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ministro predica la intolerancia


[Kim Murphy] Funcionario de gobierno atacan la prenda femenina y desata ola de ataques contra mujeres musulmanas.
Londres, Gran Bretaña. Mumtaz Patel se cubre con un manto de invisibilidad cuando sale de su apartamento todas las mañanas.
Después de ponerse su larga túnica negra y de enrollar un pañuelo en torno a su cabeza, Patel deja caer un velo negro sobre su cara, dejando visibles solamente sus ojos castaños a través de una angosta ranura.
La estudiante doctoral de 24 años en el Queen Mary de la Universidad de Londres, lo lleva como un mensaje: "El modo en que me visto dice incluso a los no-musulmanes que soy inaccesible", dice. "No me toques, no me molestes. Sólo me puedes hablar, y eso es lo máximo que puede ocurrir".
Sin embargo, para muchos británicos, el retiro de Patel detrás de su velo la hace de todo, menos invisible.
En las últimas semanas, el velo musulmán, o niqab, ha empezado a ser cuestionado por ministros de gabinete, jueces e incluso el primer ministro Tony Blair, que lo describió como una "marca de separación". Cada vez más Patel y otras son amenazadas física y verbalmente por su estilo de vestir, que ellas consideran como su expresión esencial de piedad y modestia.
Poco después de que el ex ministro de Relaciones Exteriores, Jack Straw, llamara públicamente a reflexionar sobre el uso del velo, Patel entró a una tienda a comprar una barra de chocolate.
"El tipo dijo: ‘No se la venderé a menos que pueda verla'. Yo le dije: ‘¡Vete a la porra con tu chocolate!' Y sé que él no habría dicho si no se lo hubiese escuchado a Straw.
Francia y Turquía han prohibido el pañuelo de cabeza, o hijab, en las escuelas públicas, y este mes el gobierno holandés trató de prohibir el uso de la niqab y del burka en público. Gran Bretaña ha tolerado siempre una variedad de estilos de vestir musulmanes y no ha intentado regular los pañuelos de cabeza. El velo, sin embargo, ya ha sido prohibido en algunas escuelas y hospitales.
Muchos musulmanes temen que las observaciones de Straw -y la avalancha de apoyo que generan con ellas, especialmente entre no-musulmanes- podría ser un indicio de que la regulación del velo de cabeza está en camino.
"Un montón de musulmanes practicantes creen que un montón de gente en el poder no están contentos con que seamos parte de este país, y esta cultura, a nuestra manera. En la prensa se dice constantemente que los musulmanes deben hacer compromisos, y en realidad que debemos secularizarnos", dice Eman Penny, psicóloga clínica, 29, de Kingston Upon Thames, que es portavoz de un grupo de defensa de derechos llamado Protect-Hijab.
Penny, que lleva el niqab completo sólo ocasionalmente, dijo que el debate ha convertido el ataque contra las mujeres que usan el velo en algo políticamente correcto.
"Parece que está bien que la gente diga: ‘No me siento cómodo con su velo. ¿Por qué no se lo quita?'", dice. "La gente dice que no corresponde con los ‘valores británicos', pero tampoco pueden decir cuáles son esos valores".
El tema del velo es uno de los muchos otros que han acompañado la transformación de Gran Bretaña de un país fundamentalmente blanco, cristiano, en un cocido verdaderamente multicultural. Enormes olas de inmigrantes de Asia del Sur en la última mitad de siglo han creado una numerosa generación de musulmanes nacidos en el país, muchos de los cuales son incluso más estrictos que sus padres en cuanto a prácticas religiosas.
En la columna de diario que empezó la controversia actual, Straw escribió en el Lancashire Telegraph, el diario de su ciudad natal, que había empezado a pedirle a mujeres con velo que se lo quitaran de la cara durante visitas a su oficina.
Straw, que ahora es el líder de la Cámara de los Comunes, dijo que había empezado a pensar, después de sus encuentros con mujeres con velo, sobre "la aparente incongruencia entre las señales que indican un vínculo común -el acento completamente inglés, la educación, y el velo".
"Sobre todo, se debió a que me sentía incómodo de hablar con una persona ‘cara a cara' a la que no podía ver", dijo.
Desde entonces las organizaciones musulmanas han señalado un aumento en los ataques físicos contra mujeres que usan el velo.
Patel ya ha tenido angustiantes altercados.
En el primero, poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, salía de la universidad cuando fue rodeada por un grupo de jóvenes blancos. Empezaron a darle de patadas y a golpearla, gritando: "¿Dónde está Osama bin Laden?" y a hacer otras observaciones hostiles. Fue hospitalizada con las costillas seriamente magulladas y una concusión.
Luego, poco después de los atentados terroristas en Londres en julio de 2005, contó Patel, fue nuevamente rodeada por un grupo de chicos, que la empujaron formando un círculos y finalmente la arrojaron al suelo, rompiéndole una rodilla.
Un mes después conducía con su hermana en East London. Su hermana llevaba un pañuelo de cabeza, Patel el velo completo. Un coche impidió que avanzaran en una calle estrecha, y cinco chicos se bajaron y rodearon su coche. Las jóvenes bloquearon las puertas, dijo, pero los jóvenes empezaron a rociar gasolina sobre el vehículo.
Un transeúnte entró a una casa donde una familia musulmana celebraba una fiesta, y un numeroso grupo de hombres salió a la calle en defensa de las chicas. La policía llegó veinte minutos después, dijo Patel, "pero para entonces ya se habían encargado de los tipos".
Patel, cuyos padres nacieron en India, dijo que era erróneo argüir que el velo impedía la integración o que obstaculizaba la formación de una genuina sociedad multicultural.
"Te lo digo yo, que estoy completamente integrada en esta sociedad", dijo. "Trabajo en una universidad. Hombres y mujeres de la universidad me conocen a nivel personal. En la universidad he dado clases a gente de todo el mundo. ¿Cómo que no estoy integrada?", dijo.
Patel vive en Walthamstow -una comuna a la que se llama en broma Walthamstán- donde este verano la policía detuvo a varios sospechosos en la investigación de un presunto complot para hacer explotar aviones de pasajeros en vuelos transatlánticos. Dijo que su barrio era un ejemplo del multiculturalismo que muchos británicos se quejan que ha sido remplazado por enclaves étnicos aislados en gran parte del país.
Dijo que cuando era niña, los niños de su calle recorrían juntos el barrio, jugaban con niños de muchas razas y religiones. Desde entonces, dijo, la alta tasa de delitos ha hecho que muchos jóvenes se queden cerca de casa.
"Sin embargo, son blancos, negros, asiáticos. En nuestra calle, cuando se celebra el Eid [una fiesta musulmana], damos comida a toda la gente en la calle. Si es una fiesta cristiana, la gente envía comida a todos los demás. Tengo amigos que no son musulmanes. El único lugar donde no existe el multiculturalismo es en la cabeza de esos políticos".
Straw es miembro del liberal Partido Laborista, la fuerza política que es probablemente la más tolerante de la inmigración y el multiculturalismo en Gran Bretaña. Parecía aconsejable que si alguien debía abordar el tema del velo, dijo Phil Riley, el secretario del partido en la ciudad natal de Straw, debía ser un laborista.
"Uno de los problemas es que si los políticos convencionales no hablan de estas cosas, entonces lo hacen los extremistas", dijo. "Debe ser normal que la gente pueda hablar de estas cosas sin convertirse en neonazis".
En Blackburn, la ciudad en el norte de Inglaterra donde nació Straw, una ola de inmigrantes de India y Pakistán en los años cincuenta ha resultado en una población que es, casi en un 25 por ciento, musulmana. Sin embargo, la interacción entre musulmanes y no-musulmanes " ha sido bastante limitada", dijo Riley.
"Los principales eventos sociales musulmanes son esas tremendas bodas los fines de semana. Sólo una muy pequeña minoría de blancos son invitados a ellas", dijo. "Normalmente, si vas a uno de esos eventos, te encontrarás con dos mil musulmanes y quizás diez blancos".
Desde el 11 de septiembre de 2001, dijo, el número de mujeres que usan niqab ha aumentado a "cifras espeluznantemente significativas", especialmente entre mujeres jóvenes, nacidas en Blackburn y educadas en Gran Bretaña.
"Mis ideas sobre la integración me habrían dicho que el desarrollo de un proceso de auto-segregación sería algo raro para mujeres educadas en Blackburn... y eso es lo que está ocurriendo. No hay nada en el velo que diga que esas mujeres quieran conversar con alguien", dijo Riley.
Muchas mujeres musulmanas dicen que el velo permite a la que lo lleva fijar los parámetros de la interacción social.
"Para mí es algo espiritual. Me da un espacio donde no estoy obligada a hablar con nadie", dijo Penny.
"Creo que es algo muy potente. Debido a que eres tú quién decide cuánto mostrar de ti misma a otra gente".

24 de noviembre de 2006
©los angeles times
©traducción mQh

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