condenado párroco del klan
[Shaila Dewan] Jurado de Mississippi condena a ex miembros del Klan por asesinatos de 1964.
Filadelfia, Mississippi, Estados Unidos. Era el probable capítulo final de una historia que ha causado problemas a toda una generación. En el 41 aniversario de la desaparición de tres jóvenes idealistas, activistas de los derechos civiles cerca de aquí, un jurado declaró a Edgar Ray Killen culpable de los tres cargos de homicidio.
Killen, 80, estaba en una silla de ruedas, con estrechos tubos verdosos de un tanque de oxígeno debajo de su nariz, y mantuvo una expresión impasible mientras se leía el veredicto. En la sala del tribunal la gente se echó a llorar -la familia de Killen, a la derecha, los parientes de las víctimas a la izquierda, y la gente de la localidad que ha estado en los últimos años profundamente involucrada en llevar a fin este juicio.
Roscoe Jones, un alto viejo negro con los ojos llenos de lágrimas que trabajó con los tres hombres, se hizo camino entre la multitud para colocarse al lado de Rita Bender, una diminuta mujer de ojos azules y recortado pelo cano, que estuvo casada con una de las víctimas. "Excúseme", dijo, con urgente amabilidad. "Excúseme". Cuando llegó a ella, se abrazaron.
La desaparición de los tres hombres, Andrew Goodman, 20, y Michael Schwerner, 24, y James Earl Chaney, 21, concentró en el condado de Neshoba hace cuatro décadas a los medios de prensa nacionales y cientos de investigadores, mientras funcionarios de Mississippi decían que su desaparición era un truco para llamar la atención. Cuando sus cuerpos fueron encontrados más tarde bajo 5 metros de tierra en una granja cercana el horror del país se galvanizó en el movimiento por los derechos civiles.
Aunque finalmente el gobierno federal procesó a 18 hombres por conspiración, hasta Killen, un predicador y operador de aserradero, y miembro del Ku Klux Klan, el estado de Mississippi no había acusado a nadie de los asesinatos.
"Está contenta", dijo Ben Chaney, el hermano menor de James Earl Chaney, sobre su madre de 83, después de contarle que Killen había sido declarado culpable de la muerte de su hijo. "Finalmente cree que la vida de su hijo tiene algún valor para la gente de esta comunidad".
Pero los que esperaban que Killen fuera condenado por asesinato, el veredicto de homicidio quita sabor a la victoria.
"El hecho de que algunos miembros de este jurado hayan pasado toda la etapa de testimonios, que hayan en realidad podido vivir aquí todos estos años y no poder reconocer que aquí se cometieron crímenes, que fueron cometidos con maldad, indica que desafortunadamente hay entre ustedes los que prefieren hacer la vista gorda, los que prefieren no saber la verdad", dijo Bender, que estuvo casada con Schwerner.
Pero los jurados dijeron que no había suficientes evidencias de que Killen, que fue acusado de orquestar los asesinatos y de reunir la turba que hizo el trabajo, había tenido en realidad la intención de matar a los tres activistas.
"Yo diría que he oído varias declaraciones muy emocionales de algunos de los jurados blancos", dijo Warren Paprocki, 54, que es blanco. "Tenían lágrimas en los ojos diciendo que si hubieran tenido mejores evidencias, lo habrían condenado por asesinato en cuestión de minutos. Nuestra opinión es que el estado no presentó un caso bien argumentado".
Killen, un miembro dirigente del Ku Klux Klan en la época de los asesinatos, corre el riesgo de ser condenado a 20 años de prisión por cada una de las acusaciones de homicidio. Tras el veredicto fue detenido de inmediato, mientras la sentencia se dictará el jueves a las 10 de la mañana.
En la última década, uno tras otro los fiscales de una nueva generación de fiscales sureños, incitados por informes de prensa, las familias de las víctimas e incluso sus propios recuerdos juveniles, han reabierto algunos de los casos más notorios de la época de las derechos civiles.
Por ejemplo, en 1994 Byron de la Beckwith fue condenado por el asesinato en 1963 del activista de derechos civiles de Mississippi, Medgar Evers. Hace poco fiscales que reabrieron el caso exhumaron el cuerpo de Emmet Till, un niño negro de 14 años que fue secuestrado y asesinado en Mississippi en 1955.
Cuando Killen sea sentenciado más tarde esta semana, habrá terminado otro de lo que se llama a veces los "juicios de reparación" -las revisiones judiciales de las atrocidades más notorias de la era de la lucha por los derechos civiles.
El fiscal, Mark Duncan, fiscal del distrito del condado de Neshoba, dijo que todavía creía que el asesino recibiría la pena merecida, aunque comprendía las dudas del jurado.
"Creo que pedí demasiado del jurado para condenar a un hombre basándose en el testimonio de gente que no pueden ver, que están sólo en el papel, de modo que no puedo criticar a sus miembros", dijo Duncan. "Entiendo la posición en que se encuentran". Sin embargo, agregó: "Pero creo que él es culpable de asesinato".
El jurado, que empezó sus deliberaciones el lunes tarde, informó justo antes de la interrupción nocturna que estaban divididos 6 contra 6 en el caso de Killen. El jurado reinició sus deliberaciones esta mañana, después de pasar la noche aislado en un hotel por orden del juez, Marcus D. Gordon, del tribunal de distrito del estado en el condado de Neshoba.
Killen no declaró en este juicio rápido, que empezó el último miércoles. Killen mostró pocas emociones en la sala, cerrando los ojos brevemente cuando se leyeron el segundo y tercer veredicto.
La noche que desaparecieron las tres víctimas, todas en sus veinte, habían estado ayudando a los votantes negros a inscribirse durante el "Verano de la Libertad' de 1964 y estaban investigando la quema de una iglesia en Filadelfia, Mississippi, por el Ku Klux Klan. Las víctimas -Chaney, Schwerner y Andrew Goodman- fueron inicialmente detenidas por exceso de velocidad. Tras su liberación de la cárcel, su coche fue perseguido por miembros del Klan. Fueron asesinados a balazos y encontrados más tarde enterrados en una presa de tierra.
Su desaparición de 44 días puso al código de segregación del Sur en el centro de atención nacional y ayudó a dirigir la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964.
De los 18 hombres enjuiciados más tarde un año más tarde por cargos de derechos civiles federales, 7 fueron condenados por un jurado de miembros blancos. Killen fue dejado en libertad cuando el jurado se estancó 11 a 1 a favor de la condena, después de que un miembro del jurado dijera que ella no podía condenar a un predicador.
Ocho de los acusados están todavía vivos. Los hombres, que fueron condenados a penas de prisión de 3 a 10 años, aunque ninguno de ellos estuvo en la cárcel más de seis. El caso ganó renombre internacional cuando fue dramatizado en la película de 1988, Arde Mississippi'.
La semana pasada los fiscales trataron de convencer al jurado de que aunque Killen no estuvo presente durante los asesinatos, él había organizado los grupos y planificado qué harían, incluyendo, según los testimonios, diciéndoles dónde ir para enterrar los cadáveres e instruyendo a otros a usar guantes de goma durante el asesinato.
Durante un solo día del juicio, los fiscales presentaron a una docena de testigos en rápida sucesión -algunos vivos y otros ahora muertos, representados por testimonios leídos en voz alta de la transcripción del juicio federal del caso en 1967.
Un abogado de la defensa, Mitch Moran, dijo al canal de televisión Court TV fuera de la sala del tribunal, que él recurrirá y se concentrará en el tema de la lectura de las transcripciones en el tribunal, que dijo que habían creado un "pantano".
"Creo que se engañó a la gente", dijo. "No se hicieron preguntas".
Moran dijo que su ciente "no dijo mucho, probablemente está sufriendo un shock".
Shadi Rahimi contribuyó desde New York para este reportaje.
23 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh
Killen, 80, estaba en una silla de ruedas, con estrechos tubos verdosos de un tanque de oxígeno debajo de su nariz, y mantuvo una expresión impasible mientras se leía el veredicto. En la sala del tribunal la gente se echó a llorar -la familia de Killen, a la derecha, los parientes de las víctimas a la izquierda, y la gente de la localidad que ha estado en los últimos años profundamente involucrada en llevar a fin este juicio.
Roscoe Jones, un alto viejo negro con los ojos llenos de lágrimas que trabajó con los tres hombres, se hizo camino entre la multitud para colocarse al lado de Rita Bender, una diminuta mujer de ojos azules y recortado pelo cano, que estuvo casada con una de las víctimas. "Excúseme", dijo, con urgente amabilidad. "Excúseme". Cuando llegó a ella, se abrazaron.
La desaparición de los tres hombres, Andrew Goodman, 20, y Michael Schwerner, 24, y James Earl Chaney, 21, concentró en el condado de Neshoba hace cuatro décadas a los medios de prensa nacionales y cientos de investigadores, mientras funcionarios de Mississippi decían que su desaparición era un truco para llamar la atención. Cuando sus cuerpos fueron encontrados más tarde bajo 5 metros de tierra en una granja cercana el horror del país se galvanizó en el movimiento por los derechos civiles.
Aunque finalmente el gobierno federal procesó a 18 hombres por conspiración, hasta Killen, un predicador y operador de aserradero, y miembro del Ku Klux Klan, el estado de Mississippi no había acusado a nadie de los asesinatos.
"Está contenta", dijo Ben Chaney, el hermano menor de James Earl Chaney, sobre su madre de 83, después de contarle que Killen había sido declarado culpable de la muerte de su hijo. "Finalmente cree que la vida de su hijo tiene algún valor para la gente de esta comunidad".
Pero los que esperaban que Killen fuera condenado por asesinato, el veredicto de homicidio quita sabor a la victoria.
"El hecho de que algunos miembros de este jurado hayan pasado toda la etapa de testimonios, que hayan en realidad podido vivir aquí todos estos años y no poder reconocer que aquí se cometieron crímenes, que fueron cometidos con maldad, indica que desafortunadamente hay entre ustedes los que prefieren hacer la vista gorda, los que prefieren no saber la verdad", dijo Bender, que estuvo casada con Schwerner.
Pero los jurados dijeron que no había suficientes evidencias de que Killen, que fue acusado de orquestar los asesinatos y de reunir la turba que hizo el trabajo, había tenido en realidad la intención de matar a los tres activistas.
"Yo diría que he oído varias declaraciones muy emocionales de algunos de los jurados blancos", dijo Warren Paprocki, 54, que es blanco. "Tenían lágrimas en los ojos diciendo que si hubieran tenido mejores evidencias, lo habrían condenado por asesinato en cuestión de minutos. Nuestra opinión es que el estado no presentó un caso bien argumentado".
Killen, un miembro dirigente del Ku Klux Klan en la época de los asesinatos, corre el riesgo de ser condenado a 20 años de prisión por cada una de las acusaciones de homicidio. Tras el veredicto fue detenido de inmediato, mientras la sentencia se dictará el jueves a las 10 de la mañana.
En la última década, uno tras otro los fiscales de una nueva generación de fiscales sureños, incitados por informes de prensa, las familias de las víctimas e incluso sus propios recuerdos juveniles, han reabierto algunos de los casos más notorios de la época de las derechos civiles.
Por ejemplo, en 1994 Byron de la Beckwith fue condenado por el asesinato en 1963 del activista de derechos civiles de Mississippi, Medgar Evers. Hace poco fiscales que reabrieron el caso exhumaron el cuerpo de Emmet Till, un niño negro de 14 años que fue secuestrado y asesinado en Mississippi en 1955.
Cuando Killen sea sentenciado más tarde esta semana, habrá terminado otro de lo que se llama a veces los "juicios de reparación" -las revisiones judiciales de las atrocidades más notorias de la era de la lucha por los derechos civiles.
El fiscal, Mark Duncan, fiscal del distrito del condado de Neshoba, dijo que todavía creía que el asesino recibiría la pena merecida, aunque comprendía las dudas del jurado.
"Creo que pedí demasiado del jurado para condenar a un hombre basándose en el testimonio de gente que no pueden ver, que están sólo en el papel, de modo que no puedo criticar a sus miembros", dijo Duncan. "Entiendo la posición en que se encuentran". Sin embargo, agregó: "Pero creo que él es culpable de asesinato".
El jurado, que empezó sus deliberaciones el lunes tarde, informó justo antes de la interrupción nocturna que estaban divididos 6 contra 6 en el caso de Killen. El jurado reinició sus deliberaciones esta mañana, después de pasar la noche aislado en un hotel por orden del juez, Marcus D. Gordon, del tribunal de distrito del estado en el condado de Neshoba.
Killen no declaró en este juicio rápido, que empezó el último miércoles. Killen mostró pocas emociones en la sala, cerrando los ojos brevemente cuando se leyeron el segundo y tercer veredicto.
La noche que desaparecieron las tres víctimas, todas en sus veinte, habían estado ayudando a los votantes negros a inscribirse durante el "Verano de la Libertad' de 1964 y estaban investigando la quema de una iglesia en Filadelfia, Mississippi, por el Ku Klux Klan. Las víctimas -Chaney, Schwerner y Andrew Goodman- fueron inicialmente detenidas por exceso de velocidad. Tras su liberación de la cárcel, su coche fue perseguido por miembros del Klan. Fueron asesinados a balazos y encontrados más tarde enterrados en una presa de tierra.
Su desaparición de 44 días puso al código de segregación del Sur en el centro de atención nacional y ayudó a dirigir la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964.
De los 18 hombres enjuiciados más tarde un año más tarde por cargos de derechos civiles federales, 7 fueron condenados por un jurado de miembros blancos. Killen fue dejado en libertad cuando el jurado se estancó 11 a 1 a favor de la condena, después de que un miembro del jurado dijera que ella no podía condenar a un predicador.
Ocho de los acusados están todavía vivos. Los hombres, que fueron condenados a penas de prisión de 3 a 10 años, aunque ninguno de ellos estuvo en la cárcel más de seis. El caso ganó renombre internacional cuando fue dramatizado en la película de 1988, Arde Mississippi'.
La semana pasada los fiscales trataron de convencer al jurado de que aunque Killen no estuvo presente durante los asesinatos, él había organizado los grupos y planificado qué harían, incluyendo, según los testimonios, diciéndoles dónde ir para enterrar los cadáveres e instruyendo a otros a usar guantes de goma durante el asesinato.
Durante un solo día del juicio, los fiscales presentaron a una docena de testigos en rápida sucesión -algunos vivos y otros ahora muertos, representados por testimonios leídos en voz alta de la transcripción del juicio federal del caso en 1967.
Un abogado de la defensa, Mitch Moran, dijo al canal de televisión Court TV fuera de la sala del tribunal, que él recurrirá y se concentrará en el tema de la lectura de las transcripciones en el tribunal, que dijo que habían creado un "pantano".
"Creo que se engañó a la gente", dijo. "No se hicieron preguntas".
Moran dijo que su ciente "no dijo mucho, probablemente está sufriendo un shock".
Shadi Rahimi contribuyó desde New York para este reportaje.
23 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh
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