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muerte de policía iraquí


[Monica Davey] Contradictorios informes sobre muerte de un agente de policía iraquí.
El soldado norteamericano y el agente de policía iraquí patrullaban detrás de un mercadillo al sur de Bagdad, charlando de vez en vez, cuando de repente uno de ellos empezó a disparar.
No se sabe qué provocó la balacera, pero sí qué pasó: El soldado, el cabo Dustin M. Berg, disparó tres veces contra su colega iraquí, Hussein Kamel Hadi Dawood al-Zubeidi, y lo mató. Mientras corría alejándose de la escena, el cabo Berg recogió el AK-47 de Zubeidi y se disparó a sí mismo en un lado.
En los días posteriores, el cabo Berg mintió sobre lo que había ocurrido, diciendo que Zubeidi era quien le había disparado. Y durante meses siguió mintiendo, después de que se recuperara de la herida, después de que dejara Iraq e incluso después de recibir la medalla Corazón Púrpura, que no merecía, en una solemne ceremonia que presenciaron sus padres en Indiana.
El cabo Berg ha reconocido que mató a Zubeidi en un momento de ofuscación ese día de noviembre de 2003, pero dice que ocurrió después de que el agente levantara abruptamente su arma de un modo amenazador. Todo lo que hizo después, admite ahora el cabo Berg -disparándose a sí mismo y mintiendo sobre el incidente-, se explica por el miedo que sentía de que le pasara algo, dice, y el conocimiento de que otros soldados de su unidad habían sido investigados por incidentes en Iraq.
"No creía que me fuera a creer todo el mundo", escribió el cabo Berg en su declaración bajo juramento, "y no quería meterme en problemas por algo que creo que fue una decisión correcta".
El cabo Berg, 22, miembro de la Guardia Nacional de Indiana, ha sido acusado de homicidio y debe presentarse a otro juicio militar el lunes. Es uno de varios soldados y marines que han sido acusados en relación con muertes de iraquíes y que dicen que actuaron en defensa propia.
A diferencia de los maltratos a prisioneros que alarmaron y captaron la atención de la opinión pública, estos casos menos conocidos han creado contradicciones sobre la definición de homicidio en una zona de guerra. En Iraq estas historias han causado un amargo resentimiento y desconfianza entre las tropas. Entre los norteamericanos han provocado unidades estresadas, y algunos supervisores del ejército dicen que las tropas se muestran reluctantes a cumplir con sus obligaciones y han provocado un estallido de indignación en ciudades en Estados Unidos.
"¿Esos tipos se marchan a hacer lo que el país les pide y ahora les decimos que lo hicieron mal?", dijo Rich Hendrix, un veterano de la era de Vietnam que pasó una tarde reciente en el Salón de la Legión Americana, en Ferdinand, el pueblo natal del cabo Berg en Indiana del Sur, de 2.300 habitantes, donde los residentes dicen abrumadoramente que lo apoyan. "Yo digo, son lo mejor que tenemos. Allá no estás nunca seguro sobre quiénes son tus amigos y quiénes tus enemigos, así que ¿qué se supone que deben hacer?"
Desde que comenzara la guerra en Iraq hace más dos años, más de 20 soldados y marines norteamericanos han sido acusados de delitos en relación con muertes de iraquíes, incluyendo un pequeño número de casos en los que militares han dicho que actuaron en defensa propia. Personal de la Marina está también siendo investigado por la muerte de dos detenidos, aunque no se han presentado cargos. Al menos 10 miembros de las fuerzas armadas han sido condenados, pero en la mayoría de los casos por cargos menos serios que los originales.
Ninguna guerra es igual a otra, y es imposible comparar esos casos con los de guerras pasadas; alguna gente con experiencia militar no está de acuerdo sobre si en Iraq los procesos son diferentes.

Los Mismos Argumentos
En Vietnam, después de una intervención mucho más larga, 95 soldados y 27 marines norteamericanos fueron condenados por el asesinato de no-combatientes. Gary D. Solis, que enseña leyes en la Academia Militar de Estados Unidos en West Point, dijo que muchos de esos casos son similares a descripciones de asesinatos que están siendo investigados en Iraq.
"Mire, esa gente sale y por la razón que sea matan a gente desarmada", dijo Solis. "Son crímenes. Y estamos oyendo los mismos argumentos que entonces: que en la niebla de la guerra hay que tomar decisiones instantáneas. En esa época decían lo mismo".
En algunos de los 20 casos, los fiscales dicen que actos flagrantes causaron la muerte. Un soldado fue condenado por el asesinato de un iraquí de 17 años después de haber tenido sexo con él en una torre de vigilancia. Otros cuatro han sido acusados de ahogar a un detenido en un saco de dormir durante un interrogatorio. Otro fue acusado de disparar contra un iraquí desarmado cuando bajaba de un camión, sacudiendo un trozo de tela blanca, dijeron testigos.
En otros casos, miembros de las fuerzas armadas han reconocido su participación en las muertes, pero han dicho que sus acciones eran similares a las "muertes piadosas": pegar un balazo o golpe final a iraquíes que sufren heridas de muerte y están sufriendo.

Casos Difíciles
Pero quizás los casos más contenciosos son los de un puñado de miembros de las fuerzas armadas, como el cabo Berg, que dicen que actuaron para protegerse a sí mismos de lo que consideraban que era una amenaza contra sus vidas, tal como lo permiten las reglas militares. Sin embargo, algunos testigos dicen que vieron cosas muy diferentes.
Un marine de Nueva York dice que disparó y mató a dos iraquíes que había detenido recién en el allanamiento de una casa porque hicieron movimientos hostiles hacia él; pero entonces, ¿por qué vació su arma, la cargó nuevamente y volvió a disparar? Un soldado de primera clase de Louisiana dijo que un vaquero iraquí arremetió contra otro soldado en un campo, así que disparó y lo mató; pero el vaquero desarmado tenía las manos esposadas, un hecho que, dijo el soldado, no había advertido.
Jack B. Zimmermann, un abogado de Texas que ha defendido a miembros de las fuerzas armadas en casos similares y que también fue fiscal y juez de lo criminal en el Cuerpo de Marines, dijo que considera esos casos "los más problemáticos".
Y algunos abogados militares dicen que creen que esos casos están siendo investigados más a menudo en esta guerra. Quizás, dicen, la cobertura periodística las 24 horas del día de la guerra en Iraq también ha aumentado el control. Quizás es más probable que casos como esos surjan en una guerra complicada por la guerrilla urbana y el temor de los terroristas suicidas, explosivos ocultos y un enemigo elusivo.
"En guerras anteriores no creo que esos casos de homicidio fueran llevados a juicio", dijo Guy L. Womack, un abogado de Houston y teniente coronel de la Marina jubilado que procesó a marines y ha representado al reservista del Ejército acusado de ser el cabecilla de los maltratos a prisioneros en Abu Ghraib. "Estamos suponiendo cosas que no tenemos por qué suponer".
En Iraq las investigaciones criminales como la del asesinato cometido por el cabo Berg dejaron un extraña marca en otros soldados, reconoció el capitán Rodney J. Shambarger, uno de los supervisores del cabo Berg.
Algunos de los soldados dijeron al capitán Shambarger que se sentían "menos aptos" para disparar sus armas por temor a ser investigados, de acuerdo a un sumario de la declaración judicial del capitán en el juicio del cabo Berg. En pocas ocasiones, dijo, los soldados han dejado de acatar las reglas de combate. En un incidente, un soldado observó un vehículo que se acercaba a toda prisa a un puesto de control, pero no disparó.
El capitán Shambarger dice que el cabo Berg tenía buena reputación en su unidad de la Guardia, compuesta por soldados de Ferdinand y el cercano pueblo de Jasper. Era calmado y tranquilo y hacía su trabajo, dijo el capitán, y tenía nota 10 en la escala de 1 a 10. No era el tipo de que "buscara excitaciones", ni era un tipo ambicioso que quisiera volver a casa cargado de medallas.

Un Joven Soldado
En 2002, cuando Dustin Berg se marchó al adiestramiento básico en Fort Benning, Georgia, era el primero de cuatro hermanos que viajaba más allá de Ferdinand, un pueblo de familias de origen alemán y un lugar tan ordenado que un vecino llama al martes el "día del corte del césped".
Mirando atrás, Mary Lee Berg dijo que ella nunca pensó que su hijo llegaría a ser un soldado. Pero a los 17, cuando estudiaba en la Escuela Secundaria de Forest Park y se entretenía con el salto con garrocha, Dustin le pidió que firmara un permiso para poder alistarse en las fuerzas armadas antes de cumplir los 18 años.
La señora Berg dijo que no; un año después, él ya no necesitaba su permiso.
Tras llegar a Iraq a principios de 2003, las llamadas telefónicas a casa del cabo Berg eran optimistas, llenas de historias sobre las inmensas habitaciones y los accesorios de oro en el cuarto de baño de los palacios de Saddam Hussein, dijo su madre. Pero también hablaba de la dura vida de su unidad, con una simple hamaca para dormir y una piscina infable para niños en lugar de una ducha.
Ese noviembre un soldado llegó a casa de los Berg con alarmantes noticias: El cabo Berg había sido herido por armas livianas, presumiblemente disparadas por el enemigo, durante una misión de seguridad.
La señora Berg dijo que nunca preguntó a su hijo qué había pasado. Un terapeuta adiestrado para asistir a las familias de militares le dijo que no insistiera o husmeara. Así que lo dejó de lado, incluso aunque él llegó a casa unos meses después e incluso después de que él y otros tres miembros del Primer Batallón de Infantería 152 viajaran tres horas hacia Camp Atterbury para recibir sus Corazones Púrpuras, medallas que se otorgan a los heridos en combate.

Versiones del Asesinato
El capitán Dan Stigall, el fiscal del ejército en Fort Knox en el caso del cabo Berg, se negó a conceder una entrevista para este artículo, y Connie Shaffery, portavoz de Fort Knox, dijo que los fiscales no pueden proporcionar documentos, aparte los documentos básicos de la acusación, porque el caso continúa. Pero transcripciones sumarias de declaraciones bajo juramento de la audiencia de febrero sobre el artículo 32, el equivalente militar de un gran jurado, y copias de la declaración judicial del cabo Berg ante un investigador del ejército, ofrecen una mirada en el caso desde dos lados.
El 23 de noviembre de 2003, detrás de mercadillo de una aldea, el cabo Berg disparó tres balazos con su arma, escribió en su declaración, impactando a Zubeidi en la cabeza y pecho. El cabo Berg cogió entonces el arma de Zubeidi y se disparó a sí mismo en el lazo izquierdo.
Momentos después el cabo Berg se alejó corriendo del área, hacia varios soldados, apretándose la herida y gritando que no quería morir, dijo el sargento de primera clase Joseph Milton en un testimonio bajo juramento. El sargento Milton dijo que le preguntó quién le había disparado, pero el cabo Berg era incoherente, estaba bajo estrés emocional y a punto de llorar. Mencionó a un hombre con turbante rojo y "ropa de hombre" blanca. Mientras se desangraba no mencionó nunca al agente de policía iraquí, dijo el sargento Milton.
En los meses posteriores el cabo Berg proporcionó a los investigadores militares descripciones contradictorias sobre lo que había pasado. Al principio, les dijo que Zubeidi le había disparado primero con su arma. Otras veces dijo que él había disparado primero y que Zubeidi retornó el fuego.
Luego, en junio de 2004, el cabo Berg dijo que quería "aclarar los hechos" y confesó a los investigadores que él había hecho todos los disparos, incluyendo el que le hirió.
En esa declaración bajo juramento y escrita, el cabo Berg dijo que había trabajado en el turno de patrulla con Zubeidi. Hablaron sobre sus vidas en Iraq y Estados Unidos, sobre armas y cuchillos -"todo tipo de cosas", escribió el cabo Berg. Entonces, dijo el cabo Berg, vio al hombre de turbante rojo y "ropa de hombre" blanca, una descripción que su abogado dijo que era similar a la del sospechoso que había sido visto en el área el día anterior.
Pero cuando el cabo Berg le dijo a Zubeidi que iba a llamar por radio para comunicar la descripción del hombre para que fuera chequeado, dijo que Zubeidi le dijo: "No, mi amigo".
El cabo Berg dijo que había cogido su radio de todos modos y vio a Zubeidi levantar su arma. "La cara se le puso lívida y me miraba furioso", escribió el cabo Berg. "Pensé que me iba a matar". Así, dijo, empezó a disparar. Dijo que se echó a correr, pero se paró a recoger el arma del agente de policía, que estaba en el suelo, y le dio pánico pensar en lo que pensarían los militares sobre la balacera, y se disparó a sí mismo.
Antes de que el cabo Berg se hiriera a sí mismo, dijo el capitán Shambarger, otros tres soldados de su unidad fueron investigados por varios incidentes, dejando tensos a los demás. También en otras unidades miembros de las fuerzas armadas se preguntan cómo están decidiendo los militares qué casos procesar y qué no. Un marine filmado cuando asesinaba a un iraquí desarmado en una mezquita en Faluya fue exonerado este mes, mientras que el teniente segundo, Ilario Pantano, un marine, está esperando si su asesinato de dos iraquíes durante un allanamiento será llevado a la corte marcial o será desechado, como aconsejó este mes un oficial.

Otras Investigaciones
A fines de abril oficiales del ejército dijeron que habían empezado 367 investigaciones sobre supuestos maltratos y homicidios en Iraq y Afganistán desde 2002. De esos, 218 han sido resueltos, incluyendo 35 cortes marciales y 105 castigos administrativos o no judiciales de 129 soldados.
En el caso del cabo Berg, está acusado de homicidio involuntario, múltiples cargos de falso testimonio, una declaración oficial falsa, herirse a sí mismo en zona de combate y recibir una medalla que no merecía.
El agente especial Clarence Joubert, un investigador del ejército que entrevistó al cabo Berg, sondeó otro posible motivo del asesinato. Le preguntó al cabo Berg si era verdad que había pedido a otros agentes de policía iraquíes que le dispararan, de modo que pudiera volver a Estados Unidos.
El cabo Berg dijo no: "Eso no ocurrió nunca".
"Me disparé a mí mismo porque tenía miedo de lo que me pudiera pasar con los militares", escribió Berg en su declaración. "No fue por medallas, ni drogas ni fue porque quizás era una manera de salir del desierto".
Ahora el cabo Berg está en la encrucijada de dos caminos.
El uno conduce a Fort Knox, donde debe vivir y trabajar los días de semana mientras espera su juicio y quizás una corte marcial. Si lo declaran culpable, puede pasar la vida en prisión.
El otro va hacia Ferdinand, donde él y su novia se casaron el fin de semana pasada en compañía de 400 invitados, y donde se firmó una hipoteca, un bebé está en camino y su patrón insiste en que su viejo trabajo como tapizador de muebles todavía está a su disposición en la fábrica Las Mejores Sillas Ltda. [Best Chairs Inc.]

Gretchen Ruethling contribuyó desde Chicago a este reportaje.

23 de mayo de 2005
©new york times
©traducción mQh

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