periodista chino en peligro
Lleva meses de incomunicación por el improbable delito de dar a conocer entonces un secreto público: el retiro de Jiang Zemin.
Los periodistas chinos no gozan de demasiada protección legal, incluso si trabajan para órganos de prensa internacionales respetados. Considerad el caso de nuestro colega Zhao Yan, investigador de la oficina de Pekín del New York Times. En los últimos seis meses ha sido mantenido incomunicado por el gobierno chino, le han impedido hablar con abogados, familiares y colegas del Times.
Zhao Yan está lejos de ser el único periodista encerrado ahora en una cárcel china por ejercer su profesión, pero sentimos muy de cerca la detención de Zhao. Está acusado de proporcionar secretos de estado a extranjeros, una vaga acusación que sirve para todo, que las autoridades chinas esgriman a menudo después de informes de algún tipo de asunto público que Pekín hubiese preferido tener oculto. En septiembre pasado, funcionarios chinos se enfadaron con un artículo en Times que predecía precisamente el inminente retiro de un veterano líder del Partido Comunista, Jiang Zemin. Pueden haber elegido a Zhao al azar, para descargar su rabia.
A medida que China se propone corregir algunas distorsiones que han plagado su impulso modernizador, necesita un periodismo más preciso, informativo y audaz que nunca -para arrojar luz sobre la toma de decisiones oficial, combatir la corrupción e identificar los problemas que necesitan atención pública. También necesita fortalecer el imperio de la ley, incluyendo garantías de una prensa libre. El rápido progreso material de China es visible para todo el mundo. Esta caso muestra lo lejos que tiene que ir todavía su sistema jurídico y político para ponerse al día.
quizás crean los líderes chinos de que después de mantener incomunicado a Zhao durante tantos meses, la preocupación internacional sobre su caso empezaría a desvanecerse. Necesitan que se les recuerde que eso no ocurrirá.
17 de marzo de 2005
©new york times
©traducción mQh
Zhao Yan está lejos de ser el único periodista encerrado ahora en una cárcel china por ejercer su profesión, pero sentimos muy de cerca la detención de Zhao. Está acusado de proporcionar secretos de estado a extranjeros, una vaga acusación que sirve para todo, que las autoridades chinas esgriman a menudo después de informes de algún tipo de asunto público que Pekín hubiese preferido tener oculto. En septiembre pasado, funcionarios chinos se enfadaron con un artículo en Times que predecía precisamente el inminente retiro de un veterano líder del Partido Comunista, Jiang Zemin. Pueden haber elegido a Zhao al azar, para descargar su rabia.
A medida que China se propone corregir algunas distorsiones que han plagado su impulso modernizador, necesita un periodismo más preciso, informativo y audaz que nunca -para arrojar luz sobre la toma de decisiones oficial, combatir la corrupción e identificar los problemas que necesitan atención pública. También necesita fortalecer el imperio de la ley, incluyendo garantías de una prensa libre. El rápido progreso material de China es visible para todo el mundo. Esta caso muestra lo lejos que tiene que ir todavía su sistema jurídico y político para ponerse al día.
quizás crean los líderes chinos de que después de mantener incomunicado a Zhao durante tantos meses, la preocupación internacional sobre su caso empezaría a desvanecerse. Necesitan que se les recuerde que eso no ocurrirá.
17 de marzo de 2005
©new york times
©traducción mQh
0 comentarios