy, el promedio diario es de 25 -un aumento de más del 30 por ciento. Muchos de esos ataques causan más de una muerte; algunos causan muchas más, como la carnicería cometida por milicianos chiíes el mes pasado al oeste de Bagdad, que causó más de 40 muertes.
El jueves, en Washington, comandantes militares americanos de alto rango advirtieron claramente que Iraq se encaminaba hacia la guerra civil.
Para frenar ese desarrollo, Estados Unidos ha decidido duplicar el número de soldados americanos en la ciudad, de 4.200 a unos 7.200.
Funcionarios estadounidenses han declarado a Bagdad el ‘centro de gravedad' del país, una arena que debe ser controlada si quieren salir victoriosos. Americanos e iraquíes dicen que también están planeando llevar más tropas iraquíes a Bagdad y destinar al menos 50 millones de dólares para empleo y servicios públicos, como la electricidad.
La decisión de incrementar el número de tropas americanas en la ciudad parece reflejar la convicción de que sólo las tropas americanas pueden controlar esa ciudad.
"Si aceptáramos los altos niveles de bajas que ocurren en la ciudad al mes, entonces las fuerzas de seguridad iraquíes podrían continuar manejando la situación", dijo el general de división William B. Caldwell IV, portavoz de las fuerzas armadas en Iraq. "Podemos manejarlo con los niveles actuales. Pero si queremos reducir la violencia, entonces debemos llevar más tropas a la ciudad".
Los jefes militares americanos dicen que la mayor violencia en Bagdad no quiere decir necesariamente que las fuerzas iraquíes estén fracasando. Los agentes de policía y soldados iraquíes son competentes, dicen los estadounidenses, pero la explosión de violencia religiosa es de una dimensión y virulencia que podría abrumar a cualquier ejército.
"No creo que lo hayamos hecho demasiado rápido", dijo el general Caldwell sobre la transferencia de responsabilidades a los iraquíes en Bagdad. "Nadie podía predecir la violencia religiosa".
Algunos observadores independientes dicen que los estadounidenses tienen razón, que el trabajo de vigilar una ciudad de siete millones de habitantes en manos del terrorismo, la violencia religiosa y la delincuencia es una tarea de una magnitud desconocida para los ejércitos modernos. Algunos se preguntan si acaso serán suficientes las siete mil tropas americanas adicionales destinadas a la ciudad.
"No creo que esta operación haya sido diseñada para dar vuelta a la esquina", dijo Anthony H. Cordesman, un analista militar en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington. "Creo que fue diseñada para impedir la guerra civil".
Hacer que las fuerzas iraquíes controlen varias partes de la ciudad, dicen los comandantes estadounidenses, libera a las tropas americanas para que apoyen a los iraquíes en los barrios más violentos.
El número de tropas y agentes de policía iraquíes ha crecido firmemente desde principio de 2005. Cerca de 42 mil agentes de policía y fuerzas del ejército y paramilitares patrullan ahora la capital.
Aparte las 7.200 tropas americanas, más de mil asesores americanos se encuentran incrustados en la policía y el ejército iraquíes.
Sin embargo, desde marzo, cuando los americanos e iraquíes empezaron la primera de dos importantes operaciones para controlar Bagdad, la violencia aquí no ha hecho más que aumentar.
Naciones Unidas dice que un promedio de cien civiles iraquíes mueren todos los días en Iraq, "la gran mayoría" de ellos en Bagdad.
En las calles, las cuentas se miden en carne y sangre. Cada día los cuerpos se apilan en la morgue central de Bagdad: quemados con ácido, agujereados de balas, con la vista vendada, esposados, perforados con taladros.
Para gran parte de la ciudad, el río Tigris forma una frontera religiosa, con los sunníes al poniente y los chiíes en el este. Muchos vecinos de Bagdad ya no se aventuran fuera de sus propios barrios. En la mayoría de los barrios las tiendas cierran a las dos de la tarde, si acaso abren. Milicianos armados del Ejército Mahdi recorren las calles libremente.
Es difícil sopesar el desempeño de las fuerzas de seguridad iraquíes. Todas las noches los militares estadounidenses envían mensajes por correo electrónico anunciando que los iraquíes han allanado escondites de los rebeldes, detenidos a sospechosos o abortado atentados suicidas.
"Se los digo personalmente", dijo el general de división David D. Halverson, comandante de la división americana que supervisa la capital. "Las fuerzas iraquíes se han defendido bien y han peleado bien".
En realidad, en algunos lugares las tropas iraquíes se han mostrado prometedoras. En la Calle Haifa, que fue la primera calle en pasar a control de una brigada iraquí el año pasado, las tropas han llevado estabilidad al barrio de un modo que ni las tropas americanas pudieron alcanzar.
En general, sin embargo, su desempeño parece magro. El Ejército Iraquí parece más disciplinado y profesional que la policía, y recibe más respeto de parte de la población iraquí.
Los agentes de policía iraquíes, que superan de lejos a los soldados iraquíes, parecen más desamparados, a menudo observadores del caos a su alrededor.
Un día a fines del mes pasado, por ejemplo, un grupo de diez hombres armados pararon el tráfico en el barrio de Tarbiya en Ciudad Sáder y arremetieron contra una tienda.
Cuando ocurría esto, dos coches policiales pasaron por el lugar y observaron claramente el secuestro que estaba tomando lugar. No hicieron nada. Minutos más tarde, los hombres armados llevaron a uno de los tenderos iraquíes a uno de sus coches y desaparecieron con él.
Ni los rebeldes sunníes ni las milicias chiíes respaldadas por Irán parecen temer a los agentes de policía o soldados iraquíes.
En los barrios bagdadíes de Dawra y Amariya, por ejemplo, soldados y policías iraquíes a menudo son incapaces de retirar los cuerpos de civiles o de sus propios hombres matados en enfrentamientos callejeros debido al temor de ser ellos atacados a su vez. A menudo son los americanos lo que han tenido que recuperar los cuerpos: los rebeldes no los molestan.
La tibia calidad de las fuerzas de seguridad iraquíes está en el centro del caos de la capital, dicen algunos líderes iraquíes.
"Tenemos que admitir que hay problemas estructurales en el modo en que se recluta a las fuerzas de seguridad", dice Barham Salih, el vice-primer ministro. "No se ha prestado suficiente atención a la calidad, ni al liderazgo. El mando y el control siguen siendo problemáticos".
Muchos de los milicianos que ahora aterrorizan a la capital son dirigidos por los mismos partidos políticos que controlan el gobierno iraquí, dijo.
"Es un secreto a voces que debe ser erradicado derechamente", dijo Salih. "La mantención de esta situación conviene a demasiados en la elite política de este país".
Los comandantes americanos dicen que están planeando embarcarse en un plan para controlar un barrio a la vez. Dicen que se sienten optimistas, en parte, debido a que no descansan exclusivamente en la fuerza militar. Líderes iraquíes y estadounidenses se están preparando para destinar 50 millones de dólares a crear empleos para los iraquíes y reponer servicios básicos como electricidad y agua potable de los que carecen muchos barrios de Bagdad.
El nuevo plan es la creación del teniente general Peter W. Chiarelli, comandante de las fuerzas americanas en Iraq, que ha argumentado durante largo tiempo que los componentes políticos y económicos que se requieren para derrotar a la resistencia son tan importantes como la fuerza letal.
"Estamos desempolvando el libreto de Chiarelli, y finalmente lo vamos a implementar", dijo el general Caldwell.
Estadounidenses e iraquíes dicen que esperan ver resultados en noventa días.
Ahora los norteamericanos se ven obligados a movilizar a más de sus propias tropas para controlar la ciudad.
El fracaso de los iraquíes en cuanto a frenar el deslizamiento de Bagdad hacia caos socava una de las premisas centrales del proyecto americano aquí: que las fuerzas iraquíes pueden ser adiestradas y equipadas para proteger su propio país, permitiendo que los americanos vuelvan a casa.
Una revisión de estadísticas dadas a conocer anteriormente sobre patrullas americanas e iraquíes sugieren que cuando los americanos traspasaron las responsabilidades a los iraquíes, la violencia en Iraq aumentó.
A mediados de junio de 2005, los americanos realizaron un promedio de 360 patrullas al día, de acuerdo a estadísticas dadas a conocer por los militares. Para mediados de febrero de este año, las patrullas llegaban a 92 al día -un descenso de más del 70 por ciento. La primera brigada iraquí ocupó una pequeña sección de Bagdad a principio del año pasado. Ahora, soldados y agentes de policía iraquíes dirigen las operaciones de vigilancia de más del 70 por ciento de la ciudad, incluyendo sus barrios más violentos. Controlan todos los seis mil puestos de control de Bagdad.
Incluso después de que el atentado contra el santuario de Askariya en Samarra el 22 de febrero desencadenara una oleada de violencia religiosa, las patrullas americanas continuaron a un nivel más bajo que en el pasado. A fines de julio, los americanos patrullaban Bagdad 89 veces al día -un cuarto de sus patrullas a mediados de junio del año pasado.
Hace trece meses, Bagdad tenía unos 19 incidentes violentos al día -incidentes como asesinatos. Hoy, el promedio diario es de 25 -un aumento de más del 30 por ciento. Muchos de esos ataques causan más de una muerte; algunos causan muchas más, como la carnicería cometida por milicianos chiíes el mes pasado al oeste de Bagdad, que causó más de 40 muertes.
El jueves, en Washington, comandantes militares americanos de alto rango advirtieron claramente que Iraq se encaminaba hacia la guerra civil.
Para frenar ese desarrollo, Estados Unidos ha decidido duplicar el número de soldados americanos en la ciudad, de 4.200 a unos 7.200.
Funcionarios estadounidenses han declarado a Bagdad el ‘centro de gravedad' del país, una arena que debe ser controlada si quieren salir victoriosos. Americanos e iraquíes dicen que también están planeando llevar más tropas iraquíes a Bagdad y destinar al menos 50 millones de dólares para empleo y servicios públicos, como la electricidad.
La decisión de incrementar el número de tropas americanas en la ciudad parece reflejar la convicción de que sólo las tropas americanas pueden controlar esa ciudad.
"Si aceptáramos los altos niveles de bajas que ocurren en la ciudad al mes, entonces las fuerzas de seguridad iraquíes podrían continuar manejando la situación", dijo el general de división William B. Caldwell IV, portavoz de las fuerzas armadas en Iraq. "Podemos manejarlo con los niveles actuales. Pero si queremos reducir la violencia, entonces debemos llevar más tropas a la ciudad".
Los jefes militares americanos dicen que la mayor violencia en Bagdad no quiere decir necesariamente que las fuerzas iraquíes estén fracasando. Los agentes de policía y soldados iraquíes son competentes, dicen los estadounidenses, pero la explosión de violencia religiosa es de una dimensión y virulencia que podría abrumar a cualquier ejército.
"No creo que lo hayamos hecho demasiado rápido", dijo el general Caldwell sobre la transferencia de responsabilidades a los iraquíes en Bagdad. "Nadie podía predecir la violencia religiosa".
Algunos observadores independientes dicen que los estadounidenses tienen razón, que el trabajo de vigilar una ciudad de siete millones de habitantes en manos del terrorismo, la violencia religiosa y la delincuencia es una tarea de una magnitud desconocida para los ejércitos modernos. Algunos se preguntan si acaso serán suficientes las siete mil tropas americanas adicionales destinadas a la ciudad.
"No creo que esta operación haya sido diseñada para dar vuelta a la esquina", dijo Anthony H. Cordesman, un analista militar en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington. "Creo que fue diseñada para impedir la guerra civil".
Hacer que las fuerzas iraquíes controlen varias partes de la ciudad, dicen los comandantes estadounidenses, libera a las tropas americanas para que apoyen a los iraquíes en los barrios más violentos.
El número de tropas y agentes de policía iraquíes ha crecido firmemente desde principio de 2005. Cerca de 42 mil agentes de policía y fuerzas del ejército y paramilitares patrullan ahora la capital.
Aparte las 7.200 tropas americanas, más de mil asesores americanos se encuentran incrustados en la policía y el ejército iraquíes.
Sin embargo, desde marzo, cuando los americanos e iraquíes empezaron la primera de dos importantes operaciones para controlar Bagdad, la violencia aquí no ha hecho más que aumentar.
Naciones Unidas dice que un promedio de cien civiles iraquíes mueren todos los días en Iraq, "la gran mayoría" de ellos en Bagdad.
En las calles, las cuentas se miden en carne y sangre. Cada día los cuerpos se apilan en la morgue central de Bagdad: quemados con ácido, agujereados de balas, con la vista vendada, esposados, perforados con taladros.
Para gran parte de la ciudad, el río Tigris forma una frontera religiosa, con los sunníes al poniente y los chiíes en el este. Muchos vecinos de Bagdad ya no se aventuran fuera de sus propios barrios. En la mayoría de los barrios las tiendas cierran a las dos de la tarde, si acaso abren. Milicianos armados del Ejército Mahdi recorren las calles libremente.
Es difícil sopesar el desempeño de las fuerzas de seguridad iraquíes. Todas las noches los militares estadounidenses envían mensajes por correo electrónico anunciando que los iraquíes han allanado escondites de los rebeldes, detenidos a sospechosos o abortado atentados suicidas.
"Se los digo personalmente", dijo el general de división David D. Halverson, comandante de la división americana que supervisa la capital. "Las fuerzas iraquíes se han defendido bien y han peleado bien".
En realidad, en algunos lugares las tropas iraquíes se han mostrado prometedoras. En la Calle Haifa, que fue la primera calle en pasar a control de una brigada iraquí el año pasado, las tropas han llevado estabilidad al barrio de un modo que ni las tropas americanas pudieron alcanzar.
En general, sin embargo, su desempeño parece magro. El Ejército Iraquí parece más disciplinado y profesional que la policía, y recibe más respeto de parte de la población iraquí.
Los agentes de policía iraquíes, que superan de lejos a los soldados iraquíes, parecen más desamparados, a menudo observadores del caos a su alrededor.
Un día a fines del mes pasado, por ejemplo, un grupo de diez hombres armados pararon el tráfico en el barrio de Tarbiya en Ciudad Sáder y arremetieron contra una tienda.
Cuando ocurría esto, dos coches policiales pasaron por el lugar y observaron claramente el secuestro que estaba tomando lugar. No hicieron nada. Minutos más tarde, los hombres armados llevaron a uno de los tenderos iraquíes a uno de sus coches y desaparecieron con él.
Ni los rebeldes sunníes ni las milicias chiíes respaldadas por Irán parecen temer a los agentes de policía o soldados iraquíes.
En los barrios bagdadíes de Dawra y Amariya, por ejemplo, soldados y policías iraquíes a menudo son incapaces de retirar los cuerpos de civiles o de sus propios hombres matados en enfrentamientos callejeros debido al temor de ser ellos atacados a su vez. A menudo son los americanos lo que han tenido que recuperar los cuerpos: los rebeldes no los molestan.
La tibia calidad de las fuerzas de seguridad iraquíes está en el centro del caos de la capital, dicen algunos líderes iraquíes.
"Tenemos que admitir que hay problemas estructurales en el modo en que se recluta a las fuerzas de seguridad", dice Barham Salih, el vice-primer ministro. "No se ha prestado suficiente atención a la calidad, ni al liderazgo. El mando y el control siguen siendo problemáticos".
Muchos de los milicianos que ahora aterrorizan a la capital son dirigidos por los mismos partidos políticos que controlan el gobierno iraquí, dijo.
"Es un secreto a voces que debe ser erradicado derechamente", dijo Salih. "La mantención de esta situación conviene a demasiados en la elite política de este país".
Los comandantes americanos dicen que están planeando embarcarse en un plan para controlar un barrio a la vez. Dicen que se sienten optimistas, en parte, debido a que no descansan exclusivamente en la fuerza militar. Líderes iraquíes y estadounidenses se están preparando para destinar 50 millones de dólares a crear empleos para los iraquíes y reponer servicios básicos como electricidad y agua potable de los que carecen muchos barrios de Bagdad.
El nuevo plan es la creación del teniente general Peter W. Chiarelli, comandante de las fuerzas americanas en Iraq, que ha argumentado durante largo tiempo que los componentes políticos y económicos que se requieren para derrotar a la resistencia son tan importantes como la fuerza letal.
"Estamos desempolvando el libreto de Chiarelli, y finalmente lo vamos a implementar", dijo el general Caldwell.
Estadounidenses e iraquíes dicen que esperan ver resultados en noventa días.
Qais Mizher contribuyó al reportaje de este artículo.
5 de agosto de 2006
©new york times
©traducción mQh
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