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ser juez en iraq


[Molly Hennessy-Fiske] Jueces iraquíes en una ocupación peligrosa. En un recinto fortificado de Bagdad, viven encerrados, como aquellos cuyos casos ven.
Bagdad, Iraq. En un nuevo recinto fortificado aquí, los jueces iraquíes se han convertido prácticamente en prisioneros, y viven con los reclusos a los que juzgan.
Guardias occidentales patrullan el recinto, cerciorándose que los elementos criminales permanezcan en la enorme cárcel del complejo, o fuera de sus murallas. En todoterrenos montados con ametralladoras, los jueces cruzan desde sus residencias en las antiguas barracas de la policía frente al centro de detención que alberga a más de cinco mil reclusos, hacia un edificio de tribunales improvisado a cinco minutos de distancia, con estrado de madera, batas negras, cámaras de video y doradas balanzas de la justicia repujadas en la pared.
Un círculo de barreras de concreto cerca el recinto, que se parece a la Zona Verde fortificada de Bagdad, incluyendo el Estadio Olímpico de Saddam Hussein y el pululante enclave musulmán chií de Ciudad Sáder.
Algunos jueces iraquíes se han mudado al recinto judicial fortificado para proteger a sus familias y protegerse de las amenazas. Algunos jueces y sus familias no han salido del Complejo Imperio de la Ley Rusafa en meses.
Desde la invasión estadounidense de marzo de 2003, han muerto asesinados en Iraq treinta y un jueces y decenas de ellos han perdido a familiares, dijo el coronel de ejército Mark Martins, fiscal militar y asesor jurídico del general de ejército David H. Petraeus, el comandante de los militares norteamericanos en Iraq.
Los asesinatos, de los que culpan a delincuentes y milicias religiosas, llamaron ampliamente la atención durante los juicios de Hussein, cuando atacaron a varios jueves del tribunal especial, pese a los esfuerzos por mantener ocultas sus identidades.
Ahora los jueces de Rusafa están preparándose para decidir su primer caso de corrupción importante contra un hombre conocido solamente como ‘Coronel A'. Es una prueba del nuevo sistema jurídico iraquí, que los asesores estadounidenses dicen que está diseñado para asegurarse de que los casos de corrupción vayan a tribunales, que los jueces sean protegidos de intimidaciones, que las sentencias se basen en evidencias sólidas y que los detenidos inocentes sean liberados prontamente.
"Si se sienten protegidos, y si se protege a sus familias, los jueces dictarán juicios independientes y seguirán las pistas hasta donde les lleven", dijo Martins durante una visita al complejo, que Martin llamó un "refugio seguro" para los jueces.
Renovado y provisto de personal, utilizando 48.8 millones de dólares del gobierno iraquí, el complejo ha sido diseñado siguiendo el modelo de los tribunales fortificados en países asediados como Colombia, donde los jueces son a menudo amenazados y asesinados. Abrió sus puertas en abril, y es la primera de varias instalaciones similares planeadas en todo Iraq.
Sin esa seguridad agregada, dijo Martins, los jueces deben soportar presiones para que se desechen o subestimen los cargos contra funcionarios poderosos, particularmente desde que las tropas iraquíes y norteamericanas reforzaran la seguridad en los últimos cuatro meses, enviando más militantes a tribunales.
"Son humanos", dijo Martins sobre los jueces, "y si amenazan a sus familias, ellos responderán a eso".
Coronel A está acusado de violaciones de los derechos humanos en relación con la tortura de prisioneros árabes sunníes en un centro de detención de la Policía Nacional Iraquí al oeste de Bagdad llamado Sitio 4. El centro fue cerrado después de que una inspección conjunta norteamericana e iraquí en 2006 revelara que más de mil cuatrocientos prisioneros eran retenidos apretujados en pequeños espacios, algunos de ellos con signos de tortura.
El juez del caso del Coronel A dijo que se sentía "cómodo" en el complejo, donde vive desde mayo con su mujer y dos hijos adultos. Su esposa pasa la mayor parte del tiempo dentro de las antiguas barracas, en un apartamento en pisos superiores que ha decorado con un sofá de felpa, cortinas con borlas y alfombras tejidas a mano.
Abajo, los niños jugaban al pingpong en el patio fuera, junto a un aparcamiento protegido con barricadas. Los visitantes, incluso familiares, son revisados en los puestos de control de seguridad.
El juez, un árabe sunní de 57 años, dice que nunca ha temido por su seguridad, pero pidió que no publicáramos su nombre y que su imagen fuera obscurecida en las fotografías como una medida de precaución.
"La naturaleza de nuestro trabajo implica que nos amenazarán, porque llevamos casos criminales", dijo, agregando que él no había sido amenazado personalmente, pero que conoce a otros jueces que sí lo han sido, incluyendo a un juez civil asesinado hace poco al oeste de Bagdad.
Los jueces pueden pedir ser transferidos de un caso, pero pocos lo hacen, dijo el juez.
"Hay evidencias reales de que ha invertido en este proceso, que lo ha transformado en su casa", dijo Michael Walther, director del Destacamento Ley y Orden de las fuerzas armadas norteamericanas, que está colaborando con el gobierno iraquí para reformar el poder judicial.
La esposa del juez confió más tarde que ella y otros familiares están preocupados, incluso en el complejo fortificado. Pero también están orgullosos de su trabajo.
"Estoy muy feliz de verlo donde está. Se está encargando de la gente que corrompió a nuestro país", dijo, bebiendo un vaso de jugo de albaricoques en el apartamento de la familia. "Me preocupa, hay peligro. Pero se está deshaciendo de la gente que creó ese peligro".
Iraq tiene un sistema judicial más similar al de Francia que al de Estados Unidos los jueces dependen de evidencias reunidas y procesadas o de jueces instructores y toman sus decisiones basándose en historiales antes que en alegatos entre abogados antagónicos. En el complejo Rusafa hay tres jueces en lo penal y siete jueces instructores, y 26 jueces instructores más que están siendo adiestrados con asesores del FBI.
Desde su primera vista en abril los jueces de Rusafa han manejado 2.001 casos criminales, la mayoría de ellos por cargos de terrorismo. El mes pasado, el gobierno iraquí otorgó al complejo un presupuesto operacional de ciento diez millones de dolares para 2008.
El gobierno también paga para enviar equipos de tres jueces en misiones temporales a tribunales en Bagdad, Mosul, Ramadi y otras ciudades donde los jueces locales han sido amenazados y se han negado a oír casos o desechado la formulación de cargos criminales, dijo Martins.
Pero algunos jueces itinerantes se quejan de que sus misiones temporales les hacen vulnerables y sin tribunales formales, lo que confunde a los prisioneros.
El juez Najim Abid teme todos los días en su trayecto hacia y desde su misión temporal en el centro de detención de la Policía Nacional Iraquí en el barrio de Kadhimiya, al noroeste de Bagdad. Y le enerva tener que oír casos en un escritorio de metal en una oficina blanqueada a pasos del macizo centro de detención.
"Cuando pasan los detenidos, no saben quiénes somos. Piensan que somos de la policía", dijo.
"Deberían saber que soy un juez".
Abid se ocupa del sobrante del tribunal de Kadhimiya, que ve cuatro veces más casos que Rusafa y está siendo remplazado por un tribunal de once millones de dólares que está en construcción en el norte. Funcionarios de gobierno también están buscando terrenos para construir complejos regionales en Baquba, Basra, Mosul y Ramadi.
Pero el importante jurista iraquí dijo que sería difícil construir y proteger esos complejos judiciales regionales. En lugar de eso, dijo, el gobierno debería mejorar la seguridad de los jueces individuales.
Midhat Mahmoud, director del Consejo Judicial Supremo Iraquí, que controla cerca de mil jueces en todo Iraq, dijo que él y otros jueces reciben un estipendio para guardaespaldas, pero que desde que empezara la campaña de seguridad en febrero la mayoría de los juristas han sido incapaces de renovar el permiso de porte de armas de los guardias.
"Se ha hecho muy fácil perseguir a un juez porque sus guardias son inútiles", dijo Mahmoud, cuyo hijo fue asesinado en mayo de 2006 por hombres armados que trataban de llegar al jurista. Dijo que los ataques contra jueces han aumentado en los últimos meses.
"Hemos sacrificado a montones de jueces", dijo.

molly.hennessy-fiske@latimes.com

Said Rifai contribuyó a este reportaje.

31 de agosto de 2007
26 de agosto de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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