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absolución provoca ira en india


[Somini Sengupta] Absolución en caso de flagrante asesinato confeso provoca indignación en India.

Nueva Delhi, India. El crimen mismo causó conmoción. Una modelo de alta costura fue asesinada a balazos en un bar lleno de gente elegante. El principal sospechoso era un miembro de la gente linda de la capital e hijo de un influyente político.
El veredicto resultó ser todavía más espeluznante. Después de casi siete años del asesinato de Jessica Lall en el lujoso bar Tamarind Court, y de la retractación de sus declaraciones de varios testigos famosos en el estrado, un tribunal de Delhi absolvió a los nueve acusados, incluyendo a Manu Sharma, el acusado de haber disparado. Los otros estaban acusados de haber sido sus cómplices.
La absolución hace dos semanas desencadenó una rara indignación en este país, e hizo surgir dudas sobre el desigual curso de la justicia en una sociedad cada vez más polarizada entre los ricos y el resto.
Más perceptiblemente entre la clase media urbana de India, la absolución ha desencadenado una reprimida frustración contra la burocracia de un sistema policial a menudo torpe y corrupto y un profundo descontento con los ricos y famosos que, según lo que parece, lo manipulan en beneficio propio.
"Una vez más, el concepto de justicia ha demostrado ser un estúpido cuento de cabecera para los crédulos", concluyó un editorial de The Hindustan Times, un diario en inglés.
Durante casi dos semanas, la historia de Jessica Lall ha dominado los diarios y revistas de Delhi, proporcionando una ventana al mundo de los privilegiados y una moraleja sobre los peligros de la justicia india. El último número de la revista de noticias The Week proclamaba en su cubierta: "Cómo los Ricos Quedan Impunes de un Asesinato".
El canal de noticias de 24 horas, NDTV, fue más allá de la recolección de noticias y empezó una campaña instando a los espectadores a exigir un nuevo juicio; en cuestión de días, llegaron más de 200 mil mensajes de texto por celular.
Los indios se han echado a la calle en marchas y manifestaciones, incluyendo una vigilia con velas junto al monumento más famoso de la capital, el Portal de India, que parecía la escena de una película. Eso fue porque parecía sacada de una escena de un reciente éxito de taquilla de Bollywood titulado ‘Rang de Basanti’, sobre un grupo de estudiantes universitarios indios que se levantan contra la inepta burocracia estatal.
La película incluía una escena de una vigilia con velas en el mismo lugar para protestar por el asesinato de un joven inocente.
"Es un profundo, profundo temor de que le pudiera ocurrir a tus hijos; los políticos se han vuelto locos", dijo Malvika Singh, editor de la popular revista mensual Seminar, sobre el caso Lall. "Es una ignominia. Los tribunales nos han abandonado. El gobierno no existe. La situación de ley y orden en el capital ya no existe. Ha llegado el momento de que la ciudadanía diga basta".
La indignación ha alcanzado algunos resultados instantáneos. La semana pasada la policía ordenó una investigación sobre personas no identificadas de las que se sospecha que han manipulado las evidencias. La policía no ha anunciado públicamente que iniciará un nuevo juicio, pero la presión pública parece difícil de ser pasada por alto.
"Nunca esperamos esto", dijo en una entrevista reciente la hermana de la víctima, Sabrina Lall. "Nos ha apoyado mucho".
Ram Jethmalani, un abogado que representó al principal acusado en una sesión para discutir su fianza, insistió en que no había motivos suficientes para un nuevo juicio.
En un discurso el sábado, el primer ministro Manmohan Singh, sin referirse directamente al caso Lall, dijo que era hora de "pensar" sobre si las leyes existentes son suficientes o "si necesitamos nuevas disposiciones en la ley de modo que el sistema judicial dispense justicia".

Los hechos del caso, según se informó en los medios de comunicación indios, son estos: Tarde una noche de abril de 1999, Jessica Lall, 34, estaba trabajando detrás de la barra después de horas de trabajo en el ahora cerrado restaurante Tamarind Court cuando un cliente, Manu Sharma, heredero de una fortuna de una refinadora de azúcar e hijo de un político, pidió un trago.
Lall se lo negó. Sharma fue acusado de dispararle a bocajarro. O al menos eso es lo que los testigos contaron inicialmente a la policía.
Pero se descubrió que el restaurante no tenía permiso para servir licor. El dueño dijo que era una fiesta privada. El sangriento caos que dejó el asesinato fue rápidamente limpiado, sacando evidencias cruciales de la escena del crimen. El arma homicida desapareció.
Sharma confesó a la policía, luego se retractó, lo que inexplicablemente fue aceptado sin respetar los procedimientos legales. Una vez en el tribunal, una corriente de testigos sacados derechamente de las páginas sociales dijeron que ya no recordaban lo que había ocurrido, o quién había matado a quién.
El 21 de febrero un juez de la Corte Superior de Delhi dictó su veredicto, diciendo que no había suficientes evidencias como para condenar a nadie.
El martes un grupo de 150 estudiantes universitarios inundaron la calle del Parlamento, en el centro de la capital, para protestar. "Jessica, Jessica", entonaron, alzando sus puños.
También llevaron pancartas hechas en casa. "Despertad del Demente Sueño", decía una, como si fuera un texto de mensaje de celular. "Estamos en un país donde puedes quedar impune si tu padre es un político", decía otro.
Muchos estudiantes dijeron que iban a protestar por primera vez. Algo sobre las absoluciones tocó un nervio. Pero se esforzaron por explicar que las protestas no eran solamente por la Lall, sino por todos los indios que merecían una mejor suerte. "Esto le podría pasar a cualquiera", dijo Divya Prakash, 19. "Nos identificamos con ella".
Encaramándose al vagón de Jessica, una compañía brasileña de cosmética, Surya, repartió tatuajes desechables de ‘Justicia para Jessica’. La compañía, que entró hace poco al mercado indio, también se ofreció a iniciar una página en la red llamada ‘Justicia para Jessica’, una iniciativa que les proporcionó los nombres y direcciones de miles de indios que se inscribieron para demostrar su apoyo.
Los estudiantes, los medios de comunicación y otros no estuvieron solos en su poco elogiosa opinión sobre el poder judicial. La Corte Suprema, dictando sentencia en un caso aparte la semana pasada, dejó en claro que estaba consciente de la manipulación de los tribunales. "Las leyes son como telarañas", declaró, "que pueden atrapar a muchas arañas pequeñas, pero no a las avispas ni avispones, que las rompen".
Si el veredicto en el caso de Lall indignó a todo el país, también hizo surgir el descontento. ¿Por qué en un país donde los casos de un sistema judicial corrupto, inepto y torpe son cosas por todos conocidas, estaba todo el mundo manifestándose en este caso en particular?
En la vida y en la muerte, muestra este caso, todavía importa quién eres. "Si sales a marchar así por un hombre corriente, la prensa no informará sobre ello", dijo Ravi Pathak, uno de los organizadores de la marcha estudiantil.
Junto a los estudiantes había un grupo de manifestantes, mucho más grande pero que no era enfocado por las cámaras de televisión: eran campesinos alzando pancartas denunciando las deudas en el agro.
"La historia de Jessica es esencialmente una historia de gente linda contra gente linda", escribió Vinod Mehta, editor de Outlook, en un incisivo ensayo interior. "Después de todo, Jessica fue dejada de lado por gente linda que la traicionó".
Ese aspecto, dijo Dipankar Gupta, sociólogo, fue el que nutrió el clamor entre los indios de clase media -no simplemente la rabia contra el asesino, sino también contra los que lo protegieron.
"Creo que la indignación iba dirigida contra los tipos elegantes, los tipos de la farándula, que se retractaron de sus testimonios", dijo Gupta. "Se goza mucho ajustando cuentas con ellos".

13 de marzo de 2006
©new york times
©traducción mQh
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