las urnas funerarias como arte
9 de febrero de 2010
Mientras más estadounidenses optan por la incineración, las urnas que contienen las cenizas son fabricadas con decoro y teniendo en cuenta la personalidad del difunto.
[Jeff Spurrier] Se pueden hacer de acero, con maderas flotantes, en tornos industriales o de sal, a mano, pero en última instancia todas esas urnas tienen dos propósitos en común: contener y sanar.Más que para ser incinerados, enterrados o colocados en un nicho, esos recipientes están destinados para ocupar un lugar en un sitio de descanso eterno más visible -quizás en la repisa de una chimenea, o en un estante de libros de la familia, o incluso en un lugar en el jardín.
Los muertos, sabes, están volviendo a casa. Aunque la mayoría de los estadounidenses todavía son enterrados en un ataúd, muchos de ellos optan cada vez más por la incineración. Las tasas han aumentado de 23.6 por ciento en 1997 a un proyectado 39 por ciento en 2010, de acuerdo a la Asociación Nacional de Directores de Funerarias de Estados Unidos, y la cifra se espera que llegue a un 60 por ciento hacia 2025. Con este aumento de la cremación, destaca el surgimiento de un campo relacionado: la urna funeraria como arte decorativo.
En estos días, hay urnas funerarias de todos los tipos, desde pequeños juegos -para una división más fácil entre los parientes- hasta enormes esculturas que pueden contener a toda una familia -tres o cuatro personas, todas juntas.
"Cada pieza es como una persona", dijo Maureen Lomasney, que dirige la galería de arte Art Honors Life en el condado de Sonoma, que se especializa en urnas funerarias. "Es como si estuvieras en una fiesta. Algunas personas llevan pantallas en la cabeza, otras hablan muy seriamente, algunas simplemente posan, bellas y elegantes. Pueden ser caprichosas, imponentes, encantadoras. Cada una tiene su propio carácter".
El crecimiento creativo de lo que ha sido una actividad apegada a la tradición se puede atribuir a varios factores. La cremación es considerada menos tabú por las religiones que en tiempos pasados. La práctica puede ser también menos cara que comprar un lote y montar un entierro. Quizás más importante es que las cenizas se pueden transportar. Las familias modernas que se mudan frecuentemente y se dispersan geográficamente pueden encontrar cómodo llevar al papá o la abuela con ellas antes que hacer raras excursiones a cementerios distantes.
Para Lomasney, en realidad el movimiento está recuperando el control sobre un proceso que es en gran parte incontrolable -eso, y hacer que la gente hable sobre la muerte, que es, dijo secamente, "un tema que tendemos a enterrar en este país". Haciendo de los artistas parte de la discusión hace que la gente se sienta más cómoda a la hora de hablar de pérdidas, dijo Lomasney. "Estamos convirtiendo en normal el tópico de la muerte, porque estamos presentando urnas que, en tanto que objetos bellos, ayudan a la gente a recordar a sus seres queridos".
Personificación
Andy y Melissa Mikulak, vecinos de San Diego, perdieron a su hijo Max, de siete años, en 2008 -murió por un neuroblastoma, un tumor maligno que ataca a los niños. Cuando llegó el fin y los Mikulak se encontraban en la funeraria hojeando catálogos de urnas, no vieron nada que fuera apropiado para Max. Al chico le gustaban los sables de luz y los aviones de guerra.
"El catálogo era muy insípido, con temas y formas previsibles", dijo Andy Mikulak.
Compraron algo para el momento y meses más tarde se contactaron con Chris Rizzo, un artista de Portland, Oregon, que trabajaba en una maestranza que hacía repuestos de alta tecnología para motocicletas. Los Mikulak se familiarizaron con sus trabajos artísticos en la página web de Lomasney, funeria.com, y aunque nunca antes habían comprado arte, la pareja habló con el artista y escogieron un diseño: un contenedor de aluminio que se parecía en algo al avión de guerra X-Wing de ‘La guerra de las galaxias’ [Star Wars].
"La instrucción original que le di a Chris era que debería parecer algo motorizado y rápido o que cayera de algo a gran velocidad", dijo Andy Mikulak. "Le enviamos fotos de los dibujos y las cosas de Max, y él lo interpretó en la urna que contiene sus cenizas. Tuvo un impacto positivo en el proceso de duelo. Fue una de las cosas que pudimos hacer porque lo podíamos controlar. Hojeando el catálogo de la funeraria te sientes como si te lo estuviesen imponiendo, como en el tratamiento del cáncer".
Para Rizzo, crear el objeto lo hizo sentir que había conocido a Max.
"Esta no fue una obra de arte normal, no es sólo un objeto en un pedestal", dijo Rizzo. "Aunque es un objeto de un metal duro, hay humanidad en él, y representa un vínculo entre la gente y entre mi trabajo y la persona cuyo cuerpo lo ocupará".
Rizzo gastó más de ochenta horas en el proyecto, procesando una sólida barra de aluminio de cuatro pulgadas de grosor en un proceso que se puede comparar con la escultura. También modeló una versión itinerante de madera para los Mikulak, porque la Administración de Seguridad del Transporte no permitió el ingreso al aeropuerto del modelo de metal.
El artista Tony Knapp, de Seattle, se monta en su kayak para recoger madera flotante en la Bahía de Elliott, la que remoja en tinta sumi y adorna con arcilla polimérica o cemento. Sus figuras son ligeramente caricaturescas, con un vago deje de Tim Burton -toscos muñecos con cabezas desmontables y huecos en sus estómagos para guardar recuerdos. Está trabajando en una serie de perros en la que la urna está hecha de acero negro, la tapa es un collar con púas y un hueso en la puerta da a un hueco donde se pueden meter fotografías.
"No estaría haciendo urnas si fueran simplemente un jarrón de galletas con tapa, encima de una repisa", dijo Knapp. "Eso es demasiado morboso. Si es un tipo con cara de loco que lleva sus propias cenizas encima de la cabeza..., eso aligera todo. Todos los baby boomers quieren destacarse. Incluso al final, queremos algún receptáculo caprichoso para nuestras cenizas".
La personificación es la piedra filosofal de la industria funeraria. Hay urnas con forma de tanques de gasolina de motos, bolos, bolsas de golf y botas de vaquero. La empresa online Cremation Solutions ofrece una urna que puede ser personalizada con una imagen en tres dimensiones del difunto (o el famoso o el super héroe de tu predilección) en un contenedor en forma de una cabeza calva, "lista para ponerle una peluca".
En octubre, Lomasney asistió a la feria de la Asociación Nacional de Directores de Funerarias, la primera vez que se arriesgó a exponer sus exclusivas urnas ante otros que podrían robarle sus diseños y conceptos. Contó que toda una procesión de proveedores de servicios funerarios se habían acercado a saludarla.
"Creo que hay más sensibilidad", dijo Lomasney por teléfono desde Boston. "Hay una creciente conciencia de que las familias andan buscando algo más evocativo y reflexivo, más de acuerdo con sus gustos que los frascos de metal tradicionales o los vasos cloisonné".
Urnas funerarias y relicarios creados por artistas representan más que una tendencia de decoración interior. Pueden sugerir el cambio de un marcador cultural básico, por modelos más acordes con las costumbres globales con
respecto a la pérdida de familiares y amigos.
En Estados Unidos, la muerte es un industria de once mil millones de dólares, pero sólo fuera del país se convierte la muerte en un decorado de todos los días, fácilmente reconocible en casa. En México los recuerdos adquieren la forma de altares del Día de los Muertos, calaveras de papel maché y esqueletos de barro en el estilo del celebrado artista José Guadalupe Posada. En Japón, donde los funerales están entre los más caros del mundo, los altares caseros llamados butsudan son los recordatorios cotidianos de los que han muerto. Yagiken, un fabricante con sede en Osaka de butsudan no religiosos, ofrece incluso una versión barata de un diseño danés, para aquellos que insisten en el estilo moderno en sus casas japonesas.
Influencia Local
Aquí en California del Sur, Lomasney y su página web Funeria tuvieron un temprano partidario en el Hillside Memorial Park and Mortuary de Los Angeles. El último lugar de descanso de muchas figuras judías de la industria del espectáculo, entre ellos Al Jolson y Aaron Spelling, Hillside es la única sucursal local de urnas Funeria. También ayudó a patrocinar ‘Ashes to Art: Scattered’, un torneo bienal de diseño realizado el año pasado en la galería Art Honors Life de Lomasney.
"Maureen tiene cosas que no me molestaría tener en la repisa, si tuviera una", dijo Mark Friedman, director ejecutivo de Hillside. "Son bellas y te consuelan, y quizás eso es lo mismo, te consuelan porque son bellas".
Con estas indicaciones en mente, Hillside aproximó al Otis College of Art and Design en Westchester, sugiriendo que la facultad ofrezca una clase sobre diseños de urnas. Michael Collins, presidente de diseño de productos en Otis, dijo que al principio estaba escéptico.
"Los estudiantes no se interesan en la muerte, ya que no forma parte de su vida diaria", dijo, agregando que "piensan que van a vivir para siempre".
Pero después de que los estudiantes visitaran Hillside y vieran las urnas funerarias de Funeria, se produjo una "comprensión transicional" en el curso sobre cómo pueden los productos comerciales ser más significativos, dijo el presidente del departamento Steve McAdam. "Esto no es lo mismo que decir: ‘Vamos a rediseñar las bicicletas’".
El curso tuvo un éxito instantáneo -por su tema y la experiencia en el mundo real que prometía. Los estudiantes tendrían a futuros clientes haciendo cola, y sus diseños podrían entrar en producción rápidamente. A principio de noviembre, Paul Goldstein, director de ventas en Hillside, hizo una visita para oír las primeras críticas de las urnas.
Aaron Audasiova hizo ‘Urna apilada’, compuesta de tres urnas circulares en forma de disco. El diseño evocaba las pequeñas pilas de piedras que se ven habitualmente en las zonas rurales de Oriente Medio y un recordatorio del legado nómada de los judíos. Las tres partes de la urna podían estar solas o atornilladas para formar una sola pieza. El disco más grande, abajo, fue diseñado para contener tierra de Israel, mientras que la pieza del medio contenía cenizas que se fueron depositando poco a poco en el fondo. El diseño podía ser adaptado para convertir la urna en colgante, como un incensario.
"La puedo visualizar colgando en el rincón de un cuarto muy fácilmente", dijo Joan Takayama-Ogawa, profesora de cerámica que supervisó la fase inicial de la producción. El profesor de diseño de productos, Randall Wilson, intervino: La urna podría hacerse con metal centrifugado, pero el molde permitiría un nivel de detalle más profundo. La tapa de la urna podría desprenderse para soportar una vela o incienso, dejando abierta la pregunta sobre las opciones ofrecidas al cliente.
"Es bueno tener algunas opciones, pero confunden si son demasiadas, y la gente ya está bastante confundida", dijo Goldstein, de Hillside. "Es difícil ser categórico. Lo principal es que te llame la atención, que alguien pueda decir: ‘La puedo imaginar [esa urna] en casa’".
Y eso es lo esencial para Hillside: Este arte es para ser visto.
"Creo que si la gente quisiera enterrarlas, no pedirían una pieza de arte única", dijo el director ejecutivo, Friedman. "Cuando la gente pone primero las cenizas en una urna, bella o no, todavía son muy frescas. Si la ves en una repisa ocho años después, esa crudeza desaparece y su significado ha cambiado".
23 de enero de 2010
©los angeles times
©traducción mQh
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