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una europa mejor


El No francés y holandés pone a la Unión al borde de su disolución. Comenta el New York Times.
El rechazo de la constitución de la Unión Europea en referéndums en Francia y Holanda ha arrojado a la UE en una crisis. El reto para Europa es impedir que se endurezcan y extiendan los campos rivales, colocando potencialmente al este contra el oeste, los viejos contra los nuevos, los ricos contra los pobres. Ese riesgo es real. Nadie debería ignorar el aviso en las urnas electorales, que muestran que los jóvenes y los pobres están en la vanguardia del No en Francia y en Holanda, mientras los más viejos y más prósperos votaron Sí.
La tarea inmediata que espera a los líderes de Europa, empezando con su cumbre el 16 de junio, es determinar sobriamente qué hacer para cambiar lo que marcha mal con la UE y mantener lo que es correcto.
Antes que nada, todos deben reconocer que la redacción de la constitución, que no era en realidad poco más que una compilación de leyes, ha muerto. Bruselas no puede evitar reforzar la impresión de que le importa un comino la opinión pública. Los países grandes deben dejar claro que aceptan las mismas reglas y disciplina que los otros miembros. Entre los holandeses, una queja corriente era que Francia y Alemania exigían disciplina de los países más pequeños, pero ellos mismos mostraban desdén por las reglas de gasto de la Unión Europea.
En Francia, el temor a perder la semana laboral de 35 horas fue un tema importante de la campaña. Los líderes no quisieron tratar esas preocupaciones porque pocos estaban dispuestos a admitir que el peligro era real. La negación no es una opción. Y deben continuar los esfuerzos para hacer más competitivas a las economías de Europa.
Europa es demasiado importante, y el mundo se mueve muy rápido como para que la UE sucumba ante una parálisis de auto-indulgencia. En particular, sería un terrible error cerrar las puertas a países como Turquía, que ya están en la pista de despegue de la integración. La UE representa un incentivo poderoso para que esos países apliquen a sus gobiernos y derechos civiles las normales internacionales más altas. Sucumbir a la turcofobia significaría un golpe terrible y potencialmente peligroso a los países musulmanes más modernos.

4 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh

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