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palestinos votan por la esperanza


La elección de Mahmud Abbas abre las puertas para un acuerdo con Israel.
El hombre elegido presidente de la Autoridad Palestina el domingo, Mahmud Abbas, no es Yasser Arafat. Esa es la buena noticia -y la mala.
El triunfo de Abbas fue un anti-clímax; su único rival verdadero, Mustafa Barghuti, se quedó terriblemente a la zaga. Pero los dos candidatos hicieron campaña extensamente en los territorios palestinos, y las elecciones deberían servir de modelo para los países árabes: Las elecciones fueron libres y correctas, hubo observadores internacionales, se permitió que las mujeres votaran (a diferencia de Arabia Saudí) y no había un vencedor designado de antemano (a diferencia de Egipto).
Abbas apoyó los acuerdos de Oslo de 1993 que llevaron la esperanza de paz a Oriente Medio. Ha denunciado la continuada insurrección palestina que enterró esa esperanza. Funcionarios israelíes y estadounidenses, que se negaron a reunirse con Arafat en los años previos a su muerte hace dos meses, dicen que ellos sí pueden trabajar con Abbas. El presidente Bush se mostró efusivo el lunes en su elogio de las elecciones y dijo que le gustaría que Abbas visitara Washington, en contraste con su rechazo de Arafat.
Pero Abbas no tiene el carisma de Arafat para atraer a los palestinos. Si Arafat tenía miedo de que hacer demasiadas concesiones a Israel podría provocar a los palestinos intransigentes a rebelarse, ¿cuánta cautela mostará Abbas?
Israel y Estados Unidos pueden ayudar a Abbas a mostrar a los palestinos que la paz trae recompensas. Israel alivió, pero no anuló, sus duras medidas restrictivas de la libertad de movimiento de los palestinos durante la campaña electoral. Si los palestinos se abstienen de actos de violencia, impedimentos como los puestos de control y portales bajo cerrojo que impiden que la gente vaya de la casa a la escuela o al trabajo, deberían ser eliminados.
Estados Unidos puede ayudar insistiendo en reformar las finanzas y los servicios de seguridad palestinos y proporcionando el conocimiento para alcanzar esas metas. El ministro de Finanzas, Salam Fayyad, ha hecho progresos al abrir los libros de una administración famosa por su corrupción durante Arafat. Las fuerzas de seguridad, que Arafat se negó a fusionar por temor a una entidad modernizada que amenazara su control, deberían ser reformadas. No hay necesidad de tener nueve organizaciones separadas que son conocidas tanto por sus disputas y trabajos para los políticos como por sus actividades policiales profesionales. Abbas también necesitará asegurar que una fuerzas de seguridad consolidadas y mejor adiestradas actúen contra los terroristas en Cisjordania y Gaza.
La elección de un nuevo presidente y las elecciones municipales en los territorios ocupados antes este mes harán de esta temporada una estación de esperanzas renovadas para la resolución de un conflicto que dura décadas. Pero la ausencia de Arafat y la elección de un hombre dispuesto a trabajar con Israel pueden dar inicio al proceso de recuperación de más de cuatro años de violencia. Ese es un preludio necesario en ruta a un país independiente y pacífico.

11 de enero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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