desarrapados ofrecen solución
[Chris Kraul] Adaptándose a condiciones fluctuantes, Estados Unidos adiestra y arma a una unidad de policía auxiliar, que ha ayudado a reducir la violencia.
Ramadi, Iraq. Llamadles comités de vigilancia del barrio, estilo iraquí. Apenas hace dos meses, las fuerzas norteamericanas no se atrevían a patrullar en el barrio de Al Tash, en este bastión insurgente en la provincia de Al Anbar. Hasta que llegó Saif Sahed, 22, un ambicioso recluta de la Fuerza de Seguridad Provincial, una nueva unidad de policía auxiliar que ofrece al menos la esperanza de un poco de estabilidad en las violentas calles de Ramadi.
Sahed vive en Al Tash, el tipo de vecindario donde todo el mundo conoce a todo el mundo y los desconocidos son detectados inmediatamente. Y en los últimos tiempos los desconocidos han sido insurgentes.
"Si veo a desconocidos o coches que no conozco, se lo digo a mi oficial. La semana pasada encontramos a unos que eran insurgentes, y fueron detenidos", dijo Sahed, con aire de suficiencia. "Lo importante es que mi vecindario esté seguro".
Debido a que Sahed es joven y analfabeto, normalmente no habría reunido los requisitos para ingresar al ejército o policía iraquíes. Pero durante las últimas semanas, él y sus andrajosos colegas, llevando uniformes de faena desechados del ejército y totalizando unos 2200 reclutas, han desempeñado cruciales funciones en el recabamiento de inteligencia, patrullaje y en la dotación de puestos de control en la nueva fuerza provincial.
Y algunos de ellos, incluyendo a Sahed, incluso lo hacen sin paga, en la esperanza de que algún día se les brindará la oportunidad de unirse a la fuerza policial y ganar cuatrocientos dólares al mes.
La fuerza provincial es un ejemplo de cómo Estados Unidos está adaptando su estrategia militar a condiciones fluctuantes. Es difícil imaginar que las fuerzas norteamericanas hubiesen adiestrado y armado antes en esta guerra a una unidad compuesta principalmente de jóvenes campesinos sunníes analfabetos y veteranos del ejército iraquí, grupos que eran considerados inapropiados para las fuerzas de seguridad de la era después de Saddam Hussein.
Hoy, Sahed y otros miembros de la unidad están ayudando a proveer de dotación a las "comisarías conjuntas de seguridad". Estas nuevas avanzadas militares en los barrios urbanos, compuestas por soldados norteamericanos e iraquíes, dan presencia a la coalición en zonas tales como Al Tash que hace algunas semanas era territorio rebelde.
Punto de Inflexión
Junto con 4500 agentes de policía reclutados en Ramadi desde mayo pasado, los miembros de la Fuerza de Seguridad Provincial [FSP], han contribuido al mejoramiento de la situación de seguridad que ha significado una caída en picado de los ataques contra las fuerzas norteamericanas y un aumento en los requisamientos de alijos de armas y municiones de los insurgentes. Oficiales norteamericanos hablan ahora de un punto de inflexión en la guerra de tres años en Ramadi, que ha dejado en ruinas a gran parte de la ciudad.
Una pista recibida hace poco por la unidad de Sahed es un ejemplo. Después de un ataque contra un todoterrenos de la coalición que costó a un marine sus piernas, el grupo realizó una operación de abanico en Al Tash. El dato los condujo pronto a un "desconocido" que tenía un proyectil de artillería de 155 milímetros en su casa y dijo: "No se preocupen. Lo voy a usar contra los norteamericanos, no contra ustedes".
El comandante de Sahed, el mayor Sabaa Yusef Ju, lo arrestó de inmediato.
"Nosotros no habríamos adquirido nunca ese tipo de datos operacionales con esa rapidez", dijo el teniente Jimm Spannagel, de la Primera División de Infantería de la Segunda Brigada del Ejército. "La FSP habla la misma lengua, se relaciona bien con los vecinos e inspira confianza. Eso nos permite aumentar nuestro alcance".
Han aumentado los reclutamientos y el número de agentes uniformados de la policía iraquí y tropas provinciales en las calles de Ramadi se ha multiplicado a 6700, de solo doscientos en julio. Consecuentemente también ha mejorado la seguridad.
De un promedio de treinta ataques rebeldes al día en diciembre, esos ataques han caído a un promedio de menos de cuatro el mes pasado, dijo el comandante de la coalición en Ramadi, el coronel de ejército John Charlton.
Las bombas improvisadas son todavía un problema importante en Ramadi, pero las cifras están disminuyendo. Un día en enero, estallaron once bombas en un tramo de siete kilómetros en la autopista al oeste de Ramadi, que los marines llaman Gremlin Road. En los últimos tiempos han pasado varios días sin que se registren explosiones en la ciudad.
Los oficiales norteamericanos reconocen que el mejoramiento de la situación de seguridad se debe a la unidad provincial.
"Casi un diez por ciento de nuestra inteligencia es operacional. Ellos manejan un noventa por ciento de informaciones operacionales", dijo el teniente Ed Clark, cuya sección del ejército patrulla el oeste de Ramadi.
Gracias a las filas cada vez mayores de la policía iraquí y tropas provinciales, los militares norteamericanos están empezando a realizar su segunda y tercera etapas de su estrategia contrainsurgente de ‘limpiar, consolidar y construir', objetivos que hace unos meses parecían inalcanzables, dijo el capitán Jay McGee, un especialista en inteligencia.
"Antes, hacíamos operaciones de limpieza con barridas en toda la ciudad, pero no podíamos consolidar el terreno después de que se marchaban nuestras tropas. Era como jugar al guacamole. Pégale aquí, vuelve y pégale de nuevo... Ahora estamos consolidando el terreno ganado, y en Ramadi hemos alcanzado un punto de inflexión".
El cambio se produjo a instancias de los jeques sunníes de la zona de Ramadi que en los últimos meses han decidido apoyar a la coalición norteamericana. Indignados con los asesinatos de los rebeldes y sus actos de intimidación en Ramadi, los jeques se acercaron a la coalición en septiembre para comunicar a las fuerzas norteamericanas que estaban dispuestos a cooperar y que llamarían a sus tribus a proporcionar reclutas para el ejército y la policía iraquíes.
Los jeques también sugirieron que la coalición legalice a cientos de grupos irregulares, que consisten principalmente de miembros armados de familias tribales, mediante la creación de una fuerza separada para los que técnicamente no pueden cumplir con los requisitos normales de reclutamiento del ejército o la policía.
Oficiales norteamericanos, que estaban entonces luchando contra los insurgentes y habían llegado a un punto muerto, aceptaron la idea de formar otra columna de tropas aliadas en Ramadi.
Así nacieron las llamadas unidades de respuesta de emergencia, que el mes pasado fueron rebautizadas como Fuerza de Seguridad Provincial.
Respuesta Sorpresa
Pero incluso el más optimista coronel norteamericano no estaba preparado para la avalancha de reclutas que llegaron una vez que los jeques llamaron a unirse al ejército, policía y fuerza provincial. Hace poco, 1500 jóvenes iraquíes se aparecieron para enrolarse en la policía -más reclutas de los que podían aceptar.
Charlton dice que ahora inscribe a los reclutas en la fuerza provincial hasta que puedan reunir los requisitos para postular a puestos en el ejército o policía. Las clases de alfabetización están empezando en varias unidades para ayudar a los miembros a prepararse para postular.
"Los chicos se acercan a preguntar si pueden unirse al ejército o a la policía. Los aceptamos como a irregulares en la FSP hasta que haya lugar para ellos", dijo.
Otro cambio que ha ayudado al reclutamiento fue una medida introducida en febrero, que prometía a los reclutas del ejército de Al Anbar que serían estacionados cerca de casa si se inscribían. Dos días después se habían alistado 400 jóvenes.
"Estos tipos llegan a los ataques antes de que ocurran", dijo el sargento del ejército Todd Bair. "Ellos saben quiénes son los tipos malos, y nos están ayudando a sacar las armas y a los francotiradores de las calles".
Todavía está por verse si el mejoramiento de la situación de seguridad se puede mantener. Dependerá en gran parte de si los 25 jeques del área de Ramadi mantienen su posición, y las nuevas fuerzas de seguridad son provistas de cursos de adiestramiento, normas de organización y reglas. Las tribus también deben coordinarse con el gobierno provincial, con el que las relaciones han sido bastante espinudas.
El mayor Ju, el superior de Sahed, dijo que la participación de los jóvenes de la zona en la seguridad de Ramadi era motivo de orgullo. Los que antes temían a al Qaeda, dijo, están ahora ofreciendo resistencia.
"Ahora los ven como terroristas que estaban usando la religión para engañar a la gente. Somos como las rosas que parecen marchitas, pero que si les das agua, vuelven a vivir".
Sahed vive en Al Tash, el tipo de vecindario donde todo el mundo conoce a todo el mundo y los desconocidos son detectados inmediatamente. Y en los últimos tiempos los desconocidos han sido insurgentes.
"Si veo a desconocidos o coches que no conozco, se lo digo a mi oficial. La semana pasada encontramos a unos que eran insurgentes, y fueron detenidos", dijo Sahed, con aire de suficiencia. "Lo importante es que mi vecindario esté seguro".
Debido a que Sahed es joven y analfabeto, normalmente no habría reunido los requisitos para ingresar al ejército o policía iraquíes. Pero durante las últimas semanas, él y sus andrajosos colegas, llevando uniformes de faena desechados del ejército y totalizando unos 2200 reclutas, han desempeñado cruciales funciones en el recabamiento de inteligencia, patrullaje y en la dotación de puestos de control en la nueva fuerza provincial.
Y algunos de ellos, incluyendo a Sahed, incluso lo hacen sin paga, en la esperanza de que algún día se les brindará la oportunidad de unirse a la fuerza policial y ganar cuatrocientos dólares al mes.
La fuerza provincial es un ejemplo de cómo Estados Unidos está adaptando su estrategia militar a condiciones fluctuantes. Es difícil imaginar que las fuerzas norteamericanas hubiesen adiestrado y armado antes en esta guerra a una unidad compuesta principalmente de jóvenes campesinos sunníes analfabetos y veteranos del ejército iraquí, grupos que eran considerados inapropiados para las fuerzas de seguridad de la era después de Saddam Hussein.
Hoy, Sahed y otros miembros de la unidad están ayudando a proveer de dotación a las "comisarías conjuntas de seguridad". Estas nuevas avanzadas militares en los barrios urbanos, compuestas por soldados norteamericanos e iraquíes, dan presencia a la coalición en zonas tales como Al Tash que hace algunas semanas era territorio rebelde.
Punto de Inflexión
Junto con 4500 agentes de policía reclutados en Ramadi desde mayo pasado, los miembros de la Fuerza de Seguridad Provincial [FSP], han contribuido al mejoramiento de la situación de seguridad que ha significado una caída en picado de los ataques contra las fuerzas norteamericanas y un aumento en los requisamientos de alijos de armas y municiones de los insurgentes. Oficiales norteamericanos hablan ahora de un punto de inflexión en la guerra de tres años en Ramadi, que ha dejado en ruinas a gran parte de la ciudad.
Una pista recibida hace poco por la unidad de Sahed es un ejemplo. Después de un ataque contra un todoterrenos de la coalición que costó a un marine sus piernas, el grupo realizó una operación de abanico en Al Tash. El dato los condujo pronto a un "desconocido" que tenía un proyectil de artillería de 155 milímetros en su casa y dijo: "No se preocupen. Lo voy a usar contra los norteamericanos, no contra ustedes".
El comandante de Sahed, el mayor Sabaa Yusef Ju, lo arrestó de inmediato.
"Nosotros no habríamos adquirido nunca ese tipo de datos operacionales con esa rapidez", dijo el teniente Jimm Spannagel, de la Primera División de Infantería de la Segunda Brigada del Ejército. "La FSP habla la misma lengua, se relaciona bien con los vecinos e inspira confianza. Eso nos permite aumentar nuestro alcance".
Han aumentado los reclutamientos y el número de agentes uniformados de la policía iraquí y tropas provinciales en las calles de Ramadi se ha multiplicado a 6700, de solo doscientos en julio. Consecuentemente también ha mejorado la seguridad.
De un promedio de treinta ataques rebeldes al día en diciembre, esos ataques han caído a un promedio de menos de cuatro el mes pasado, dijo el comandante de la coalición en Ramadi, el coronel de ejército John Charlton.
Las bombas improvisadas son todavía un problema importante en Ramadi, pero las cifras están disminuyendo. Un día en enero, estallaron once bombas en un tramo de siete kilómetros en la autopista al oeste de Ramadi, que los marines llaman Gremlin Road. En los últimos tiempos han pasado varios días sin que se registren explosiones en la ciudad.
Los oficiales norteamericanos reconocen que el mejoramiento de la situación de seguridad se debe a la unidad provincial.
"Casi un diez por ciento de nuestra inteligencia es operacional. Ellos manejan un noventa por ciento de informaciones operacionales", dijo el teniente Ed Clark, cuya sección del ejército patrulla el oeste de Ramadi.
Gracias a las filas cada vez mayores de la policía iraquí y tropas provinciales, los militares norteamericanos están empezando a realizar su segunda y tercera etapas de su estrategia contrainsurgente de ‘limpiar, consolidar y construir', objetivos que hace unos meses parecían inalcanzables, dijo el capitán Jay McGee, un especialista en inteligencia.
"Antes, hacíamos operaciones de limpieza con barridas en toda la ciudad, pero no podíamos consolidar el terreno después de que se marchaban nuestras tropas. Era como jugar al guacamole. Pégale aquí, vuelve y pégale de nuevo... Ahora estamos consolidando el terreno ganado, y en Ramadi hemos alcanzado un punto de inflexión".
El cambio se produjo a instancias de los jeques sunníes de la zona de Ramadi que en los últimos meses han decidido apoyar a la coalición norteamericana. Indignados con los asesinatos de los rebeldes y sus actos de intimidación en Ramadi, los jeques se acercaron a la coalición en septiembre para comunicar a las fuerzas norteamericanas que estaban dispuestos a cooperar y que llamarían a sus tribus a proporcionar reclutas para el ejército y la policía iraquíes.
Los jeques también sugirieron que la coalición legalice a cientos de grupos irregulares, que consisten principalmente de miembros armados de familias tribales, mediante la creación de una fuerza separada para los que técnicamente no pueden cumplir con los requisitos normales de reclutamiento del ejército o la policía.
Oficiales norteamericanos, que estaban entonces luchando contra los insurgentes y habían llegado a un punto muerto, aceptaron la idea de formar otra columna de tropas aliadas en Ramadi.
Así nacieron las llamadas unidades de respuesta de emergencia, que el mes pasado fueron rebautizadas como Fuerza de Seguridad Provincial.
Respuesta Sorpresa
Pero incluso el más optimista coronel norteamericano no estaba preparado para la avalancha de reclutas que llegaron una vez que los jeques llamaron a unirse al ejército, policía y fuerza provincial. Hace poco, 1500 jóvenes iraquíes se aparecieron para enrolarse en la policía -más reclutas de los que podían aceptar.
Charlton dice que ahora inscribe a los reclutas en la fuerza provincial hasta que puedan reunir los requisitos para postular a puestos en el ejército o policía. Las clases de alfabetización están empezando en varias unidades para ayudar a los miembros a prepararse para postular.
"Los chicos se acercan a preguntar si pueden unirse al ejército o a la policía. Los aceptamos como a irregulares en la FSP hasta que haya lugar para ellos", dijo.
Otro cambio que ha ayudado al reclutamiento fue una medida introducida en febrero, que prometía a los reclutas del ejército de Al Anbar que serían estacionados cerca de casa si se inscribían. Dos días después se habían alistado 400 jóvenes.
"Estos tipos llegan a los ataques antes de que ocurran", dijo el sargento del ejército Todd Bair. "Ellos saben quiénes son los tipos malos, y nos están ayudando a sacar las armas y a los francotiradores de las calles".
Todavía está por verse si el mejoramiento de la situación de seguridad se puede mantener. Dependerá en gran parte de si los 25 jeques del área de Ramadi mantienen su posición, y las nuevas fuerzas de seguridad son provistas de cursos de adiestramiento, normas de organización y reglas. Las tribus también deben coordinarse con el gobierno provincial, con el que las relaciones han sido bastante espinudas.
El mayor Ju, el superior de Sahed, dijo que la participación de los jóvenes de la zona en la seguridad de Ramadi era motivo de orgullo. Los que antes temían a al Qaeda, dijo, están ahora ofreciendo resistencia.
"Ahora los ven como terroristas que estaban usando la religión para engañar a la gente. Somos como las rosas que parecen marchitas, pero que si les das agua, vuelven a vivir".
chris.kraul@latimes.com
8 de mayo de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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