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cómo parar a corea del norte


[Charles Krauthammer] Con Corea del Norte ya se pasó la etapa de la disuasión.
"La posición de este país es que todo misil nuclear lanzado desde Cuba contra cualquier otro país en el hemisferio occidental será considerado como un ataque de la Unión Soviética contra Estados Unidos, y será respondido con un ataque total contra la Unión Soviética". [Presidente John F. Kennedy, 22 de octubre de 1962]
Eso se llama disuasión.
Kennedy estaba prometiendo que si se lanzaban armas nucleares desde Cuba, Estados Unidos ni siquiera se molestaría en tomar represalias contra Cuba, sino que atacaría directamente a la fuente y provocaría el apocalipsis en Rusia con un ataque nuclear masivo.
Lo extraordinario de este tipo de amenazas es que en 1962 era muy verosímil. En realidad, la verosimilitud mantuvo la paz durante el medio siglo que duró la Guerra Fría.
La disuasión es lo que haces cuando no tienes otro modo de desarmar a tu enemigo. No lo puedes despojar de sus armas, pero puedes impedir que las use. Hace tiempo que llegamos a esa fase con Corea del Norte.
Todo el mundo ha tratado de idear una estrategia para desarmar a Corea del Norte. No lo hará voluntariamente. Kim Jong Il no renunciará a sus armas nucleares. El único modo de desarmar al régimen es destruyéndolo. China lo podría hacer con las sanciones, pero no lo hará. Estados Unidos tampoco quiere tener una segunda Guerra de Corea.
Así que no nos queda otra cosa que la disuasión. De ahí que la ruda entrada de Corea del Norte en el club nuclear esta semana nos evoque la crisis de los misiles cubanos. Estados Unidos tuvo que definir inmediatamente sus umbrales de disuasión. El presidente Bush definió dos.
Uno, para impedir un ataque directo contra nuestros aliados en la región, fue franco, aunque blando: "He reafirmado a nuestros aliados en la región, incluyendo a Corea del Sur y Japón", dijo el presidente en una declaración por televisión nacional, "que Estados Unidos cumplirá con todos sus compromisos de seguridad y disuasión". Se entiende que las décadas de paraguas nuclear norteamericano en la costa del Pacífico nos obliga a atacar a Corea del Norte -presumiblemente con una represalia nuclear del mismo tipo- si este país atacara primero a nuestros aliados.
Son asuntos espeluznantes, pero normales en la era nuclear. Lo duro es el segundo umbral que trató de definir Bush: la disuasión de la proliferación.
Estamos en una época mucho más complicada que la de Kennedy, porque su gran crisis ocurrió antes de la era del terrorismo. El mundo de 1962 todavía era tecnológica e ideológicamente primitivo: El arsenal nuclear en miniatura no se había inventado todavía, ni tampoco el terrorismo internacional moderno. Yasser Arafat y la Organización para la Liberación de Palestina dio ese regalo al mundo una década después, con su perfeccionamiento de los secuestros de aviones de pasajeros.
Desde entonces el terrorismo ha ganado popularidad, ambiciones y peligro. Sus practicantes están en el mercado de armas nucleares. Corea del Norte no tiene mucho que vender.
De ahí el intento de Bush de definir una segunda forma de disuasión: "La transferencia de armas o materiales nucleares de parte de Corea del Norte a otros estados o entidades no estatales será considerada como una grave amenaza para Estados Unidos, y Corea del Norte será la única responsable de las consecuencias de un acto de ese tipo".
Es un primer borrador, y no está mal, pero podría usar algo de la claridad de Kennedy. La frase "la única responsable" no inspira temor exactamente, ya que ha sido utilizada abundantemente por varios gobiernos en advertencias tanto a terroristas como a estados parias -después de lo cual no hicimos absolutamente nada. Una mejor formulación podría ser la siguiente:
Dado que no existe ninguna otra potencia tan flagrantemente en violación de sus obligaciones nucleares, sería asunto de este país considerar cualquier detonación de explosivos en territorio de Estados Unidos o de sus aliados como un ataque de Corea del Norte contra Estados Unidos, que desencadenaría una respuesta total en represalia contra Corea del Norte.
Así es como se impide que Kim Jong Il se dedique a la proliferación. Hay que hacerle entender que su supervivencia será un rehén de las acciones de cualquier grupo terrorista al que haya vendido sus armas. Toda explosión terrorista será considerada con domicilio conocido. Estados Unidos podría entonces devolver la encomienda. La automaticidad de este tipo concentra la mente.
Sin embargo, esta postura tiene una pega. Sólo funciona en un mundo donde no hay más que un solo estado paria. Una vez que ese club sea integrado por dos, la posición se evapora, porque un atentado nuclear terrorista no tendría automáticamente una única dirección adonde devolverlo.
Y esta es otra de las razones por las que es tan importante impedir que Irán adquiera armas nucleares. Con Corea del Norte no hay vuelta atrás. Pero Irán no llega todavía a ese punto. Un país paria es tolerable porque se le puede llamar a rendir cuentas. Dos estados parias hacen caducar la disuasión y con ello convierten en inevitable el terrorismo nuclear.

letters@charleskrauthammer.com
13 de octubre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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