más americanos contra guerra
Cada vez más estadounidenses se oponen a la ya larga guerra en Iraq, atemorizados principalmente por el costo económico de la ocupación y la situación que sobrevendrá después de los comicios del domingo 30 en ese país, reflejaron los sondeos.
Los Angeles, Estados Unidos. Horas antes que el presidente George W. Bush iniciara el jueves su segundo mandato, dos encuestas revelaron que una mayoría de estadounidenses está en contra de la guerra, en lo que los expertos califican como "baldazos de agua fría" para la Casa Blanca.
En el discurso con que abrió su nuevo período de gobierno, Bush evitó utilizar la palabra "Iraq".
"Tomó un tiempo. Pero los estadounidenses empiezan a tomar conciencia de las consecuencias de la guerra" iniciada hace dos años, comentó a la AFP, Bruce Cain, experto de la Universidad de Berkeley.
"Al principio los estadounidenses dieron a Bush el beneficio de la duda, pero ahora las inquietudes abundan, en especial ante el aumento de soldados muertos, la falta de tropas y el impacto económico de la guerra", añadió.
"Antes se le oponían los demócratas, la diferencia es que ahora se le oponen los independientes", dijo.
Pese a la creencia de Bush de que su reelección reflejó un apoyo a la guerra, una encuesta del diario The Washington Post y la cadena ABC News afirmó que un 58% de los estadounidenses desaprueba cómo el gobierno republicano manejó la crítica situación en Iraq contra un 40% que opinó en forma favorable.
Asimismo, el sondeo indicó que un 57% de los consultados no estaban seguros de que las elecciones en Iraq del 30 de enero den paso a un gobierno estable en ese país.
Bush se ufana de haber terminado con una de las peores dictaduras del planeta y pide sobre todo, paciencia.
"Soy realista en cuanto a la rapidez con la que una sociedad que ha estado dominada por un dictador puede convertirse en una democracia", dijo el mandatario en una reciente entrevista.
Pero los estadounidenses ven que la guerra en Iraq no tuvo el fin feliz que esperaban ante fuertes evidencias que pone de manifiesto la incapacidad de Estados Unidos y de las autoridades locales para controlar el país.
Lejos de lo que imaginaban, las primeras elecciones de la era pos-Saddam Hussein son preparadas como una operación clandestina ante el temor de ataques rebeldes.
En varias regiones, la muerte violenta a manos de insurgentes es el precio a pagar por electores, candidatos, funcionarios electorales y fuerzas de seguridad.
Washington corre el riesgo de verse confrontado a actuar como árbitro en delicados problemas entre la mayoría chiíta del país, que podría ser la gran vencedora, y las regiones sunitas, donde se temen actos de violencia el día de las elecciones.
Los 150.000 militares estadounidenses combaten una insurrección que parece cada vez más organizada. Hasta el momento, Bush se negó a fijar una fecha precisa para que sus fuerzas abandonen el país y sólo prometió que sus soldados permanecerán allí el tiempo estrictamente necesario.
A los estadounidenses les preocupa el aumento de número de soldados muertos en el país, que según el último recuento, asciende a 1.364 desde que Estados Unidos invadió a ese país en marzo de 2003.
Tampoco ven con buenos ojos los fuertes agravamientos del los déficit comercial (60.000 millones de dólares en noviembre) y fiscal (413.000 millones de dólares el año pasado), que podrán traducirse en recortes de los servicios y subidas de los impuestos.
"Esto terminará por convencer a muchos republicanos de que la guerra fue un error. Ellos tenían esperanza de reducir impuestos, no de aumentar", dijo Cain.
El analista cree que de "de continuar con la situación actual por tiempo indefinido, esto agravará la situación y sí Iraq puede convertirse en otro Vietnam".
"De no ocurrir un milagro, Bush está en serios problemas", advirtió.
24 de enero de 2005
©mi punto
En el discurso con que abrió su nuevo período de gobierno, Bush evitó utilizar la palabra "Iraq".
"Tomó un tiempo. Pero los estadounidenses empiezan a tomar conciencia de las consecuencias de la guerra" iniciada hace dos años, comentó a la AFP, Bruce Cain, experto de la Universidad de Berkeley.
"Al principio los estadounidenses dieron a Bush el beneficio de la duda, pero ahora las inquietudes abundan, en especial ante el aumento de soldados muertos, la falta de tropas y el impacto económico de la guerra", añadió.
"Antes se le oponían los demócratas, la diferencia es que ahora se le oponen los independientes", dijo.
Pese a la creencia de Bush de que su reelección reflejó un apoyo a la guerra, una encuesta del diario The Washington Post y la cadena ABC News afirmó que un 58% de los estadounidenses desaprueba cómo el gobierno republicano manejó la crítica situación en Iraq contra un 40% que opinó en forma favorable.
Asimismo, el sondeo indicó que un 57% de los consultados no estaban seguros de que las elecciones en Iraq del 30 de enero den paso a un gobierno estable en ese país.
Bush se ufana de haber terminado con una de las peores dictaduras del planeta y pide sobre todo, paciencia.
"Soy realista en cuanto a la rapidez con la que una sociedad que ha estado dominada por un dictador puede convertirse en una democracia", dijo el mandatario en una reciente entrevista.
Pero los estadounidenses ven que la guerra en Iraq no tuvo el fin feliz que esperaban ante fuertes evidencias que pone de manifiesto la incapacidad de Estados Unidos y de las autoridades locales para controlar el país.
Lejos de lo que imaginaban, las primeras elecciones de la era pos-Saddam Hussein son preparadas como una operación clandestina ante el temor de ataques rebeldes.
En varias regiones, la muerte violenta a manos de insurgentes es el precio a pagar por electores, candidatos, funcionarios electorales y fuerzas de seguridad.
Washington corre el riesgo de verse confrontado a actuar como árbitro en delicados problemas entre la mayoría chiíta del país, que podría ser la gran vencedora, y las regiones sunitas, donde se temen actos de violencia el día de las elecciones.
Los 150.000 militares estadounidenses combaten una insurrección que parece cada vez más organizada. Hasta el momento, Bush se negó a fijar una fecha precisa para que sus fuerzas abandonen el país y sólo prometió que sus soldados permanecerán allí el tiempo estrictamente necesario.
A los estadounidenses les preocupa el aumento de número de soldados muertos en el país, que según el último recuento, asciende a 1.364 desde que Estados Unidos invadió a ese país en marzo de 2003.
Tampoco ven con buenos ojos los fuertes agravamientos del los déficit comercial (60.000 millones de dólares en noviembre) y fiscal (413.000 millones de dólares el año pasado), que podrán traducirse en recortes de los servicios y subidas de los impuestos.
"Esto terminará por convencer a muchos republicanos de que la guerra fue un error. Ellos tenían esperanza de reducir impuestos, no de aumentar", dijo Cain.
El analista cree que de "de continuar con la situación actual por tiempo indefinido, esto agravará la situación y sí Iraq puede convertirse en otro Vietnam".
"De no ocurrir un milagro, Bush está en serios problemas", advirtió.
24 de enero de 2005
©mi punto
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