elvis afgano
Una academia de canto de Kabul admite a fans de Ahmad Zahir, que murió hace 27 años en extrañas circunstancias.
Kabul, Afganistán. Era el primer día de clases en el Curso de Canto Ahmad Zahir, y Samir Najibullah llegó luciendo como una estrella del rock. Llevaba su pelo ondulado engominado hacia atrás y una apretada camiseta negra.
Najibullah, 22, anunció que quería ser el siguiente Ahmad Zahir, que es gruesamente hablando lo mismo que si un joven estadounidense dijera que quiere ser el siguiente Elvis Presley.
Zahir, el más venerado de los cantantes pop de Afganistán, murió en la flor de la vida después de una meteórica carrera cantando canciones de amor con letras que condenaban los corruptos gobiernos pro-soviéticos de fines de los años setenta.
Ha surgido un culto en torno a Zahir entre afganos que todavía no habían nacido cuando murió en extrañas circunstancias hace 27 años. Casetes y CDés de Zahor siguen siendo grandes éxitos de venta en los quioscos callejeros de Kabul y sus canciones se tocan en casas y clubes.
Esto quizás explica por qué 54 jóvenes afganos se han inscrito en las clases para imitar su ecléctico estilo, que fundía canciones folclóricas afganas y poemas con rock ‘n' roll.
"La gente me dice que tengo la voz de Ahmad Zahir y que este curso me ayudará a ser otro Ahmad Zahir", dice Najibullah. El mes pasado abrió su primera clase cantando a todo pulmón una tosca pero entusiasta versión de una canción de Zahir elogiando la maternidad afgana.
La academia de canto es un sueño de toda la vida de Safiullah Subat, 60, que creció con Zahir y dice que escribió la letra de varias de sus canciones. Durante una hora tres días a la semana, ofrece lecciones para aprender a cantar como Zahir con acompañamiento de un armonista y un percusionista que es el hijo del baterista de Zahir.
Subat ha construido un santuario al cantante muerto en una oficina de dos cuartos encima de un estridente mercadillo en el centro de Kabul, la capital. Las paredes están decoradas con fotos del siempre joven Zahir -murió a los 33- on su copete negro a lo Elvis y sus camisetas disco de los años setenta.
"Ahmad Zahir murió en la cúspide de su talento y popularidad, justo como Elvis Presley", dijo Subat mientras sus estudiantes, sentados en cojines en el suelo, esperaban sus lecciones. "Él era el Elvis de Afganistán, y, como Elvis, era adorado millones de mujeres".
Subat cree que agentes del gobierno mataron a Zahir debido a su aventura amorosa con la hija de un importante funcionario afgano. El cantante pop ya se había ganado la enemistad de la elite gobernante cantando canciones contra el gobierno que se convirtieron en himnos del movimiento de resistencia anti-soviético.
Zahir murió el 13 de junio de 1979, en una carretera al norte de Kabul. La causa oficial de su muerte fue un accidente de tráfico, pero Subat y muchos otros admiradores del cantante aseguran que fue matado a balazos por asesinos del gobierno.
Subat dice que vio el cuerpo de Zahir unas horas después de su muerte. Tenía una herida de bala arriba de su ceja izquierda, dijo, y la parte de atrás de su cabeza estaba destrozada.
"No fue un accidente de tráfico", dijo Subat. "Lo mató la política".
Subat dijo que él y otros fans de Zahir han pedido una investigación, pero nunca han sido tomados en serio. Ahora está haciendo un documental sobre la vida y muerte de Zahir, que espera que estimule a las autoridades a investigar su muerte.
Con ocasión del aniversario de la muerte de Zahir en junio, los fans se reúnen en torno a su tumba en Kabul para honrar su memoria. Los fans visitan su tumba todos los viernes para orar por él.
Subat, un hombre de aspecto de elfo con ondeados cabellos plateados y una nítida barba de chivo, dijo que había decidido abrir la academia debido a que se habían levantado las tradicionales restricciones afganas contra el canto y la música. Más de cuatro años después de la caída del régimen talibán, que prohibió la música, el canto vuelve a ser tolerado -al menos por muchos jóvenes urbanos afganos.
La academia de Subat sólo acepta a hombres de 16 a 33 años, desde la edad en que maduran la mayoría de las voces de los niños hasta la edad que tenía Zahir cuando murió.
La matrícula era inicialmente de siete mil afganis, unos 140 dólares, por dos meses de clases, u 840 dólares por todo el año. Pero Subat la redujo a tres mil afganis por dos meses después de que los estudiantes se quejaran de los costes en un país donde el 70 por ciento de la población gana menos de dos dólares al día.
Los solicitantes deben aprobar un examen de "IQ musical", que consiste principalmente en preguntas sobre Zahir. Los graduados reciben un certificado timbrado con un retrato del cantante.
Subat dice que no espera moldear otro Zahir, pero sí lanzar carreras musicales profesionales de jóvenes ansiosos por emular la música y estilo de vida de Zahir. Un joven afgano al que enseñó ha iniciado una exitosa gira de conciertos, cantando las canciones de Zahir entre expatriados afganos en Estados Unidos, contó Subat.
Los tres estudiantes que se aparecieron para el primer día de clases eran poco refinados, pero entusiastas.
Hafizullah Zahir, 21, estudiante de derecho y sin relación con Ahmad Zahir, dijo que no tenía experiencia cantando, pero quería aprender más sobre la vida y música del cantante. Si resultaba que poseía algún talento musical, dijo, preferiría ser cantante que abogado.
Luciendo una camiseta de baloncesto de los Philadelphia 76ers y un peinado secado a con secador de mano estilo años setenta, Zahir cerró los ojos y canturreó una canción de Zahir. Subat, sentado en un cojín, asintió entusiasta.
Ahmed Zia, 20, dijo que había escuchado la música de Zahir desde que tenía ocho años y había soñado siempre con convertirse en músico profesional. Pero tampoco él tenía experiencia musical.
"Estoy aquí para alegrar el alma de Ahmad Zahir, aprendiendo su música", dijo Zia, y luego inició una suave balada de Zahir, con su ondeado pelo negro cayéndole sobre la frente, una imitación perfecta del corte de pelo del cantante.
Después de que hubieran cantado los tres estudiantes, Subat hizo sugerencias para todos ellos. Explicó que tenían mucho que aprender y les esperaban muchas horas de práctica.
Esperaba más estudiantes que pagaran su matrícula para la clase siguiente, aunque Subat dice que no abrió la academia para hacer dinero. Tiene una posición holgada, ya que trabaja en el ministerio de Educación. Dijo que sus metas eran espirituales, no las de un mercenario.
"Sobre todo", dijo, "quiero que mi mejor amigo y el mejor cantante de Afganistán viva para siempre".
Najibullah, 22, anunció que quería ser el siguiente Ahmad Zahir, que es gruesamente hablando lo mismo que si un joven estadounidense dijera que quiere ser el siguiente Elvis Presley.
Zahir, el más venerado de los cantantes pop de Afganistán, murió en la flor de la vida después de una meteórica carrera cantando canciones de amor con letras que condenaban los corruptos gobiernos pro-soviéticos de fines de los años setenta.
Ha surgido un culto en torno a Zahir entre afganos que todavía no habían nacido cuando murió en extrañas circunstancias hace 27 años. Casetes y CDés de Zahor siguen siendo grandes éxitos de venta en los quioscos callejeros de Kabul y sus canciones se tocan en casas y clubes.
Esto quizás explica por qué 54 jóvenes afganos se han inscrito en las clases para imitar su ecléctico estilo, que fundía canciones folclóricas afganas y poemas con rock ‘n' roll.
"La gente me dice que tengo la voz de Ahmad Zahir y que este curso me ayudará a ser otro Ahmad Zahir", dice Najibullah. El mes pasado abrió su primera clase cantando a todo pulmón una tosca pero entusiasta versión de una canción de Zahir elogiando la maternidad afgana.
La academia de canto es un sueño de toda la vida de Safiullah Subat, 60, que creció con Zahir y dice que escribió la letra de varias de sus canciones. Durante una hora tres días a la semana, ofrece lecciones para aprender a cantar como Zahir con acompañamiento de un armonista y un percusionista que es el hijo del baterista de Zahir.
Subat ha construido un santuario al cantante muerto en una oficina de dos cuartos encima de un estridente mercadillo en el centro de Kabul, la capital. Las paredes están decoradas con fotos del siempre joven Zahir -murió a los 33- on su copete negro a lo Elvis y sus camisetas disco de los años setenta.
"Ahmad Zahir murió en la cúspide de su talento y popularidad, justo como Elvis Presley", dijo Subat mientras sus estudiantes, sentados en cojines en el suelo, esperaban sus lecciones. "Él era el Elvis de Afganistán, y, como Elvis, era adorado millones de mujeres".
Subat cree que agentes del gobierno mataron a Zahir debido a su aventura amorosa con la hija de un importante funcionario afgano. El cantante pop ya se había ganado la enemistad de la elite gobernante cantando canciones contra el gobierno que se convirtieron en himnos del movimiento de resistencia anti-soviético.
Zahir murió el 13 de junio de 1979, en una carretera al norte de Kabul. La causa oficial de su muerte fue un accidente de tráfico, pero Subat y muchos otros admiradores del cantante aseguran que fue matado a balazos por asesinos del gobierno.
Subat dice que vio el cuerpo de Zahir unas horas después de su muerte. Tenía una herida de bala arriba de su ceja izquierda, dijo, y la parte de atrás de su cabeza estaba destrozada.
"No fue un accidente de tráfico", dijo Subat. "Lo mató la política".
Subat dijo que él y otros fans de Zahir han pedido una investigación, pero nunca han sido tomados en serio. Ahora está haciendo un documental sobre la vida y muerte de Zahir, que espera que estimule a las autoridades a investigar su muerte.
Con ocasión del aniversario de la muerte de Zahir en junio, los fans se reúnen en torno a su tumba en Kabul para honrar su memoria. Los fans visitan su tumba todos los viernes para orar por él.
Subat, un hombre de aspecto de elfo con ondeados cabellos plateados y una nítida barba de chivo, dijo que había decidido abrir la academia debido a que se habían levantado las tradicionales restricciones afganas contra el canto y la música. Más de cuatro años después de la caída del régimen talibán, que prohibió la música, el canto vuelve a ser tolerado -al menos por muchos jóvenes urbanos afganos.
La academia de Subat sólo acepta a hombres de 16 a 33 años, desde la edad en que maduran la mayoría de las voces de los niños hasta la edad que tenía Zahir cuando murió.
La matrícula era inicialmente de siete mil afganis, unos 140 dólares, por dos meses de clases, u 840 dólares por todo el año. Pero Subat la redujo a tres mil afganis por dos meses después de que los estudiantes se quejaran de los costes en un país donde el 70 por ciento de la población gana menos de dos dólares al día.
Los solicitantes deben aprobar un examen de "IQ musical", que consiste principalmente en preguntas sobre Zahir. Los graduados reciben un certificado timbrado con un retrato del cantante.
Subat dice que no espera moldear otro Zahir, pero sí lanzar carreras musicales profesionales de jóvenes ansiosos por emular la música y estilo de vida de Zahir. Un joven afgano al que enseñó ha iniciado una exitosa gira de conciertos, cantando las canciones de Zahir entre expatriados afganos en Estados Unidos, contó Subat.
Los tres estudiantes que se aparecieron para el primer día de clases eran poco refinados, pero entusiastas.
Hafizullah Zahir, 21, estudiante de derecho y sin relación con Ahmad Zahir, dijo que no tenía experiencia cantando, pero quería aprender más sobre la vida y música del cantante. Si resultaba que poseía algún talento musical, dijo, preferiría ser cantante que abogado.
Luciendo una camiseta de baloncesto de los Philadelphia 76ers y un peinado secado a con secador de mano estilo años setenta, Zahir cerró los ojos y canturreó una canción de Zahir. Subat, sentado en un cojín, asintió entusiasta.
Ahmed Zia, 20, dijo que había escuchado la música de Zahir desde que tenía ocho años y había soñado siempre con convertirse en músico profesional. Pero tampoco él tenía experiencia musical.
"Estoy aquí para alegrar el alma de Ahmad Zahir, aprendiendo su música", dijo Zia, y luego inició una suave balada de Zahir, con su ondeado pelo negro cayéndole sobre la frente, una imitación perfecta del corte de pelo del cantante.
Después de que hubieran cantado los tres estudiantes, Subat hizo sugerencias para todos ellos. Explicó que tenían mucho que aprender y les esperaban muchas horas de práctica.
Esperaba más estudiantes que pagaran su matrícula para la clase siguiente, aunque Subat dice que no abrió la academia para hacer dinero. Tiene una posición holgada, ya que trabaja en el ministerio de Educación. Dijo que sus metas eran espirituales, no las de un mercenario.
"Sobre todo", dijo, "quiero que mi mejor amigo y el mejor cantante de Afganistán viva para siempre".
13 de agosto de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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