bush amenaza con otra guerra
El loco del pueblo amenaza con Tercera Guerra Mundial.
Estados Unidos. Los aliados de Estados Unidos y cada vez más la opinión pública estadounidense están jugando un macabro juego de adivinanzas: ¿Logrará el presidente Bush dejar el cargo sin empezar una guerra con Irán? Bush está alimentando ansiosamente esos temores. Este mes mencionó la amenaza de la "Tercera Guerra Mundial" si Irán continúa con sus planes de producir un arma nuclear.
Con otra Casa Blanca, podríamos desechar estas palabras como mera postura - o contar con la cordura para llegar al final del día, o con las advertencias de generales fatigados o de un ministro de Defensa más racional que su predecesor. Pero con este tipo de gente no se puede.
Cuatro años después de una inútil invasión de Iraq, el presidente Bush todavía confunde las bravuconadas con lo que debe ser una estrategia militar. Se niega a hacer el difícil trabajo de la diplomacia -incluso a reconocer los desastrosos costos de sus acciones. Los candidatos republicanos a la presidencia han decidido aparentemente que la prueba crucial de un verdadero comandante en jefe es ver quién puede superar a la Casa Blanca en cuanto a soltar idioteces sobre Irán.
El planeta no debe permitir que Irán posea un arma nuclear, pero la solución no es fácil, y no es tampoco un ataque quirúrgico. Considerad Natanz, el sitio subterráneo desde donde Irán desafía al Consejo de Seguridad instalando miles de centrífugas para producir combustible nuclear. Los bombarderos estadounidenses las podrían destruir, ¿pero que hacemos con las centrífugas todavía más sofisticadas que el gobierno dice que Irán está ocultando? Más allá de los desastrosos costes diplomáticos y económicos, no es probable que una campaña de bombardeo retrase los esfuerzos de Irán en más de algunos años.
Los neocons que piden un ataque contra Irán admiten que la campaña de bombarbeos prolongados podría ser necesaria y probablemente sólo retrasaría el programa iraní. Sin embargo, todavía vale la pena, dicen, y si todos tenemos suerte los ataques pueden provocar esa insurrección popular contra los ulemas que han estado prometiendo durante años.
Ese es el mismo tipo de idea rosa que fue utilizado para convencer a los estadounidenses con fantasías sobre la invasión de Iraq. Grandes sectores de la población iraní están hasta la tusa con la corrupción y represión oficiales. Irán está siendo llamado un estado paria. Sin embargo, si se empieza a arrojar bombas estadounidenses, lo más probable es que los ulemas y Mahmoud Ahmadinejad, el presidente de Irán que niega el Holocausto, se conviertan en héroes nacionales. Y esto todavía sin calcular la indignación internacional ni el caos adicional que provocaría Teherán en Iraq ni qué pasaría con el precio del petróleo en el mercado internacional.
La secretaria de estado Condoleezza Rice es otra gran esperanza (después del ministro de Defensa Robert Gates) para impedir la guerra. Todavía quiere dar una posibilidad a las sanciones y a la diplomacia. Pero, como con todo lo demás, no hay modo de controlar de cerca su cumplimiento. Si las apuestas son realmente tan altas -y lo son-, Rice y su patrón deberían decir a Moscú, Pekín y a los europeos que las relaciones se juzgarán de acuerdo a si están dispuestos a ejercer mucho más presión que la actual sobre Irán.
También deben ofrecer a Irán una estrategia creíble para retroceder -y claras recompensas y garantías de seguridad si abandona sus ambiciones nucleares. Si es realmente importante -y creemos que lo es-, entonces es hora de enviar a alguien de mayor responsabilidad que el embajador norteamericano en Bagdad para entregar el mensaje.
Para que esta iniciativa tenga alguna posibilidad, Bush debería bajar el tono de su retórica. Un montón de esos países están dejando que la codicia nuble su buen juicio, cuando obstaculizan las restricciones comerciales con Irán. Pero es mucho más fácil de justificar cuando dicen que no darán al gobierno estadounidense una excusa para lanzar otra guerra.
Quizás tenga el país suerte y Bush escuche a los cansados generales. Pero no se trata solamente de sobrevivir el resto del mandato. Quince meses más de deriva diplomática darán a Irán quince meses más para descubrir cómo hacer un arma nuclear.
Con otra Casa Blanca, podríamos desechar estas palabras como mera postura - o contar con la cordura para llegar al final del día, o con las advertencias de generales fatigados o de un ministro de Defensa más racional que su predecesor. Pero con este tipo de gente no se puede.
Cuatro años después de una inútil invasión de Iraq, el presidente Bush todavía confunde las bravuconadas con lo que debe ser una estrategia militar. Se niega a hacer el difícil trabajo de la diplomacia -incluso a reconocer los desastrosos costos de sus acciones. Los candidatos republicanos a la presidencia han decidido aparentemente que la prueba crucial de un verdadero comandante en jefe es ver quién puede superar a la Casa Blanca en cuanto a soltar idioteces sobre Irán.
El planeta no debe permitir que Irán posea un arma nuclear, pero la solución no es fácil, y no es tampoco un ataque quirúrgico. Considerad Natanz, el sitio subterráneo desde donde Irán desafía al Consejo de Seguridad instalando miles de centrífugas para producir combustible nuclear. Los bombarderos estadounidenses las podrían destruir, ¿pero que hacemos con las centrífugas todavía más sofisticadas que el gobierno dice que Irán está ocultando? Más allá de los desastrosos costes diplomáticos y económicos, no es probable que una campaña de bombardeo retrase los esfuerzos de Irán en más de algunos años.
Los neocons que piden un ataque contra Irán admiten que la campaña de bombarbeos prolongados podría ser necesaria y probablemente sólo retrasaría el programa iraní. Sin embargo, todavía vale la pena, dicen, y si todos tenemos suerte los ataques pueden provocar esa insurrección popular contra los ulemas que han estado prometiendo durante años.
Ese es el mismo tipo de idea rosa que fue utilizado para convencer a los estadounidenses con fantasías sobre la invasión de Iraq. Grandes sectores de la población iraní están hasta la tusa con la corrupción y represión oficiales. Irán está siendo llamado un estado paria. Sin embargo, si se empieza a arrojar bombas estadounidenses, lo más probable es que los ulemas y Mahmoud Ahmadinejad, el presidente de Irán que niega el Holocausto, se conviertan en héroes nacionales. Y esto todavía sin calcular la indignación internacional ni el caos adicional que provocaría Teherán en Iraq ni qué pasaría con el precio del petróleo en el mercado internacional.
La secretaria de estado Condoleezza Rice es otra gran esperanza (después del ministro de Defensa Robert Gates) para impedir la guerra. Todavía quiere dar una posibilidad a las sanciones y a la diplomacia. Pero, como con todo lo demás, no hay modo de controlar de cerca su cumplimiento. Si las apuestas son realmente tan altas -y lo son-, Rice y su patrón deberían decir a Moscú, Pekín y a los europeos que las relaciones se juzgarán de acuerdo a si están dispuestos a ejercer mucho más presión que la actual sobre Irán.
También deben ofrecer a Irán una estrategia creíble para retroceder -y claras recompensas y garantías de seguridad si abandona sus ambiciones nucleares. Si es realmente importante -y creemos que lo es-, entonces es hora de enviar a alguien de mayor responsabilidad que el embajador norteamericano en Bagdad para entregar el mensaje.
Para que esta iniciativa tenga alguna posibilidad, Bush debería bajar el tono de su retórica. Un montón de esos países están dejando que la codicia nuble su buen juicio, cuando obstaculizan las restricciones comerciales con Irán. Pero es mucho más fácil de justificar cuando dicen que no darán al gobierno estadounidense una excusa para lanzar otra guerra.
Quizás tenga el país suerte y Bush escuche a los cansados generales. Pero no se trata solamente de sobrevivir el resto del mandato. Quince meses más de deriva diplomática darán a Irán quince meses más para descubrir cómo hacer un arma nuclear.
29 de octubre de 2007
©new york times
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