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por qué apoyo el matrimonio homosexual


La oposición al matrimonio homosexual está construida sobre banalidades infundadas.
[Tom Suozzi] Cuando fui candidato a gobernador en las primarias demócratas contra Eliot Spitzer en 2006, apoyé las uniones civiles de parejas del mismo sexo, pero no respaldé la igualdad matrimonial. Entendía la necesidad de otorgar derechos iguales a homosexuales y lesbianas, pero como católico practicante también pensaba que el estado no debería infringir el derecho de las instituciones religiosas a ver el matrimonio de acuerdo a sus propias tradiciones. Pensaba que las uniones civiles de parejas del mismo sexo solucionarían tanto mis preocupaciones sobre la igualdad como sobre la libertad religiosa.
Estaba equivocado.
He escuchado muchos argumentos bien razonados y bien intencionados tanto a favor como en contra del matrimonio homosexual. Y al hablar con homosexuales y lesbianas y al oír historias de dolor, discriminación y amor, mis perogrulladas sobre las uniones civiles empezaron a sonar huecas. He luchado por encontrar la solución que mejor sirva al bien común.
Ahora apoyo el matrimonio homosexual. Este es un importante tema de debate en la legislatura del estado de Nueva York (aunque ahora los legisladores están algo distraídos), y espero que el matrimonio civil de parejas del mismo sexo sea aprobado este próximo mes.
Según la ley actual del estado de Nueva York las parejas del mismo sexo no tienen acceso al subsidio de desempleo, a seguros de vida y médicos y a las leyes de sucesión a que sí tienen acceso las parejas heterosexuales. Si el estado legaliza las uniones civiles de parejas del mismo sexo, esa discriminación terminaría, pero crearíamos un sistema separado y desigual.
Las uniones civiles tanto de parejas heterosexuales como del mismo sexo deberían ser iguales, pero este compromiso no parece probable en estos momentos. Pocas parejas homosexuales renunciarían a su matrimonio civil actual por una unión civil. Aunque algunos estados reconocerán las uniones civiles de todos, otros no lo harán, provocando problemas legales para las parejas de Nueva York. Los defensores del matrimonio homosexual no parecen aprobar tampoco un compromiso de ese tipo.
De acuerdo al último censo, hay en Nueva York cerca de cincuenta mil familias formadas por parejas del mismo sexo, muchas de las cuales se casaron en otros estados. Esos matrimonios son reconocidos como válidos por los tribunales de Nueva York. Como consecuencia, en Nueva York tenemos matrimonio del mismo sexo para algunos (aunque se haya realizado en otro estado) y ningún matrimonio en absoluto para parejas del mismo sexo.
Cualquier cambio en la ley de Nueva York puede, y debe, equilibrar la igualdad mientras al mismo tiempo se asegura de que las instituciones religiosas conserven su derecho a decidir si aceptan o no el matrimonio de parejas del mismo sexo. Siguiendo el ejemplo de Connecticut y Vermont, que incluyeron garantías para las instituciones religiosas cuando legalizaron hace poco el matrimonio homosexual, podemos garantizar que las iglesias no sean obligadas a consagrar matrimonios que no reconocen. Esto requerirá una cláusula fuerte sobre la libertad de que deben gozar las instituciones religiosas para no reconocer el matrimonio de parejas del mismo sexo, lo que también se aplica a la entrega de servicios y programas en instituciones de filiación religiosa.
Muchos matrimonios civiles no son considerados ‘santos’ por las instituciones religiosas porque no se ajustan a las reglas de la institución religiosa. Esos matrimonios no ponen en peligro la libertad religiosa. Deberíamos procurar que el matrimonio civil, que ha estado siempre separado del matrimonio religioso, siga siendo así.
Lo más importante es que homosexuales y lesbianas han sufrido durante demasiado tiempo la discriminación legal, la marginación social e incluso la violencia. Tienen derecho a un reconocimiento claro de su condición de igualdad como ciudadanos de un país fundado en el principio de que todos somo inherentemente valiosos. Al entregar el claro mensaje de que las parejas del mismo sexo no pueden seguir siendo tratadas como separadas y desiguales en Nueva York, también reduciremos la discriminación en la vida diaria. Si lo logramos, seremos todos mejores.
La igualdad del matrimonio civil debería, y lo será probablemente, aprobada debido a la creciente reluctancia a tolerar la desigualdad. La sociedad también se verá reforzada mientras más personas asumen la responsabilidad de otra en el matrimonio. Ahora yo aliento a otros que se oponen al matrimonio homosexual a reconsiderar las razones de su oposición, y a que consideren la posibilidad de cambiar su modo de ver la vida.

Tom Suozzi es ejecutivo del condado de Nassau.

14 de junio de 2009
12 de junio de 2009
©new york times 
cc traducción mQh
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