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petróleo divide a iraq


[Alissa J. Rubin] La constitución demora porque chiíes y kurdos quieren controlar las riquezas de sus regiones.
Bagdad, Iraq. Es la hora de la verdad para los redactores de la constitución iraquí, y sobre todo una pregunta los ha bloqueado: si los kurdos y chiíes deberían controlar sus propias regiones y el dinero que genera el petróleo.
El domingo funcionarios de la Asamblea Nacional provisional argumentaron sobre si un aplazamiento del plazo del 15 de agosto para terminar el documento les daría más tiempo para discutir a fondo los temas difíciles.
Cuando se trata de política iraquí, la clave es el mapa. Y lo que muestra es que en el sur musulmán chií y áreas cercanas al norte kurdo hay vastos yacimientos petrolíferos de un valor de varios billones de dólares por año. En el centro, donde vive la mayoría de los árabes sunníes, sólo hay arena y matorrales.
Aunque se siguen debatiendo otros temas, entre ellos los derechos de las mujeres y el papel del islam, sólo uno podría provocar un trastorno violento: si el poder político y los ingresos del petróleo serán controlados en gran parte por un gobierno nacional centralizado o por autoridades regionales.
"Los derechos de la mujer son por supuesto muy importantes, pero ocurra lo que ocurra, no provocarán una guerra civil. Es mucho más probable que sea provocado por otras cosas... y el federalismo es de lejos el problema más difícil", dijo Joost Hilterman, director de la oficina del Grupo de Crisis Internacional en Amman, Jordania, que se ocupa de Iraq.
La lucha por el poder entre los gobiernos central y regionales han sido el motivo de algunas de las guerras modernas más sangrientas del país. Países como la antigua Yugoslavia y la Unión Soviética pelearon encarnizadamente por este problema. Estados Unidos tuvo una guerra civil por los derechos de los estados en 1861. La autonomía local se logra a veces a un terrible precio.
Los kurdos han tenido la delantera en trazar el mapa, ya que han gozado, bajo la protección de la zona de exclusión impuesta por Estados Unidos, de semi-autonomía durante el régimen de Saddam Hussein. Líderes kurdos quieren que la constitución ratifique y fortalezca la autonomía, creando un sistema federal con fuertes gobiernos regionales con derecho a una parte de los ingresos derivados regionalmente del petróleo.
La mayoría de los líderes chiíes, cuyo pueblo sufrió la brutal represión durante Hussein, dicen que es justo que ellos reciban la misma autonomía que los kurdos, de modo de poder crear una región comparable en el sur.
Los sunníes se oponen resueltamente a esos objetivos. Quieren más poder para la capital y que el dinero sea distribuido por el gobierno central. Esa es una estructura en la que ellos, como minoría, pueden ejercer algún control.
Los sunníes temen que si se establece en el sur de Iraq una autonomía como la de los kurdos, finamente el país se romperá y ellos se quedarían con muy pocos de los recursos naturales.
Funcionarios estadounidenses también se muestran incómodos con la idea de un Iraq sin un centro fuerte. Se preocupan de que debido a la oposición sunní a ese tipo de estructura, empeoraría antes que solucionaría un conflicto civil, expandiéndose gradualmente hacia países vecinos y fomentando problemas en la región. Además, la mantra estadounidense ha sido durante largo tiempo un Iraq democrático y unificado -los tres países de hecho.
"Para que la constitución juegue el papel que debería jugar para facilitar el éxito de Iraq, debe ser un pacto nacional entre todas las comunidades iraquíes", dijo Zalmay Khalilzad, el nuevo enviado norteamericano. "Es muy importante que la constitución sea producida con la participación de todos los iraquíes y que los iraquíes se vean a sí mismos en este esquema que está emergiendo... Es importante para terminar y derrotar a la resistencia".
Sin embargo, serias fracturas son evidentes.
La semana pasada se publicaron en diarios árabes dos versiones de la constitución, las que subrayaban los intereses distintos de dos grupos.
Un borrador, aceptable para muchos de los líderes chiíes del país y para algunos kurdos, presentaba una detallada sección que permitiría que las provincias se unan para formar regiones semi-autónomas. Cada una sería gobernada por una asamblea, un consejo y un presidente. El presupuesto sería financiado por una combinación de subsidios del gobierno central y una cuota no especificada de los recursos de la región, conservando en la constitución el derecho de los gobiernos locales a sus recursos naturales.
Los líderes chiíes se vieron especialmente atraídos a reconocer explícitamente en esta versión que el islam debe ser la fuente primaria de las leyes iraquíes.
Otra versión, publicada en un diario kurdo, era la constitución ideal de los kurdos, en la que toda la región se convierte en un país independiente. Daría a los gobiernos regionales amplios poderes. Bajo esta versión solo un 35 por ciento de los ingresos generados por los recursos naturales serían enviados a Bagdad.
Esa versión también requiere que los gobiernos regionales aprueben las leyes sancionadas por la Asamblea Nacional antes de que puedan entrar en vigor. Los kurdos dicen que necesitan esos poderes para mantener el carácter laico y occidental de la región -especialmente su moderno tratamiento de las mujeres.
"Los kurdos no son fundamentalistas, y están contra un gobierno islámico", dijo Nasreen Berwari, un kurdo que es ministro de las municipalidades y obras públicas. "Los kurdos deben ser cuidadosos, persistentes. Necesitan... ser libres de adoptar o no toda ley que se dicte" en el resto del país.
Un tercer borrador, escrito por grupos sunníes pero no publicado todavía, permitiría una descentralización gradual del poder. Es poco probable que cuente con el apoyo de los kurdos o de los chiíes en parte debido a que las regiones no tienen derecho a conservar los ingresos generados por los recursos naturales. Pero permitiría una significativa autonomía regional que sería implementada en cuatro años.
Una posibilidad cada vez más probable es que los redactores, reluctantes a abordar temas difíciles y a forzar un compromiso, usarán un lenguaje vago que aplazará las decisiones difíciles.
Iyad Allawi, el ex primer ministro, dijo que la autonomía regional es tan divisoria que las decisiones deberían ser aplazadas hasta después de las próximas elecciones, cuando probablemente haya más sunníes y otras minorías en la Asamblea Nacional. Algo más de la mitad de los votantes participaron en la votación de enero, y entre ellos había pocos sunníes.
"Ahora está muy claro que la unidad nacional está en peligro. La unidad nacional ni siquiera es posible en estos momentos... porque un montón de iraquíes no forman parte de la Asamblea General", dijo Allawi.
Si se aplaza la fecha de entrega, pueden enconar las animosidades y sospechas, porque nadie querría hacer compromisos. "Estos temas no van a ser más difíciles de aquí a seis meses", dijo un diplomático occidental, que habló a condición de guardar el anonimato. "Necesitan poner en papel lo que quieren y empezar a negociar".
Un problema inherente en la creación de regiones semi-autónomas es que los tres principales grupos de Iraq no se concentran nítidamente en distintas partes del país. Varias provincias tienen poblaciones mixtas, e incluso aquellas con una clara mayoría de kurdos o chiíes también cuenta con importantes minorías.
"Existe la posibilidad de que las minorías sean maltratadas en esas áreas y una enorme posibilidad de interferencia externa en esas áreas, y la posibilidad de que los partidos políticos que estarán controlando la política allá tengan vínculos con grupos extranjeros", dijo Iyad Samarrai, un miembro sunní de la comisión constitucional, refiriéndose indirectamente al temor de los sunníes de que Irán influya en los partidos políticos chiíes.
Los dos grupos que buscan crear regiones autónomas parecen inmutables ante los problemas porque los beneficios potenciales son muy atractivos.
En la provincia de Basra, donde la segunda ciudad de Iraq se asoma sobre el Delta del Tigris, los ingresos por petróleo exceden los billones por año. Como es lógico, a los funcionarios provinciales les gustaría meter mano en algo de ese dinero. Entre otras cosas, quieren reparar sus sistemas de agua, llevar electricidad a los pueblos pobres y construir hospitales, entre otras cosas.
Pero el sur tiene otras prioridades, incluyendo unir a provincias vecinas, que están ligadas a los chiíes por la fe y la cultura.
"En cuanto a las gobernaciones del sur, esta podría convertirse en una gran región. No hay límites sobre el número de provincias que se pueden unir. Es una región bastante homogénea. La región es predominantemente chií, aunque la gente debe decidir en un referéndum", dijo Hussein Shahristani, uno de los dos oradores en el parlamento y un influyente líder chií.
A diferencia de los chiíes, los kurdos necesitan extender su región para asegurarse de que los yacimientos petrolíferos más grandes queden dentro de su territorio. Están junto a, pero no encima de, las reservas en gran parte no explotados de la región de Kirkuk. Así que siguen re-diseñando los mapas para colocar a Kirkuk dentro de sus fronteras.
Otros iraquíes resienten estos esfuerzos. Pero los kurdos, que han mostrado una considerable dureza y solidaridad durante las negociaciones, dicen que, históricamente, Kirkuk era de ellos. El área está tan mezclada étnicamente hoy, dicen, sólo porque Hussein expulsó a miles de kurdos, retrazó las fronteras provinciales y pagó a árabes para que se mudaran a la región.
Abundan los informes sobre secuestros, detenciones arbitrarias e incluso asesinatos de sunníes y turcomanos, los dos grupos minoritarios del área. Pero son los kurdos, en grandes contingentes, los que han estado volviendo en la región de Kirkuk, donde viven en aldeas de tiendas, estadios y campamentos, y que tenido el mayor impacto en la demografía local.
Los kurdos lo llaman "normalización" de la población y prometen realizar, cuando termine, un referéndum sobre si los residentes quieren unirse a Kurdistán o seguir siendo parte de un Iraq árabe. Pocos dudan de que si ese referéndum se realiza, los residentes, que entonces serán en su mayoría kurdos étnicos, votarán por unirse a Kurdistán.
Para los sunníes de Iraq es difícil encontrarse en esa imagen. Su "región" tiene poco que recomendar, aunque temen que los que queden fuera de la región quedarán aislados en un Iraq en gran parte chií o kurdo.
"Si yo creyera en su buena voluntad, no me importaría que fuésemos federales, o cualquier cosa", dijo el jeque Illiam Khalaf, secretario general del Consejo del Diálogo Nacional, uno de los grupos sunníes con representantes en la comisión constitucional. "Pero estamos totalmente convencidos de que hay intentos en camino para dividir a Iraq... y hay gente en el gobierno de Iraq que está deseosa de obedecer esos llamados".

2 de agosto de 2005
©los angeles times
©traducción mQh


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