perdiendo otra guerra
[Sam Enríquez] Aliados de Estados Unidos pierden la guerra contra las drogas. Cifras del año pasado muestran que la cocaína es más barata, más pura y ampliamente disponible.
Ciudad de México, México. Estados Unidos y sus aliados latinoamericanos están perdiendo una importante batalla en la guerra contra las drogas, de acuerdo a indicadores que muestran que en 2006 el precio de la cocaína descendió y los usuarios norteamericanos reciben más por el mismo dinero.
Pese a los billones de dólares gastados en la guerra contra las drogas y en decomisos extraordinarios, las estadísticas dadas a conocer recientemente por la Oficina Nacional de Políticas de Control de Drogas de la Casa Blanca, sugieren que la cocaína está más accesible que nunca.
Usuarios de cocaína y funcionarios policiales controlan el precio y la pureza de la cocaína. Las autoridades se esfuerzan por terminar con la oferta, subiendo los costes y aguando las ventas en la calle. Los usuarios quieren mejor coca a precios más baratos.
En 2005, John P. Walters, director de la oficina de políticas contra las drogas, llegó a primera plana anunciando un aumento del precio de la cocaína y decrecientes niveles de calidad. Esas cifras indicaban que las políticas de control de drogas estaban funcionando, dijo.
Pero las nuevas cifras dadas a conocer por su oficina indican que, si hubo victoria, fue de corta duración. De enero a octubre del año pasado el precio en la calle de la cocaína bajó en más de un doce por ciento, mientras que la pureza promedio de la cocaína requisada por las autoridades subió del 68 al 73 por ciento. Y esta vez, la oficina de control de drogas hizo poco por publicitar las cifras, limitándose a comentarlas en una carta al senador Charles E. Grassley (republicano de Iowa).
Las nuevas cifras alentaron a los críticos que dicen que las estrategias antinarcóticos del gobierno de Bush deben cambiar.
"Puedes explicarlo de la manera que quieras, pero cuando los precios bajan y la oferta sube, el hecho es que esta estrategia no está funcionando", dijo el representante Jim McGovern (demócrata de Massachusetts), un crítico de toda la vida que es partidario de gastar más dinero en desarrollo económico.
Desde que empezara la guerra de Iraq hace más de cuatro años, el Pentágono ha reducido fuertemente la vigilancia aérea y marítima de las rutas de narcotráfico en el Pacífico y el Caribe. El elemento más importante de la estrategia norteamericana contra la cocaína lo ha definido el Plan Colombia, que financia la fumigación aérea de las plantas de coca. Los productores colombianos suministran el noventa por ciento de la cocaína que llega a Estados Unidos a través de México, transportada por círculos de contrabandistas que controlan las rutas de la cocaína y la marihuana.
"El control de las cosechas es el medio más eficiente para frenar la oferta", según se lee en el Informe Internacional de Estrategias de Control de Narcóticos 2007, publicado por el Departamento de Estado norteamericano. El año pasado, Colombia informó que había destruido más de 202 mil hectáreas de plantas de coca.
Pero los productores han respondido a la fumigación distribuyendo sus cosechas en zonas más pequeñas en una estrategia de evasión aparentemente exitosa. Funcionarios norteamericanos calculan que Colombia todavía sigue exportando unas 800 toneladas de cocaína.
Patrick Ward, subdirector de la Oficina Nacional de Políticas de Control de Drogas, dijo que el programa de erradicación colombiano impidió la producción de 350 toneladas de cocaína.
Pero los críticos dicen que la disponibilidad de cocaína en la mayoría de las ciudades norteamericanas es evidencia de su fracaso.
"En 2005, se plantó en Colombia más coca que en 2000, cuando empezó el Plan Colombia", dijo Adam Isacson, analista colombiano del Centro de Política Internacional, un laboratorio ideológico de Washington. "Pueden decir: ‘Miren, habría mucho más coca sin fumigación', pero eso es muy poco convincente".
El presidente colombiano Álvaro Uribe viajó esta semana a Washington a cabildear por la continuación del apoyo norteamericano entre acusaciones de vínculos entre su gobierno y grupos paramilitares ilegales. Desde el 2000, Colombia ha recibido 47 billones de dólares.
La continuada alta producción en Colombia también implica noticias problemáticas para México, que cosecha altos beneficios con el comercio de la cocaína y lleva el peso de sus costes. El año pasado, más de dos mil muertes fueron atribuidas a la guerra, todavía en curso, entre bandas de narcotraficantes rivales por el control de las rutas de transporte.
El presidente mexicano Felipe Calderón desplegó en diciembre al ejército para frenar el derramamiento de sangre. Pero los asesinatos siguieron al mismo ritmo, o peor, que el año pasado. En enero, México extraditó a varias figuras claves del tráfico de drogas para ser procesados en tribunales norteamericanos, incluyendo al presunto jefe del cartel con sede en la costa este del país. Se esperan más extradiciones.
Pero la continuada violencia y el firme suministro de cocaína que llega a Estados Unidos desde México han llevado a muchos a cuestionar tanto la estrategia de Calderón como de Estados Unidos.
"Los economistas dirían que las extradiciones desbloquean el mercado", dijo Peter Reuter, economista y experto en estrategias de antinarcóticos de la Rand Corp. "Si estás en México, querrás reducir la capacidad de esas organizaciones para ejecutar grandes cantidades de personas. Pero la idea de que eso pondrá fin al tráfico de cocaína es un error".
Históricamente, las operaciones del ejército mexicano han sido efectivas sólo a corto plazo, dijo José Luis Pineyro, un experto en asuntos militares de Ciudad de México. "Cuando los militares se marchan, los narcos vuelven".
Pese a los billones de dólares gastados en la guerra contra las drogas y en decomisos extraordinarios, las estadísticas dadas a conocer recientemente por la Oficina Nacional de Políticas de Control de Drogas de la Casa Blanca, sugieren que la cocaína está más accesible que nunca.
Usuarios de cocaína y funcionarios policiales controlan el precio y la pureza de la cocaína. Las autoridades se esfuerzan por terminar con la oferta, subiendo los costes y aguando las ventas en la calle. Los usuarios quieren mejor coca a precios más baratos.
En 2005, John P. Walters, director de la oficina de políticas contra las drogas, llegó a primera plana anunciando un aumento del precio de la cocaína y decrecientes niveles de calidad. Esas cifras indicaban que las políticas de control de drogas estaban funcionando, dijo.
Pero las nuevas cifras dadas a conocer por su oficina indican que, si hubo victoria, fue de corta duración. De enero a octubre del año pasado el precio en la calle de la cocaína bajó en más de un doce por ciento, mientras que la pureza promedio de la cocaína requisada por las autoridades subió del 68 al 73 por ciento. Y esta vez, la oficina de control de drogas hizo poco por publicitar las cifras, limitándose a comentarlas en una carta al senador Charles E. Grassley (republicano de Iowa).
Las nuevas cifras alentaron a los críticos que dicen que las estrategias antinarcóticos del gobierno de Bush deben cambiar.
"Puedes explicarlo de la manera que quieras, pero cuando los precios bajan y la oferta sube, el hecho es que esta estrategia no está funcionando", dijo el representante Jim McGovern (demócrata de Massachusetts), un crítico de toda la vida que es partidario de gastar más dinero en desarrollo económico.
Desde que empezara la guerra de Iraq hace más de cuatro años, el Pentágono ha reducido fuertemente la vigilancia aérea y marítima de las rutas de narcotráfico en el Pacífico y el Caribe. El elemento más importante de la estrategia norteamericana contra la cocaína lo ha definido el Plan Colombia, que financia la fumigación aérea de las plantas de coca. Los productores colombianos suministran el noventa por ciento de la cocaína que llega a Estados Unidos a través de México, transportada por círculos de contrabandistas que controlan las rutas de la cocaína y la marihuana.
"El control de las cosechas es el medio más eficiente para frenar la oferta", según se lee en el Informe Internacional de Estrategias de Control de Narcóticos 2007, publicado por el Departamento de Estado norteamericano. El año pasado, Colombia informó que había destruido más de 202 mil hectáreas de plantas de coca.
Pero los productores han respondido a la fumigación distribuyendo sus cosechas en zonas más pequeñas en una estrategia de evasión aparentemente exitosa. Funcionarios norteamericanos calculan que Colombia todavía sigue exportando unas 800 toneladas de cocaína.
Patrick Ward, subdirector de la Oficina Nacional de Políticas de Control de Drogas, dijo que el programa de erradicación colombiano impidió la producción de 350 toneladas de cocaína.
Pero los críticos dicen que la disponibilidad de cocaína en la mayoría de las ciudades norteamericanas es evidencia de su fracaso.
"En 2005, se plantó en Colombia más coca que en 2000, cuando empezó el Plan Colombia", dijo Adam Isacson, analista colombiano del Centro de Política Internacional, un laboratorio ideológico de Washington. "Pueden decir: ‘Miren, habría mucho más coca sin fumigación', pero eso es muy poco convincente".
El presidente colombiano Álvaro Uribe viajó esta semana a Washington a cabildear por la continuación del apoyo norteamericano entre acusaciones de vínculos entre su gobierno y grupos paramilitares ilegales. Desde el 2000, Colombia ha recibido 47 billones de dólares.
La continuada alta producción en Colombia también implica noticias problemáticas para México, que cosecha altos beneficios con el comercio de la cocaína y lleva el peso de sus costes. El año pasado, más de dos mil muertes fueron atribuidas a la guerra, todavía en curso, entre bandas de narcotraficantes rivales por el control de las rutas de transporte.
El presidente mexicano Felipe Calderón desplegó en diciembre al ejército para frenar el derramamiento de sangre. Pero los asesinatos siguieron al mismo ritmo, o peor, que el año pasado. En enero, México extraditó a varias figuras claves del tráfico de drogas para ser procesados en tribunales norteamericanos, incluyendo al presunto jefe del cartel con sede en la costa este del país. Se esperan más extradiciones.
Pero la continuada violencia y el firme suministro de cocaína que llega a Estados Unidos desde México han llevado a muchos a cuestionar tanto la estrategia de Calderón como de Estados Unidos.
"Los economistas dirían que las extradiciones desbloquean el mercado", dijo Peter Reuter, economista y experto en estrategias de antinarcóticos de la Rand Corp. "Si estás en México, querrás reducir la capacidad de esas organizaciones para ejecutar grandes cantidades de personas. Pero la idea de que eso pondrá fin al tráfico de cocaína es un error".
Históricamente, las operaciones del ejército mexicano han sido efectivas sólo a corto plazo, dijo José Luis Pineyro, un experto en asuntos militares de Ciudad de México. "Cuando los militares se marchan, los narcos vuelven".
sam.enriquez@latimes.com
Héctor Tobar y Carlos Martínez contribuyeron a este reportaje.
6 de mayo de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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