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[David Ignatius] Presta atención, y actúa.
Cuando los gurúes de la política exterior Henry Kissinger, Zbigniew Brzezinski y Brent Scowcroft empiezan a decir lo mismo, es hora de prestar atención. Eso pasó este mes en una aparición colectiva en ‘The Charlie Rose Show' y sus comentarios deberían ser lectura obligatoria para los candidatos presidenciales de los dos partidos -para no mencionar al actual ocupante del Despacho Oval.
Su mensaje colectivo fue el siguiente: En un mundo que cambia radicalmente, Estados Unidos debe ser menos arrogante en cuanto al uso de su poder y más dispuesto a dialogar con otros países. Eso puede sonar obvio, pero Estados Unidos ha pasado gran parte de los últimos seis años haciendo lo contrario. Los tres ex altos personeros pidieron más diálogo no solamente para mejorar la imagen de Estados Unidos sino para que podamos entender las nuevas normas y oportunidades en el concierto de naciones.
"El sistema internacional atraviesa por un período de cambios que no hemos presenciado en siglos" debido al decreciente poder las naciones-estados, dijo Kissinger, que fue secretario de estado durante el gobierno de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford. "Estamos acostumbrados a tratar problemas que tienen solución", pero los estadounidenses deben darse cuenta de "estamos al principio de un largo período de ajustes".
Brzezinski describió los cambios que están ocurriendo como un despertar político global. "El planeta está mucho más inquieto. Está agitado. Tiene aspiraciones que no se satisfacen fácilmente. Y si Estados Unidos debe estar a la cabeza, tiene que relacionarse de algún modo con estas nuevas, apasionadas e intensas aspiraciones políticas, que hacen de nuestra época algo tan diferente de incluso el pasado reciente". Brzezinski fue asesor de seguridad nacional para el presidente Jimmy Carter.
En este nuevo y "muy diferente mundo", dijo Scorcroft, "las medidas convencionales de poderío realmente no se aplican demasiado... Este es un mundo donde la mayor parte de los grandes problemas sobrepasan las fronteras nacionales, y existen nuevos tipos de actores y estamos tratando de saber cómo relacionarnos con él". Scofcroft fue asesor de seguridad nacional de los presidentes Ford y George H.W. Bush.
Ahora bien, se puede decir que estas prominentes figuras de la clase política son tres arvejas de la misma vaina que tenían inevitablemente que estar de acuerdo en temas de política exterior. Los tres son asesores en el Centro de Estudios Internacionales Estratégicos en Washington, que los reunió para un debate el 14 de junio.
Pero sobre el tema dominante de Iraq, han tomado cursos radicalmente diferentes. Brzezinski fue el primero y más duro crítico de la guerra entre sus ex funcionarios; Scowcroft argumentó contra la invasión y fue criticado por los conservadores dentro del gobierno, pero sigue siendo un invitado habitual de la familia Bush; Kissinger apoyó la guerra y habla regularmente con el presidente Bush y la secretario de estado Condoleezza Rice.
Así que es extraordinario que los tres propongan recetas similares sobre qué hacer después de Iraq. Los tres dicen que esta es una época en que Estados Unidos debe estar en el mundo -hablando, sí, pero también escuchando. Y su consejo para el próximo presidente es casi idéntico.
Scowcroft instó al nuevo presidente de Estados Unidos a declarar: "Yo pienso que somos parte del mundo, que queremos cooperar con ese mundo. No somos la potencia dominante en el planeta". Brzezinski ofreció una fórmula similar: "El próximo presidente debe decir al mundo que Estados Unidos quiere ser parte de la solución de sus problemas". Incluso Kissinger, que es a menudo brusco, estuvo de acuerdo en que el próximo presidente debe expresar la disponibilidad " de oír a un montón de países sobre qué piensan que debió hacerse. No debe pretender que maneja todas las respuestas".
Los tres quieren que Estados Unidos hable no solamente con los amigos, sino también con rivales potenciales. Con Irán, donde Kissinger dijo que "deberíamos al menos intentar alguna negociación discreta con iraníes de alto nivel para determinar hacia dónde queremos ir". Con Rusia, donde Brzezinski aconsejó: "No debemos exagerar los desacuerdos actuales". Con los chinos, que, según insistió Scowcroft, también "necesitan un mundo estable".
Esta tríada de expertos ayudaron a dar forma a la política exterior en los últimos cincuenta años. Ahora están viejos, pero siguen siendo rivales intelectuales -todavía peleando por influencia y tratando de ser los más astutos en el Club de la Facultad de la vida. Lo que sorprende es que vean el futuro en términos tan parecidos: Hay un nuevo juego global en camino; la idea misma de poder está cambiando; la seguridad futura de Estados Unidos dependerá más de adaptarse que de imponer nuestra voluntad.

isdavidignatius@washpost.com

24 de junio de 2007
22 de junio de 2007
©washington post
©traducción mQh
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