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murió françois-xavier lalanne


Escultor de animale surrealistas. A los 81.
[William Grimes] El 7 de diciembre murió en su casa en el pueblo de Ury, al sur de París, François-Xavier Lalanne, cuya colección de esculturas animales incluía un babuino de hierro fundido con una chimenea en su estómago, tórtolas gigantes que hacían las veces de sillones y una manada de dinosaurios de jardín. Tenía 81 años.
La familia no proporcionó informaciones sobre la causa de su muerte, que fue confirmada por su mujer, Claude.
Pintor de oficio, Lalanne creó su propia versión del surrealismo cuando, en 1964, reveló ‘Rhinocrétaire’, un rinoceronte vietnamita de tamaño natural, uno de cuyos lados se desplegaba como escritorio. Infinitamente creativo, generó todo un zoológico en las décadas que siguieron: un ‘pez paisaje’ diseñado para exteriores, con un agujero rectangular en el medio que enmarcaba la vista natural como se si tratase de una pintura; una mosca gigantesca, hecha de latón, acero y porcelana, que servía de inodoro; y, la obra más famosa de todas, veinticuatro ovejas cubiertas con pieles auténticas, algunas con caras, otras peludos almohadones sobre patas de cordero.
Dijo una vez que quería introducir la noción de utilidad a la escultura y desmitificar el arte, al que veía como un palacio de la risa antes que como catedral. De ahí las ovejas. "El mero hecho de que puedas sentarte sobre ellas reduce el riesgo de una devoción inapropiada", dijo una vez.

Lalanne nació en Agen, al sudoeste de Francia, y se educó con los jesuitas. A los dieciocho se mudó a París y se inscribió en la Academia Julian, donde estudió dibujo, pintura y escultura. Después de terminar el servicio militar obligatorio alquiló un taller en Montparnasse, junto al de Constantin Brancusi, que tuvo una decisiva influencia en su trabajo.
A través de Brancusi, Lalane conoció a artistas como Max Ernst, Jean Tinguely, Man Ray y Marcel Duchamp. Igualmente influyente en su arte fue su breve período como auxiliar en el Louvre, donde trabajó en las galerías dedicadas al antiguo Egipto y al arte asirio, rodeado de esculturas animales que lo miraban impasible desde el fondo de los tiempos.
Lalanne se las arreglaba para encontrar lo divertido de una situación. "Los martes, cuando el museo cerraba, me montaba sobre la estatua del toro Apis. No podía evitarlo", dijo.
En 1952 expuso sus retratos y paisajes en una galería de arte parisiense, pero decidió pronto que la pintura no le servía. Encontró un empleo como dibujante del arquitecto húngaro André Sive, que en la posguerra estaba haciendo trabajos de reconstrucción, pero que a mediados de los años cincuenta cambió de rumbo hacia una nueva carrera como escaparatista y decorador.
Lalanne conoció a su mujer, Claude Dupeux, en su exposición en la galería; se casaron en 1967. Además de su esposa, le sobreviven dos hermanos, Jean-Philippe y Michel; cuatro hijas -Dorothée, Caroline, Marie y Valérie; seis nietos; y cinco biznietos.

Juntos, los Lalanne llevaron la delantera en las bellas artes, y en su primera exposición juntos su rinoceronte escritorio compartió el espacio de la galería con los objetos de menor escala de ella, como un repollo con patas de pollo. Durante los siguientes cuarenta años, la mayor parte de los cuales la pasaron en una colección de talleres en Ury, trabajaron juntos, produciendo juntos algunas piezas. Un entusiasta mecenas de ambos fue Yves Saint Laurent, que puso varias de las ovejas de Lalanne en la biblioteca de su dúplex de París y cubrió las paredes con los espejos con motivos de azucena de Lalanne.
Aunque Lalanne era mejor conocido por sus escultura con juegos de palabras, también produjo muchas figuras animales serenas y fluidas -algunas de ellas evocativas de los trabajos de Brancusi o René Magritte, otras remontándose al arte funerario egipcio. Él y su esposa también crearon muchas obras de arte público, como los famosos dinosaurios -seis en total- de jardín del Paseo de la Calle Tres en Santa Monica, California.
Algunos de sus proyectos más intrigantes no fueron nunca realizados: una casa de vacaciones de ladrillo con la forma de una gigantesca cabeza humana; una catarata que descendía en una boca abierta; un buque de pasajeros en forma de pato.
Lalanne encontró en el mundo un ilimitado inventario de imágenes e ideas, y el acceso a las audiencias que ansiaba.
"Todos, en todo el mundo, pueden reconocer a los animales", dijo. "No tienes que explicar qué son o qué significan".

27 de diciembre de 2008
13 de diciembre de 2008
©new york times 
cc traducción mQh
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