eua reconsidera estrategia
[Louise Roug] Para poner fin a violencia. Un general califica de "desalentadora" la campaña de Bagdad y dice que los oficiales están preocupados.
Bagdad, Iraq. Un alto portavoz militar norteamericano en Iraq reconoció el jueves que la publicitada campaña de seguridad de fuerzas iraquíes y estadounidenses no ha logrado reducir la violencia en la capital y calificó los resultados de "desalentadores".
En las primeras tres semanas del mes sagrado musulmán de Ramadán, que empezó a fines de septiembre, los atentados en Bagdad aumentaron en un 22 por ciento, según declaraciones del general de división William B. Caldwell IV, que dijo que los estrategas militares debían volver a la pizarra.
"Obviamente estamos muy preocupados sobre lo que estamos viendo en la ciudad", dijo Caldwell. "Vamos a dedicar mucho tiempo a revisar el plan de seguridad de Bagdad. Nos estamos preguntando si todavía se dan las condiciones según las cuales diseñamos y planeamos el primer plan, o si las condiciones han cambiado y el plan necesita ser modificado".
A pesar de la operación conjunta lanzada en junio, la violencia religiosa entre sunníes y chiíes continúa imperturbable. Y las tropas norteamericanas se han convertido en un blanco preferido, dijo Caldwell. Dijo que los combatientes paramilitares iraquíes estaban atacando más frecuentemente a las tropas norteamericanas debido a las inminentes elecciones estadounidenses, en las que la guerra de Iraq y las bajas norteamericanas son temas claves.
Caldwell dijo que al menos 73 soldados estadounidenses habían muerto en lo que va del mes, lo que coloca a octubre como uno de los meses más mortíferos para las fuerzas norteamericanas desde la batalla de Faluya en 2004.
Los militares norteamericanos también anunciaron que el miércoles murieron un marine y dos soldados norteamericanos. El martes perecieron en combate diez soldados estadounidenses.
El jueves, siete atacantes kamikaze actuaron en el norte de Iraq, atacando a tropas americanas e iraquíes y civiles. Los atentados con bomba mataron al menos a 20 iraquíes, dejando a ochenta heridos. En las explosiones no se informó de bajas norteamericanas.
En otros lugares de Iraq murieron al menos treinta iraquíes en ataques.
La mayoría de las bajas norteamericanas este mes ocurrieron en Bagdad, a pesar de la campaña de seguridad destinada a reducir los asesinatos sectarios en la capital.
En julio, el general de ejército George W. Casey Jr. ordenó un extenso despliegue de unos cuatro mil soldados de la Brigada Stryker 172, desplazándolos desde el norte de Iraq para reforzar la campaña bagdadí. En total, se agregaron unos doce mil soldados americanos e iraquíes como parte de un estricto plan para realizar allanamientos casa a casa en la ciudad y desarmar a las milicias chiíes y sunníes.
En esos momentos, el embajador norteamericano Zamay Khalilzad, en respuesta a preguntas de periodistas por e-mail, dijo que la ofensiva "contribuirá a definir el futuro de Iraq y el futuro de Oriente Medio".
Agregó que "Estados Unidos simplemente no puede lograr sus objetivos de un Iraq democrático, seguro y estable si continúan estos inaceptables niveles de violencia que hemos tenido en Bagdad en los últimos meses".
Pero a pesar de la adición de miles de tropas fuertemente armadas, el derramamiento de sangre continúa. En la morgue central de Bagdad los trabajadores han recibido miles de cuerpos; la mayoría de las víctimas fueron ejecutadas y mostraban signos de tortura.
En septiembre, el ministro iraquí de Salud informó que en Bagdad habían sido asesinados más de 2.660 civiles. En comparación, en mayo, justo antes de la ofensiva, sufrieron muertes violentas unas 2.150 personas.
"Solamente en Bagdad hemos visto un aumento de un 22 por ciento en los ataques durante las tres primeras semanas del Ramadán, en comparación con las tres semanas de antes del Ramadán", dijo Caldwell.
El jueves en Dora, uno de los primeros barrios que los comandantes norteamericanos declararon "barrido" como parte de la campaña de represión, los rebeldes hicieron detonar al menos una bomba dirigida contra la policía y en otro lugar de la comuna predominantemente sunní un grupo de hombres armados atacó a los agentes, matando a cuatro de ellos, en un atrevido ataque contra una comisaría de policía.
Los ataques en Dora aumentaron en promedio de 3.8 por día en el verano, a 6.5 por día entre el 24 de septiembre y el 10 de octubre, de acuerdo a los militares norteamericanos. Esta semana, dijo Caldwell, las tropas americanas volvieron a la comuna a tratar de restaurar el orden.
Parte del problema con la operación de seguridad, dijeron oficiales, es que se ha concentrado en desarmar los barrios musulmanes sunníes al oeste del río Tigris, ignorando las zonas musulmanas chiíes del este.
Entrar en los barrios chiíes es considerado políticamente delicado.
En privado los oficiales norteamericanos dicen que las milicias chiíes, algunas de ellas supuestamente afiliadas a las fuerzas de seguridad del gobierno iraquí, son responsables de la mayor parte de los ataques tanto contra tropas norteamericanas como contra civiles sunníes. Pero a menudo los comandantes son bloqueados cuando persiguen a las milicias chiíes, especialmente la milicia del clérigo antinorteamericano Muqtada al-Sáder, cuyo partido político cuenta con 30 escaños en el parlamento.
Antes esta semana, el primer ministro Nouri Maliki, chií, ordenó la liberación del jeque Mazen Saedi, un importante miembro de la organización Sáder que había sido arrestado por tropas norteamericanas por sospechas de ‘actividades ilegales', confirmó Caldwell el jueves. No especificó los delitos que se sospecha que cometió Saedi.
Maliki depende del apoyo de Sáder y en varias ocasiones ha intervenido para proteger al grupo del clérigo chií.
Agrava la situación que las fuerzas de seguridad iraquíes dominadas por los chiíes han estado plagadas de problemas, incluyendo acusaciones de tener vínculos con las milicias y una alta tasa de bajas. De los 312 mil hombres de las fuerzas de seguridad iraquíes, han muerto en acción unos ocho mil; 16 mil han resultado heridos.
Caldwell también reconoció que los rebeldes sunníes todavía eran capaces de montrar mortíferos ataques contra las tropas estadounidenses en la capital.
"Hemos visto una tremenda recuperación de algunos elementos sunníes extremistas", dijo el general. "Se trata principalmente de las zonas sunníes donde hemos encontrado a extremistas y a elementos de Al Qaeda".
Aunque Bagdad es el centro de la violencia, los rebeldes continúan atacando en todo el país.
En Mosul, una ciudad al norte de Iraq, estallaron el jueves seis coches bomba cerca de convoyes norteamericanos y comisarías de la policía iraquí en ataques coordinados que costaron la vida al menos a diez iraquíes. Otros 20 resultaron heridos, dijeron oficiales.
Uno de los terroristas amarró los explosivos a un camión cisterna y los hizo detonar frente a un edificio de la policía en el centro de Mosul. Otros dos terroristas atacaron patrullas norteamericanas, dijo Caldwell.
En respuesta al estallido de violencia, dijo, las autoridades locales cerraron todas las entradas a la ciudad y decretaron un toque de queda.
En la ciudad mixta de Kirkuk, también en el norte, un terrorista en un coche bomba hizo detonar los explosivos frente a un banco, matando a diez personas e hiriendo a otras sesenta, de acuerdo a las autoridades locales.
Otra bomba explotó cerca de un convoy que transportaba al jefe de la policía local, que sobrevivió el atentado. Una tercera bomba en la ciudad impactó en una patrullera, hiriendo a tres agentes, dijeron las autoridades.
En otro lugar en Kirkuk, un coche bomba mató a dos soldados iraquíes.
En Bagdad murieron al menos nueve personas y fueron encontradas muertas.
Justo al sur de la capital, hombres armados abrieron fuego contra el séquito de vehículos del ex vice-primer ministro y antiguo favorito del Pentágono, Ahmad Chalabi cuando volvía de un funeral en Nayaf. Según informó la policía, uno de sus guardaespaldas resultó herido.
En Khalis, al norte de Baqubah, una bomba estalló frente a una panadería, matando a siete personas.
En la sureña ciudad de Basra, tres personas murieron en varios ataques y se dispararon proyectiles contra bases británicas y el aeropuerto de la ciudad.
También en el sur, milicianos chiíes vestidos de negro irrumpieron en la petrolera ciudad de Amarah, provocando entre enfrentamientos tras el asesinato del jefe provincial de inteligencia el día anterior y el secuestro en venganza del hermano del jefe de una milicia. El director de inteligencia, el coronel Ali Qassam Tamimi, murió junto a cinco de sus guardaespaldas al estallar una bomba improvisada.
Indignados familiares tribales acusaron a la milicia Al Mahdi del clérigo chií Sáder del asesinato. Se vengaron secuestrando al hermano del jefe local de la milicia, amenazando con matarlo a menos que el Ejército Mahdi devuelva ho al atardecer al hombre que colocó la bomba casera.
En lugar de eso, milicianos fuertemente armados de Al Mahdi irrumpieron en la ciudad, ocupando las comisarías de policía y ordenando a los habitantes a permanecer en sus casas.
Los agentes de policía locales se atrincheraron en sus comisarías mientras los milicianos los atacaban con rondas de mortero y lanzagranadas. En los enfrentamientos murieron al menos siete personas; cinco resultaron heridos.
"Ahora Amarah está completamente controlada por las pandillas del Ejército Mahdi", dijo un médico en la ciudad, que pidió conservar el anonimato. "Ahora están atacando el cuartel general de la policía".
Los militares británicos evacuaron la provincia de Basra durante el verano, dejándola bajo el control de las fuerzas de gobierno.
En las primeras tres semanas del mes sagrado musulmán de Ramadán, que empezó a fines de septiembre, los atentados en Bagdad aumentaron en un 22 por ciento, según declaraciones del general de división William B. Caldwell IV, que dijo que los estrategas militares debían volver a la pizarra.
"Obviamente estamos muy preocupados sobre lo que estamos viendo en la ciudad", dijo Caldwell. "Vamos a dedicar mucho tiempo a revisar el plan de seguridad de Bagdad. Nos estamos preguntando si todavía se dan las condiciones según las cuales diseñamos y planeamos el primer plan, o si las condiciones han cambiado y el plan necesita ser modificado".
A pesar de la operación conjunta lanzada en junio, la violencia religiosa entre sunníes y chiíes continúa imperturbable. Y las tropas norteamericanas se han convertido en un blanco preferido, dijo Caldwell. Dijo que los combatientes paramilitares iraquíes estaban atacando más frecuentemente a las tropas norteamericanas debido a las inminentes elecciones estadounidenses, en las que la guerra de Iraq y las bajas norteamericanas son temas claves.
Caldwell dijo que al menos 73 soldados estadounidenses habían muerto en lo que va del mes, lo que coloca a octubre como uno de los meses más mortíferos para las fuerzas norteamericanas desde la batalla de Faluya en 2004.
Los militares norteamericanos también anunciaron que el miércoles murieron un marine y dos soldados norteamericanos. El martes perecieron en combate diez soldados estadounidenses.
El jueves, siete atacantes kamikaze actuaron en el norte de Iraq, atacando a tropas americanas e iraquíes y civiles. Los atentados con bomba mataron al menos a 20 iraquíes, dejando a ochenta heridos. En las explosiones no se informó de bajas norteamericanas.
En otros lugares de Iraq murieron al menos treinta iraquíes en ataques.
La mayoría de las bajas norteamericanas este mes ocurrieron en Bagdad, a pesar de la campaña de seguridad destinada a reducir los asesinatos sectarios en la capital.
En julio, el general de ejército George W. Casey Jr. ordenó un extenso despliegue de unos cuatro mil soldados de la Brigada Stryker 172, desplazándolos desde el norte de Iraq para reforzar la campaña bagdadí. En total, se agregaron unos doce mil soldados americanos e iraquíes como parte de un estricto plan para realizar allanamientos casa a casa en la ciudad y desarmar a las milicias chiíes y sunníes.
En esos momentos, el embajador norteamericano Zamay Khalilzad, en respuesta a preguntas de periodistas por e-mail, dijo que la ofensiva "contribuirá a definir el futuro de Iraq y el futuro de Oriente Medio".
Agregó que "Estados Unidos simplemente no puede lograr sus objetivos de un Iraq democrático, seguro y estable si continúan estos inaceptables niveles de violencia que hemos tenido en Bagdad en los últimos meses".
Pero a pesar de la adición de miles de tropas fuertemente armadas, el derramamiento de sangre continúa. En la morgue central de Bagdad los trabajadores han recibido miles de cuerpos; la mayoría de las víctimas fueron ejecutadas y mostraban signos de tortura.
En septiembre, el ministro iraquí de Salud informó que en Bagdad habían sido asesinados más de 2.660 civiles. En comparación, en mayo, justo antes de la ofensiva, sufrieron muertes violentas unas 2.150 personas.
"Solamente en Bagdad hemos visto un aumento de un 22 por ciento en los ataques durante las tres primeras semanas del Ramadán, en comparación con las tres semanas de antes del Ramadán", dijo Caldwell.
El jueves en Dora, uno de los primeros barrios que los comandantes norteamericanos declararon "barrido" como parte de la campaña de represión, los rebeldes hicieron detonar al menos una bomba dirigida contra la policía y en otro lugar de la comuna predominantemente sunní un grupo de hombres armados atacó a los agentes, matando a cuatro de ellos, en un atrevido ataque contra una comisaría de policía.
Los ataques en Dora aumentaron en promedio de 3.8 por día en el verano, a 6.5 por día entre el 24 de septiembre y el 10 de octubre, de acuerdo a los militares norteamericanos. Esta semana, dijo Caldwell, las tropas americanas volvieron a la comuna a tratar de restaurar el orden.
Parte del problema con la operación de seguridad, dijeron oficiales, es que se ha concentrado en desarmar los barrios musulmanes sunníes al oeste del río Tigris, ignorando las zonas musulmanas chiíes del este.
Entrar en los barrios chiíes es considerado políticamente delicado.
En privado los oficiales norteamericanos dicen que las milicias chiíes, algunas de ellas supuestamente afiliadas a las fuerzas de seguridad del gobierno iraquí, son responsables de la mayor parte de los ataques tanto contra tropas norteamericanas como contra civiles sunníes. Pero a menudo los comandantes son bloqueados cuando persiguen a las milicias chiíes, especialmente la milicia del clérigo antinorteamericano Muqtada al-Sáder, cuyo partido político cuenta con 30 escaños en el parlamento.
Antes esta semana, el primer ministro Nouri Maliki, chií, ordenó la liberación del jeque Mazen Saedi, un importante miembro de la organización Sáder que había sido arrestado por tropas norteamericanas por sospechas de ‘actividades ilegales', confirmó Caldwell el jueves. No especificó los delitos que se sospecha que cometió Saedi.
Maliki depende del apoyo de Sáder y en varias ocasiones ha intervenido para proteger al grupo del clérigo chií.
Agrava la situación que las fuerzas de seguridad iraquíes dominadas por los chiíes han estado plagadas de problemas, incluyendo acusaciones de tener vínculos con las milicias y una alta tasa de bajas. De los 312 mil hombres de las fuerzas de seguridad iraquíes, han muerto en acción unos ocho mil; 16 mil han resultado heridos.
Caldwell también reconoció que los rebeldes sunníes todavía eran capaces de montrar mortíferos ataques contra las tropas estadounidenses en la capital.
"Hemos visto una tremenda recuperación de algunos elementos sunníes extremistas", dijo el general. "Se trata principalmente de las zonas sunníes donde hemos encontrado a extremistas y a elementos de Al Qaeda".
Aunque Bagdad es el centro de la violencia, los rebeldes continúan atacando en todo el país.
En Mosul, una ciudad al norte de Iraq, estallaron el jueves seis coches bomba cerca de convoyes norteamericanos y comisarías de la policía iraquí en ataques coordinados que costaron la vida al menos a diez iraquíes. Otros 20 resultaron heridos, dijeron oficiales.
Uno de los terroristas amarró los explosivos a un camión cisterna y los hizo detonar frente a un edificio de la policía en el centro de Mosul. Otros dos terroristas atacaron patrullas norteamericanas, dijo Caldwell.
En respuesta al estallido de violencia, dijo, las autoridades locales cerraron todas las entradas a la ciudad y decretaron un toque de queda.
En la ciudad mixta de Kirkuk, también en el norte, un terrorista en un coche bomba hizo detonar los explosivos frente a un banco, matando a diez personas e hiriendo a otras sesenta, de acuerdo a las autoridades locales.
Otra bomba explotó cerca de un convoy que transportaba al jefe de la policía local, que sobrevivió el atentado. Una tercera bomba en la ciudad impactó en una patrullera, hiriendo a tres agentes, dijeron las autoridades.
En otro lugar en Kirkuk, un coche bomba mató a dos soldados iraquíes.
En Bagdad murieron al menos nueve personas y fueron encontradas muertas.
Justo al sur de la capital, hombres armados abrieron fuego contra el séquito de vehículos del ex vice-primer ministro y antiguo favorito del Pentágono, Ahmad Chalabi cuando volvía de un funeral en Nayaf. Según informó la policía, uno de sus guardaespaldas resultó herido.
En Khalis, al norte de Baqubah, una bomba estalló frente a una panadería, matando a siete personas.
En la sureña ciudad de Basra, tres personas murieron en varios ataques y se dispararon proyectiles contra bases británicas y el aeropuerto de la ciudad.
También en el sur, milicianos chiíes vestidos de negro irrumpieron en la petrolera ciudad de Amarah, provocando entre enfrentamientos tras el asesinato del jefe provincial de inteligencia el día anterior y el secuestro en venganza del hermano del jefe de una milicia. El director de inteligencia, el coronel Ali Qassam Tamimi, murió junto a cinco de sus guardaespaldas al estallar una bomba improvisada.
Indignados familiares tribales acusaron a la milicia Al Mahdi del clérigo chií Sáder del asesinato. Se vengaron secuestrando al hermano del jefe local de la milicia, amenazando con matarlo a menos que el Ejército Mahdi devuelva ho al atardecer al hombre que colocó la bomba casera.
En lugar de eso, milicianos fuertemente armados de Al Mahdi irrumpieron en la ciudad, ocupando las comisarías de policía y ordenando a los habitantes a permanecer en sus casas.
Los agentes de policía locales se atrincheraron en sus comisarías mientras los milicianos los atacaban con rondas de mortero y lanzagranadas. En los enfrentamientos murieron al menos siete personas; cinco resultaron heridos.
"Ahora Amarah está completamente controlada por las pandillas del Ejército Mahdi", dijo un médico en la ciudad, que pidió conservar el anonimato. "Ahora están atacando el cuartel general de la policía".
Los militares británicos evacuaron la provincia de Basra durante el verano, dejándola bajo el control de las fuerzas de gobierno.
louise.roug@latimes.com
Borzou Daragahi y Raheem Salman en Baghdad y corresponsales en Irbil, Baqubah y Kirkuk contribuyeron a este reportaje.
20 de octubre de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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