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chiíes quieren partir iraq


[Borzou Daragahi] La creación de regiones federales podría reducir la violencia, dicen partidarios del proyecto de división. Según otros, es un intento de apropiarse del petróleo.
Bagdad, Iraq. Tienen una nueva constitución, un nuevo gobierno y nuevas fuerzas armadas. Pero enfrentados al incesante derramamiento de sangre, los iraquíes han empezado a discutir abiertamente, por primera vez, si acaso un modo de parar la violencia sería rehacer el país que acaban de fundar.
Los líderes del poderoso bloque político musulmán chií de Iraq han empezado a fomentar agresivamente un radical plan para dividir el país, como un modo de separar a los grupos en conflicto. Algunos iraquíes están incluso hablando de dividir la capital, utilizando al río Tigris como una especie de Muro de Berlín.
Los chiíes han abogado durante largo tiempo por un tipo de autonomía en el sur, similar a la del enclave kurdo de quince años en el norte, con sus propias fuerzas de defensa y control sobre la exploración del petróleo. Y la nueva constitución permite que las provincias se asocien en regiones federales. Pero el último intento, fomentado por ministros de gabinete, clérigos y columnistas, marca la primera vez que han abogado por la división regional como un modo de terminar con la violencia.
"El federalismo aislará, a las partes del país que están incubando el terrorismo, de las partes que están avanzando y mejorando", dijo Khudair Khzai, el ministro chií de educación. "Haremos lo que hizo el Kurdistán. Pondremos soldados en las fronteras".
El creciente clamor por la repartición del país ilustra la gravedad de la situación de seguridad y los problemas económicos y políticos del país: Hasta ahora, la idea de volver a trazar el mapa de Iraq de ocho décadas y media era considerada sediciosa.
Algunos de los defensores de la repartición del país se muestran prudentes, argumentando que el federalismo es sólo una de las herramientas que se están considerando para reducir la violencia.
Pero otros apoyan el plan de Abdelaziz Hakim, presidente de Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, un partido político. Hakim defiende la creación de una región de nueve provincias en el tranquilo sur, donde se encuentra el 60 por ciento de las reservas de petróleo del país.
Los líderes sunníes no ven nada excepto codicia en el nuevo intento -los chiíes, dicen, se están aprovechando de la escalada de violencia para apropiarse el petróleo.
El petróleo iraquí se concentra en el norte y sur; gran parte del oeste y noroeste dominado por los sunníes no es más que un desolado desierto, desprovisto de petróleo y sin gas.
"El control de estas áreas les proporcionará una enorme", dice Adnan Dulaimi, un importante político árabe sunní. "El motivo es que están sedientos de control y poder".
Sin embargo, incluso los nacionalistas que son partidarios de un Iraq unido, reconocen que la guerra religiosa se ha exacerbado tanto que incluso la posibilidad de dividir la capital a lo largo del Tigris, que separa gruesamente hablando la ciudad en un este chií y un poniente sunní, está siendo debatida abiertamente.
"Sunníes y chiíes están empezando a creer que la división de Bagdad puede ser la solución", dice Ammar Wajuih, un político sunní.
Los críticos se burlan de la idea de que una división geográfica de sunníes y chiíes redunde en mayor seguridad para el país. Algunos observadores advierten que ordenar las provincias árabes del país en cantones religiosos separados sería tan catastrófico como la división de Pakistán e India en 1947.
Aunque crecientes números de iraquíes reconocen que su país está en un estado no declarado de guerra civil, la división "conduciría a una mayor violencia y desplazamientos religiosos", dijo Hussein Athab, politólogo y antiguo diputado de Basra.
Los críticos de la división observan que las milicias chiíes rivales, con lazos con partidos políticos en el gobierno, son tan responsables de la violencia en Iraq como los sunníes, y se sabe que se han atacado mutuamente.
"Están siempre hablando de reconciliación y de rechazar la violencia, pero no son realmente serios", dijo Wajuih. "Toda vez que hay una escalada de violencia, sacan a relucir el tema del federalismo".
Un diplomático occidental, que habló a condición de conservar el anonimato, sugirió que los chiíes estaban usando la perspectiva de un mini-estado sureño para obtener concesiones políticas de los sunníes -"una amenaza que no deberían utilizar", porque el desgarramiento del país en dos partes sería muy traumático.
Un portavoz de la embajada norteamericana se negó a comentar públicamente un tema tan volátil. Pero funcionarios estadounidenses también han comenzado a cogerle simpatía a la idea. El senador Joseph R. Biden Jr., de Delaware, una de las voces importantes en la política exterior del Partido Demócrata, empezó a defender abiertamente esa idea este año.
"Creo que es la única salida", dice Ivan Eland, ex funcionario del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, que trabaja ahora como analista en el Instituto Independiente [Independent Institute], un laboratorio ideológico de Oakland. "Iraq ya está dividido. Los kurdos no quieren ser parte de Iraq. Y si el gobierno central es controlado por un grupo, los otros temerán que se les oprima".
La perspectiva de un Iraq descentralizado impulsó durante décadas a grupos de oposición; chiíes y kurdos fueron brutalmente reprimidos durante el régimen sunní de Saddam Hussein, y una vez que llegaron al poder, se propusieron debilitar al gobierno central. En un referéndum el año pasado, una constitución que incluía la opción de regiones autónomas fue aprobada a pesar de un oposición sunní prácticamente universal.
Según la constitución, cualquiera de las 18 provincias, o un grupo de provincias, puede llamar a un referéndum para formar una región federal. Pero la constitución es vaga sobre la definición de ‘federal'. En Kurdistán, en efecto, ha significado agrupar a las tres provincias en un enclave autónomo que tiene su propio aparato de inteligencia militar, primer ministro y ministerio del petróleo.
El experimento kurdo ha inspirado a muchos dirigentes chiíes, especialmente a Hakim. Los clérigos leales a él ya han empezado a montar manifestaciones callejeras, y a utilizar los sermones del viernes para proponer a las masas chiíes desesperadas y cansadas de la guerra, la idea de que una región autónoma en el sur, frenará el derramamiento de sangre y traerá prosperidad.
"Aquellos que temen el federalismo en el sur y en el centro tienen miedo de que recuperemos nuestros derechos", dijo el clérigo chií Sadruddin Qubanchi a los fieles reunidos para las oraciones del viernes en Nayaf el mes pasado.
"¿Por qué no ahora?", dijo un columnista en Al Adala, un diario chií, el 30 de julio. "Estamos luchando contra el tiempo para establecer el federalismo en Iraq".
Los asesores de Hakim ya han empezado a redactar propuestas para los derechos y límites territoriales de una región así, dijo Haithem Hussein, uno de sus diputados. En un plan, las milicias chiíes que hoy son consideradas parte del ciclo iraquí de violencia, podrían servir como una fuerza de seguridad regional, del mismo modo que los peshmerga kurdos forman el núcleo de las fuerzas de seguridad regional del Kurdistán.
"No queremos fundar un estado chií o un estado dentro de un estado", dice Mukhlis Zamel, un diputado chií de la sureña ciudad de Nasiriya. "Pero queremos gobernarnos a nosotros mismos".
En los pasillos del parlamento, los políticos sunníes dicen que sus colegas chiíes tratan de intimidarlos para que aprueben el plan.
"Tratan de convencernos de que el federalismo es la única solución, te guste o no", dijo Salim Abdullah Jabouri, un ex profesor de derecho que es ahora miembro de la principal coalición sunní en el parlamento.
La mayoría concuerda en que la división de Iraq a lo largo de líneas geográficas defendida por los chiíes sería un proceso terrible y traumático.
Casi todas las principales tribus de Iraq incluyen ramas chiíes y sunníes, y abundan los matrimonios interconfesionales.
Bagdad, Diyala, Babil del Norte y Salahudddel Sur son provincias enteramente mezcladas, a menudo con bolsones de pueblos chiíes y sunníes. Basra en el sur incluye una importante minoría sunní, mientras que Mosul en el norte incluye significativos contingentes de árabes chiíes, kurdos y turcomanos.
Pero todas estas complicaciones podrían ser superadas, dice el analista Eland.
"Podrían incluso llegar a un acuerdo sobre cómo compartir el petróleo", dijo. "Es una falacia que las fronteras deben ser contiguas. También puede haber disuasión. No molestaremos a sus minorías si no agreden a la nuestra".
El jeque Diyadhin Fayadh, un político chií, ofreció otra solución al mosaico religioso que se formaría con una división: "Si a la gente no le gusta el sistema en una región", dijo, "pueden mudarse a otra".

Saif Rasheed en Bagdad y Saad Fakhrildeen en Nayaf contribuyeron a este reportaje.

9 de agosto de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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