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segregación de musulmanes en holanda


[Ken Dilanian] La prensa internacional presta más atención a Holanda desde el asesinato de Theo van Gogh. También descubren la discriminación y segregación de sus inmigrantes.
Theo van Gogh era una especie de Howard Stern intelectual, un payaso provocador que llamó a un activista musulmán "el chulo de Mahoma" y despreciaba rutinariamente a los demás llamándoles devotos del sexo con cabras. El cineasta y columnista holandés, lejano pariente del gran pintor, era quizás un signo pare andante de la ruptura en una sociedad holandesa conocida por su adopción de un modelo multi-cultural y la tolerancia.
Pero cuando fue asesinado ritualmente en una calle de Amsterdam hace tres semanas, según se dice por un extremista musulmán nacido en Holanda, con vínculos con una red internacional de yihadistas, se transformó en símbolo de algo más: de la vulnerabilidad de Europa frente actos de terror y su reto sin paralelos de integrar a una minoría musulmana cada vez más descontenta que vive en su territorio.
La secuela de lo que algunos llaman "el 11 de septiembre holandés" ha provocado algunos de los más horribles episodios de violencia étnica -y duras medidas del gobierno- de los últimos tiempos. También ha sacado a la luz cómo las redes terroristas encuentran reclutas entre los musulmanes descontentos de Europa. Y está fomentando el temor entre los residentes musulmanes holandeses cuya condena de la violencia no ha impedido que se les eche miradas acusatorias, acoso público y a veces, peor. "Un tipo entró a la cafetería hace tres días y me dijo: ‘Espero que no seas musulmán'", contó un hombre nacido en Egipto, Sayed Mansour, que ha vivido aquí desde 1985. "Alguien hizo algo horrible y le echan la culpa a toda la comunidad".
Y fue horrible. Después de ser perseguido por la calle y baleado, a van Gogh su asesino le cortó la garganta y le clavó una nota en su cuerpo, con un cuchillo, en la que se amenaza a políticos que critican a los musulmanes conservadores. El asesinato -aparentemente en respuesta a ‘Submission', la película más reciente de van Gogh sobre el maltrato a mujeres musulmanas en que se muestran versos del Corán escritos sobre los cuerpos desnudos de mujeres negras- causó estupor y la furia del país. Veinte mezquitas fueron atacadas o quemadas. Varias iglesias fueron atacadas a su vez, aparentemente en venganza.
Cuando las fuerzas de seguridad quisieron allanar una casa para arrestar a tres sospechosos en La Haya, uno de ellos hizo denotar una granada, hiriendo a tres agentes. Las autoridades detuvieron a un traductor musulmán que trabajaba para el servicio secreto holandés por sospechas de haber filtrado información a sospechosos de terrorismo. "La yihad llegó a Holanda", proclamó Jozias van Aartsen, un importante miembro del Parlamento. El gobierno de centro-derecha propuso una serie de medidas anti-terroristas que, en las palabras de un comentarista, "hacen parecer la Ley Patriótica como Kumbaya".
En algunos boletines de la prensa extranjera se ha hablado de una "pérdida de la inocencia", pero de hecho Holanda perdió su inocencia sobre la inmigración y las relaciones étnicas hace mucho tiempo.
Después de décadas de una política que alentaba a los "trabajadores invitados" turcos y marroquíes a vivir aparte en enclaves segregados, el gobierno holandés está tratando desde mediados de los años noventa de implementar un programa para enfrentar el cisma que separa a muchos de los 954.000 musulmanes del país del resto de la sociedad, imponiendo las leyes de inmigración más severas de Europa para reducir el flujo de nuevos inmigrantes.
En años recientes se ha hecho claro que el país tenía lo que los funcionarios llaman un "problema de integración". Algunos inmigrantes musulmanes no se daban el trabajo de aprender el holandés y algunos estaban adoptando ideologías fundamentalistas que no comparten la reverencia holandesa por la tolerancia y la libertad de expresión. Al mismo tiempo, el problema de la delincuencia entre jóvenes marroquíes ha alimentado el racismo y la discriminación. Incidentes sobre algunos puntos álgidos -declaraciones anti-homosexuales de parte de clérigos musulmanes conservadores, por ejemplo, o acusaciones de maltrato policial contra marroquíes- se han transformado en algo habitual. Los expertos dicen que las divisiones son exacerbadas por una cultura de agravio musulmán en todo el mundo, transmitida por internet y canales de televisión árabes, que incluye una furiosa indignación por las medidas israelíes en territorios palestinos y las acciones norteamericanas contra Iraq.
En los años sesenta, Holanda invitó a jóvenes trabajadores sin educación en la suposición de que volverían eventualmente a sus países de origen, dijo Han Entzinger, profesor de estudios sobre inmigración e integración de la Universidad de Erasmo, en Rotterdam. Como no retornaron, los holandeses fomentaron un modelo "multicultural que de hecho implicaba poco respeto hacia los otros y quizás incluso todavía menos aceptación", dijo. "Era una especie de indiferencia, de ‘vive y deja vivir'".
La población holandesa de 16.1 millones de habitantes es una de las más diversas étnicamente de Europa, con casi 3.1 millones de residentes extranjeros de orígenes diversos, de acuerdo a la oficina nacional de estadísticas. Los musulmanes constituyen el 5.8 por ciento de la población holandesa. Entre los recién llegados hay inmigrantes de las antiguas colonias holandesas, como Indonesia y Suriname, así como surasiáticos, asiáticos del Este y europeos del Este. Entre ellos hay 352.000 turcos y 302.000 marroquíes, según las estadísticas del gobierno. La mayoría de ellos vive en las grandes ciudades de Amsterdam y Rotterdam, donde se supone que los residentes de origen extranjero serán mayoría dentro de una década. La pobreza y el desempleo en esos grupos es alto.
Pero el hombre acusado del asesinato de van Gogh, Mohammed Bouyeri, 26, no es un inadaptado, sino un holandés de cultura marroquí con estudios universitarios que nació aquí y habla fluidamente el holandés. Formaba parte de una red de extremistas que estaban bajo vigilancia por parte de agentes secretos y hay evidencias que vinculan a la red con los que llevaron a cabo en Madrid, España, los atentados con bomba contra trenes de cercanía en los que murieron 191 personas en marzo. Así que en un nivel el asesinato plantea un discreto problema para los holandeses: cómo erradicar a los terroristas de su medio. Pero en otro, saca a la luz un espinudo choque cultural sobre la libertad de opinión y civilidad.
Desde el surgimiento del político de extrema derecha Pim Fortuyn, que construyó su carrera sobre la base de criticar al extremismo musulmán y las displicentes políticas de inmigración (y que fue asesinado en 2002 por un holandés desquiciado y no musulmán), algunos holandeses se han sentido con derecho a hacer declaraciones sobre el islam que muchos musulmanes consideran profundamente ofensivas. Después del asesinato de van Gogh el ministro holandés de Justicia, Piet Hein Donner, estuvo tan preocupado por la retórica extremista que propuso volver a aplicar la ley contra las blasfemias para frenar "los comentarios odiosos". Su propuesta fue rápidamente criticada por otros miembros del gabinete, incluyendo a la ministro de Inmigración, Rita Verdonk, que argumentaba que los musulmanes eran simplemente demasiado sensibles a las críticas.
En un discurso después del funeral de van Gogh, Verdonk, una antigua guardia de prisiones, usó los términos "nosotros" y " ellos" de un modo que indignó a muchos musulmanes. Aunque algunos musulmanes han dicho públicamente que van Gogh se merecía lo que recibió, la mayoría deplora el asesinato.
En realidad, dijo Entzinger, sus estudios muestran que la mayoría de los musulmanes holandeses comparten los valores públicos del resto de la sociedad holandesa.
La semana pasada en un barrio amsterdamés predominantemente marroquí, un letrero en el ventanal de una cafetería, decía: "Fue asesinado por sus palabras. Abajo con el extremismo". En otra cafetería en la misma calle, Mohamed Kacem, 35, un chofer de taxi nacido en Marruecos, estaba liando un porro de la famosa marihuana legal holandesa. "Hay que agarrar a los extremistas y castigarlos", dijo, en un impecable inglés. "Esto no es bueno. Esto no es el islam". Pero, dijo, las payasadas de van Gogh hacía tiempo que molestaban a los musulmanes. "¿Qué lejos puedes ir insultando a la gente?" "No puedes asesinar a alguien por lo que dice", dijo Kacem, "pero creo que debería haber una ley que castigue los insultos a la religión".
Prem Radhakishum, abogado, presentador de televisión y amigo íntimo de van Gogh, dijo que tenía miedo de que el país pasara por tiempos difíciles. "Vamos a ver a blancos extremistas pensando que pueden hacer lo que quieren, y a musulmanes extremistas pensando que tienen derecho a defenderse", dijo. "De momento nadie tiene la respuesta".

22 de noviembre de 2004
kdilanian@tin.it.
©philladelphia inquirer
©traducción mQh

1 comentario

Anonimo -

DESPIERTA EUROPA!!! LOS DDHH Y LA DEMOCRACIA TIENEN SUS DIAS CONTADOS...

SERA UN CONTINENTE SIN DDHH, DONDE LAS TEOCRACIAS MATAN A LOS APOSTATAS, GAYS, ATEOS, ETC...