gays piden refugio en eeuu
[Pamela Constable] El maltrato a extranjeros es considerado crecientemente como justificación del asilo.
Una noche de 2003, en las invernales calles de Kosovo, un grupo de matones emboscó y golpeó a Gramoz Prestreshi, casi hasta causarle la muerte. Los policías en esta ciudad de los Balcanes, se burlaron de su suerte y lo insultaron. El personal del pabellón de emergencia lo obligó a fregar su propia sangre. Fue un episodio sórdido, pero para nada inusual en el hostil ambiente de los encuentros con homosexuales en sociedades de todo tipo.
Sin embargo, a diferencia de muchas víctimas de este tipo, Prestreshi conservó la sangre fría. Se hizo sacar fotografías de sus heridas. Se quejó ante la prensa y recortó todos los artículos publicados sobre el caso. Cuando su familia lo repudió, se unió a una organización por los derechos de los gays, donde dormía en la oficina. Esta primavera, su determinación brindó un inesperado fruto, y Prestreshi fue aceptado legalmente como refugiado en Estados Unidos. Ahora vive en el Distrito.
"Estoy feliz porque ya no tengo que vivir como prisionero en una sociedad donde no se permite que alguien sea diferente", dijo Prestreshi, un hombre pequeño y nervioso de 22 años, que ganó su proceso por asilo con ayuda de la Whitman-Walker Clinic en el Distrito. "Pero no olvidaré nunca lo que pasó. Duele cuando los policías nos llaman ‘maricas'. Duele que mis padres, cuando me descubrieron, me reprocharon a gritos y me golpearon. Todavía duele".
El acoso y maltratos a hombres y mujeres homosexuales se está convirtiendo cada vez más en una base aceptada para otorgar asilo en Estados Unidos, incluso en una época de activismo judicial conservador, miedo a la transmisión del HIV/SIDA y mayor control de los solicitantes de asilo. El gobierno no revela el desglose de las razones por las que se otorga asilo, pero grupos de activistas en varias ciudades norteamericanas importantes, dijeron que han ganado decenas de casos.
La homosexualidad, que era en el pasado una condición de facto para impedir a un extranjero la entrada al país, es ahora reconocida oficialmente, por el gobierno estadounidense, como una categoría que puede provocar que los individuos sean perseguidos en sus países de origen, como si fuesen disidentes políticos en una dictadura, o miembros de una minoría religiosa en una teocracia.
Pero aunque solicitar asilo sobre la base de la orientación sexual se ha hecho más fácil desde 1994, cuando la fiscal general de entonces, Janet Reno, ordenó que un original caso sobre un refugiado gay cubano fuera visto como un precedente legal, esos casos de asilo son todavía extremadamente difíciles de ganar, de acuerdo a abogados de Washington y otros lugares.
Una razón es que los solicitantes deben demostrar de maneras múltiples su identidad. Deben demostrar que fueron maltratados o acosados por las autoridades, no meramente por familiares enfadados o vándalos borrachos, o que las autoridades no les protegieron. También deben probar que eran maltratados debido a que eran homosexuales, y, de hecho, probar que son homosexuales.
Raúl Calderón, 40, ex soldado de Colombia, dijo que fue violado cuando era un recluta de quince años, pero dirigido por oficiales que exhortaban constantemente a las tropas a "no actuar como mujeres". En un ambiente de militarismo de la guerra civil, dijo, se sentía igualmente amenazado por las guerrillas, las fuerzas armadas y miembros de los escuadrones de extrema derecha que se llaman a sí mismos comités de limpieza social. "Para ellos, gente como yo somos basura", dijo.
A menudo, dijeron Pilcher y los otros, extranjeros que viven en Estados Unidos y tienen posiblemente motivos para solicitar asilo sobre la base de su orientación sexual, tienen miedo de dar la cara o no saben que existe un plazo para hacerlo.
Incluso en sociedades con culturas urbanas tolerantes y despreocupadas, los homosexuales pueden ser tan acosados que algunos buscan refugio en el extranjero. Brasil, por ejemplo, tiene una alta población de gays y travestis y el festival del orgullo gay del mes pasado en Sao Paulo atrajo a tres millones de personas, de acuerdo a Gay Life, un diario de Baltimore.
Sin embargo, J.C., un hombre del Distrito de Río de Janeiro, que habló a condición no ser identificado, obtuvo su asilo en 2001 después de probar que había sido golpeado y abusado repetidas veces por pandillas callejeras armadas en su favela en los cerros, y que la policía local no lo había protegido.
El temor al SIDA es otro frecuente factor en los casos de acoso, público y privado, de homosexuales en el extranjero. Un doctor de Venezuela, que trataba a gente con HIV y SIDA allá y abogada por su causa dentro de su profesión, recibió asilo este año después de ser secuestrado, golpeado y humillado sexualmente por una patrulla de la policía.
"Tuve suerte porque pude probar mi caso, porque hablo bien el inglés y tengo una profesión útil", dijo el hombre, residente del D.C. que habló a condición de no ser identificado debido a que no quiere poner en peligro su trabajo como investigador médico del gobierno norteamericano. "Un montón de gente no son casos que se puedan ganar, y viven vidas desesperadas".
Irónicamente, dicen los expertos, podría ser más difícil para los homosexuales obtener derecho de asilo sobre la base de la orientación sexual si provienen de países con gobiernos dictatoriales que reprimen a toda una gama de personas. Victoria Neilson, directora jurídica de una agencia privada neoyorquina llamada Immigration Equality, dijo que pedir asilo desde un país con mucha violencia podría ser desventajoso para el solicitante homosexual.
"Tenemos casos de todo el mundo, pero a veces la gente que proviene de los países más espeluznantes tienen las mayores dificultades a la hora de probar sus casos", dijo Neilson, cuyo oficina representa actualmente a solicitantes de 26 países, incluyendo Albania, Indonesia, Jamaica, Turkmenistán y Zimbabue. "Si vienes de Iraq, donde nadie está seguro, es difícil imaginar qué te hace diferente a todos los demás", dijo.
En un reciente e importante caso, una lesbiana de Uganda obtuvo derecho de asilo después de que su familia la hiciera violar por un desconocido para ‘curarla' de su condición homosexual. Neilson dijo que la solicitud de la mujer fue inicialmente rechazada porque los abusos habían ocurrido en privado, pero una corte de apelaciones de Minnesota revirtió ese veredicto y aprobó su demanda, observando que las condiciones en Uganda eran tan hostiles que no podía esperar que el estado la protegiera.
A menudo, incluso en países que disponen en teoría de ayuda jurídica, la hostilidad social hacia los homosexuales puede eclipsar sus derechos formales. Kosovo, por ejemplo, es gobernado por un mandato de posguerra de Naciones Unidas. Tiene leyes que prohíben la discriminación de personas sobre la base de su orientación sexual y cuenta con una activa prensa liberal.
Nada de esto, sin embargo, fue suficiente para proteger a Prestreshi o su amigo Korab Zuka, 23, que huyó a Estados Unidos esta primavera y está esperando una vista de su petición de asilo. Zuka era el líder de un naciente movimiento por los derechos homosexuales en Pristina, y fue tema, el año pasado, de un artículo en una revista gay británica, titulado ‘Los Homos Ocultos de Europa'.
Zuka dijo que su renombre público provocaba una insoportable presión y una serie de amenazas. Dijo que llamó repetidas veces a la policía de Kosovo, que se desentendió de sus quejas.
"Era terrible vivir allá como persona gay", dijo Zuka en una entrevista hace poco en Whitman-Walker. "Siempre temías que se te apareciera alguien y te matara. Aquí al menos puedo caminar por calle sin mirar hacia atrás para ver si alguien me sigue".
Sin embargo, a diferencia de muchas víctimas de este tipo, Prestreshi conservó la sangre fría. Se hizo sacar fotografías de sus heridas. Se quejó ante la prensa y recortó todos los artículos publicados sobre el caso. Cuando su familia lo repudió, se unió a una organización por los derechos de los gays, donde dormía en la oficina. Esta primavera, su determinación brindó un inesperado fruto, y Prestreshi fue aceptado legalmente como refugiado en Estados Unidos. Ahora vive en el Distrito.
"Estoy feliz porque ya no tengo que vivir como prisionero en una sociedad donde no se permite que alguien sea diferente", dijo Prestreshi, un hombre pequeño y nervioso de 22 años, que ganó su proceso por asilo con ayuda de la Whitman-Walker Clinic en el Distrito. "Pero no olvidaré nunca lo que pasó. Duele cuando los policías nos llaman ‘maricas'. Duele que mis padres, cuando me descubrieron, me reprocharon a gritos y me golpearon. Todavía duele".
El acoso y maltratos a hombres y mujeres homosexuales se está convirtiendo cada vez más en una base aceptada para otorgar asilo en Estados Unidos, incluso en una época de activismo judicial conservador, miedo a la transmisión del HIV/SIDA y mayor control de los solicitantes de asilo. El gobierno no revela el desglose de las razones por las que se otorga asilo, pero grupos de activistas en varias ciudades norteamericanas importantes, dijeron que han ganado decenas de casos.
La homosexualidad, que era en el pasado una condición de facto para impedir a un extranjero la entrada al país, es ahora reconocida oficialmente, por el gobierno estadounidense, como una categoría que puede provocar que los individuos sean perseguidos en sus países de origen, como si fuesen disidentes políticos en una dictadura, o miembros de una minoría religiosa en una teocracia.
Pero aunque solicitar asilo sobre la base de la orientación sexual se ha hecho más fácil desde 1994, cuando la fiscal general de entonces, Janet Reno, ordenó que un original caso sobre un refugiado gay cubano fuera visto como un precedente legal, esos casos de asilo son todavía extremadamente difíciles de ganar, de acuerdo a abogados de Washington y otros lugares.
Una razón es que los solicitantes deben demostrar de maneras múltiples su identidad. Deben demostrar que fueron maltratados o acosados por las autoridades, no meramente por familiares enfadados o vándalos borrachos, o que las autoridades no les protegieron. También deben probar que eran maltratados debido a que eran homosexuales, y, de hecho, probar que son homosexuales.
Raúl Calderón, 40, ex soldado de Colombia, dijo que fue violado cuando era un recluta de quince años, pero dirigido por oficiales que exhortaban constantemente a las tropas a "no actuar como mujeres". En un ambiente de militarismo de la guerra civil, dijo, se sentía igualmente amenazado por las guerrillas, las fuerzas armadas y miembros de los escuadrones de extrema derecha que se llaman a sí mismos comités de limpieza social. "Para ellos, gente como yo somos basura", dijo.
A menudo, dijeron Pilcher y los otros, extranjeros que viven en Estados Unidos y tienen posiblemente motivos para solicitar asilo sobre la base de su orientación sexual, tienen miedo de dar la cara o no saben que existe un plazo para hacerlo.
Incluso en sociedades con culturas urbanas tolerantes y despreocupadas, los homosexuales pueden ser tan acosados que algunos buscan refugio en el extranjero. Brasil, por ejemplo, tiene una alta población de gays y travestis y el festival del orgullo gay del mes pasado en Sao Paulo atrajo a tres millones de personas, de acuerdo a Gay Life, un diario de Baltimore.
Sin embargo, J.C., un hombre del Distrito de Río de Janeiro, que habló a condición no ser identificado, obtuvo su asilo en 2001 después de probar que había sido golpeado y abusado repetidas veces por pandillas callejeras armadas en su favela en los cerros, y que la policía local no lo había protegido.
El temor al SIDA es otro frecuente factor en los casos de acoso, público y privado, de homosexuales en el extranjero. Un doctor de Venezuela, que trataba a gente con HIV y SIDA allá y abogada por su causa dentro de su profesión, recibió asilo este año después de ser secuestrado, golpeado y humillado sexualmente por una patrulla de la policía.
"Tuve suerte porque pude probar mi caso, porque hablo bien el inglés y tengo una profesión útil", dijo el hombre, residente del D.C. que habló a condición de no ser identificado debido a que no quiere poner en peligro su trabajo como investigador médico del gobierno norteamericano. "Un montón de gente no son casos que se puedan ganar, y viven vidas desesperadas".
Irónicamente, dicen los expertos, podría ser más difícil para los homosexuales obtener derecho de asilo sobre la base de la orientación sexual si provienen de países con gobiernos dictatoriales que reprimen a toda una gama de personas. Victoria Neilson, directora jurídica de una agencia privada neoyorquina llamada Immigration Equality, dijo que pedir asilo desde un país con mucha violencia podría ser desventajoso para el solicitante homosexual.
"Tenemos casos de todo el mundo, pero a veces la gente que proviene de los países más espeluznantes tienen las mayores dificultades a la hora de probar sus casos", dijo Neilson, cuyo oficina representa actualmente a solicitantes de 26 países, incluyendo Albania, Indonesia, Jamaica, Turkmenistán y Zimbabue. "Si vienes de Iraq, donde nadie está seguro, es difícil imaginar qué te hace diferente a todos los demás", dijo.
En un reciente e importante caso, una lesbiana de Uganda obtuvo derecho de asilo después de que su familia la hiciera violar por un desconocido para ‘curarla' de su condición homosexual. Neilson dijo que la solicitud de la mujer fue inicialmente rechazada porque los abusos habían ocurrido en privado, pero una corte de apelaciones de Minnesota revirtió ese veredicto y aprobó su demanda, observando que las condiciones en Uganda eran tan hostiles que no podía esperar que el estado la protegiera.
A menudo, incluso en países que disponen en teoría de ayuda jurídica, la hostilidad social hacia los homosexuales puede eclipsar sus derechos formales. Kosovo, por ejemplo, es gobernado por un mandato de posguerra de Naciones Unidas. Tiene leyes que prohíben la discriminación de personas sobre la base de su orientación sexual y cuenta con una activa prensa liberal.
Nada de esto, sin embargo, fue suficiente para proteger a Prestreshi o su amigo Korab Zuka, 23, que huyó a Estados Unidos esta primavera y está esperando una vista de su petición de asilo. Zuka era el líder de un naciente movimiento por los derechos homosexuales en Pristina, y fue tema, el año pasado, de un artículo en una revista gay británica, titulado ‘Los Homos Ocultos de Europa'.
Zuka dijo que su renombre público provocaba una insoportable presión y una serie de amenazas. Dijo que llamó repetidas veces a la policía de Kosovo, que se desentendió de sus quejas.
"Era terrible vivir allá como persona gay", dijo Zuka en una entrevista hace poco en Whitman-Walker. "Siempre temías que se te apareciera alguien y te matara. Aquí al menos puedo caminar por calle sin mirar hacia atrás para ver si alguien me sigue".
7 de agosto de 2007
10 de julio de 2007
©washington post
©traducción mQh
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