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viejas sexualidades


Erotismo y perversión en los últimos siglos. El autor examina la inscripción cultural de la sexualidad, desde la época victoriana, pasando por la ‘revolución sexual’ y hasta nuestros días.
[Enrique Carpintero] Es sorprendente que en la actualidad se hable sobre "nuevas sexualidades", que algunos denominan "neosexualidades": sólo tenemos que recorrer la literatura erótica de diferentes épocas para ver que lo nuevo es algo viejo, que siempre estuvo presente en nuestra condición humana. Claro, la sexualidad se mantenía como un secreto bien guardado, circulando por las profundidades de una subjetividad que debía disimularlo. Evidentemente esta situación ha cambiado.
La sexualidad de la época victoriana, desde la cual Freud construyó el psicoanálisis, se sostenía en inhibiciones y represiones que eran la base de una serie de síntomas especialmente agudos en la época. La sociedad burguesa del siglo XIX definió nuevas reglas de juego para los placeres, que no estaban ya en manos de la religión, sino de la ciencia médica, en la cual se apoyaban los Estados modernos que consideraban un deber gobernar las prácticas sexuales para establecer que era "normal" y "patológico". Como dice Elizabeth Roudinesco: "El discurso positivista de la medicina mental propone a la burguesía triunfante la moral con la que no ha dejado de soñar: una moral relativa a la seguridad pública modelada por la ciencia y ya no por la religión. Por disciplinas derivadas de la psiquiatría, la sexología y la criminología reciben, de hecho, la misión de explorar en su totalidad los aspectos más sombríos del alma humana".
Los escritos médicos de la época, para describir la sexualidad considerada "anormal", crean una lista impresionante de términos derivados del griego y del latín: zoofilia, coprofagia, pedofilia, a tergo, cunnilingus, etcétera. En 1886, el médico austríaco Richard von Krafft-Ebing llevó a cabo una síntesis sobre las diferentes prácticas sexuales en su obra ‘Psychopathia sexualis’.
El objetivo era establecer una separación clara entre una sexualidad denominada "normal", al servicio de la procreación, de la felicidad de las mujeres en el matrimonio y la maternidad, y del hombre como pater familiae, y una sexualidad "anormal" que se asocia con la enfermedad, la muerte y la búsqueda del placer absoluto. Esta sexualidad anormal se podía encontrar en la mujer histérica que, al "simular" sus síntomas, evitaba la responsabilidad de la maternidad. Pero el verdadero paradigma de la perversión era la homosexualidad, así como la masturbación.
Para el discurso médico positivista, el homosexual era el mayor de los perversos, ahora desde el punto de vista biológico. Sin embargo, no era considerado un enfermo, ya que se burlaba de las leyes de la procreación. De allí que, para desenmascarar al homosexual, se lo tratara de convertir en un criminal, un perverso sexual alienado, un violador de niños.
Thomas W. Laqueur, en ‘Sexo solitario. Una historia cultural de la masturbación’, cuenta cómo la masturbación se transformó en una enfermedad. En la antigüedad, apenas si era mencionada como un problema. En 1712, en Inglaterra, el cirujano John Marten, un charlatán y estafador necesitado de dinero, publicó un folleto donde relataba los infinitos males que el onanismo traería a quien lo practicara. El texto tuvo un éxito inmediato. Su fama llegó a Francia, donde el médico Samuel A. D. Tissot publicó en 1760 ‘El onanismo. Disertación sobre las enfermedades producidas por la masturbación’.
La tradición del siglo XVIII, que mezclaba medicina con pedagogía moral, propagó la versión del vicio solitario. Jean-Jacques Rousseau la condenó en sus ‘Confesiones’, y en su obra pedagógica ‘Emilio’ la considera una de las más grandes amenazas a la integridad moral del sujeto. Voltaire siguió su ejemplo. La nueva "enfermedad" se convirtió en un adjetivo para señalar exceso de imaginación, falta de seriedad y un alejamiento de la razón o de una conducta educada.
Como dice Laqueur, "tres cosas convierten el sexo solitario en antinatural. Primero, no era motivado por un real objeto de deseo sino por la fantasía; la masturbación amenazaba con imponerse a la más proteica y potencialmente creativa de las facultades de la mente, la imaginación, y llevarla a un precipicio. Segundo, mientras cualquier otro tipo de sexo era social, la masturbación era privada o, cuando no se la practicaba a solas, era social de mala manera: sirvientes perversos la enseñaban a los niños; perversos niños mayores la enseñaban a los más pequeños e inocentes; muchachas y varones en las escuelas la enseñaban fuera de la supervisión de los adultos. Y tercero, a diferencia de otros apetitos, la urgencia por masturbarse no podía ser saciada ni moderada. Practicada a solas, guiada sólo por las creaciones de la propia mente, era una transgresión primitiva, inevitable, seductora, incluso adictiva y fácil. De pronto, cada hombre, mujer o niño parecía tener acceso a los ilimitados excesos de la gratificación que pudo ser privilegio de los emperadores romanos.
El combate contra la masturbación fue uno de los principales esfuerzos en la guerra librada por asegurar la correcta y medida privacidad de la naciente burguesía. Esta perspectiva se afianzó en la cultura victoriana. Su mundo erotizado era incontrolable, ya que la vida privada debía mantener las apariencias que la burguesía capitalista, en su primera época, dictaba para la vida pública. Ambos mundos necesariamente tenían que coincidir. Para ello, basaba su dominio en una lógica por la cual los sujetos debían intentar la represión y autodisciplina en sus manifestaciones sexuales. Los códigos sociales de la cultura medían la vida privada de los sujetos a costa de mantener en secreto el deseo sexual cuyas consecuencias sintomáticas Freud pudo dar cuenta en la clínica y los desarrollos teóricos del psicoanálisis.

Contraculturas
Recién a mediados del siglo XX podemos encontrar el primer estudio sistemático sobre la sexualidad, realizado por Alfred Kinsey. Basado en una investigación en la que participaron más de 12 mil personas, sacó a la luz los hábitos sexuales de la población de Estados Unidos, en dos libros clásicos: ‘Conducta sexual del hombre’ (1948) y ‘Conducta sexual de la mujer’ (1953). En los años ’60, Willian Master y Virginia Johnson iniciaron sus estudios controlados de laboratorio, publicados en ‘Respuesta sexual humana’ (1966).
En 1964, Robert Stoller utilizó por primera vez el concepto de género para estudiar el transexualismo y las perversiones sexuales desde la perspectiva del kleinismo y la psicología del self. Más tarde, esta noción se generalizó desde diferentes perspectivas para afirmar que el sexo es siempre una construcción cultural, sin relación directa con la diferencia biológica. De allí la idea de que cada sujeto podría cambiar de sexo según el género o el rol que se asigna a sí mismo. En los ’70, Shere Hite produjo el llamado "Informe Hite" sobre sexualidad femenina.
Estos trabajos de investigación formaban parte del clima de los 60 y 70, cuando una "contracultura" se opuso a la cultura dominante. Este movimiento, si bien incluía a una minoría de la población, expresaba las ideas, fantasías y deseos de la época, cuya significación produjo transformaciones en la subjetividad. Los movimientos gay se organizaron para luchar por sus reivindicaciones. Los grupos feministas llevaron a una revolución en cuanto al sometimiento de la mujer a una cultura patriarcal. La revolución sexual, impulsada por la píldora anticonceptiva, de venta autorizada a partir de 1960, permitía libertades, y la familia dejaba de ser el fin último de la pareja. Sin embargo, el feminismo de la igualdad equiparaba la sexualidad femenina con la masculina, ignorando cualquier diferencia en las mujeres. De esta manera la sexualidad seguía centrada en la genitalidad y en el mito del orgasmo vaginal como modelo de la salud sexual considerada como normal.
En los ’80 comienza un avance en las luchas feministas, al proponer la apropiación de la experiencia subjetiva de la mujer por fuera de la sexualidad heterosexual patriarcal. La sexualidad de la mujer comienza a considerarse distinta a la del hombre y el cuerpo femenino aparece erotizado en su totalidad. También los varones reivindican una sensualidad repartida en todo el cuerpo. Además aparecen reivindicaciones de identidad de género: hombre, mujer, transexual, transgénero, travesti, intersexual, queer, que rompen el modelo binario masculino-femenino.
La heterosexualidad como modelo hegemónico a partir del cual la psiquiatría transformó el pecado en enfermedad ha perdido parte de su lógica en la cultura del capitalismo mundializado. Esta se sostiene en la ruptura del lazo social; el individualismo negativo ha transformado el deseo sexual, que debe ser vendido según las leyes del mercado capitalista.
El mandato de la actualidad de nuestra cultura, a través de superyó, no convoca a gozar, como nos quieren hacer creer. Por el contrario convoca a protegernos de la amenaza de desamparo que la misma cultura produce. Doble juego que lleva a un camino sin límite. La agresión no es interiorizada como "conciencia moral", ya que todo está permitido en la búsqueda de la utopía de la felicidad privada. La agresión se libera contra el yo y contra el otro, pues la ética que sostiene nuestro ser es reemplazada por el tener y ofrecerse como un fetiche mercancía, que adquiere la ilusión de protegernos de los infortunios de la vida. Es decir, de nuestra finitud.
Si, en la época victoriana, la vida privada debía coincidir con lo que la cultura hegemónica dictaba para la vida pública, en la actualidad ocurre lo contrario. La vida privada se ha privatizado, en el orden del mercado. Es importante en la medida que pueda ofrecerse como una mercancía. Es en el espacio público donde tenemos que encontrar los valores de nuestra intimidad, medidos según las leyes de la economía de mercado. De esta manera, las relaciones humanas se miden como una mercancía y sus actividades se enuncian como un buen o mal negocio. Allí todo vale. Lo paradójico es que en este shopping en que se ha convertido la sociedad nadie vende nada. En este reality show, el éxito es efímero. Los negocios donde se ofrecen afectos, emociones, ideas conocimientos, amistad y sueños no funcionan. Algunos cierran y se abren otros, con nuevas vidrieras que se convierten en espejismos para negar una realidad donde predominan el desamparo y la soledad.
Estamos en una época donde la sexualidad ha salido de los placares. De un secreto, pasó a ser preciado objeto de consumo: una sexualidad evanescente, fácil de ser intercambiada en el mercado de las relaciones sociales. Allí podemos encontrar las diferentes manifestaciones de la sexualidad, con nombres actuales y atractivos: gran-bang, petes, swingers, etcétera. Pero sus efectos en la subjetividad cuestionan la centralidad de los paradigmas iniciales en los que se construyó el psicoanálisis. Hoy, todas las características de la heterosexualidad patriarcal han sido puestas en crisis. La pareja heterosexual no es la condición para la reproducción, ya que la reproducción se ha separado de la sexualidad a través de la fecundación asistida. Las mujeres no necesitan a los hombres para la crianza de los hijos, a partir de su incorporación al mercado capitalista. Esto ha llevado al aumento de parejas sin hijos, el incremento de hogares monoparentales, la aceptación de mujeres que llevan adelante solas la maternidad, el aumento de parejas homosexuales con o sin hijos, el sexo virtual que elude el cuerpo del otro. Este proceso, que ha afianzado mayores libertades individuales al romper prejuicios y tabúes de otras épocas, ha traído nuevos problemas. Uno de ellos es que la sexualidad que propone la cultura se ha disociado de los afectos. Esta sexualidad evanescente ha dejado a la mujer y al hombre solos frente al otro, ya que podemos tener encuentros sexuales pero no intersubjetivos. Su resultado es dejarnos cada vez más solos e insatisfechos, al quedar atrapados por relaciones desubjetivadas donde se han perdido los parámetros del erotismo. La sexualidad, al no tener la fuerza para la transgresión del erotismo al servicio de la vida, queda domeñada por la perversión, efecto de la muerte como pulsión. Es decir, una sexualidad que se expresa como renegación del corte y de la muerte; que se le impone al sujeto como actos repetitivos. Una sexualidad sostenida en el sometimiento y la destrucción del otro. En definitiva, una sexualidad que produce un proceso de desestructuración subjetiva. Parafraseando a Freud, podemos decir que la perversión es el negativo del erotismo.
Tener en cuenta una sexualidad plural nos lleva a revisar algunas cuestiones: 1) la pérdida de centralidad de la diferencia sexual como determinante exclusivo de la identidad subjetiva del sujeto; 2) la resolución del Complejo de Edipo como organizador de la normalización de la cultura debe ceder a una resolución dinámica propia de la "anormalidad" que nos hace humanos. Su protagonismo tiene que dar cuenta de procesos más tempranos ligados a ese vacío que nos constituye en tanto seres finitos; 3) la actualidad del campo de lo sexual se ha abierto a formas que no pueden seguir siendo calificadas de patológicas. De allí la necesidad de diferenciar claramente el erotismo de la perversión. No es la relación con una norma lo que determina lo propio de las perversiones, sino una sexualidad al servicio de la muerte como pulsión. Su contrario son las variaciones de la sexualidad humana al servicio del Eros, de la vida. Transcribo un fragmento de ‘El mal de la muerte’, de Marguerite Duras:
Hasta esa noche usted no había entendido cómo se podía ignorar lo que ven los ojos, lo que tocan las manos, lo que toca el cuerpo. Descubre esa ignorancia.

Usted dice: No veo nada.
Ella responde. Duerme.
Usted la despierta. Le pregunta si es una prostituta. Con una señal de que no.
Le pregunto por qué ha aceptado el contrato de las noches pagas.
Ella responde con una voz aún adormecida, casi inaudible: Porque en cuanto me habló vi que le invadía el mal de la muerte. Durante los primeros días no supe nombrar ese mal. Luego, más tarde pude hacerlo.
Le pide que repita otra vez esas palabras: el mal de la muerte.
Le pregunta cómo lo sabe. Dice que se sabe sin saber cómo se sabe.
Usted le pregunta: ¿En qué el mal de la muerte es mortal?
Ella responde: En que el que lo padece no sabe que es portador de ella, de la muerte. También en que estaría muerto sin vida previa al que morir, sin conocimiento alguno de morir a vida alguna.

Texto extractado de un artículo que aparecerá en el próximo número de la revista Topía.

30 de julio de 2009
©página 12 h
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indigencia, retrato de familia


Recesión afecta cada vez más a familias de dos padres.
[Chris L. Jenkins] Robert Polight se inclinó sobre una cacerola eléctrica en un rincón del Cuarto 27 en el Motel Breezeway, revolviendo la salsa del plato favorito de su familia: espagueti. Coló los fideos en el lavamanos del baño del atiborrado cuarto.
Su esposa, Joshalyn James, recién acababa de cortar la salchicha en la mesa de café y se atareada limpiando. Jake -el hijo de 6- jugaba tranquilo un videojuego, y Haira, la niña, 12, se reía hablando por teléfono.
Desde que se hicieran indigentes, la cena, incluso en estas circunstancias, ha dado a la familia una sensación de estabilidad.
El condado de Fairfax paga 65 dólares para que la familia aloje en el motel de los años cincuenta mientras espera que quede un hueco en un albergue municipal. La familia fue desalojada de una casa de alquiler en Spotsylvania después de que Polight perdiera su trabajo en un almacén y él y James no llegaran a fines de mes con su salario como asistente médico.
Después de pasar un mes en casa de un pariente, dos noches en el Toyota de seis años de la pareja y tres noches en un refugio de emergencia, la familia ha tratado de hacerse un hogar en un ventoso cuarto de hotel, con sus muebles cascados y desteñidos y la pintura descascarada. Las pertenencias de la familia se amontonan en un rincón, en bolsas de basura.
Es una dura caída de la cómoda vida de familia que llevaban cuando Polight y James ganaban cerca de sesenta mil dólares al año.
"Pero estamos juntos", dijo Polight, 44. "Estamos juntos, y todos estos desplazamientos, las cosas guardadas y eso, no durará mucho tiempo... esperamos. Toda esta situación te hace ver lo cerca que estás de perderlo todo: casas, juguetes de los niños, ropa".
Durante casi una generación, la cara de la indigencia en Estados Unidos ha sido la de un hombre o mujer que vive en la calle y pide monedas. Pero con la crisis de los desalojos, el receso en la economía y el creciente empleo, los defensores de los indigentes dijeron que han visto a más familias de dos padres buscando albergue.
Muchos de los nuevos indigentes son arrendatarios cuyos caseros fueron embargados, miembros de familias en las que un padre perdió el trabajo o trabajadores mal pagados que vivían precariamente ya antes de perder sus trabajos. Los expertos que estudian la indigencia y la pobreza dicen que el aumento de las familias indigentes ilustra lo severa que ha sido la crisis económica para las familias de clase media y de trabajadores y cómo el empeoramiento de la economía está empujando a la gente hacia la pobreza.
Un estudio que será dado a conocer mañana por los grupos de investigación Commonwealth Institute y Voice for Virginia’s Children, de Richmond, concluye que si la tasa nacional de desempleo llega al nueve por ciento en otoño, unos 218 mil virginianos podrían estar por debajo de la línea de pobreza, incluyendo a 73 mil niños. Un análisis similar de Maryland Budget y el Instituto de Política Fiscal calculó que Maryland podría tener 189 mil familias deslizándose por debajo de la línea de la pobreza.
Las cifras sobre el total de indigentes en la región de Washington no estarán disponibles sino en la primavera, pero los albergues en los condados de Prince William, Arlington y Fairfax, han informado sobre aumentos en el número de familias de dos padres. Activistas en el condado de Prince George y funcionarios en el condado de Montgomery informan que hay más familias indigentes, pero no un aumento marcado de familias indigentes de dos padres.
Los aumentos son más pronunciados en los condados golpeados más duramente por la crisis de la vivienda. En Prince William, dijeron funcionarios, el 26 por ciento de las 290 familias que se habían quedado en albergues de los condados desde el 1 de julio eran familias de dos padres. En el año fiscal 2008, las familias con dos padres constituían el 17 por ciento de cerca de 384 familias que se quedaron en los albergues.
"Son los tipos de familias que vemos ahora", dijo Cheri Villa, directora ejecutiva de Serve, una agencia de servicios sociales y albergue en el área de Manassas. Dijo que la agencia ha visto más familias "intactas" a mitad del año fiscal que el año pasado. Eso no incluye a familias que la agencia rechaza cuando el albergue se queda sin camas, dijo.
"Podríamos estar hablando de muchas, muchas más".
En Fairfax, los albergues están informando sobre cifras más altas de familias de dos padres que en años anteriores. Casi el 30 por ciento de las 167 familias que se quedaron en albergues del condado desde el 1 de julio se componían de dos padres, desde cerca del 20 por ciento en años anteriores.
"Realmente, son problemas económicos", dice Caroline Jones, directora de servicios al cliente en Doorways for Women and Children en Arlington, que reportó un aumento triple en ese tipo de familias. "Uno de los padres pierde el trabajo, la familia ya no puede pagar el alquiler, no tienen familia a la que recurrir y son desalojados". Aumentos similares se han reportado en todo el país.
Muchas familias viven ahora en situaciones precarias por primera vez y les es difícil ajustarse. Polight y James, 31, con un matrimonio de doce años, dijeron que les tomó semanas aceptar que habían perdido casi todo. Se habían mudado a Virginia del Norte desde Brooklyn, Nueva York, por las escuelas. Su hija había sido atacada en su escuela en Nueva York el año pasado, y querían un ambiente más seguro.
Esperaban que las cosas volvieran a ser como eran cuando la familia vivía en Loudoun durante cuatro años a principios de la década. Entonces entre ambos hacían sesenta mil dólares y alquilaban una modesta casa en Ashburn. Polight tenía un trabajo estable en Home Depot, y él y James pudieron comprar dos coches usados para ir al trabajo y cumplir sin problemas con las obligaciones familiares.
Pero como muchas otras parejas de clase trabajadora, debían tomar decisiones difíciles. En 2006, el ingreso de la familia estaba aumentando, y estaban cerca de ganar demasiado dinero para poder acogerse a la ley de guarderías. Calcularon el coste extra del cuidado de niños -360 dólares a la semana por los dos niños- y concluyeron que era un gasto que no te podías permitir.
"Otro vez el alquiler", dice Polight, sacudiendo la cabeza.
Así que los neoyorquinos nativos volvieron a casa, sabiendo que los parientes podrían ayudarles con el cuidado de los niños y que podrían ganar más dinero que en Virginia. Pero entonces decidieron que Nueva York no era un buen ambiente para su hija, y tuvieron que volver a elegir: ¿guardería gratis o mejores escuelas? Optaron lo último.
"Siempre pensamos que estábamos haciendo lo mejor por nuestras familias", dijo James. "Supongo que lo que encontramos cuando volvimos es que las cosas son diferentes. Ahora no hay trabajo. Pensamos que podríamos sobrevivir como hemos hecho siempre".
El shock llegó cuando fueron desalojados de su casa en Spotsylvania y tuvieran que empeñar los videojuegos, los reproductores MP3, un estéreo y un televisor.
"Creo que estuve dos semanas en cama", dijo James. "Yo... no era yo mismo, yo soy un buen trabajador y me gusta trabajar, pero no podía aceptar lo que estaba pasando.
"La cosa es que lo planeamos", dijo James, que trabajó como asistente en Spotsylvania hasta octubre, cuando terminó su contrato. Las finanzas de la familia mermaban y no renovó el contrato. En lugar de eso, ella y Polight decidieron mudarse a Fairfax, pensando que allá sería más fácil encontrar trabajo. Ahora solo tenían un coche y quedarse en el área de Spotsvylvania no era práctico si Polight también andaba buscando trabajo.
Polight y James se están ajustando a su vida ambulatoria; las circunstancias se ven mejor. Después de presentar decenas de formularios, Polight debe empezar mañana en un trabajo como oficinista, a diez dólares la hora, en Tysons Corner. James está a punto de comenzar a trabajar en una consulta de pediatra por quince dólares la hora. Pero una casa permanente no está en su futuro inmediato.
Polight y James a menudo dudan de su decisión de dejar Virginia, en primer lugar. Han tratado de que las cosas parezcan más o menos normales, para los niños -para que se concentren en la escuela y no piensen en su situación-, pero es difícil. Han cambiado dos veces de cuarto y dos veces se ha apagado la calefacción. Ahora comen con tenedores de plástico de McDonald’s.
Así que hacen concesiones. Jake, por ejemplo, tuvo un mal día en la escuela y estaba alterada, así que dejó jugar a James un videojuego, que normalmente le está prohibido durante la semana. En cuanto a su cumpleaños, la familia reunió cincuenta dólares para comprar un PlayStation usado en la casa de empeños.
"No quieres echarlo a perder, pero al mismo tiempo, ha pasado por un montón de cosas... Todos nosotros", dijo. "Pero todos necesitamos recordar que somos una familia y que haremos lo que sea para salir juntos de esta".

17 de julio de 2009
16 de febrero de 2009
©washington post
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murió alexis arguello


Ganó tres títulos mundiales de boxeo. A los 57. Arguello fue encontrado muerto el miércoles temprano en Managua, Nicaragua, donde fue elegido alcalde el año pasado. Tenía un impacto de bala en el pecho.
[Kevin Baxter] Alexis Arguello, que ganó tres títulos mundiales de boxeo en el ring, pero perdido varios rounds con demonios personales fuera de las cuerdas, fue encontrado muerto el miércoles temprano en su casa en Managua, Nicaragua. Tenía 57 años.
La policía está investigando la muerte y la autopsia debe realizarse todavía, según una portavoz del gobierno. Arguello, que fue elegido alcalde de la ciudad más grande de Nicaragua el año pasado, sufrió una herida en el pecho, por impacto de bala. Según fuentes oficiales, varios órganos de prensa dijeron que Arguello se había suicidado.
El gobierno declaró tres días de duelo en Nicaragua, donde Arguello era considerado ampliamente como el atleta más grande en la historia del país. Su ataúd, acompañado por una escolta policial, fue paseado por las principales calles de la capital el miércoles tarde, permitiendo que los ciudadanos prestaran sus respetos.
"Era todo un caballero", dijo el miércoles Bob Arum, antiguo promotor de Arguello. "Después de las peleas que yo le organizaba, una hora después de la conferencia de prensa, se aparecía por mi suite de chaqueta y corbata y me agradecía. Nadie hizo eso antes.
"Tenía un origen bravo, pero se comportó siempre como un caballero. La gente se olvidaba que era un atleta encantador".
Arguello ganó 82 de noventa peleas profesionales, 65 por knockout, en una carrera que terminó con su inducción en el International Boxing Hall of Fame. Considerado el mejor boxeador del mundo durante gran parte de su carrera, el delgado Arguello nunca perdió en 58 kilos y fue el sexto en ganar títulos mundiales en tres categorías: peso pluma, super pluma y peso liviano.
Sin embargo, la pelea más memorable de Arquello terminó en derrota, cuando Aaron Pryor lo derrotó po knockout en el round número 14 en una épica ronda de peso welter junior en 1982 en el Orange Bowl de Miami, que muchos consideran una de las mejores de todos los tiempos. La victoria fue eclipsada por la controversia después de que el entrenador de Pryor, Panama Lewis, le diera a beber al boxeador una botella de agua que se decía que contenía una substancia ilegal. Pryor rechazó las acusaciones y se midió con Arguello en un combate un año más tarde en el Caesars Palace en Las Vegas, noqueándolo en el décimo round.
Arguello se retiró después de su segunda derrota con Pryor, pero tuvo dos breves retornos -el primero en 1985 cuando ganó dos peleas, y nuevamente en 1994, antes de retirarse definitivamente.

Uno de los ocho hijos de un zapatero y su esposa, Arguello nació el 19 de abril de 1952. Creció en las calles de los barrios más pobres de Managua en una pobreza tan aguda que cuando Arguello tenía cinco años, su padre trató de suicidarse saltando en un pozo abandonado. Cuatro años después, los padres de Arguello le dijeron que no podían seguir enviándolo a la escuela, así que el niño se escapó para ir a trabajar en una granja de vacas lecheras.
Arguello con frecuencia atribuía a su infancia difícil haberle dado la fuerza que necesitaba para sobrevivir en el ring. Pero también sufrió miserias de otro tipo.
Con su país arruinado por la guerra civil a fines de los años setenta, el hermano de Arguello, Eduardo, se unió a los rebeldes sandinistas. Pero poco antes del fin de la guerra Eduardo fue herido, capturado y quemado vivo por las tropas de gobierno.
Sin embargo, eso no le ganó la simpatía de los sandinistas, y después de que los rebeldes conquistaran el poder en 1979, confiscaron todo que había dejado atrás, incluyendo dos casas, una lancha, dos coches de lujo y su cuenta bancaria, mencionando una fotografía del boxeador posando con el odiado dictador Anastasio Somoza en un desfile como prueba de su simpatía por el gobierno.
"Yo no estaba posando con Somoza’, dijo Arguello años después. "Él estaba posando conmigo".
En Miami la paz también eludió a Arguello, donde soportó tres fracasos matrimoniales y un encontronazo con la bancarrota. Ahí es también donde hizo frente a sus rivales más duros: las drogas y el alcohol, enemigos que lo seguirían de cerca durante toda su vida, en la que a menudo, como su padre, habló sobre el suicidio.
Después de que los sandinistas lo sacaran del poder, Arguello volvió a casa para abrir un gimnasio y dirigir el programa de boxeo amateur del país.
En los últimos años se había aliado con el partido sandinista, llegando a ser alcalde de Managua en 2004, y a portar la bandera nicaragüense en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekín el verano pasado, y ganar luego la elección de alcalde de Managua en noviembre.
Le sobreviven nueve hijos.

15 de julio de 2009
2 de julio de 2009
©los angeles times 
cc traducción mQh
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sobre el asesinato de pasolini


Un mar de dudas. A 34 años del asesinato de Pier Paolo Pasolini, en Italia se editan libros, se estrenan documentales y se propone reabrir el caso con el fin de probar la hipótesis de que fue un crimen político.
[Ernesto Meccia y Andrea Meccia] ¿Qué sentido tiene, luego de 34 años, escribir sobre el asesinato de Pier Paolo Pasolini? En su momento circularon dos versiones: una, que había sido víctima de un atentado político; otra, que había sido víctima de su amante, un adolescente que, entre otras cosas, se dedicaba a la prostitución masculina. Una de las dos versiones parece haber triunfado sobre la otra. Veremos qué importancia tiene esto sobre el presente, sobre el modo de aceptar la homosexualidad siempre y cuando se la niegue.
Pasolini fue el intelectual más prominente en la Italia posterior a la Segunda Guerra Mundial. Poeta, ensayista, dramaturgo, novelista, pintor, aunque célebre en todos los medios por su obra cinematográfica, también fue conocido a causa de sus controvertidas tomas de posición política. Una especie de pulsión contestataria hizo que no esquivara ningún tema: fue crítico del Partido Comunista y denunciante de la Democracia Cristiana Italiana (famosa por sus acuerdos con la mafia), denunció la herencia de los años del fascismo y de la ideología clerical en la Italia moderna y secular de sus días, desestimó las promesas libertarias de Mayo del ’68 (pensaba que era solamente una rebelión de la pequeña burguesía universitaria en contra de sí misma), se opuso a la sanción de una ley para el aborto, y advertía, en los primeros años ’70, a quienes comenzaban a hablar de ‘lo gay’ como una derivación victoriosa de los rebeldes de Stonewall, que no se confundieran, que se trataba de una falsa tolerancia promovida desde las cimas del poder.
Pier Paolo era ‘homosexual’, no era ‘gay’. Amaba el modelo asimétrico de los intercambios eróticos, esto es, amaba a los hombres con apariencia y sexualidad heterosexual, concretamente a los más jóvenes y a los más pobres. También amaba la sexualidad nómade, los paseos nocturnos sin rumbos claros por lugares que provocaban sobresaltos en la decencia burguesa. La vitalidad de su vida sexual dependía de la búsqueda de aventuras que llevaba adelante con la sola compañía de su cuerpo –su aliado incondicional, en sagrada disponibilidad erótica– ávido por nutrirse con las miradas, los olores, los besos, los abrazos y el sexo de quienes no eran como él. Este ecumenismo social que implicaba la homosexualidad sería luego reemplazado por el modelo de relacionalidad ‘gay’, cada vez menos ecuménico y claramente más horizontal y simétrico. En efecto, poco tiempo después lo prototípico sería que un gay ame a otro gay y que, en ese marco, se asista a la declinación del deambular nocturno por la gran ciudad, circunstancia paralela al nacimiento de la era de los locales abiertos para la comunidad. Pero Pier Paolo ya no estaría presente. Fue brutalmente asesinado en la noche del 1º de noviembre de 1975.

Desenterrando Tumbas
El cuerpo fue encontrado en un desolado paraje de la ciudad balnearia de Ostia, a 30 kilómetros de Roma. Pier Paolo yacía boca abajo, con un brazo bajo el cuerpo y el otro ensangrentado al aire libre; los cabellos también llenos de sangre, la cara deformada (descolocadas la mandíbula y la nariz), quebrados los dedos de las manos y diez costillas, desgarrado el cuello, heridos los hombros y la espalda, desgarrado el hígado y roto el corazón. Se dice que, luego de molerlo a golpes con un palo, su último amante quiso huir del lugar; subió al auto del poeta y –presa del nerviosismo– salió raudamente pasándoselo por encima. De inmediato, ante los medios de comunicación, se formaron dos legiones de ‘viudos’ que comenzaron a gestionar la memoria ‘legítima’ del poeta: la legión homosexual caracterizando el episodio como crimen por odio sexual, y la legión heterosexual ‘progresista’, afirmando que la derecha neofascista y las mafias necesitaban sacarse de encima un personaje de tamaña incomodidad.
Y si tiene sentido, luego de 34 años, escribir sobre el asesinato de Pasolini es porque por estos días gana terreno con una notable dosis de fundamentalismo la versión del crimen político, mientras que la del crimen de odio parece poco menos que una vetusta herejía. Y porque todo esto permite pensar la forma con la que el imaginario italiano metaboliza la figura del formidable poeta y, al mismo tiempo, descifrar el estatus que va adquiriendo la homosexualidad de antes a través del prisma de la sociedad gay de hoy.
Es difícil hablar de Pasolini fuera del territorio de las leyendas. Quien visite Italia lo comprobará. Relatos heterogéneos, en principio verosímiles, presentan luego unas torsiones fantásticamente mecánicas a las que es difícil permanecer inmune. El desafío, sin embargo, es lograr pensar que todo pudo haber sucedido: crimen político o crimen por odio sexual, o crimen político por odio sexual, o crimen político por odio sexual ensamblado con la oscura necesidad política de testimoniar por parte del poeta. Y este desafío puede llegar a buen puerto si se acepta un desafío paralelo: pensar en quienes piensan en Pier Paolo, y hacerlo en los siguientes términos: ¿Qué imagen del poeta pretende legar a la posteridad la versión que cada uno da? Y ¿qué imagen de sí mismo pretende dar cada uno al optar por una versión? La respuesta al primer interrogante es interesante porque que cada versión (sobre todo la del crimen político) le impone a un muerto el cumplimiento de ciertas condiciones para acceder al estatus de héroe; la segunda, porque allí se juega una preciada imagen de la actualidad: la imagen de una persona friendly, intachable por su comprensión ante la sociedad gay, aunque incapaz de comprender la homosexualidad.

La Hipótesis Biempensante: el Crimen Político
Pasolini condujo sus últimos 10 años en un período político convulsionado. Los crímenes a mano armada y las bombas eran los medios a través de los cuales la derecha provocaba a los adversarios políticos, buscando su reacción para desplazar al gobierno hacia posiciones autoritarias. Según el diario La República, entre 1969 y 1980, se produjeron 12.692 atentados de este tipo. A su vez, la Democracia Cristiana (el partido político dominante) era profusamente sospechada de corrupción por sus acuerdos con la mafia.
El involucramiento de Pier Paolo en la realidad política fue profundo y sin concesiones. Para él, un poeta debía ser un eterno indignado y él era un poeta que sacaba fuerza de la indignación. Después de una masacre en Milán, que dejó un saldo de 17 muertos, realizó el documental 12 de Diciembre, en el que se propuso unir hechos, nombres, eventos y testimonios sobre la masacre. En noviembre de 1974, tomó una durísima posición en las páginas del Corriere della Sera, el diario de la burguesía milanesa: "Yo sé. Yo sé los nombres de los responsables de lo que llaman ‘golpe’. Yo sé los nombres de los responsables de la masacre de Milán del 12 de diciembre de 1969, de la masacre de Brescia y Bolonia de los primeros meses de 1974". Palabras de fuego, rabiosas y viscerales. Nada lograba callarlo. En el artículo escribió algo en aquel momento incomprensible: "No tengo pruebas. Ni siquiera indicios. Pero lo sé porque soy un intelectual, un escritor que busca imaginar todo lo que no se sabe y todo lo que se calla. Todo esto forma parte del instinto que me da mi oficio". El 28 de agosto de 1975, en el semanario El Mundo, Pasolini procesó a la Democracia Cristiana, acusándola de "indignidad, desprecio por los ciudadanos, manipulación del dinero público, oscuros negocios con los petroleros, los industriales, los banqueros, colaboración con la CIA, (...), responsabilidad en las masacres de Milán, Brescia y Bolonia (...), destrucción paisajística y urbanística de Italia". Importantísimos hombres del poder como Giulio Andreotti, Amintore Fanfani y Mariano Rumor fueron puestos en la mira, subrayando, no obstante, la respetabilidad de Aldo Moro y Benigno Zaccagnini (pocos años después de su muerte, Moro sería secuestrado y asesinado por las Brigadas Rojas).
Había terminado de rodar ‘Saló. Los 120 días de Sodoma’ cuando fueron robados algunos negativos del polémico film. También estaba escribiendo ‘Petróleo’, una obra en la que quería hablar del poder político ligado al petróleo. Se cuenta que a través del libro buscaba revelar los oscuros engranajes internos del Ente Nacional de Hidrocarburos. Uno de los presidentes (Enrico Mattei), cuya política petrolera era mal vista por las compañías norteamericanas, había muerto en un misterioso accidente aéreo en diciembre de 1969. Esa es la obra que no terminó, y en la que son varias las voces que dicen que esparciría informaciones que desnudaban el cuadro económico-político-criminal en el que se estaba consumando la Estrategia de la Tensión. El 1º de noviembre de 1975 –horas antes del asesinato– en una entrevista televisiva con Furio Colombo, expresó: "Tú no sabes quién en este momento está pensando en matarte. (...) Todos saben que mis experiencias las pago con mi persona". El asesinato se produjo durante la noche del 1º al 2 de noviembre de 1975. Enseguida fue arrestado Pino Pelosi (apodado el ‘Rana’), un ragazzo di vita que iba conduciendo el Alfa GT de Pasolini y que se autoacusó del homicidio.
La periodista Oriana Fallaci fue quien inauguró la hipótesis del crimen político luego de hablar con un testimoniante que dijo que había visto más personas agredir al poeta. Fallaci no creía en los dichos de Pelosi, porque una sola persona no pudo dejar el cuerpo en esas condiciones, dando por descontado que Pier Paolo podría haberse defendido, habida cuenta de su contextura física. La pericia legal también excluyó la hipótesis de la agresión por parte de una sola persona. En el ambiente homosexual, si bien el miedo produjo un silencio paralizante, circulaban rumores difusos: se decía que en los últimos tiempos Pasolini hacía demasiadas preguntas a los ragazzi di vita. Es probable que en las interminables noches vividas en el mundo de la marginalidad romana –mundo no exento de contactos con la derecha neofascista– siguiera conduciendo sus investigaciones. Intuía que ahí podía encontrar información. En la línea de Fallaci, el cineasta Sergio Citti sostuvo que el poeta fue a Ostia a encontrarse con alguien que lo ayudase a recuperar los negativos desaparecidos de ‘Saló’. Según Citti, el crimen tuvo lugar a través de una infame emboscada orquestada desde el poder político disfrazada de delito por odio sexual.
La credibilidad de la hipótesis política descolló en 2005, cuando quien se había declarado asesino fue a la televisión a declarar que él no había sido y que dos desconocidos que aparecieron imprevistamente en el lugar (esto también puede verse en el film ‘Pasolini. Un delito italiano’) lo mataron. Hace unos meses apareció el libro ‘Profundo negro’. Mattei, De Mauro, Pasolini, una única pista sobre los orígenes de las masacres de Estado que se juega a fondo la hipótesis de que si Pier Paolo hubiera terminado de escribir ‘Petróleo’, se habría develado la trama oscura del oro negro. Tan verosímiles resultan todas estas conjeturas que en estos momentos se piensa en reabrir la causa.

La Hipótesis del Crimen por Odio Sexual: el Encuentro con el Ángel Asesino
Hoy, en Italia, preguntar por la posibilidad del crimen por odio sexual implica algo así como estar colaborando para entorpecer la investigación. Es probable que quien pregunta se tope con esas caras de amable desaprobación que ponen las personas convencidas de saber todo sobre alguien. Quienes, como los viudos, con toda la indulgencia que merece el preguntador ignorante, repiten de memoria la oda hacia el hombre que ya no está. No es casual que el preguntador ingenuo sea, por lo general, gay, y mucho menos que la oda la entonen ‘pasolinianos’ heterosexuales.
Reiteramos que no estamos buscando esclarecer ‘judicialmente’ nada, pero llama la atención la escasa trascendencia que se da al estilo de vida homosexual de entonces para pensar en el crimen. En la hipótesis biempensante –que sostiene gran parte del progresismo italiano– pareciera latir el anhelo (o la decisión) de un ‘mártir político’ más que de un mártir que huela a homosexualidad. Y es que borrar a la homosexualidad como causa posible de la muerte sería la condición para que el poeta ingresara al panteón oficial al lado del resto de los próceres hétero-nacionales de la cultura, dotado entonces de tanta italianidad como el espagueti.
La hipótesis de crimen por odio sexual, en su momento, fue sostenida por las agrupaciones sexo-políticas. En 1977, el militante Mario Mieli, convencido de que la heterosexualidad era una de las caras del capitalismo, afirmó: "El discurso sobre la sexualidad referido a este asesinato político lo haremos nosotros, los maricones". Además, expresó una verdad de perogrullo: que miles de homosexuales morían asesinados en circunstancias parecidas a ésa: con saña e ilimitada crueldad sobre el cuerpo. Por contraposición, tiene que resaltarse la extrañeza de que la hipótesis del crimen político no se haya planteado otra verdad de perogrullo: que la abrumadora mayoría de los crímenes políticos se perpetraban colocando una bomba o acribillando a la víctima.
Pero, además, da la sensación de que los guardianes de la hipótesis del crimen político no han visto ‘Accattone’ (1961), el primer film de Pier Paolo, ni ‘La cosecha estéril’ (1962), de Bernardo Bertolucci, cuya historia había escrito. Ni tampoco leído sus poemas, sus novelas, como si Pasolini pudiera ser reducido a sus intervenciones políticas en el Corriere della Sera. Pasolini no sólo era un homosexual declarado, sino que para muchos italianos su nombre era sinónimo de homosexual o marica. En estas obras citadas, la violencia del mundo de la prostitución aparece con una claridad estremecedora: terrenos baldíos convertidos en basurales, prostitutas molidas a golpes dejadas tendidas en el suelo, homosexuales merodeando el lugar, víctimas de robos. Imágenes que, con seguridad, habrán despertado muchos recuerdos en los homosexuales de entonces: las tensas discusiones de los precios con los prostitutos, los arrepentimientos contractuales a mitad de camino, las miradas que tratan de cruzarse desapercibidas durante un segundo para cerciorarse de que el convenio se cumpla porque se sabe que es un contrato imposible, el peligro excitante, los sonidos lejanos de los trenes o de un auto que raudamente pasa sobre el puente, la humedad del pasto, la mortuoria oscuridad de la noche de la que de repente irrumpían hombres de ojos fulgurantes que no habían sido invitados al banquete, vengadores sagrados del sacrosanto orden sexual que sintieron zozobrar dentro suyo.
No obstante, lo extraño es que una escena típica de crimen de odio haya sido elegida como principial prueba para sostener la hipótesis política. Los viudos de Pier Paolo sostienen que desde algún lugar del poder se dio la orden de matar sin armas ni bombas, matar a palos, es decir, matar con logística prehistórica y premafiosa.
Habría que ser homosexual (o saber mucho de homosexualidad) para dar cabida a la posibilidad del crimen sexual. Mejor dicho: habría que ‘querer saber’ sobre homosexualidad, pero los exégetas políticos no quieren saber nada, haciendo palanca en un latiguillo que sospecha de homófobos a los homosexuales: "¿De manera que usted cree que fue asesinado porque era homosexual y como era homosexual frecuentaba lugares marginales en los que sabía que podían ocurrir cosas irreparables? Eso quiere decir que usted piensa que el poeta buscó lo que le sucedió. ¿No le parece un razonamiento incorrecto?" Estas idas y vueltas respecto de la ‘homosexualidad’ tienen la marca del momento en que se la comienza a tolerar. Notemos cómo se celebra lo que más rápido puede asimilarse moralmente (un poeta homosexual con compromiso social), mientras que las otras manifestaciones de su personalidad se esconden porque son intolerables (el poeta decidido por las rondas nocturnas en busca de sexo con jóvenes subproletarios). Se trata –en definitiva– de un razonamiento que invierte los términos de las sospechas y en el cual los heterosexuales tolerantes transforman una cadena de acontecimientos producidos por la discriminación en una cadena de acontecimientos debida a desarreglos psicopatológicos de la víctima. Desarreglos que, en realidad, habrían inventado los mismos homosexuales.
"Si usted piensa así entonces piensa que Pasolini estaba enfermo", replicaría con soberbia a un homosexual el guardián de la memoria del poeta. No dar lugar a la homosexualidad tal como se la vivió en un momento: éste es el sentido de afirmar que pensar hoy su muerte nos enfrenta a una de las formas más noveles de ‘pánico homosexual’. Se trata –ni más ni menos– de la lectura de la homosexualidad que se puede hacer desde las coordenadas de la sociedad tolerante de la gaycidad, para la cual el ligue callejero, la promiscuidad y –sobre todo– el ecumenismo interclasista de la homosexualidad son palabras malditas.
Los límites de esta (in)capacidad de lectura se manifiestan de nuevo cuando se intenta sumergir en la posibilidad de que la muerte trágica haya formado parte de los proyectos vitales de Pier Paolo. "Es pues absolutamente necesario morir –escribió una vez–, ya que mientras vivimos carecemos de sentido, y el lenguaje de nuestra vida (con el que nos expresamos, y al que, por tanto, atribuimos máxima importancia, es intraducible: un caos de posibilidades, una búsqueda de relaciones y de significados sin solución de continuidad). La muerte realiza un fulmíneo montaje de nuestra vida, o sea, elige los momentos realmente significativos (y ya no modificables con otros posibles momentos contrarios o coherentes), y los pone en sucesión, convirtiendo nuestro presente, infinito, inestable e incierto, y por tanto lingüísticamente no descriptible, en un pasado claro, estable, cierto, y por tanto lingüísticamente bien descriptible. (...) Sólo gracias a la muerte nuestra vida nos sirve para expresarnos." O como escribió en un poema: "La muerte no reside en la imposibilidad de comunicar sino en la de no ser ya comprendidos".

Más Solo Que un Muerto
No hay dudas de que si alguien piensa la hipótesis sacrificial corre el riesgo de quedar más solo que un muerto bajo la tierra, pero este artículo no puede culminar sin plantearla. La muerte (mejor dicho: ‘esa’ muerte) de Pier Paolo también pudo haber sido su último recurso de comunicación. Celoso custodio de todos los mensajes que había esparcido por el mundo, tal vez tuviera miedo de que desaparecieran o se tergiversaran o se tergiversen. Si una muerte común, como si nada, un día se lo llevaba, ya no podría hacer nada para hacerse comprender. En cambio, la posibilidad real de la comprensión podía comenzar con una muerte estridente y gloriosa, que –como un cuchillo– horadase irreversiblemente la superficie moral del mundo. Y esa clase de muerte, si no se la prepara, al menos, se la espera. Pero no es la muerte propia de un hombre afecto a la morbosidad, sino un signo de imperecedera vitalidad, similar a la forma en que han buscado terminar su vida algunos santos. Una muerte triste sería una muerte común. Por el contrario, una muerte ‘verdadera’ sería aquella que se ata a la vida en términos de necesidad, como la muerte de una semilla en la tierra.
Pudieron haberlo matado por odio sexual o por encargo político o por las dos cosas, pero esa noche –cuando se encontró con el ángel asesino– Pier Paolo estaba realizando el último retoque a su vida. Y el ángel no le soltó la mano.

Ernesto Meccia es sociólogo, Universidad de Buenos Aires. Autor de ‘La cuestión gay. Un enfoque sociológico’, Gran Aldea Editores. Ernesto Meccia y Andrea Meccia es comunicólogo, Universidad Sapienza, Roma. Associaziones Culturale Pier Paolo Pasolini, Cervaro.

5 de julio de 2009
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los nuevos carniceros


Conocer a la cabra que te vas a comer. El auge de los pequeños mataderos de barrio en Nueva York.
[Anne Barnard] Desde la calle, la tienda podría ser confundida con una bodega, pero su toldo rojo-amarillo anuncia pollos, cabras, corderos y vacas vivas. Decenas de pollos revolotean agitados en sus jaulas. Una docena de plácidas cabras miran desde un corral a los clientes de Bangladesh, Trinidad y Colombia. Un trabajador degüella a una gallina roja de Rhode Island, orando cada vez, de acuerdo a los ritos del islam.
A una cuadra de distancia de este pequeño matadero, el Jamaica Archer Live Poultry, que ocupa el local de una antigua tienda de carrocería y pintura, oficinistas y estudiantes emergen de autobuses y estaciones del metro para entrar al centro comercial de Jamaica, Queens, donde los turistas cogen el tren hacia el Aeropuerto Kennedy. A unas cuadras en el sentido opuesto, hileras de casas de madera y patios de tarjeta postal que hacen que Jamaica se vea como cualquier otro suburbio americano de trabajadores de cuello azul.
En la tienda Jamaica, donde la carne de vacuno sacrificada a la medida se vende a 3.50 dólares la libra, no se habla mucho del movimiento locavore, que valora los alimentos producidos localmente y sabiendo dónde se los produce, y cuya meca en Greenwich Village, el restaurante Blue Hill, ofrece un plato de cordero alimentado con hierba y helechos cabeza de violín por 36 dólares.
Sin embargo, el dueño de la tienda, Muhammad Ali, forma parte de un creciente mercado alimentado por inmigrantes que han echado raíces en las ciudades y están resucitando una práctica que se remonta al pasado agrario de Estados Unidos: ver vivo al animal que será tu cena.
"Me gusta verlo fresco y elegir lo que quiero", dice Mitchella Christian, nativa de Trinidad que visitaba a L. Alladin, un concurrente cercano del mercado de Ali, para comprar un cordero y tres pollos.
La afortunada vaca que escapó de otro matadero en Jamaica este mes era sólo la punta del cuerno. En la zona metropolitana hay cerca de noventa mercados de aves vivas. Esa cifra se ha duplicado desde mediados de los años noventa, dicen funcionarios del estado, debido a la demanda de inmigrantes de países donde ver al animal de donde provendrá tu carne con tus propios ojos es sentido común. Casi un cuarto de los mercados tienen permiso para sacrificar ganado mayor.
Nueva York tiene probablemente la más alta concentración de mercados de animales vivos en el país, aunque hay locales en Nueva Jersey, Nueva Inglaterra, Filadelfia, California y el Oeste Medio, dice Susan Trock, veterinaria encargada de las inspecciones de salud de aves de corral del Departamento de Agricultura y Mercados del estado.
Tom Mylan, que corta las vacas frente a los clientes en Marlow & Daughters, una carnicería y templo locavore en Williamsburg, Brooklyn, dijo que vivía cerca de tres mercados de animales vivos, dos de judíos jasídicos y uno de latinoamericanos. Aunque no comparten la misma obsesión sobre el bienestar animal y los alimentos orgánicos, dijo, los considera aliados contra la ganadería industrial.
Lo que enseña a los sibaritas que lo siguen, dijo, es lo que los clientes de los mercados vivos de la clase trabajadora no han olvidado nunca: "Para comer carne, tienes que matar -algo que hemos dejado de hacer en Estados Unidos en los últimos cincuenta años", dijo. "Estamos acostumbrados a ir al supermercado y allá ni siquiera hay un mesón de carnicero, apenas unas bandejas de espuma con un montón de anónimos pegotes de carne".
Quizás inevitablemente, cuando se trata de matar animales para comerlos, los inmigrantes de Queens chocan con los propietarios de casas en los suburbios de Queens: algunos que se preocupan por la carne producida industrialmente no muestran mucho interés en tener un matadero casero cerca de casa.
El año pasado los vecinos de St. Albans, Queens, impidieron que se abriera un pequeño matadero en Farmers Boulevard. Una vecina, Marie Wilkerson, dijo al New York Times que temía que el mal olor arruinaría los asados en el patio. Los legisladores del estado aprobaron una ley que prohíbe durante cuatro años la instalación de nuevos mataderos en un radio de quinientos metros de las residencias, congelando la expansión de los mataderos en gran parte de la ciudad.
Las quejas sobre los mataderos caen a menudo entre los inspectores locales, federales y del estado, dijo el concejal Peter F. Vallone Jr., de Astoria, Queens, donde una vaca escapada llegó a primera plana en 2000. "Es un verdadero laberinto", dijo.
Las reglas son tan confusas que los funcionarios del Servicio de Inspección y Control de los Alimentos del ministerio de Agricultura de Estados Unidos dijeron inicialmente a un periodista que su agencia no tenía nada que ver con los mercados de animales vivos.
Pero mientras que los mercados minoristas de aves de corral caen bajo la jurisdicción del estado, si venden cabras, corderos o vacas, la agencia federal interviene.
Hay una inevitable potencial para fricciones entre los valores tradicionales de la industria y las prioridades de salud pública de las agencias reguladoras. Algunos dueños de mercados temen, aparentemente erróneamente, que las reglas puedan interferir con los ritos religiosos. Otros, cuando preparan una vaca o cabra para una familia durante las vacaciones, pueden violar las normas federales que exigen que cada animal sea sacrificado para un comprador específico.
Los dueños de mercados más establecidos dicen que algunos que son nuevos en la industria se saltan las reglas o simplemente no las entienden.
Mylan, el carnicero de Williamsburg, responsabiliza a los cabilderos de las grandes industrias de la carne que quieren regulaciones que favorezcan a las grandes compañías que matan a miles de animales por día. Funcionarios del estado y federales dicen que quieren que prosperen los negocios más pequeños y están ayudándoles a cumplir con las normas.
Ali, entretanto, dice que entrega un servicio muy necesario. Algunos vienen por la carne halal, sacrificada de acuerdo al islam. (Él pesa sus cabras en una balanza para cerdos, un animal que el islam proscribe como alimento. Un cerdo que decoraba la balanza ha sido borrado). Pero los clientes también quieren cerciorarse que los animales, normalmente traídos en camión desde lugares no más lejanos que Pensilvania, estén sanos.
"Lo quiero ver con mis propios ojos", dijo Shamsul Rahman, 65, que proviene de Bangladesh y estaba comprando once pollos.
Después del degollamiento, las aves son colocadas cabeza abajo para que se desangren. Luego son escaldadas y arrojadas a una máquina que las despluma con unos dedos mecánicos de goma.
Cerca de ahí, una enérgica cabra puso sus pezuñas sobre una baranda y estiró el cuello hacia el fotógrafo, como una modelo flirteando con la cámara.
"Quiere hacer contacto con usted", dijo Ali.
A unas cuadras de ahí, F & D Live Poultry se erige frente al último sitio urbano: el lugar donde Sean Bell fue asesinado por agentes de policía en 2006. Su cuerpo recibió 56 impactos de bala.
En la tienda, Edelsa Angel, 27, que creció en una finca guatemalteca, vino con su hijito en un coche. Miraba ecuánime mientras los pollos entraban aleteando al cuarto donde son matados y salían en bolsas de plástico.
El dueño, Joey Rosario, dijo que la tienda, a apenas unos metros de una casa, había estado en el mismo lugar en los últimos cien años. Pero está abierto al cambio: Piensa contratar a un carnicero halal para mantener su cuota en el mercado cuando los musulmanes empiecen a llegar al barrio.
"Ya estoy hablando con un tipo", dijo.

13 de junio de 2009
24 de mayo de 2009
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murió john tolos


El notorio canalla de la lucha libre, conocido como ‘the Golden Greek’ [el Griego Dorado]. Su prolongada carrera en el ring incluye un memorable match con Freddie Blassie, en el Coliseo en 1971.
[Claire Noland] Murió John Tolos, luchador profesional cuyas viles payasadas en combates con su archienemigo Freddie Blassie atrajeron a multitudes al Auditorio Olímpico y al histórico match en el Los Angeles Memorial Coliseum en 1971. Tenía 78 años.
Apodado el Griego Dorado [Golden Greek], Tolos murió el jueves por una insuficiencia renal en el Kaiser Permanente Medical Center de Woodland Hills, informó su hijo Chris.
De acuerdo con Dave Meltzer, un historiador de la lucha libre y editor del boletín Wrestling Observer, Tolos, que pasó más de treinta años en el ring, conquistó la fama como el principal canalla de Los Angeles a principios de los años setenta.
"Hacía el papel de un tipo arrogante, guapo y en forma", dijo Meltzer. "Era fanfarrón... Inflamaba tanto al público, que se convirtió en una superestrella en Los Angeles".
La mayor parte de las veces Tolos hacía de canalla en combates contra Blassie, Mil Mascaras, Killer Kowalski, Don Carson, Ernie Ladd y otros en el circuito de California del Sur a principio de los años cincuenta.
A principio de los años setenta, Tolos participó frecuentemente en el principal evento de los viernes noche en el Auditorio Olímpico, entonces un centro de la lucha libre local, y los sábados noche en los estudios de televisión de KCOP en Hollywood, donde el anunciador Dick Lane dirigía los combates.
Un fornido gigantón de un metro noventa y 112 kilos, Tolos era conocido por atacar a sus rivales con el cuerpo e impulsarse desde las cuerdas para caer sobre sus adversarios tumbados en la lona.
En 1971 sostuvo épicos combates con Blassie que llevaban sus fans al frenesí.
"Me mordía todo el tiempo. Eso es lo que hacía", dijo Tolos en una entrevista con el Times en 1990. "Y, hombre, la cabeza sangra cuando alguien te la muerde".
En una pelea en mayo de ese año en el auditorio, Tolos arrojó monsel en polvo (usado por los boxeadores para cerrar los cortes) a los ojos de Blassie, que gritó que lo habían dejado ciego. Un doctor le recomendó a Blassie se retirara, lo que hizo durante unos meses para operarse de la rodilla y recorrer Japón.
Volvió el 27 de agosto de 1971 para una publicitada revancha con Tolos en el Coliseo, donde 25.847 espectadores cruzaron por el molinete para ver la venganza de Blassie. De acuerdo a Meltzer y otros, ese match atrajo la asistencia más grande que tuvo alguna vez un espectáculo de lucha libre en California.
El beligerante Blassie no era el único del que debía cuidarse Tolos.
"Siempre tuve más miedo de los espectadores que de mis rivales", dijo Tolos al Times en 1990. "Hay gente loca en todas partes. Algunos me preocupaban. Trataban de golpearme con cualquier cosa, incluso con las butacas".
Como recordó su hijo, "no era nunca divertido ver cómo golpeaban a papá, pero era excitante verlo ganar".
La notoriedad de Tolos se extendió más allá de Los Angeles. Debido a que muchas de las peleas locales eran transmitidas por la televisión sindicada,
era una atracción toda vez que salía de gira por Estados Unidos, incluyendo peleas con Pedro Morales en el Madison Square Garden de Nueva York, o participaba en espectáculos en Japón y Corea del Sur.
Ganó varios campeonatos en América del Norte y se subió al ring hasta mediados de los ochenta. Más tarde representó a luchadores profesionales en espectáculos de la World Wrestling Entertainment.

Tolos nació el 5 de abril de 1931 en el seno de una familia de inmigrantes griegos en Hamilton, Canadá. A los dieciocho años, siguió los pasos de su hermano Chris en lo que se conocía como la Federación Mundial de Lucha Libre [ World Wide Wrestling Federation]. Formaron un equipo e hicieron giras como el Canadian Wrecking Crew durante un tiempo, antes de separarse.
Tolos volvió a Canadá en los años sesenta y conoció a su futura esposa -Ingrid- en Vancouver. Se casaron en 1967 y retornaron a Los Angeles, donde se unió al circuito de la lucha libre local. Más tarde se divorció.
Aparte de su hijo, en Woodland Hills, le sobreviven su hija Tracy Wallace-Serbian, de Boston, y su hermana Mary, de Hamilton. Su hermano murió en 2005.

2 de junio de 2009
31 de mayo de 2009
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discuten impuesto a la prostitución


Nevada debate sobre si las prostitutas deben o no pagar impuestos. Con un agujero de tres mil millones de dólares en su presupuesto, el estado necesita dinero. La mayoría de los legisladores preferiría no discutirlo.
[Ashley Powers] Carson City, Nevada, Estados Unidos. Con su reluciente Vegas Strip y su estuco, Nevada se ha presentado a sí misma como un modelo del Oeste civilizado. Pero de vez en vez, como el martes pasado, remanentes de sus bulliciosos orígenes se asoman por el Capitolio, y se llaman Chicken Ranch, Pussycat Ranch y Shady Lady.
Este es el pequeño secreto de Nevada: muchos legisladores quieren que los burdeles legales del estado sigan siendo su secreto.
Qué importa la historia del Estado de la Plata [Silver State] en cuanto a sacar provecho de los tabúes o el dinero potencial que podría aportar un impuesto a la prostitución en el estado. Los legisladores han considerado ocho veces un impuesto semejante, y han reaccionado siempre con la aprensión de un adolescente cuyos padres quieren hablar sobre cómo se hacen los niños.
Pero ahora que Nevada tienen un agujero de casi tres mil millones de dólares en su presupuesto y probablemente importantes recortes en educación y servicios sociales, el senador del estado, Bob Coffin, convocó a una audiencia el martes en Carson City para discutir un impuesto estatal a la prostitución. (Los burdeles ya pagan un impuesto a los ayuntamientos locales).
Aunque sólo por una tarde, los legisladores fueron obligados a reconciliar la Nevada de las madamas y pistoleros con la Nevada de las corporaciones multinacionales.
"¿Hasta dónde llega el orgullo, que nos hace rechazar dinero que nos ofrece un negocio legal?", preguntó Coffin, un demócrata, al iniciarse el debate.
En las siguientes horas, los dueños de burdeles agradecieron a los legisladores que los hubiesen dejado entrar al edificio. Usaron un montón de veces la palabra "respetabilidad". Tres trabajadoras sexuales legales defendieron la propuesta, mientras que la investigadora de la prostitución, Melissa Farley, ridiculizó el asunto como un "acto de proxenitismo legislativo".
Durante el debate algunos legisladores miraron el suelo y se retorcieron en sus escaños. El senador demócrata dijo a la atiborrada sala que su silencio no debía ser interpretado como aprobación.
"No creo que sea algo respetable, y no creo que sea aceptable", dijo. "Pero es legal".
Los burdeles, prohibidos en los condados que incluyen a Reno y Las Vegas, son una dudosa bendición para el estado. Su mera existencia ayuda a Las Vegas a promocionarse como la Ciudad del Pecado [Sin City], y el programa de HBO, ‘Cathouse’, que se rueda en el Moonlite BunnyRanch, en lo esencial publicita las ofertas ilícitas de Nevada. Pero, por ejemplo, cuando el representante Trent Franks (republicano de Arizona) quiso aguijonear al senador Harry Reid (demócrata de Nevada), afirmó erróneamente que Reid apoyaba el proyecto de un ‘tren expreso hacia el barrio rojo’, financiado por los contribuyentes, de BunnyRach a Disneyland.
El deseo de ser reconocidos como respetables lo tienen los dueños de burdeles desde hace tiempo.
Hace una década, dijo George Flint, el legendario cabildero de la Asociación de Burdeles de Nevada, el famoso Mustang Ranch ofreció a los legisladores una fiesta con asado y langostas. Sólo tres legisladores se aparecieron por el lugar.
Aunque muchos dueños de burdeles han apoyado el impuesto -Flint lo llama un "maravilloso seguro de vida"-, nunca pudieron conseguir los votos. Probablemente tampoco ayudó, dijo Flint, que haya bromeado diciendo que los burdeles agradecidos debían colgar en sus paredes una foto del gobernador de entonces.
"La legislatura de Nevada es como un avestruz, y quieren solucionar los problemas metiendo la cabeza en la arena", dijo Eric Herzik, presidente del departamento de ciencias políticas de la Universidad de Nevada en Reno.
La propuesta de Coffin, Proyecto del Senado 369, impone un impuesto de cinco dólares a los servicios de las prostitutas. La asociación de burdeles calculó que, incluso si los negocios cayeran en picado durante la recesión, los burdeles recibirán unos 365 mil clientes al año. El proyecto también establecería un defensor del pueblo del estado que ayudaría, en parte, a orientar a las trabajadoras sexuales hacia otras profesiones.
La audiencia terminó sin votación, y el proyecto probablemente morirá en el Comité Fiscal del Senado, a menos que los legisladores hagan algo esta semana.
El plan ha provocado toda suerte de desdenes, y algo de interesante lógica.
El gobernador republicano Jim Gibbons dijo a Las Vegas Review-Journal: "No soy partidario de legalizar la prostitución en Nevada. Si pagan impuestos, se les reconocerá su legalidad".
En los años setenta, Nevada permitió que algunos condados admitieran los burdeles, manteniendo su tradición de tolerancia de actividades como el boxeo profesional y las apuestas, que otros estados calificaban como pecados.
Pero desde que se establecieron los burdeles con letreros de neón, la gente ha presionado para volverlos a poner fuera de la ley. (En 2004 el condado de Churchill votó tanto por el presidente George W. Bush como por mantener la prostitución legal -lo último por un margen de dos a uno).
El martes, la audiencia a menudo se desvió al tema de si los burdeles eran un negocio legítimo. Flint contó que era la segunda vez en veinticinco años que sus clientes habían aparecido ante la legislatura.
"Mi cliente es una industria legal, respetable y autorizada", dijo, y otros trataron de convencer de lo mismo a la comisión.
Dennis Hof, dueño de BunnyRanch, dijo: "Somos la profesión más antigua del mundo, y las chicas son profesionales".
Deanne Salinger, que trabaja en el BunnyRanch como ‘Air Force Amy’, dijo: "Si con cinco dólares por persona se pueden recoger dos millones de dólares al año, yo soy partidaria de eso".
Pero Ken Green, que gestiona el Chicken Ranch, reconoció que, pese a los testimonios, el negocio de los burdeles no era exactamente como los otros. Dijo al comité que si se aprobaba el impuesto a la prostitución, preferiría en el recibo de la tarjeta de crédito apareciera con un nombre más sutil.

10 de abril de 2009
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morir en tiempos difíciles


Cenizas no reclamadas. El director de la funeraria sabe que los buenos tiempos significan servicios elegantes; los malos, restos no recogidos. Algunos de los muertos se quedan con él, cerca de los que quedaron décadas antes, de otras malas épocas.
[P.J. Huffstutter] Southfield, Michigan, Estados Unidos. Stephen Kemp hurgó en un armario buscando una caja de grapas, cuidando de no arrojar al suelo las bolsas azules de papel, que contenían los restos de personas incineradas.
No es un gran lugar para guardar las cenizas, pero hace mucho tiempo que se le acabó el espacio. En el gran orden de cosas, el armario es un lugar de reposo tan bueno como cualquier otro.
Kemp, propietario de Haley Funeral Directors, está acostumbrado al ritmo de la vida y la muerte.
Las buenas épocas significan funerales elegantes -bar abierto con licores de primera categoría, carrozas arrastradas por caballos, bandas de jazz para sesiones improvisadas de toda la noche. Los malos tiempos significan restos abandonados, cuando los gastos de un funeral no gozan de prioridad entre los vivos.
"¿Cómo reprocharles?", pregunta Kemp.
Los muertos empezaron a llegar en el otoño pasado, después de que los forenses médicos del condado de Oakland acumularan demasiados cadáveres no reclamados en sus cámaras frigoríficas. En algunos casos, los familiares más cercanos no pudieron ser encontrados; en otros, los parientes no tenían dinero para la sepultura. Algunos de los muertos llevaban ahí casi todo un año.
¿Podría Kemp incinerarlos?
Pensó decir no, porque siempre fue una propuesta poco convincente. Una vez que aceptara, los cuerpos serían su responsabilidad para toda la vida.
Pero cedió. "Alguien tenía que hacerlo", dijo Kemp, 50, que compró la funeraria en 2003.
Cada cremación le cuesta 895 dólares. En teoría, un familiar directo podría solicitar los 427 dólares que ofrece el estado para contribuir a los costes de la cremación, y luego pagar a la funeraria los restantes 468 dólares.
Sólo dos familias han pagado la cuenta. Kemp ofreció a la gente las cenizas, pero algunas familias no las querían o no sabían qué hacer con ellas. Así que con cerca de una decena de restos, los metió debajo de cajas de bolígrafos y pilas de papel para impresoras.
Kemp, un hombre fornido en un traje negro que no es de su talla, también tenía que ahorrar dinero. Fuera, las calles estaban gélidas y amenazaba nieve. Dentro no estaba tanto más caliente en el edificio construido hace cien años.
Kasondra Smith, directora a tiempo parcial de la funeraria, y supervisora de banda automática jubilada de Ford Motor Co., entró apresurada a la oficina, con un grueso suéter en torno a su cuerpo delgado.
"Frío, ¿eh?", dijo.
Asintió. Para ahorrar dinero, entre funerales mantiene las luces y la calefacción apagadas. A Kemp no le incomoda el frío. Tampoco a los muertos, dice.
Entre las bolsas están los restos de un camionero, un maquinista, un vendedor, un fontanero y un paramédico.
Una bolsa contiene las cenizas de Bonnie Keith. Tenía ochenta años y ganaba un modesto salario como cajera cuando murió en agosto pasado. Su hijo, que vive en Kentucky, había explicado en la oficina del forense médico que no tenía dinero para viajar a Michigan a recoger el cuerpo de su madre ni para pagar su sepultura.
Cuatro bolsas más allá están los restos de Roger Paul Conklin, un camionero que tenía 47 cuando murió. Su hermana, una encargada del inventario en una tienda de Walgreens, no había hablado con él en años y tampoco tenía dinero.
"Vivimos de mes en mes", dijo Nancy Denault, 51. "No tenemos dinero para nada".
Después de pasar casi toda su vida adulta en funerarias, Kemp está familiarizado con esos lamentos. Levantó una pila de treinta centímetros de carpetas y cruzó un corredor hacia su oficina. Las depositó sobre una mesa de madera redonda.
Kemp hojeó los documentos que detallaban los casos de sus muertos no reclamados.
Le intrigaban esos papeles. Se preguntaba lo difícil que debe ser para los familiares dejar a sus seres queridos con un desconocido, y por qué la muerte de algunas personas aparentemente no eran lamentadas por nadie.
"No puedo olvidar que eran seres humanos y, por la gracia de Dios, podrían ser cualquiera de nosotros", dijo.
Apartando las carpetas, cruzó el suelo de parquet de la funeraria y se encaminó hacia el sótano para ver si encontraba espacio. El aire olía fuertemente a detergente.
Pasó el cuarto de embalsamientos con la camilla vacía, encendió los tubos fluorescentes y entró a la zona de almacenamiento. Arriba, los tubos empezaron a titilar.
Había un armario color canela adosado a una pared. Miró dentro. Decenas de urnas llenaban las estanterías de metal.
Kemp se apretujó para pasar entre los ataúdes, avanzando lentamente junto a una caja blanca con bordes rosados y rodeando otra, repujada con imágenes de la última cena de Cristo.
Entró en una hornacina alineada con destartaladas cajas de cartón con urnas de cremación que se habían acumulado en la Funeraria Haley durante décadas de apogeo.
Cogió las urnas que había encima de una caja.
Las etiquetas estaban amarillas, pero las fechas se leían claramente.
1931. 1933. 1938.

22 de febrero de 2009
9 de abril de 2009
©los angeles times 
cc traducción mQh
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