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iraq necesita a los sunníes


Iraq puede desintegrarse.
Casi cinco meses después de las primeras elecciones libres en Iraq durante décadas, los terroristas suicidas y guerrilleros blandiendo rifles continúan causando una espantosa carnicería. Los insurgentes mataron a tres soldados norteamericanos y dos iraquíes en atentados con coches-bomba el martes en Bagdad, un día después de que una ola de ataques y explosiones de bombas mataran a más de 50 iraquíes y cinco soldados norteamericanos. La creciente violencia debería impulsar a los rivales islámicos a buscar un compromiso para impedir que se desintegre el país.
Los árabes sunníes boicotearon las elecciones del 30 de enero para elegir a la asamblea nacional, una elección que inspiró al mundo cuando los iraquíes desafiaron las amenazas de los rebeldes y asistieron en tropel a las urnas. Los líderes sunníes parecen ahora haberse dado cuenta de que el boicot fue un error; el sábado, clérigos, políticos y líderes tribales prometieron buscar un plan unificado para volver a la política y negociar con chiíes y kurdos.
Otro signo esperanzador provino del incendiario clérigo chií, Muqrada Sáder, que envió representantes a reunirse con dirigentes sunníes el domingo y llamó a poner fin a las peleas entre sunníes y chiíes. Los sunníes dominaron Iraq durante Saddam Hussein, aunque sólo constituyen el 20 por ciento de la población. El nuevo gobierno formado este mes está dominado por los chiíes, que constituyen más de la mitad de la población, y los kurdos, que son sunníes pero no árabes.
Sáder dirigie a miles de milicianos y no ha cumplido promesas previas de refrenar a sus matones. El año pasado su milicia combatió a las tropas norteamericanas en un distrito de Bagdad y en la ciudad santa de Nayaf. Entró a la clandestinidad después de que el más reverenciado clérigo del país, el gran ayatollah Ali Sistani, le ordenara poner fin a la violencia, pero ha vuelto a emerger y sus seguidores han montado concurridas manifestaciones pidiendo la retirada de las tropas americanas. Eso cae mal a los líderes del gobierno, que quieren que las tropas se queden hasta que los iraquíes puedan proteger el país.
La mayoría de los insurgentes son árabes sunníes; algunos son antiguos miembros del ejército y de la policía, otros son de fuera del país. Sus blancos han incluido a tropas norteamericanas, iraquíes que se alistan como policías o soldados y sitios religiosos chiíes. Los chiíes han resistido en general vengarse por los asesinatos, pero en las últimas semanas ha habido ataques de venganza. Las riñas en chiíes y sunníes plantean una amenaza para la unidad de Iraq, como también las exigencias kurdas de un mayor papel en el gobierno y más control sobre los campos de petróleo.
No es probable que las guerrillas abandonan las armas, pero una mayor participación de los árabes sunníes podría hacerles sentir menos marginados, privando así a los insurgentes de parte de su apoyo. La asamblea nacional tiene la misión de redactar una nueva constitución este año y preparar las nuevas elecciones parlamentarias. Las facciones religiosas y étnicas deben impedir que sus diferencias pongan en peligro la unidad de Iraq. Los sunníes deben entender la necesidad de que su comunidad esté representada en el gobierno que surja de los escombros del país.

25 de mayo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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