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acuerdo sobre el petróleo


[Edward Wong] Iraquíes alcanzan acuerdo sobre distribución de beneficios del petróleo.
El lunes el gabinete iraquí aprobó un proyecto de ley que establece pautas para la distribución nacional de los ingresos por el petróleo y la inversión extranjera en la vasta industria petrolera. La aprobación refleja un acuerdo mayor entre los bloques políticos étnicos y religiosos del país sobre uno de los temas más delicados de Iraq.
El proyecto de ley aprobado por el gabinete permite al gobierno central distribuir los ingresos por el petróleo entre las provincias o regiones basándose en la población, lo que podría reducir las preocupaciones económicas de los rebeldes árabes sunníes, que temen ser excluidos de la enorme riqueza potencial iraquí por los chiíes y kurdos dominantes. La mayor parte de las reservas de crudo de Iraq yacen en el sur chií y en el norte kurdo.
La ley también otorga a las compañías petroleras y gobiernos regionales el poder de firmar contratos con compañías extranjeras para la exploración y desarrollo de los campos, abriendo las puertas a la inversión de compañías extranjeras en un país donde las reservas de petróleo se ubican entre las tres reservas más grandes del mundo.
Funcionarios iraquíes dicen que decenas de importantes compañías extranjeras, incluyendo empresas norteamericanas, rusas y chinas, han expresado un fuerte interés en el desarrollo de los campos y han hecho algunos trabajos con la industria iraquí. La ley nacional del petróleo permitirá que las regiones cierren acuerdos de co-producción con compañías extranjeras, lo que según algunos iraquíes provocará que sean los extranjeros quienes cosechen la riqueza petrolera del país.
Funcionarios iraquíes dicen que todos los contratos serán sometidos a un proceso honesto de licitación, aunque inspectores norteamericanos han informado que abunda la corrupción entre los escalones más altos del gobierno, incluyendo las funciones más importantes del ministerio del Petróleo. También existe temores entre no-norteamericanos de que se favorezcan los intereses de las compañías estadounidenses.
Pero analistas de la industria del petróleo en Estados Unidos dicen que no está claro si las compañías se disputarán por los contratos, debido a que la ley es vaga sobre las protecciones legales de que gozarán los inversores.
La ley del petróleo y varias otras medidas relacionadas deben todavía ser aprobadas por el parlamento antes de su implementación. Desde la invasión norteamericana de 2003, los políticos iraquíes han peleado a menudo encarnizadamente a lo largo de líneas étnicas y religiosas, y ese tipo de conflicto podría estancar la aprobación de la ley. Los borradores son debatidos durante meses por una comisión antes de que el gabinete finalmente apruebe uno.
"A fin de cuentas, todos apoyamos esto porque es factible para todos los partidos", dijo Barham, Salih, vice-primer ministro y director de la comisión. La distribución de los ingresos en función de la población no es una garantía para aplacar a los partidos rivales, debido a que no existen censos precisos. Existe un fuerte desacuerdo sobre la demografía iraquí -muchos árabes sunníes insisten en que ellos constituyen la mayoría de los iraquíes, incluso aunque se estima que los árabes sunníes conforman sólo el veinte por ciento de la población, contra el veinte por ciento kurdo y el sesenta por ciento chií.
Si se aprueba la ley, sus efectos sobre la industria petrolera serán enormes, asumiendo que las compañías extranjeras estén dispuestas a trabajar aquí a pesar de la violencia. Iraq tiene ochenta campos petrolíferos, 65 de los cuales serán licitados para contratos de desarrollo, dijo Hussain al-Shahristani, el ministro del Petróleo.
Líderes iraquíes dicen que quieren que el parlamento de 275 miembros apruebe la ley antes de mayo. La legislatura está en receso, pero se espera que reinicie sus labores este próximo mes. Líderes norteamericanos e iraquíes trataron de hacer aprobar la ley el año pasado, pero los esfuerzos se atascaron en el nivel de borrador. Antes del voto del gabinete el lunes, los principales bloques políticos sunníes, chiíes y kurdos acordaron colaborar para asegurarse de que la ley sea aprobada de manera expedita en el parlamento, dijo Shahristani.
Desde el año pasado, altos funcionarios del gobierno de Bush y comandantes militares norteamericanos aquí dijeron que una nueva ley del petróleo es crucial para el desarrollo político y económico del país, y que habían presionado implacablemente a los líderes iraquíes para convertir en prioridad la aprobación del proyecto de ley.
En las últimas semanas, el embajador Zalmay Khalilzad, el enviado americano aquí, ha participado en intensas conversaciones con líderes kurdos en el norte para superar sus objeciones al proyecto de ley, que se concentraron en las atribuciones para cerrar contratos otorgadas al gobierno central contra las regiones. Funcionarios iraquíes dicen que las negociaciones de Khalikzad fueron cruciales para ganar la aprobación unánime del gabinete el lunes.
"Este es un importante logro político, porque los líderes, que representan a todas las comunidades iraquíes, han demostrado que pueden unirse para resolver problemas difíciles de vital importancia para el país", dijo Khalilzad en una declaración escrita el lunes noche. "La redacción de esta ley no fue fácil. Representaba retos especiales para los gobiernos regionales iraquíes y del Kurdistán, y para los líderes de los principales bloques políticos".
Varios miembros de la comisión que supervisaron la redacción del proyecto dijeron en entrevistas que tenían confianza en que el parlamento apruebe finalmente la ley, pero que quizás lo hará después de un acalorado debate.
"Será difícil", dijo Salih. "Tengo que admitirlo y reconocerlo. Amigos, será una interesante montaña rusa".
Los redactores del proyecto de ley trataron de equilibrar los poderes de los gobiernos regional y central, un tema que toca directamente el meollo de la guerra de Iraq.
La minoría árabe sunní, que gobernó a Iraq durante décadas hasta el derrocamiento de Saddam Hussein y ahora dirige la resistencia, ha rechazado el gobierno chií y kurdo en parte porque teme que esos grupos se apoderen de la riqueza del petróleo. Líderes árabes sunníes han rechazado los intentos de algunos políticos kurdos y chiíes de crear leyes que permitan una mayor autonomía regional.
El proyecto de ley establece que todos los ingresos de los actuales y futuros campos petrolíferos serán recolectados por el gobierno central y redistribuidos a los gobiernos regionales o provinciales de acuerdo a su demografía, asegurando en teoría una distribución equitativa de las ganancias. Ese método podría ayudar a mitigar la hostilidad de los sunníes a la autonomía kurda y chií.
Las posiciones de los árabes sunníes también podrían ablandarse si se hicieran más exploraciones en su territorio. Hace poco funcionarios iraquíes han elevado sus estimaciones de la cantidad de los depósitos de petróleo y gas natural en territorio árabe sunní después de pagar decenas de millones de dólares a compañías petroleras extranjeras para que reexaminaran viejos datos sísmicos en todo el país y ofrecieran cursos de formación a ingenieros iraquíes.
Analistas de la industria y gobierno dentro y fuera de Iraq estiman la reservas probadas de petróleo en 115 billones de barriles. La producción de petróleo alcanzó su punto más alto de 3.7 millones de barriles al día en 1979, de acuerdo al Departamento de Energía de Estados Unidos. La producción era de 2.6 millones de barriles al día el día anterior a la invasión norteamericana de 2003, pero desde entonces ha descendido.
Los redactores de la ley del petróleo alcanzaron un acuerdo sobre el principio de la repartición de los ingresos bastante pronto en el proceso. Mucho más contencioso fue el problema de los contratos por el petróleo. Los kurdos, que han gozado de una independencia de facto en el montañoso norte desde el fin de la Guerra del Golfo Pérsico de 1991, argumentaron fuertemente a favor de que los gobiernos regionales o compañías tengan plena autoridad para cerrar contratos con compañías extranjeras para desarrollar campos petrolíferos. Líderes árabes sunníes han insistido en reservar este poder para el ministerio del Petróleo. Los chiíes adoptaron una posición intermedia.
El proyecto de ley tiene un compromiso: las regiones pueden cerrar contratos, pero un poderoso y nuevo cuerpo central, el Consejo Federal para el Petróleo y el Gas, tendrá la autoridad para impedir que los contratos sigan adelante si no satisfacen ciertas normas prescritas, dijo Salih. Una comisión de expertos en petróleo de fuera y dentro de Iraq asesorará al consejo federal sobre los contratos.
El proyecto de ley también restablece la Compañía Petrolera Nacional Iraquí, un organismo estatal que fue fundado en 1964 para supervisar la producción de petróleo, y que fue cerrado por Hussein en 1987. La compañía operará separadamente del ministerio del Petróleo y usará un esquema comercial. Además, toda región que pueda producir al menos 150 mil barriles de petróleo al día, podrá crear su propia compañía petrolera.
Analistas en energía dijeron que no es probable que la nueva ley conduzca a una estampida de compañías extranjeras a corto plazo debido a que deja muchos temas sin resolver, incluyendo un mecanismo que resuelva las disputas potenciales entre la autoridad federal y los gobiernos locales.
"Creo que lo endiablado serán los detalles", dijo Fadel Gheit, analista de la Oppenheimer & Company en Nueva York. "Las compañías petroleras necesitan gobiernos que puedan honorar los contratos que firman y necesitan un ambiente seguro para poder funcionar", agregó.
Aunque Gheit dijo que esperaba que las compañías petroleras norteamericanas y británicas recibieran un trato preferente a la hora de recibir contratos, otros analistas dijeron que se despertarían la suspicacias de los iraquíes si se otorgan acuerdos preferentes a compañías norteamericanas.
"Los iraquíes son extremadamente celosos de sus recursos", dijo Rochdi A. Younsi, un analista del Eurasia Group, una firma consultora sobre riesgos políticos. "Dado el nivel de sentimientos anti-norteamericanos, cualquier compañía petrolera norteamericana de la que se crea que saca ventaja de las relaciones con el gobierno sería vista como parte de la llamada conspiración para apoderarse de los recursos naturales de Iraq".

Jad Mouawad contribuyó a este reportaje desde Nueva York.

1 de marzo de 2007
27 de febrero de 2007
©new york times
©traducción mQh
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