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hay que hablar con hezbollah


[Lakhdar Brahimi] Antes que excluir a Hezbollah, ha de animársele a participar de manera responsable.
Qué pena que haya tomado más de treinta días adoptar una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para un cese el fuego en el Líbano. Treinta días durante los cuales no se logró nada positivo y sí un montón de dolor, sufrimientos y daños infligidos a gente inocente.
La pérdida de vidas civiles inocentes es asombrosa y la destrucción, especialmente en el Líbano, ha sido devastadora. Las organizaciones de derechos humanos y Naciones Unidas han condenado la crisis humanitaria y las violaciones a las leyes humanitarias internacionales.
Sin embargo, se utilizó toda la influencia diplomática de Estados Unidos para impedir el cese el fuego, mientras se entregaban al ejército israelí, a toda prisa, más equipos militares. Se dijo que la guerra tenía que continuar para abordar las raíces del conflicto, pero nadie explicó cómo puede contribuir a ello la destrucción del Líbano.
¿Y cuáles son las causas? Es increíble que los acontecimientos recientes sean normalmente atribuidos solamente al secuestro de tres soldados israelíes. Pocos hablan de los miles de prisioneros palestinos retenidos por Israel, ni de sus prisioneros libaneses, algunos de los cuales llevan en prisión más de veinte años. Y casi no se menciona la ocupación militar ni las injusticias que la acompañan.
Antes que ayudar en la llamada guerra contra el terrorismo, los acontecimientos recientes han beneficiado a los enemigos de la paz, la libertad y la democracia. La región hierve de resentimiento, rabia y desesperación, sentimientos que no están conduciendo a los jóvenes árabes y palestinos hacia el llamado Nuevo Oriente Medio.
Tampoco ayudan estas políticas a Israel. La necesidad de seguridad de Israel es real y legítima, pero no podrá ser alcanzada de ningún modo sostenible a expensas de las necesidades y aspiraciones igualmente reales y legítimas de sus vecinos. Israel y sus vecinos podrían negociar un acuerdo honorable y vivir en paz y armonía. Como ocurre a menudo en situaciones de conflicto complejas, sin embargo, las partes no lo pueden lograr solas. Necesitan ayuda externa, que de momento no tienen.
Quizás es demasiado temprano como para sacar conclusiones de este mes de locura. Lo que sí está claro, sin embargo, es que Hezbollah ha logrado una victoria política y que su líder, el jeque Hasán Nasrallah, se ha convertido en la figura más popular del mundo musulmán. En cuanto a Israel, no parece que haya alcanzado sus objetivos formulados. Si estas tendencias continúan, es difícil imaginar que la región alcance alguna estabilidad a corto plazo.
¿Qué se puede hacer? La comunidad internacional debería tomar medidas -algunas concretas, algunas conceptuales- para abordar la crisis actual.
Primero, se debe dar prioridad a garantizar la unidad, soberanía e integridad territorial del Líbano y la completa implementación del acuerdo de Taif de 1989, que yo ayudé a negociar a nombre de la Liga Árabe. Este acuerdo exigía específicamente que el gobierno libanés, como cualquier otro estado, tenga el monopolio de la posesión de armas y el uso de la violencia.
Segundo, debemos recordar que Hezbollah nació como consecuencia de la invasión israelí del Líbano en 1982. Como otros movimientos, ha evolucionado: fue inicialmente una milicia y un movimiento de resistencia contra la ocupación extranjera. Luego desarrolló tanto un partido político como una organización social, proporcionando servicios valiosos a sus empobrecidas comunidades.
Antes que tratar de aislar a Hezbollah, deberíamos alentarlo a jugar un papel responsable en la dinámica interna del Líbano. Sería legítimo esperar a cambio que Hezbollah reconozca el derecho exclusivo del estado libanés a la posesión de armas y uso de la fuerza.
Tercero, es algo paradójico pedir a Irán y Siria que corte relaciones con Hezbollah, al mismo tiempo que se les pide que utilicen su influencia para conseguir su aceptación de la resolución de cese el fuego. ¿No sería más efectivo pedir que los dos países, así como otros estados en la región y más allá, respeten escrupulosamente la soberanía del Líbano y se abstengan de intervenir en sus asuntos internos?
Cuarto, la contribución más valiosa que puede hacer Israel a una paz duradera a lo largo de su frontera norte es retirar sus tropas de todos los territorios que está actualmente ocupando, incluyendo las Granjas de Shebaa.
Finalmente, debe concentrarse de manera urgente y sostenida la atención sobre el problema que subyace a la intranquilidad en Oriente Medio: el problema palestino. Un tesoro de resoluciones de Naciones Unidas y otros acuerdos ya existen que proporcionan una base para una solución justa y viable del conflicto en Oriente Medio.
Una aproximación podría ser que un equipo de mediadores sea autorizado por el Consejo de Seguridad y una conferencia internacional (incluyendo a la Liga Árabe) para encargarse de la gigantesca tarea de revivir los acuerdos preexistentes que funcionen mejor y luego cerciorarse de que sean implementados.
Si Estados Unidos y otros países clave pudieran ver este conflicto a través de lentes diferentes, podría haber una posibilidad real de paz. Sería el mejor modo de mostrar respeto genuino y dolor por el sufrimiento causado a tanta gente inocente durante tantos años.

Lakhdar Brahimi es un ex asesor especial del secretario general de Naciones Unidas.

18 de agosto de 2006
©new york times
©traducción mQh
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