carta del enviado
[Edmund L. Andrews] Contradice versión de Bush sobre el desmantelamiento del ejército iraquí.
Washington, Estados Unidos. Un intercambio de cartas previamente desconocido muestra que el presidente Bush fue informado por adelantado por su enviado en Iraq en mayo de 2003 de un plan para "disolver las estructuras militares y de inteligencia de Saddam", un plan que el enviado L. Paul Bremer, dijo que se refería al desmantelamiento del ejército iraquí.
El lunes Bremer dio a conocer al New York Times las cartas, después de leer que Bush es citado en un nuevo libro diciendo que la política americana ha sido de "mantener intacto al ejército iraquí", pero que "eso no ocurrió".
El desmantelamiento del ejército iraquí tras la invasión norteamericana es ahora considerado ampliamente como un error que provocó una rebelión entre cientos de miles de ex soldados iraquíes e hizo difícil la reducción del derramamiento de sangre sectario y ataques de insurgentes. Al dar a conocer las cartas, Bremer dijo que quería refutar la sugerencia en el comentario de Bush de que Bremer había actuado para desmantelar el ejército sin el conocimiento y la anuencia de la Casa Blanca.
"Tiene que quedar claro para todo el mundo que somos serios: que Saddam y los baazistas son pasado", escribió Bremer en una carta redactada el 20 de mayo de 2003 y enviada al presidente el 22 de mayo a través de Donald H. Rumsfeld, entonces ministro de Defensa.
Tras describir los intentos norteamericanos de remover a miembros del Partido Baaz [pan-árabe] de Saddam Hussein de las dependencias civiles, Bremer le dijo a Bush que él tomaría una decisión "paralela con una medida más robusta" para desmantelar a las fuerzas armadas iraquíes.
Al día siguiente, Bush contestó con una breve nota de agradecimiento. "Su liderato es evidente", escribió el presidente. "Usted ha hecho rápidamente un impacto positivo e importante. Usted cuenta con todo mi apoyo y confianza".
El mismo día, Bremer, en Bagdad, emitió la orden desmantelando a las fuerzas armadas iraquíes. Bush no mencionó la orden para abolir las fuerzas armadas y las cartas no muestran que aprobara la orden ni que supiera demasiado sobre eso. Bremer se refiere sólo fugazmente a su plan a mitad de camino en una carta de tres carillas y sin mencionar detalles.
En una entrevista con Robert Draper, autor del nuevo libro ‘Dead Certain', Bush suena como si la decisión le hubiera sorprendido, o al menos por la necesidad de abandonar el plan original de mantener al ejécito.
"La política hacía sido de mantener intacto el ejército, pero eso no ocurrió", dijo Bush al entrevistador. Cuando Draper preguntó al presidente cómo había reaccionado cuando se enteró de revocación de esa política, Bush replicó: "Bueno, no recuerdo. Estoy seguro de que dije: ‘Esta es la posición, ¿qué pasó?'"
Bremer indicó que había estado candente durante meses mientras otros funcionarios de gobierno se distanciaban de la orden. "Esto no surgió espontáneamente de mi cabeza", dijo en una entrevista telefónica el lunes, agregando que había enviado un borrador de la orden a altos personeros del Pentágono y lo había tratado " varias veces"con Rumsfeld.
Un funcionario de la Casa Blanca, que habló a condición de conservar el anonimato debido a que la Casa Blanca no comentará el libro de Draper, dijo que Bush había entendido realmente la orden y había reconocido en una entrevista con Draper que el plan original no era viable.
"El plan era mantener intacto al ejército iraquí, y eso es correcto", dijo el funcionario. "Pero para cuando Jerry Bremer anunció la orden, estaba bastante claro que el ejército iraquí no podía ser reconstituido, y el presidente entendía eso. Estaba reconociendo que eso no había salido de acuerdo a los planes".
Pero las cartas, combinadas con los comentarios de Bush, sugieren confusión en el gobierno sobre lo que fue una decisión con explosivas repercusiones.
En realidad, la carta de Bremer a Bush es impactante en su casi despreocupada referencia a una decisión más importante que era resistida por varios oficiales norteamericanos en Iraq. Algunos altos funcionarios, incluyendo al secretario de estado de la época, Colin L. Powell, han dicho luego que no supieron nada de antemano sobre la decisión.
El general Peter Pace, entonces vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, dijo en una reunión del Consejo de Relaciones Exteriores en febrero de 2004 que la decisión de desbandar el ejército iraquí fue tomada sin consultar a los jefes del estado mayor. "No se nos pidió su recomendación ni asesoría", dijo.
La referencia de la nota de Bremer a Bush se limita a una frase al final de un largo párrafo en una carta de tres páginas. La carta dedicaba bastante espacio a contar lo que Bremer describía como "un expresión casi universal de gratitud" del pueblo iraquí "a Estados Unidos y usted en particular por haber liberado a Iraq de la tiranía de Saddam". Luego contó que Bremer había sido besado por un viejo iraquí que creía que Bremer era Bush. En sus memorias de 2006, Bremer dice que había informado del plan a altos personeros en Washington, pero no mencionó el intercambio de cartas con Bush.
El lunes, Bremer dejó en claro que no se sentía cómodo con ser descrito como un renegado por una serie de ex funcionarios de gobierno.
Bremer dijo que envió un borrador de la propuesta de orden el 9 de mayo antes de partir a su nueva posición en Bagdad, a Rumsfeld y otros altos personeros.
Entre otros que recibieron el borrador de la orden, dijo, estaban Paul D. Wolfowitz, entonces ministro de Defensa; Douglas J. Feith, entonces subsecretario de Defensa; el teniente general David D. McKiernan, entonces dirigiendo las fuerzas de la coalición en Iraq; y el Estado Mayor Conjunto.
Bremer dijo que había informado a Rumsfeld "varias veces" sobre el plan, y que su asesor en seguridad en Bagdad, Walter B. Slocombe, lo había discutido en detalle con importantes funcionarios del Pentágono y con altos oficiales de las fuerzas armadas británicas. Dijo que recibió detallados comentarios del estado mayor conjunto, no teniendo duda alguna de que entendieron el plan.
"Puedo agrega que no fue una decisión polémica", dijo Bremer. "El ejército iraquí había desaparecido y la única pregunta era si volverías a reconstituir al ejército. Abolir el ejército tendría dificultades muy prácticas, y acarrearía consecuencias políticas. El ejército había sido el principal instrumento de represión durante Saddam Hussein. Yo diría que fue una decisión correcta".
Se dice que el general McKiernan se sentía incómodo con el plan de Bremer de reconstruir desde cero, poco a poco, un nuevo ejército iraquí, sentimiento que compartía con otros oficiales norteamericanos.
El lunes Bremer dio a conocer al New York Times las cartas, después de leer que Bush es citado en un nuevo libro diciendo que la política americana ha sido de "mantener intacto al ejército iraquí", pero que "eso no ocurrió".
El desmantelamiento del ejército iraquí tras la invasión norteamericana es ahora considerado ampliamente como un error que provocó una rebelión entre cientos de miles de ex soldados iraquíes e hizo difícil la reducción del derramamiento de sangre sectario y ataques de insurgentes. Al dar a conocer las cartas, Bremer dijo que quería refutar la sugerencia en el comentario de Bush de que Bremer había actuado para desmantelar el ejército sin el conocimiento y la anuencia de la Casa Blanca.
"Tiene que quedar claro para todo el mundo que somos serios: que Saddam y los baazistas son pasado", escribió Bremer en una carta redactada el 20 de mayo de 2003 y enviada al presidente el 22 de mayo a través de Donald H. Rumsfeld, entonces ministro de Defensa.
Tras describir los intentos norteamericanos de remover a miembros del Partido Baaz [pan-árabe] de Saddam Hussein de las dependencias civiles, Bremer le dijo a Bush que él tomaría una decisión "paralela con una medida más robusta" para desmantelar a las fuerzas armadas iraquíes.
Al día siguiente, Bush contestó con una breve nota de agradecimiento. "Su liderato es evidente", escribió el presidente. "Usted ha hecho rápidamente un impacto positivo e importante. Usted cuenta con todo mi apoyo y confianza".
El mismo día, Bremer, en Bagdad, emitió la orden desmantelando a las fuerzas armadas iraquíes. Bush no mencionó la orden para abolir las fuerzas armadas y las cartas no muestran que aprobara la orden ni que supiera demasiado sobre eso. Bremer se refiere sólo fugazmente a su plan a mitad de camino en una carta de tres carillas y sin mencionar detalles.
En una entrevista con Robert Draper, autor del nuevo libro ‘Dead Certain', Bush suena como si la decisión le hubiera sorprendido, o al menos por la necesidad de abandonar el plan original de mantener al ejécito.
"La política hacía sido de mantener intacto el ejército, pero eso no ocurrió", dijo Bush al entrevistador. Cuando Draper preguntó al presidente cómo había reaccionado cuando se enteró de revocación de esa política, Bush replicó: "Bueno, no recuerdo. Estoy seguro de que dije: ‘Esta es la posición, ¿qué pasó?'"
Bremer indicó que había estado candente durante meses mientras otros funcionarios de gobierno se distanciaban de la orden. "Esto no surgió espontáneamente de mi cabeza", dijo en una entrevista telefónica el lunes, agregando que había enviado un borrador de la orden a altos personeros del Pentágono y lo había tratado " varias veces"con Rumsfeld.
Un funcionario de la Casa Blanca, que habló a condición de conservar el anonimato debido a que la Casa Blanca no comentará el libro de Draper, dijo que Bush había entendido realmente la orden y había reconocido en una entrevista con Draper que el plan original no era viable.
"El plan era mantener intacto al ejército iraquí, y eso es correcto", dijo el funcionario. "Pero para cuando Jerry Bremer anunció la orden, estaba bastante claro que el ejército iraquí no podía ser reconstituido, y el presidente entendía eso. Estaba reconociendo que eso no había salido de acuerdo a los planes".
Pero las cartas, combinadas con los comentarios de Bush, sugieren confusión en el gobierno sobre lo que fue una decisión con explosivas repercusiones.
En realidad, la carta de Bremer a Bush es impactante en su casi despreocupada referencia a una decisión más importante que era resistida por varios oficiales norteamericanos en Iraq. Algunos altos funcionarios, incluyendo al secretario de estado de la época, Colin L. Powell, han dicho luego que no supieron nada de antemano sobre la decisión.
El general Peter Pace, entonces vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, dijo en una reunión del Consejo de Relaciones Exteriores en febrero de 2004 que la decisión de desbandar el ejército iraquí fue tomada sin consultar a los jefes del estado mayor. "No se nos pidió su recomendación ni asesoría", dijo.
La referencia de la nota de Bremer a Bush se limita a una frase al final de un largo párrafo en una carta de tres páginas. La carta dedicaba bastante espacio a contar lo que Bremer describía como "un expresión casi universal de gratitud" del pueblo iraquí "a Estados Unidos y usted en particular por haber liberado a Iraq de la tiranía de Saddam". Luego contó que Bremer había sido besado por un viejo iraquí que creía que Bremer era Bush. En sus memorias de 2006, Bremer dice que había informado del plan a altos personeros en Washington, pero no mencionó el intercambio de cartas con Bush.
El lunes, Bremer dejó en claro que no se sentía cómodo con ser descrito como un renegado por una serie de ex funcionarios de gobierno.
Bremer dijo que envió un borrador de la propuesta de orden el 9 de mayo antes de partir a su nueva posición en Bagdad, a Rumsfeld y otros altos personeros.
Entre otros que recibieron el borrador de la orden, dijo, estaban Paul D. Wolfowitz, entonces ministro de Defensa; Douglas J. Feith, entonces subsecretario de Defensa; el teniente general David D. McKiernan, entonces dirigiendo las fuerzas de la coalición en Iraq; y el Estado Mayor Conjunto.
Bremer dijo que había informado a Rumsfeld "varias veces" sobre el plan, y que su asesor en seguridad en Bagdad, Walter B. Slocombe, lo había discutido en detalle con importantes funcionarios del Pentágono y con altos oficiales de las fuerzas armadas británicas. Dijo que recibió detallados comentarios del estado mayor conjunto, no teniendo duda alguna de que entendieron el plan.
"Puedo agrega que no fue una decisión polémica", dijo Bremer. "El ejército iraquí había desaparecido y la única pregunta era si volverías a reconstituir al ejército. Abolir el ejército tendría dificultades muy prácticas, y acarrearía consecuencias políticas. El ejército había sido el principal instrumento de represión durante Saddam Hussein. Yo diría que fue una decisión correcta".
Se dice que el general McKiernan se sentía incómodo con el plan de Bremer de reconstruir desde cero, poco a poco, un nuevo ejército iraquí, sentimiento que compartía con otros oficiales norteamericanos.
Michael R. Gordon contribuyó al reportaje.
26 de septiembre de 2007
3 de septiembre de 2007
©new york times
©traducción mQh
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