refugiados sin salida
El gobierno norteamericano rechaza a la mayoría de los refugiados iraquíes. ¿Incompetencia o indiferencia?
Iraq/Estados Unidos. En el curso del último año, se han hecho abundantes declaraciones, muchas de ellas por altos personeros del gobierno de Bush, sobre el deber moral de Estados Unidos en cuanto a ayudar a los más de dos millones de refugiados que han huido de Iraq, particularmente los que se han convertido en blancos por su colaboración con los estadounidenses. La credibilidad de Estados Unidos entre la población iraquí, en Oriente Medio y en todo el mundo dependerá de si el gobierno cumple su palabra. Ahora podemos juzgar los logros del gobierno por criterios establecidos por él mismo.
El gobierno de Bush prometió otorgar refugio a siete mil iraquíes durante este año fiscal, que terminó el 30 de septiembre; pero admitió apenas a 1.608. Proyecta aceptar a doce mil en el año fiscal 2008. (Suecia, que se opuso a la guerra de Iraq, ha admitido a más y planea reasentar a 20 mil iraquíes más solamente este año).
¿Por qué los retrasos? Hay muchos tecnicismos del tipo que sugieren que la Casa Blanca no tiene ninguna prisa a la hora de llevar a puerto seguro a los iraquíes. Si se preocupara de liberar a los refugiados de su purgatorio burocrático, el presidente Bush podría empezar llamando por teléfono al departamento de Seguridad Interior. En el escritorio del secretario Michael Chertoff languidecen varias reformas propuestas, incluyendo un proyecto respaldado por el embajador norteamericano en Iraq, Ryan Crocker, y grupos de derechos humanos, para permitir que los solicitantes de asilo sean entrevistados por videoconferencia antes que en encuentros cara a cara. Bush también podría abogar por más leyes: Un buen proyecto de ley todavía pendiente en la Cámara permitiría la admisión de quince mil iraquíes al año hasta 2011 y les haría posible solicitar asilo en la embajada estadounidense en Bagdad.
En los años noventa, el presidente Clinton salvó dos veces a los refugiados con un golpe de pluma, rescatando a más de 6.600 kurdos (aliados de los norteamericanos) que estaban siendo atacados por Saddam Hussein en el norte de Iraq y trasladándolos a Guam, donde se les concedió asilo, y transportando a más de cuatro mil kosovares a Ft. Dix, Nueva Jersey, para ser reasentados aquí. Es decidor que ninguna operación semejante se esté considerando mientras discutimos.
Muchos de los refugiados iraquíes se encuentran entrampados en una persistente pesadilla. Incluso los que ha sido atacados o secuestrados no pueden pedir asilo en Bagdad. Deben viajar a otro país -si pueden- antes de que puedan pedir ayuda a Naciones Unidas, el primer paso del proceso. Sin embargo, Jordania y Siria, los abrumados vecinos de Iraq, están haciendo lo que pueden para impedir la entrada de nuevos refugiados. Y los iraquíes que están viviendo en el limbo en muchos países, ya no cuentan con visas temporales, preguntándose si entrar en la clandestinidad o volver a Iraq.
Entretanto, Damasco no otorga visas a funcionarios de la Seguridad Interior de modo que puedan entrevistar a los iraquíes en Siria, donde residen ahora más de un millón de ellos. Los funcionarios deben entrevistar a todos los solicitantes, y quieren hacerlo en persona, y no por video, para cerciorarse de que no están admitiendo terroristas. Incluso si los funcionarios no pueden entrar a Siria, Estados Unidos podría cumplir fácilmente con la cuota de este año de doce mil iraquíes, con solicitantes idóneos en Jordania. Pero eso significa que los iraquíes empantanados en Siria -incluyendo a ex empleados de Estados Unidos- no serán acogidos.
La Casa Blanca puede desear que el aumento de tropas logre sofocar la violencia de modo que los refugiados puedan volver a casa. O quizás tema que las imágenes de los transportes pueden enviar el mensaje de que Estados Unidos está "perdiendo" a Iraq, o provocar una estampida de vitales trabajadores iraquíes que Estados Unidos todavía necesita allá. Con el histórico ejemplo de los palestinos ante sus ojos, Bush debe darse cuenta de que los amargados refugiados iraquíes empantanados en todo el mundo musulmán seguramente se sentirán traicionados por Estados Unidos -y la presión sobre los países anfitriones podría empezar un nuevo ciclo de miseria en Oriente Medio. Si Bush no pone fin a su cínica, despiadada y contraproducente política de retrasos, lo debería hacer el Congreso.
El gobierno de Bush prometió otorgar refugio a siete mil iraquíes durante este año fiscal, que terminó el 30 de septiembre; pero admitió apenas a 1.608. Proyecta aceptar a doce mil en el año fiscal 2008. (Suecia, que se opuso a la guerra de Iraq, ha admitido a más y planea reasentar a 20 mil iraquíes más solamente este año).
¿Por qué los retrasos? Hay muchos tecnicismos del tipo que sugieren que la Casa Blanca no tiene ninguna prisa a la hora de llevar a puerto seguro a los iraquíes. Si se preocupara de liberar a los refugiados de su purgatorio burocrático, el presidente Bush podría empezar llamando por teléfono al departamento de Seguridad Interior. En el escritorio del secretario Michael Chertoff languidecen varias reformas propuestas, incluyendo un proyecto respaldado por el embajador norteamericano en Iraq, Ryan Crocker, y grupos de derechos humanos, para permitir que los solicitantes de asilo sean entrevistados por videoconferencia antes que en encuentros cara a cara. Bush también podría abogar por más leyes: Un buen proyecto de ley todavía pendiente en la Cámara permitiría la admisión de quince mil iraquíes al año hasta 2011 y les haría posible solicitar asilo en la embajada estadounidense en Bagdad.
En los años noventa, el presidente Clinton salvó dos veces a los refugiados con un golpe de pluma, rescatando a más de 6.600 kurdos (aliados de los norteamericanos) que estaban siendo atacados por Saddam Hussein en el norte de Iraq y trasladándolos a Guam, donde se les concedió asilo, y transportando a más de cuatro mil kosovares a Ft. Dix, Nueva Jersey, para ser reasentados aquí. Es decidor que ninguna operación semejante se esté considerando mientras discutimos.
Muchos de los refugiados iraquíes se encuentran entrampados en una persistente pesadilla. Incluso los que ha sido atacados o secuestrados no pueden pedir asilo en Bagdad. Deben viajar a otro país -si pueden- antes de que puedan pedir ayuda a Naciones Unidas, el primer paso del proceso. Sin embargo, Jordania y Siria, los abrumados vecinos de Iraq, están haciendo lo que pueden para impedir la entrada de nuevos refugiados. Y los iraquíes que están viviendo en el limbo en muchos países, ya no cuentan con visas temporales, preguntándose si entrar en la clandestinidad o volver a Iraq.
Entretanto, Damasco no otorga visas a funcionarios de la Seguridad Interior de modo que puedan entrevistar a los iraquíes en Siria, donde residen ahora más de un millón de ellos. Los funcionarios deben entrevistar a todos los solicitantes, y quieren hacerlo en persona, y no por video, para cerciorarse de que no están admitiendo terroristas. Incluso si los funcionarios no pueden entrar a Siria, Estados Unidos podría cumplir fácilmente con la cuota de este año de doce mil iraquíes, con solicitantes idóneos en Jordania. Pero eso significa que los iraquíes empantanados en Siria -incluyendo a ex empleados de Estados Unidos- no serán acogidos.
La Casa Blanca puede desear que el aumento de tropas logre sofocar la violencia de modo que los refugiados puedan volver a casa. O quizás tema que las imágenes de los transportes pueden enviar el mensaje de que Estados Unidos está "perdiendo" a Iraq, o provocar una estampida de vitales trabajadores iraquíes que Estados Unidos todavía necesita allá. Con el histórico ejemplo de los palestinos ante sus ojos, Bush debe darse cuenta de que los amargados refugiados iraquíes empantanados en todo el mundo musulmán seguramente se sentirán traicionados por Estados Unidos -y la presión sobre los países anfitriones podría empezar un nuevo ciclo de miseria en Oriente Medio. Si Bush no pone fin a su cínica, despiadada y contraproducente política de retrasos, lo debería hacer el Congreso.
10 de octubre de 2007
4 de octubre de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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