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prohibido viajar a cuba


[Bob Herbert] Las nuevas restricciones para viajar a Cuba -una vez cada tres años- impuestas a personas con familiares en la isla reaviva llamados a terminar con el embargo.
Washington, Estados Unidos. El sargento Carlos Lazo, un médico que volvió de Iraq a Estados Unidos hace dos semana, todavía tiene en su mente las desgarradoras imágenes del violento asalto de Faluya. Durante la campaña debió conducir una ambulancia, acompañado por dos compañeros, también médicos. Sus compañeros iban normalmente en la parte de atrás, con los heridos.
A veces la batalla bramaba tan furiosamente, que los tres amigos apenas se podían oír unos a otros. Con morteros que estallaban y hacían temblar la tierra en su rededor, y con el fragor casi constante de las ráfagas de balas y otros explosivos, el sargento Lazo no podía saber siempre si sus compañeros se encontraban bien.
"Nos poníamos a cantar para oírnos", dijo. "Nos llamaban el equipo latino. Los tres éramos latino-americanos. Uno era portorriqueño, el otro mexicano, y yo soy cubano-americano. Cantábamos canciones en español, a todo volumen, y así sabíamos que estábamos bien".
La vida durante la batalla de Faluya fue "extremadamente intensa", dijo. "Era triste, sabes, ver a alguien hablando dos horas antes, y verlo más tarde herido, gimiendo. Y lo que haces, es tratar de calmarlo, diciéndole: ‘Relájate, hermano. Todo va a salir bien'".
El sargento Lazo, que cumplió ayer 40, es un miembro de la Guardia Nacional del estado de Washington. Su equipo de médicos, que se comportó heroicamente durante todo el período de servicio en Iraq, fue asignado a un regimiento de Marines durante la ofensiva de Faluya. Yo entrevisté al sargento en Washington, D.C., donde está buscando apoyo para una nueva, más personal misión.
Ciudadano americano, el sargento Lazo tiene dos hijos adolescentes en La Habana. Los visita lo más a menudo que puede, pero ellos no quieren emigrar a Estados Unidos. En junio último, durante un permiso de Iraq de dos semanas, el sargento visitó a sus parientes en su casa en Seattle, luego viajó a Miami, donde pensaba abordar un vuelo hacia Cuba para visitar brevemente a sus hijos. Tenía muchas ganas de verlos antes de volver a Iraq.
Pero las nuevas y duras restricciones para viajar a Cuba impuestas a personas con familiares en la isla estaban siendo implementadas. "Fui al aeropuerto, pero no dejaron que nadie abordara el avión", dijo el sargento Lazo. "Todavía faltaban dos días para que entraran en vigor las restricciones pero me dijeron que los aviones partían vacíos".
Los aviones volaban a Cuba a recoger a cubano-americanos en su viaje de vuelta a Estados Unidos. Anticipando reglas más estrictas, no se permitió subir a nuevos pasajeros para el viaje a Cuba. El sargento Lazo tuvo que volver a Iraq sin ver a sus hijos.
Bajo las antiguas reglas, las personas autorizadas para visitar a parientes en Cuba podía entrar a la isla una vez al año, y más a menudo encaso de emergencias familiares. Podían visitar a sus primos, tías y tíos, así como a los familiares directos.
Pero como el presidente Bush debía lanzar su campaña para la re-elección, y cubanos intransigentes en Florida quejándose de que el gobierno no era lo suficientemente agresivo con Fidel Castro, las reglas fueron cambiadas. Ahora los familiares pueden visitar la isla sólo una vez cada tres años, y las visitas deben limitarse a la familia inmediata. Las visitas por casos de emergencia no son permitidas.
"Si mi padre o uno de mis hijos estuviera muriéndose", dijo el sargento Lazo -hizo una pausa para golpear fuertemente con los nudillos en la madera-, "no podría visitarlos".
El sargento no ha visto a sus hijos en más de dos años, y no se le permitirá verlos sino hasta el próximo año. Su nueva misión es pedir el fin de la prohibición a los viajes a Cuba. En su iniciativa lo ayuda el Centro para Política Exterior, que se ha opuesto durante largo tiempo a las restricciones de viaje.
El sargento Lazo me dijo que no ha tenido nunca segundas intenciones en su servicio en Iraq. "Yo firmé para la Guardia Nacional y juré defender a Estados Unidos, mi país de adopción", dijo. "Ir era mi deber".
Pero cree que es poco razonable que el gobierno, por el que estaba dispuesto a morir, le impida ver a sus hijos.
Las restricciones de viajes a Cuba, arbitrarias y motivadas políticamente, son crueles, contraproducentes y, francamente, absurdas. Apenas si son apoyadas en el exterior por un pequeño grupo de viejos reaccionarios anti-castristas en Florida del Sur. Las restricciones hacen parte del embargo impuesto por Estados Unidos hace 45 años, que ha sido un completo y abyecto fracaso.
Mientras sigan en vigor estas medidas, la gente de verdad, como el sargento lazo, un verdadero patriota americanos, continuará sufriendo innecesariamente.

Al autor se puede escribir a: bobherb@nytimes.com

21 de marzo de 2005
©new york times
©traducción mQh

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