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sin base en uzbekistán


[Robin Wright y Ann Scott Tyson] Estados Unidos expulsados de base aérea de Uzbekistán.
Uzbekistán expulsó ayer formalmente a Estados Unidos de una base militar que ha servido como centro de misiones de combate y humanitarias en Afganistán desde poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, dijeron ayer funcionarios del Pentágono y del ministerio de Asuntos Exteriores.
En una decisión altamente inusual, la noticia de la expulsión de la base aérea de Karshi-Khanabad, conocida como K2, fue entregada por un mensajero del ministerio de Asuntos Exteriores de Uzbekistán en la embajada norteamericana en Tashkent, dijo un importante funcionario del gobierno estadounidense involucrado en la política exterior para Asia Central. El mensaje no mencionaba un motivo. Uzbekistán ha dado a Estados Unidos 180 días para retirar sus aviones, personal y material, dijeron funcionarios norteamericanos.
Si Uzbekistán continúa su política, como espera Washington, Estados Unidos deberá hacer frente a varios problemas logísticos para sus operaciones en Afganistán. K2 recibía cientos de vuelos al mes. Ha sido una base para el traslado de artículos humanitarios que eran entonces llevados por carretera hacia el norte de Afganistán, especialmente a Mazar-e-Sharif -sin otras alternativas para una región a la que es difícil llegar en invierno. K2 es también una base de re-abastecimiento con una pista lo suficientemente larga como para resistir sus enormes aviones militares. La alternativa es repostar en el aire, que es más caro.
El ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld volvió esta semana de Asia Central, donde obtuvo garantías de Kirguizistán y Tayikistán de que Estados Unidos puede usar sus bases de operaciones en Afganistán. Las fuerzas norteamericanas usan Tayikistán para aterrizajes de emergencia y repostaje de combustible, pero carecen de buenos caminos en Afganistán. Kirguizistán no tiene fronteras con Afganistán.
"Siempre pensamos en las alternativas. No pasa nada", dijo Rumsfeld el domingo cuando le preguntaron qué haría Estados Unidos para compensar la pérdida de la base en Uzbekistán.
Sin embargo, en mayo, el portavoz del Pentágono, Bryan Whitman, calificó el acceso al campo de aviación de "innegablemente crítico para nuestras operaciones de combate" y entregas humanitarias. Estados Unidos ha pagado 15 millones de dólares a las autoridades de Uzbekistán por el uso de la pistas desde 2001, dijo.
Ayer, el portavoz del Pentágono Lawrence T. Di Rita dijo que las fuerzas armadas norteamericanas no dependen de una sola base en el mundo. "Seguiremos realizando nuestras operaciones, independientemente de lo que pase. De momento es un asunto diplomático", dijo Di Rita.
La noticia de la expulsión se produce cuatro días antes de que un funcionario del ministerio de Asuntos Exteriores llegue a Tashkent para conversaciones con el gobierno del presidente Islam Karimov. La relación ha estado crecientemente tensa desde las sangrientas protestas en la provincia de Andijan en mayo, los peores disturbios desde que Uzbekistán obtuviera su independencia de la Unión Soviética.
El subsecretario de estado, R. Nicholas Burns, pensaba ejercer presión sobre Tashkent para que permitiera una investigación internacional de las protestas en Andijan, que grupos de derechos humanos y tres senadores estadounidenses que se reunieron con testigos oculares dijeron que habían costado la vida a unas 500 personas. Burns también pensaba advertir al gobierno, uno de los más autoritarios del mundo islámico, que emprendiera una apertura política -o correr el riesgo de disturbios como los presenciados recientemente en Ucrania, Georgia y Kirguizistán, dijeron funcionarios norteamericanos.
Karimov ha rechazado una investigación internacional. A medida que crecía la presión norteamericana, prohibió los vuelos nocturnos norteamericanos y algunos vuelos de cargo, obligando a Washington a trasladar las operaciones de búsqueda y rescate a la base aérea de Bagram en Afganistán y a la base aérea de Manas en Kirguizistán. Mientras las relaciones se agriaban, el gobierno de Bush se estaba preparando para mayores limitaciones, dijeron funcionarios norteamericanos.
Estados Unidos recibió la orden de desalojo apenas horas después de que 439 refugiados políticos fueran sacados de la vecina Kirguizistán -con la objeción de Uzbekistán- por Naciones Unidas.Los refugiados huyeron después de los disturbios de mayo, que según funcionarios de Uzbekistán fueron provocados por terroristas. El gobierno de Bush ha estado ejerciendo presión sobre Kirguizistán no obligue a los refugiados a volver a Uzbekistán.
Uzbekistán ha sido ampliamente visto como una importante prueba para el gobierno de Bush -si es la campaña antiterrorista o el fomento de la democracia la que será prioritaria. "Todos sabemos básicamente que si quisiéramos mantener el acceso a la base, todo lo que tenemos que hacer es callarnos sobre la democracia y hacer la vista gorda con los derechos humanos", dijo el funcionario, a condición de preservar el anonimato debido a la delicada diplomacia. "Si hubiéramos querido, habríamos conservado esa base".
Después del último revés en las relaciones, el gobierno de Bush esperará durante "un período de enfriamiento", dijo el funcionario de gobierno. "Suponemos que lo dicen en serio y quieren que nos vayamos. Ahora no estamos enviando a nadie a Uzbekistán".
La próxima prueba será retener los 22 millones de dólares en ayuda a Uzbekistán si no cumple con las disposiciones sobre reformas políticas y económicas a las que se comprometió en el acuerdo de cooperación estratégica de 2002 con Washington. El año pasado, el gobierno retuvo casi 11 millones de dólares. Funcionarios estadounidenses creen que el gobierno de Uzbekistán no volverá a ser un recipiente de ayuda.

13 de agosto de 2005
30 de julio de 2005
©washington post
©traducción mQh


peleando en una jaula


[Michael Wilson] Boxeo en jaula vivo y en buena salud en el Midwest de Estados Unidos.
Sioux Falls, Dakota del Sur, Estados Unidos. Cuando rebobinen el video de la pelea en la jaula, la sangre brotará otra vez de la nariz de Gervis Fool Bull, los gritos serán absorbidos por el pecho colectivo de la sudorosa multitud, y el puñetazo rebotará contra el alto camionero de Iowa que lo lanzó, un hombre con un corte de mohicano, que creció peleando con su hermano gemelo en el depósito de chatarra del vecindario.
Pero para encontrar dónde empezó realmente esta pelea entre desconocidos, rebobinar significaría retroceder casi semanas, al Cuatro de Julio en el pueblo turístico junto al lago, Okoboki, Iowa, donde los gemelos andaban parrandeando, bebiendo, y apestados con los turistas.
"Mi meta esa noche era pegarle al turista más grande que pudiera encontrar", dijo Nate Hawn, de 20 años.
Escogió a un marine, dijo, y le pegó en la calle llena de gente. Se acercó un desconocido, y los Hawn se preguntaron si acaso quería un poco de lo mismo.
El hombre dijo que trabajaba para un promotor de peleas de jaula y que los tipos debían estar en Sioux Falls en unas semanas. "Nos dijo: ‘Vosotros sois exactamente lo que andamos buscando'", dijo el hermano con el corte mohicano, Ryan Hawn.
Los hermanos llegaron el sábado a ‘The Cage' [La Jaula], para una noche sin reglas de peleas de hombre a hombre, encerrados en una jaula de rejas al exterior aquí en W.H. Lyon Fairgrounds. En un deporte conocido por nombres intercambiables -lucha extrema, pelea sin reglas, pelea de jaula- los púgiles pueden usar el boxeo, el kickboxing, las artes marciales y las llaves de lucha libre, o cualquier combinación de estos. Sus detractores lo han llamado "pelea de gallos entre hombres", un brutal pseudo-deporte.
Nueva York prohibió la pelea de jaula en 1997, dos años después de que el fiscal de distrito de Brooklyn amenazó con presentar cargos de agresión si la pelea programada no se suspendía. Comisiones de atletismo en Pensilvania, Ohio y varios otros estados se han negado a permitir las peleas. Los casinos indios han continuado permitiendo las peleas, mientras que la mayoría de los fans han dependido de los canales de pago que emiten las batallas del Ultimate Fighting Championship y DVDs con títulos como ‘Cage Rage 8: Knights of the Octagon'.
Pero en Sioux Falls y otras pequeñas ciudades y pueblos de las Grandes Praderas -Fargo, Dakota del Norte; Rochester, Minnesota; Marshfield, Wisconsin; Sioux City y Des Moines- la pelea de jaula está volviendo, convocando a cientos, incluso miles de espectadores a las ferias, pequeños gimnasios y, lo que más inquieta a los funcionarios del ayuntamiento, los estacionamientos de bares.
El 4 de junio, los promotores montaron una jaula en el lote de gravilla al lado de Sidewinder, un bar de moteros en Sioux Falls, y organizaron 17 peleas en un ‘Summer Slam'. Hay una pelea de jaula anunciada para el 13 de agosto en un bar en la ciudad de Yankton.
"Es como el grupo más firme", dijo Jarod Stevens, 25, un musculoso y pecoso pelirrojo que trabaja en un negocio de Hummer, alistándose para su primera pelea el sábado en Sioux Falls. "Es probar algo para ti mismo, que eres suficientemente hombre como para participar y hacerlo bien, espero".
Al final de la noche, Stevens estará aplicándose una bolsa de cielo contra un chichón azuloso en la frente. Y será uno de los más afortunados de las 11 peleas durante 2 horas en las que participan hombres que entrenan diariamente y se describen a sí mismos como matones de la calle. Ex convictos pelearán en la misma ficha que un oficial de rehabilitación de la Penitenciaría de Dakot del Sur, al que se han acercado varios de sus colegas para aprender unas llaves nuevas, en caso de que las cosas se pongan feas en el trabajo. Tres hombres serán derrotados por knock-out, y la noche terminará inundada por las brillantes y giratorias luces de una ambulancia.
"Siempre digo: ‘¿Dónde están los reglamentos?'", dijo Vernon Brown, 37, ex reportero de televisión que se incorporó al ayuntamiento de Sioux Falls el año pasado y es un opositor de la pelea de jaula. "No dejan de fastidiarme con una hoja impresa de internet que dice: está prohibido sacar los ojos, meter los dedos en la boca o en cualquier orificio corporale".
No cree que el deporte sea prohibido. Su principal preocupación, dijo, son los espectadores de una potente mezcla de violencia, alcohol y floja seguridad.
Se espera que una medida para mantener las peleas alejadas de los bares y que hace de los promotores, responsables por las lesiones de los púgiles, se discuta en el ayuntamiento en agosto.
Esta no es la Sioux Falls que Money Magazine declaró el mejor lugar para vivir en el país en 1992, ni la Sioux Falls que ha atraído al Citibank y a la Automatic Data Processing Inc., una tranquila, segura ciudad portuaria de 141.000 habitantes, adonde llegan en promedio 8 personas al día y se presenta un espectáculo de rayos láser todas las noches.
En esta Sioux Falls la gente tiene 19 y 20 y 21 años y andan buscando algo que hacer, cualquier cosa excepto uno de los programas para la juventud en uno de los 65 parques de la ciudad o todavía otro show de rayos más. El eterno ritual del paseo en una plaza del centro llamado "el nudo", fue prohibido hace dos años, cuando agentes de policía empezaron a imponer multas al tercer avistamiento nocturno del mismo coche.
"En realidad, no hay mucho que hacer en Sioux Falls", dijo Anna Anderson, 21, una ama de llaves de ropa negra y las uñas pintadas haciendo juego para su primera pelea del sábado. "La gente debería dejar de quejarse. Hay un montón de gente que quiere pelear, así que pueden venir aquí y pelear y no causarle problemas a nadie. Nadie sale con lesiones graves, pero si ocurre, que se jodan".
Casi la mitad de los púgiles en las ferias son de la localidad. Los más dedicados se reúnen en la Suite A de una hilera de oficinas de Active Mixed Martial Arts, donde se enseña yiu-yitsu brasileño.
El dueño del gimnasio y maestro, Aaron Hullinger, 33, no traería a sus hijos a una pelea de jaula. "No me gusta el ambiente que hay aquí", dijo. Pero no le impide adiestrar a sus púgiles para que ganen. "El objetivo de aprender yiu-yitsu es no caer en la jaula", dijo, "pero si eso es lo que quieres hacer, mejor aprendes yiu-yitsu".
Uno de los púgiles con más experiencia es Lee Lohff, 23, un policía del ejército que fue enviado dos veces a Afganistán, que a pesar de su modesto peso de 76 kilos, piensa que las competencias que valen la pena son escasas.
"Nosotros somos limpios, tenemos trabajo, vamos a la escuela", dijo, "y estos tipos que son los más duros de sus pandillas de moteros", pero no tienen ningún adiestramiento. "Es frustrante".
En realidad, el primer púgil en aparecer el sábado por la mañana para pesarse está fumando y bebiendo una lata de Budweiser: Fred Christian, 40, que se presenta a sí mismo como Dog. Su coleta es canosa, y su torso tatuado empieza a aflojarse. Esta debe ser su primera pelea. "Esto es algo completamente nuevo", dijo. "Pero está alarmado por una pregunta en los formularios -"Esto es exigido por los cuerpos de policía, ¿qué significa?", pregunta- y finalmente se retira.
Otros púgiles llegan más sobrios que Dog, pero no con más experiencia en la jaula.
Stevens, el del negocio de Hummer: "Yo no soy uno de esos tipos que se echa para atrás de una pelea. Me han quebrado seis costillas. Me han dejado con knockout fulminante en un concierto".
Para cuando el guitarrista de la banda de heavy-metal empieza a rasgar ‘The Star Spangled Banner' [La Bandera de las Estrellas Centelleantes] poco después de las 9 de la noche, varios cientos de espectadores se han reunido alrededor del ring y en las gradas, la mayoría en la veintena y sus novias. Un dejota trepa a la jaula y agradece a los auspiciadores: Budweiser, Outlaw Tattoos, Bullet Proof Graphics, Sioux Empire Tint.
El promotor de los púgiles es Chris Christianson, 31, de Sioux Falls, que ha levantado su negocio con una o dos peleas al mes desde el otoño pasado. Coge el micrófono y agradece a todos por venir a pesar de la "controversia". Su hermana de 21, en un corpiño de encaje, es una de las dos muchachas que entran a la jaula entre asalto y asalto, mostrando un número en una tarjeta.
El siguiente en el ring es Bruce Hoyer, 23, que era una jugador de fútbol americano hasta que una violenta entrada le desprendió una de sus retinas, dejándolo ciego del ojo derecho y prácticamente inmovilizado. Tiene un cinturón azul de yiu-yitsu brasileño. Es el referí.
La primera pelea dura lo que dura leer sobre ella: dos hombres se dan un par de puñetazos y caen retorciéndose y jadeando en la lona, hasta que uno inmoviliza al otro con una dolorosa llave, quizás dando puñetazos en la nuca de su oponente con la mano libre. El púgil debajo golpea dos veces la lona: Me rindo. Sería la norma de la mayoría de las 11 peleas. Encontrar púgiles y llevarlos a la jaula toma más tiempo que las peleas.
Una excepción es una pelea que presenta a David Adamyan, 22, un inmigrante ucraniano que no ha entrenado, mal aparejado con uno de los estudiantes estrella de yiu-yitsu, Paul Willman, 22. En los primeros segundos, Willman vuela sobre el novato, le pega en la cara dos veces. Los ojos de Adamyan se ponen blancos y se le doblan las piernas. No se mueve sino hasta que el referí lo ayuda, temblando, a ponerse de pie. Lo examinan dos paramédicos y una enfermera.
"No sé lo que pasó", dijo Adamyan más tarde, fumando un cigarrillo. "Fue simplemente bum, no supe nada más".
Hawn, el mohicano, gana por abandono después de pegarle en la nariz a Fool Bull con su puño o rodilla, las dos salpicadas de la sangre del hombrón.
La última pelea termina en un knockout. El perdedor parece estar tan mal que alguien llama al 911, pero cuando llegan los bomberos y los paramédicos, se levanta y pasa arrastrando los pies junto a la ambulancia, hacia su coche deportivo.
Cerca de la jaula mirando las peleas estaba Damien Alexander, 30, el hombre que se acercó a los gemelos Hawn en Iowa a invitarles a venir a pelear. Pensando en esa noche, dice que no recuerda haber visto a ninguno de ellos pegándole a un marine, pero algo lo hizo acercarse a ellos.
Tal como lo ve, la pelea de jaula está destinada a despegar en Sioux Falls. "¿Sabes lo que tenemos? Un montón de bares y un parque", dijo. "Eso es bueno".

28 de julio de 2005
©new york times
©traducción mQh


cómo sacar al loado líder


[NicholaS s D. Kristof] Al contrario de lo que se piensa, el régimen comunista está lejos de estar moribundo.
Pyongyang, Corea del Norte. Todas las casas de este país tienen dos retratos en la pared: una del Gran Presidente, Kim Il Sung, que, aunque murió hace 11 años, todavía es presidente, y uno de sus hijos, el Adorado Dirigente Kim Jong Il. Los inspectores visitan regularmente las casas para cerciorarse de que los retratos son bien mantenidos.
Todos los vagones del metro llevan esos mismos dos retratos, y todos los adultos llevan un broche con el Gran Presidente. Y cada casa (o aldea, en zonas rurales) tiene un altavoz, que empieza a transmitir propaganda a las 6 de la mañana para decirle a la gente lo que feliz que es.
Los niños pasan largas horas en guarderías desde los 6 meses, a veces volviendo a sus padres solamente durante los fines de semana. Los hombres normalmente cumplen siete o más años de servicio militar. La gente incapacitada es a veces expulsada de Pyongyang, una verde y arreglada capital que es una de las más bonitas de Asia, porque son considerados antiestéticos.
Y aunque la ideología nacional es juche, o autarquía, el Programa de Alimentación Mundial de Naciones Unidas alimenta a 6.5 millones de norcoreanos, casi un tercio de la población. Incluso así, la hambruna es extendida y ha dejado atrofiados a 37 por ciento de los niños.
Sin embargo, Corea del Norte destina sus recursos a proyectos de prestigio, como una impresionante carretera de 10 vías hacia Nampo (pero sin tráfico).
Muchos conservadores de dentro y fuera del gobierno de Bush asumen que la población de Corea del Norte debe estar hirviendo y el régimen, en las últimas. En realidad, la política del gobierno de Bush hacia Corea del Norte, en la medida en que tenga una, parece ser la de esperar a que se derrumbe.
Temo que puede ser una larga, larga espera. La principal paradoja de Corea del Norte es esta: Ningún gobierno en el mundo es hoy más brutal o ha fallado a su pueblo tan abyectamente como el de Corea del Norte, pero tiene un sólido control y puede incluso contar con un substancial apoyo popular.
Con una visita tan breve como la mía, es difícil discernir los ánimos, pero cualquiera que critique al gobierno arriesga la detención inmediata. Pero los chinos y otros extranjeros con los que hablé que viven en Corea del Norte o visitan regularmente el país, dicen que creen que la mayoría de los norcoreanos apoyan el régimen, del mismo modo que los chinos de a pie durante la era maoísta.
Del mismo modo, durante años he entrevistado a docenas de norcoreanos que habían huido a China o Corea del Sur, y ellos dicen abrumadoramente que mientras ellos, personalmente, rechazan al régimen -es por eso que huyeron-, sus parientes creen en la dinastía Kim con un fervor casi religioso. Dicen que cuando todos son educados en la adoración de Adorado Dirigente, cuando no hay voces disidentes, la gente adora genuinamente al presidente.
La mayoría dice que la fe no es tan fuerte como hace una docena de años, debido mayormente a que mucha gente ha oído susurros sobre la prosperidad china. Pero todavía ríen con la idea de que el Adorado Dirigente está a punto de ser derrocado.
"Creo que habrá cambio de régimen antes en Estados Unidos que en Corea del Norte", dice Han Park, un especialista en Corea de la Universidad de Georgia. Estima que un 30 por ciento de los norcoreanos tienen interés en el sistema, y que la mayoría del resto sabe tan poco sobre el mundo exterior que no se dan cuenta de lo mal que están.
Un hermético sello es la principal razón por la que la dinastía Kim ha sobrevivido tanto tiempo. Cuando llegué al aeropuerto de Pyongyang, fui obligado a entregar mis móviles, que debía recoger a mi salida. Incluso funcionarios de gobierno importantes no tienen acceso a internet.
Desde el momento en que aterricé en el aeropuerto, intenté cambiar dinero. Pero el aeropuerto no quiso, mi hotel tampoco quiso y en las tiendas me rechazaron. Se supone que los extranjeros deben pagar todo en moneda extranjera y quedar así aislados de la economía local. (Finalmente, un funcionario coreanos amistoso -eran todos sorprendentemente cordiales, con inesperado buen humor- me dio algunas monedas como recuerdo para mis niños).
Si la premisa de la política americana sobre Corea del Norte -de que está cerca del colapso- es en gran parte dudosa, esencialmente nuestra política lo es todavía más. El Occidente debería tratar de romper ese sello hermético, para aumentar las interacciones con Corea del Norte e infiltrar Corea del Norte con los más efectivos agentes subversivos que tenemos: los gordos ejecutivos occidentales.
En lugar de eso, mantenemos las sanciones, aislamos a Corea del Norte y esperamos indefinidamente que el régimen se derrumbe. Estoy seguro de que así estamos ayudando al Adorado Dirigente a seguir en el poder.

E-mail: nicholas@nytimes.com

17 de julio de 2005
©new york times
©traducción mQh

marcha de los muertos


[David Rohde] Bosnios musulmanes rehacen ruta de los que fueron asesinados en 1995.
Konjevic Polje, Bosnia y Herzegovina. Unos 500 hombres musulmanes bosnios salieron a las 7:30 de la mañana del domingo desde esta tranquila aldea agrícola al este de Bosnia en el tercer y último día de su repetición de la ‘marcha de la muerte' esta semana hace una década.
Con banderas bosnias y bosnias musulmanas, los hombres completaron su solemne repetición de la ruta que hicieron unos 15.000 hombres musulmanes durante la guerra de Bosnia. En julio de 1995, habían huido aterrados del pueblo de Srebrenica después de que tropas ligeramente armadas de Naciones Unidas no les protegieran ante el avance de las fuerzas serbias. Los serbios mataron a más de 7.000 de los musulmanes que huían, en emboscadas y ejecuciones en masa que los jueces en los juicios por crímenes de guerra declararon genocidio.
El domingo, la columna de musulmanes marchó a través de los bosques aquí estuvo nuevamente rodeada de cientos de serbios armados, pero esta vez los serbios eran agentes de policía encargados de la protección de los manifestantes.
Zoran Rosuljas, un policía serbio que dio la mano a uno de los manifestantes durante la ruta, dijo que no tenía "problemas" con proteger a los musulmanes 10 años después de una guerra que mató a más de 200.000 personas. Interrogado sobre si se sentía cómodo con sus antiguos enemigos, respondió rápidamente. "¿Por qué no?", dijo. "¿Por qué no?"
El apretón de manos fue sólo una de las escenas curiosas en el último día de la marcha de 65 kilómetros para protestar por el hecho de que dos de los líderes serbios acusados de cargos de genocidio por los asesinatos, Radovan Karadzic y Ratko Mladic, todavía no han sido capturados. Se espera a unas 50.000 personas asistan el lunes a las ceremonias que conmemoran el décimo aniversario de la caída de Srebrenica. Se enterrarán los cuerpos de 610 hombres exhumados de una fosa común, que fueron identificados con análisis de ADN.
Cuando empezaban ayer domingo la última fase -en realidad, una repetición al revés de la marcha original, para llegar a Srebrenica-, los hombres pasaron por la aldea de Nova Kasaba, el sitio de dos fosas comunes cavadas por soldados serbios. A principio de 2001, algunas familias musulmanas se mudaron al área bajo protección de fuerzas militares americanas que patrullaron esta parte de Bosnia hasta 2004.
Mehmet Muharemovic, 50, un campesino en la aldea, dijo que no había tenido problemas con serbios de la localidad o la policía serbia. Interrogado sobre un gallinero construido encima de una de las fosas comunes después de haber sido exhumado, dijo que pertenecía a otro granjero musulmán que había retornado. "No es un problema", dijo, encogiéndose de hombros, con un cigarrillo colgando de sus labios. "Todos perdimos a alguien. ¿Qué vamos a hacer?"
Mientras los hombres marchaban por caminos de tierra y senderos en la montaña que hace una década estuvieron llenos de miles de aterrados musulmanes, conversaban calmamente. Ali Hodzic Naziv, el hombre que se dio el apretón de manos con el agente de policía serbio, dijo que estaba marchando en memoria de sus dos hijos adolescentes, que desaparecieron en algún lugar de estos bosques.
Naziv, 53, un hombre robusto que fue evacuado de Srebrenica para un tratamiento médico después de que fuera herido en la pierna izquierda en 1993, tenía dolor después de dos días de caminata. Pero dijo que se hacía sentirse mejor ver la ruta que sus hijos, que se habían quedado atrás, habían tomado en sus últimas horas.
"Tengo que aferrarme a mis hijos", dijo mientras se esforzaba subiendo un lodoso sendero. "Llegaré, si Dios quiere".
Amir Halicic, un ensortijado hombre de 20, dijo que estaba marchando para comprender lo que había sentido su padre cuando huyó en 1995. Dijo que su padre le había contado que él tenía demasiado miedo como para atravesar otra vez esos bosques.
Halicic, de 10 cuando la caída de Srebrenica, dijo que había huido separándose de su madre y abuelo. Dos de ellos sobrevivieron. "No tuve infancia", dijo. "A mi abuelo mataron frente a mí".
Cerca de la cabeza de la columna marcha un hombre alto y tostado por el sol que dijo que volvía por primera vez a Srebrenica después de 10 años. Este hombre, Gary Kremer, fue uno de los cirujanos que trabajaba para los soldados holandeses que fueron intimidados por las fuerzas serbias aquí en 1995. Dijo que un musulmán que había conocido durante la guerra lo había invitado a la marcha. Sobrevivientes de Srebrenica, que se han quejado amargamente de que los holandeses no habían hecho lo suficiente para protegerlos, parecían tratarlo bien.
Los cambios eran evidentes. Cuando se encontraron en un sitio fragmentos de calaveras la columna se detuvo para recordar a los asesinados en un emboscada, los musulmanes se acercaron a sacar fotografías de los restos con las cámaras de sus móviles. Junto a la ruta abundan las casas y mezquitas reconstruidas, y campos recién plantados en lo que en 1995 era una tierra de nadie con sus casas incendiadas.
Pero la realidad de lo que ocurrió, y las continuas guerras de Bosnia, se impuso cuando la marcha terminaba. La marcha se detuvo junto a una fosa común parcialmente abierta cerca de Srebrenica. Mirando a los fémures, calaveras y tibias expuestas, algunos de los agotados manifestantes se echaron a llorar.

11 de julio de 2005
©new york times
©traducción mQh

casa de muchos espíritus


[Reed Johnson] Unidos por su trabajo con Frida Kahlo y Diego Rivera, un par de artistas cuidan el legado cultural de una casa histórica.
Empinándose por encima de la estrecha acera, la Casa de la Malinche se parece a una fortaleza del siglo 16, y, con los años, este sólido edificio ha tenido su parte de invasiones y reformas, no todas acogedoras. Se cree que sus secciones más antiguas se remontan a 500 años. La leyenda dice que el conquistador español Hernán Cortés utilizó una primera versión de la casa como un retiro mientras él y sus soldados asolaban el imperio azteca. En una de sus varias vidas previas, la estructura hizo las veces de cárcel municipal. Más tarde, fue un monasterio.
En otra etapa, parte de su planta baja fue cortada en pedazos y convertida en una farmacia. "Ha tenido muchos usos en su historia", dice Rina Lazo, que ha vivido en la Casa de la Malinche con su marido y colega artista Arturo García Bustos durante las últimas cuatro décadas.
Incluso hoy, dice la pareja, la vieja casa funciona como una especie de inexpugnable ciudadela en esta ruidosa, agresiva y contaminada metrópolis de 20 millones de habitantes. Situada estratégicamente al borde un apacible parque en el histórico distrito de Coyoacán de la ciudad, la Casa de la Malinche es un tranquilo y civilizado amortiguador contra las embestidas del exorbitante tráfico en la calle, chillones vendedores callejeros y los miles de visitantes y turistas que marchan por el barrio los fines de semana.
La casa tiene un complejo pedigrí simbólico. Su tocaya, la Malinche, era una mujer india de habla náhuatl que fue la intérprete de Cortés y también compartió la cama del conquistador (‘la malinche' se traduce como ‘la mujer del capitán'). Debido a que ayudó a los españoles a derrotar y someter a los pueblos indígenas de México, ha sido considerada como una traidora nacional, una femme fatale, en contraste con la adorada heroína nacional, la Virgen de Guadalupe.
Hoy, la casa de caliza, ladrillos y adobe es no sólo un oasis para sus dueños: es también un bastión de los valores culturales tradicionales mexicanos, que Lazo y García creen que están actualmente bajo sitio. Está repleta de arriba a abajo, de arte: esculturas precolombinas, muebles antiguos y una impresionante colección de pinturas, dibujos e impresiones, incluyendo obras de los tres padrinos fundadores del modernismo mexicano: Diego Rivera, Frida Kahlo y David Alfaro Siqueiros.
Para Lazo y García, la relación con este legendario patrimonio artístico es a la vez palpable y personal. Lazo pasó 10 años trabajando como asistente de Rivera, cuyos monumentales murales contribuyeron a definir la identidad post-revolucionaria del país y cuyo peso icónico se inclina sobre el arte mexicano del siglo 20 como el volcán Popocatépetl en los márgenes sur de la ciudad.
García fue estudiante y discípulo de Kahlo, la esposa intermitente de Rivera. Desde los años de su muerte en 1954, la cicatrizada vida de Kahlo, sus coloridos trajes y excéntrico e introspectivo arte -tan diferente del de su marido- la han convertido en una mártir feminista internacional y una diva póstuma. También la han transformado en estrella de cine, en la persona de la actriz Salma Hayek, la que retrató a Kahlo en la película de Miramax de 2002, ‘Frida'.
Pero no nos adelantemos.
Eh, es demasiado tarde. Lazo y García guían al visitante a través de su salón atiborrado de arte, una casual mención de la película sobre la primera pareja de arte mexicano lanza a Lazo en un animado monólogo. "Es triste, porque es una buena película que pudo haber sido mejor", dice. Sí, reconoce Lazo, hubo montones de escenas de fiestas nocturnas y montones de alcohol en los viejos días, pero no las bacanales libidinosas que pretende la película. Lazo y García deberían saberlo, pues eran huéspedes regulares en la antigua casa de Kahlo, la Casa Azul, ahora un museo a menos de una docena de manzanas de Coyoacán.
La pareja también cree que la película minimizó el ardiente compromiso de Kahlo y Rivera con las causas políticas de izquierdas. "Y el lesbianismo no hacía parte de eso", dice Lazo, negando la tradicional percepción de la bisexualidad de Kahlo. "Es un invento". O más bien, dice, esta imagen de Kahlo puede haber sido fomentada por el malicioso marido, Rivera, al que le encantaba dejar caer bombas sociales, incluso inventados. "Frida era una enamorada, pero de los hombres, no de las mujeres", dice Lazo con la determinación de un caso cerrado.
Una extensa matriz de varios pisos que ocupa hasta la cuarta parte de una manzana, la Casa de la Malinche fue concebida a una escala dramática que se ajusta a sus dueños actuales. El dormitorio principal, con su banco de piel de jaguar y elevado catre, podría ser un plató para la producción de ‘Las mil y una noches'. La biblioteca, atiborrada hasta las vigas de libros de arte, da a un patio enmarcado de buganvillas.
Cuando llegas al descanso de la escalera principal, te encuentras con una enorme lechuza de aires doctorales llamada Tecolotzin, en honor a un gobernante azteca. "Tiene cara inteligente, pero quién sabe si es verdad", dice García divertido, mirando a la bestia en su gigantesca jaula. "No escribió ‘Don Quijote' ni nada por el estilo".
La Casa de la Malinche es una obra maestra, pero no un museo. Antes de que Lazo y García lo compraran a principio de los años sesenta, la casa de casi 930 metros cuadrados ha soportado décadas, sino siglos, de lento deterioro. La mantención es cara, y sus dueños de ocupan de su decorado y mantención con los ojos expertos del artista.
Pero la casa, felizmente, no tiene el pavoneo, la obsesión de estar listo-para-la-foto de muchas casas de ‘diseñadores'. Se puede ver un pedazo de peladuras de pintura en el techo, materiales para artistas en alguna esquina. Como sus dueños, la Casa de la Malinche es cálida y acogedora.
El segundo piso del salón, donde Lazo y García hacen gran parte de sus labores de anfitriones, rinde homenaje a sus famosos mentores -el maestro Rivera y la maestra Kahlo, como se refiere la pareja a ellos. Dotada de un techo alto y la luz natural filtrándose a través de las altas ventanas, la habitación está ordenada en torno a dos sofás y un largo banco de madera y cuero. Una alfombra de motivos geométricos de Estambul y un stand de libros antiguo agregan marcados acentos.
Pero al entrar a la habitación, tus ojos instantáneamente se tornan hacia las paredes. Hay una naturaleza muerta de Lazo, con un montón de cocos, a la manera cubista, como Cézanne. Y más allá, su retrato de la hija única de la pareja, Rina García Lazo, una arquitecto que vive abajo con sus dos hijitos.
A unos metros, planeando como una aparición, está el retrato de tamaño natural de una escultural mujer con un vestido azul. Lazo la identifica como una amante de Henry Ford, el autocrático magnate de los coches cuyo hijo Edsel llevó a Rivera a Michigan a principio de los años treinta, para realizar los murales de ‘Detroit Industry' en el Instituto de las Artes de Detroit. Junto a ella, cuelga el dibujo de Kahlo titulado ‘La Copa', de fines de los años treinta, o cuarentas, que muestra una embarcación hecha con las cabezas de gente que representa a diferentes razas o grupos étnicos.
Pequeño. Críptico. Vagamente horripilante. Muy Frida.
En otra pared hay un dibujo inconcluso de Rivera, que llama la atención por su inscripción del maestro a su entonces joven aprendiz: "Para Rina Lazo, que me ayuda a pintar y a vivir".
"Tuvimos la suerte de estar cerca de esos grandes maestros, José Clemente Orozco, Rivera, Siqueiros y Frida", dice García, entre cuyas piezas mejor conocidas se encuentran los murales del palacio del gobierno municipal en el sureño estado de Oaxaca. "Sí, fue una época maravillosa", dice Lazo. A menudo, dice Lazo, quisiera que más de su tiempo en la Tierra se hubiera yuxtapuesto con el de esa extraordinaria era.
En sus años mozos, García y Lazo estuvieron inmersos en una embriagadora mezcla de acción política y apasionada devoción al arte que giraba en torno a Kahlo, Rivera y sus colegas. La pareja los conoció cuando el maestro ordenó a Lazo, su asistente, que ayudara a García a hacer carteles para una manifestación política. "Eso nos unía mucho: el interés artístico, y la política, y las preocupaciones, todo", dice García.
En realidad, después de tantas décadas de ajuste mutuo de las rutinas y contornos, Lazo y García afinan tan ajustadamente como las vigas del suelo. Lazo, una sorprendente mujer con un chal de cremoso color hueso y una cascada de joyas de oro, originaria de Guatemala, tiene una personalidad más histriónica y lleva la palabra. Su marido más circunspecto, que creció en Ciudad de México, escucha y habla cuidadosamente, mirando con cariño a su esposa y metiéndose en la conversación cuando ella se equivoca con un nombre u olvida una fecha. A pesar de su todavía incendiario idealismo político, se las arreglan para mantener a distancia los problemas del mundo con un dulce e irónico humor.
De crucial importancia en este matrimonio, y creativa asociación, es la creencia compartida en el valor perdurable de métodos artísticos de siglos de antigüedad, la preferencia por lo hecho a mano, no generado en un ordenador. La pareja tiene poco interés en el arte prefabricado, casas insulsas, vecindarios sin vida, vidas monótonas.
Al entrar en la Casa de la Malinche, a través de una pesada puerta de madera que da directamente a la acera pública, es como retroceder a una era de ritmo más calmo, más contemplativa. Inmediatamente a la izquierda, un pasillo de piedra conduce al taller de grabados de la pareja, llena de maquinarias de grabado antiguas. "Esta técnica está en desuso", concede García, "pero es maravillosa. La usó Rembrandt, la usó Goya".
García confiesa que está todavía aprendiendo a trabajar en diseño en ordenadores. "Me siento desafiada cuando estoy frente al tablero". Como artista, dice, le parece más fácil expresar sus sentimientos y emociones cuando modela con barro. Su esposa está de acuerdo, y lamenta la pérdida gradual de las habilidades tradicionales de la pintura con pincel. "La pintura a mano va a desaparecer, y con ella el corazón", dice Lazo. "Yo digo que no volverá a nacer otra Frida Kahlo en el futuro".
Pero la devoción a métodos y creencias sancionadas por el tiempo no significa necesariamente vivir en el pasado. De entre pilas dispersas de dibujos, grabados, frescos y acuarelas, García saca uno de sus últimos trabajos, una pequeña imagen blanco-y-negro de un hombre de aire desanimado sentado al borde de una gran ciudad. Detrás de él asoman dos torres de edificios y un avión a reacción.
"El 11 de Septiembre", dice García, "y un artista muy preocupado por el mundo, por el futuro del mundo".
A veces el artista trata de abrazar al mundo y consolarlo. Otra, él o ella debe mantenerlo a un brazo de distancia, o te vuelves loco, lo pueden asegurar Lazo y García.
En Coyoacán, como en otros barrios históricos de Ciudad de México, se libra una batalla para preservar las cualidades únicas e irremplazables que hacen tan atractiva el área, no sólo para los residentes, sino también para extranjeros. Junto con muchos de sus vecinos, Lazo y García han estado peleando contra una propuesta para construir un teatro al aire libre de 900 asientos, que estaría ubicado en la pequeño y encantador parque al otro lado de su casa.
Aunque sus proponentes han dicho que el teatro será usado para conciertos de música clásica y cosas similares, la pareja sospecha que abrirá la puerta a diversiones más agresivas. Creen que el parque debería ser un sitio para pasear, encontrarse con amigos y un pensativo descanso, y no, en palabras de Lazo, un lugar donde "uno viene a divertirse y bailar cumbia".
Poco a poco, teme la pareja, el fino carácter del barrio está siendo engullido por el tráfico comercial y urbanistas que huelen una tendencia lucrativa cuando la hay. En los últimos años, varios de los amigos de la pareja se han marchado de Coyoacán a la búsqueda de prados más tranquilos.
"Aquí, los vecinos, que quieren conservar este lugar, como debe ser, como un centro histórico, por su historia, por sus monumentos", dice Lazo. Ella y su marido se alegran de que las murallas de los viejos fundamentos de la Casa de la Malinche sean de unos 90 centímetros. "¡Mira lo anchas que son las murallas!", dice Lazo, pasando su mano por su granosa superficie."Nos ayudan a protegernos de los ruidos de la calle, de los coches".
La pareja cree que las paredes más gruesas de la casa corresponden a las de la estructura original de un piso donde Cortés y La Malinche vivieron durante un año, probablemente hacia 1521 o 1522. De acuerdo a García, Cortés eligió establecerse en Coyoacán porque la gran capital azteca de Tenochtitlán (hoy el centro de Ciudad de México) , tras ser saqueada por los españoles, estaba llena de cuerpos descompuestos.
En los siglos posteriores, la casa asumió otros aspectos, incluyendo su fase como monasterio. Luego, en los años de 1860, el presidente liberal Benito Juárez implementó sus famosas reformas agrarias y el monasterio y sus terrenos cayeron en manos de una familia campesina que había hecho las tortillas de los monjes. Lazo dice que parte de los terrenos todavía eran usados para cultivar maíz cuando ella y su marido se mudaron aquí hace 40 años.
En los años treinta, la casa llamó la atención de José Vasconcelos, el poderoso ministro de educación mexicano que encargó a Rivera, Siqueiros y otros artistas a pintar los grandes murales públicos que debían articular una visión de la identidad mexicana después del levantamiento revolucionario de 1910-1920.
Consciente del valor histórico de la Casa de la Malinche, Vasconcelos compró la casa. Aunque nunca vivió en ella, dice Lazos, Vasconcelos reconstruyó sus tejados y restauró o remplazó sus vigas derrumbadas.
Finalmente la casa pasó a manos de la hija de Vasconcelos, doña Carmen Vasconcelos. En esa época, a principio de los años sesenta, Lazo y García estaban viviendo en un apartamento y buscando un lugar más grande con suficiente espacio como para instalar un taller artístico y su hija recién nacida. Convencieron a doña Carmen de les alquilara la casa, que más tarde fue puesta a la venta. La pareja vio su oportunidad.
"Nadie quería la casa, porque era vieja, y era de una época en que todo el mundo estaba dejando de lado sus viejas casas y mudándose a unas más modernas", dice Lazo.
Ella y García habían justo recibido un dinero por unos murales que habían pintado para el deslumbrante nuevo Museo de Antropología de la ciudad. Reuniendo su dinero, pudieron comprar la casa. "El hecho es que doña Carmen estaba muy contenta", dice Lazo. "Nos dijo: ‘Ah, ningún mexicano quería comprar esta casa, eran siempre extranjeros, y yo no la quería vender a extranjeros'. Es por eso que le alegró y nos la vendió a nosotros".
Reconstruir la casa, y tratar de restaurarla en algo aproximado a su diseño original fue, para la pareja, un proyecto de 10 años de la pareja. Gradualmente lograron reconstruir muchas de las antiguas habitaciones y encontrar puertas y ventanas antiguas, y enrejados para remplazar los antiguos. Volvieron a abrir ventanas tapiadas en la cocina y excavaron tabiques antiguos, ocultos. Hoy, la Casa de la Malinche goza de la condición de monumento colonial registrado, y "no se ha hecho ni un solo cambio" sin la aprobación oficial, dice Lazo.
El atardecer se está escabullendo, y nos traen una botella de fina tequila y unos sabrosos quesos de Oaxaca. Afuera, es la hora pique. Pero apenas penetran sonidos a través de las firmes murallas de piedra mientras la pareja obsequia a su huésped con más historias y opiniones sobre arte, política, todo.
Sí, acceden Lazo y García, el futuro político y económico de México es incierto. Sí, la inmigración y la globalización plantean inquietantes preguntas en todo el hemisferio.
Y sí, dice la pareja, tienen pensado quedarse en su vecindario y seguir peleando, por México y por Coyoacán. En los días de apogeo de Rivera y Kahlo, dice García, los mexicanos querían cambiar su sociedad "apasionadamente". Ahora, cree, el país hace frente a un reto comparable.
"Nos movía la idea de construir un mundo nuevo", dice de los viejos días. "Fue retrasado. Pero tenía que volver a brotar, aunque muchos años después, y debe adoptar nuevas formas".
Como la Casa de la Malinche.

10 de julio de 2005
19 de mayo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

niños tras las rejas


[Richard C. Paddock] Mientras la miseria causa un aumento de los robos, las cárceles están a punto de explotar. Niños y adultos comparten celdas.
Manila, Filipinas. Ranilyn Geronimo pasó su cumpleaños número 14 en una celda de la cárcel con otras 50 mujeres. Dos meses más tarde, todavía se encuentra allí. La celda está tan hacinada que las reclusas duermen en el suelo formando apretadas hileras; algunas de ellas duermen sobre el lado izquierdo. Durante el día la temperatura sube normalmente por sobre los 38 grados Celsius. Sus mejores amigas están acusadas de homicidios.
Su propio delito: el robo de un pescado.

Ranilyn, a la que su pelo corto da el aspecto de un chiquillo, fue detenida en el puerto de Manila y llevada a la Cárcel Municipal de Navotas hace cuatro meses. Dice que su familia es tan pobre que hasta el día de su detención sólo comía una vez al día. Su fianza se fijó en 37 dólares, pero nadie que ella conozca tiene ese dinero.
En la cárcel, la luz diurna se filtra a través de pequeñas y mugrientas ventanas en lo alto de las paredes de celdas del tamaño de un dormitorio grande. De las vigas, como telarañas, cuelgan hamacas. Algunas de las reclusas tienen llagas rojas en sus brazos y piernas. Unas pocas reclusas tosen con tuberculosis. Durante el mes de mareas altas, el agua de mar se introduce dentro, llegando a veces hasta las rodillas de los presos.
"Cuando pienso en la libertad", dijo Ranilyn, "me dan ganas de llorar".
En todo Filipinas las crecientes penurias económicas y una extendida miseria han desencadenado un fuerte incremento de los delitos contra la propiedad, especialmente el robo. El número de detenciones ha crecido enormemente y el volumen de prisioneros se ha disparado mucho más allá de la capacidad del sistema carcelario.
Los reglamentos federales exigen que los delincuentes juveniles sean albergados separados de los adultos, pero la exigencia es ampliamente ignorada. Los menores son frecuentemente encarcelados con adultos en los centros de detención, y a menudo en la misma celda.
El sistema de tribunales está tan atascado que algunos presos pasan más tiempo en la cárcel de lo que estarían si pudieran ver antes a un juez, declararse culpables y ser sentenciados.
"Miles de niños en las cárceles de Filipinas son sometidos a diario a violencias y traumas, y eso no debería dejarnos dormir en la noche", dijo Nicholas Alipui, representante de UNICEF en Filipinas, que apoya la legislación que exige centros de detención separados para niños.
En febrero la presidente Gloria Macapagal Arroyo, reconoció el desastroso estado de las cárceles del país cuando defendía su decisión no autorizar ejecuciones.
"Sabe, dadas las condiciones de nuestras cárceles, estar en prisión es peor que la muerte", dijo.
Cada vez más los filipinos responsabilizan a Arroyo del continuo deterioro económico del país y de la extendida corrupción que está privando al gobierno de recursos para proporcionar servicios básicos.
"¿Qué tipo de presidente no ayuda a los niños en la cárcel?", preguntó Ranilyn, que cumplió los 14 el 14 de abril. "Algunas presas se enferman y nos les dan medicinas. ¿Por qué no las ayuda?"

Creciente Desesperación
La economía filipina, en el pasado una de las más sólidas del sudeste asiático, se ha deterioriado firmemente en las últimas décadas. Hoy, un tercio de la fuerza de trabajo está desempleada o ha encontrado trabajo en el extranjero. La pobreza es tan extrema en algunas partes del país que la tasa de desnutrición infantil excede la de Corea del Norte, de acuerdo a cifras dadas a conocer el mes pasado por UNICEF.
Arroyo, que asumió el poder con apoyo militar en 2001 y fue elegida para mantenerse en su cargo el año pasado, hace frente a llamados cada vez más numerosos a que renuncie. En los últimos meses se cree que un grupo de oficiales militares activos y en retiro han estado organizándose sigilosamente para derrocarla.
"Estamos maduros para otro golpe", dijo Rex Robles, un comodoro de la Marina y agente de la inteligencia que trabaja ahora como analista de seguridad.
Desde que Arroyo llegara al poder, la cantidad de delitos económicos ha aumentado enormemente incluso en contraste con los delitos violentos que han descendido ligeramente, de acuerdo a estadísticas de la Policía Nacional de Filipinas.
Desde 2000, el año previo a la asunción del poder por Arroyo, hasta 2004, los robos aumentaron en un 44 por ciento, muestran cifras de la policía. Durante el mismo período, la tasa de delitos violentos, incluyendo homicidios, violaciones y atracos, bajaron de 2.73 a 2.46 por cada 100.000 habitantes, muestran los informes.
Muchos de los robos son pequeños, a menudo justo lo suficiente para comer. Pero para los pobres ser atrapado puede significar pasar meses tras las rejas.
Aneza Marivic de la Cruz fue encerrada en octubre en el Internado Femenino de Quezon, acusada de haber robado una bebida energética Milo y cuatro botellitas de champú Head & Shoulders en una tienda de abarrotes.
La mujer de 37 años admite haber colocado esos artículos en una bolsa de compras y tratado de salir de la tienda. Se trataba en total de 491 pesos, unos 9 dólares. Dijo que había pensando venderlos para comprar arroz para cocinar para su marido e hijas, de 4 y 11 años.
La sentencia típica por hurtos menores en Filipinas es seis meses. De la Cruz ha pasado casi 7 meses en la cárcel a la espera de que se vea su caso. Su fianza fue fijada en 92 dólares.
"Nadie en mi familia tiene ese dinero, porque somos muy pobres", dijo De la Cruz, cuya familia tiene poco con qué vivir desde que su marido perdiera su trabajo en 1999.
Limpia e iluminada, la cárcel de Quezon City es una de las mejores cárceles de Manila. Construida para 84 presos, alberga a 581.
De acuerdo a la Oficina de Administración Penitenciaria y Ciencia Penal, las cárceles en la ciudad albergan en promedio más de seis veces su capacidad. La Cárcel del Ayuntamiento de Makati en el rico distrito financiero de Manila es la más hacinada, con 15 veces su capacidad.
En la sórdida cárcel de Navotas, la escasez de fondos es evidente. Aquí 560 presos se hacinan en una cárcel construida para 63. Hace cuatro años la cárcel alojaba a 200 presos. La gendarme Deogracias Tapayan señala que la cárcel está tan llena que cada reclusa cuenta con menos de 0.38 metros cuadrados de espacio.
Durante el día la mayoría de las reclusas se sientan juntas en el suelo de sus celdas apenas iluminadas, a veces a mirar videos, a veces sin hacer nada. Otras presas dan vueltas en los largos pasillos entre hileras de celdas, que se convierten por la noche en un área para dormir. Muchas están esperando sus juicios. Otras están cumpliendo sentencias de hasta tres años.
Mugrientos ventiladores eléctricos proporcionan un pequeño alivio del calor. Cuando se corta la luz, como ocurre a menudo, las reclusas se abanican con pedazos de cartón. El gobierno ha prohibido el karaoke nocturno, una entretención favorita, en todas las cárceles para ahorrar en los costes de la electricidad.
Fuera, los presos y presas más fiables socializan juntos en un pequeño patio, donde cocinan para los otros presos en fogatas, se bañan, lavan la ropa, cortan el pelo y reciben a visitantes. A otros se les permite salir por un corto lapso una vez al día. Los presos comen tres veces al día, normalmente arroz con una pizca de pescado o verduras.
Entre los presos de Navotas hay 18 delincuentes juveniles, de los que Ranilyn es la única niña. Los niños, de entre 15 y 17 años, residen con 10 jóvenes que fueron apresados cuando eran menores de edad pero han cumplido la mayoría de edad en la cárcel a la espera de cargos que incluyen robo, esnifar cola, y homicidio. Algunos de ellos han estado en la cárcel durante un año y medio.
Otro recluso, un violador en la cincuentena, fue asignado a vivir en la celda y supervisar a los niños.
La celda tiene dos literas y carece de ventanas, pero con sólo 28 presos es la menos hacinada de la cárcel. La mayoría de los niños duermen en el piso de cemento sobre pedazos de cartón y sábanas de plástico.

Historia de una Familia
Entre ellos está Robert Laurel, que cumplió 15 el mes pasado. Estaba gorroneando pescado en el Puerto Pesquero de Navotas en enero cuando fue detenido por sospechas de robo.
Robert dijo que su hermano Luis, 12, murió después de ser encarcelado en la misma celda en diciembre de 2003. Luis estaba cumpliendo una sentencia por robar un reloj. Un funcionario de la prisión dijo que la causa de la muerte fue un edema.
Robert, que abandonó la escuela después del primer año básico, tiene un manojo de bigotes que le hacen aparecer mayor de lo que es. Tiene una fea cicatriz en su mejilla que parece se la hicieron con un cuchillo. Robert dijo que estaba tan borracho después de beber un gin barato, que no recuerda cómo ocurrió.
Dijo que fue arrestado dos veces antes por robar, primero un collar y luego unos Levis. Los cargos fueron desechados las dos veces, aunque admite los robos. Esta vez sostiene que detenido injustamente y piensa recusar la acusación, aunque ya ha pasado casi cinco meses en la cárcel.
Robert dijo que iba a menudo al puerto a ayudar a las tripulaciones de pescadores a seleccionar su pesca. Por su trabajo los hombres le daban peces de tan pobre calidad que, de otro modo, era vendido para hacer salsas. Llevaba el pescado a su familia, y vendía algo a sus vecinos para comprar arroz.
El día de su detención, dijo, llevaba unos 5 kilos de pescado en una bolsa de plástico cuando fue detenido por un agente de policía que desconocía el arreglo. Robert dice que no puede mencionar al miembro de la tripulación que le dio el pescado sin meterlo en problemas. Espera que el tribunal escuche su defensa este mes siguiente.
Dijo que preferiría estar en una celda con otros menores, pero no ha tenido problemas con el hombre asignado a la supervisión de los menores en la celda.
"Le llamamos Padre", dijo Robert.
La celda de los niños está al final del pasillo justo al otro lado de las mujeres, una celda que tiene seis literas, un inodoro y una cocinilla para sis 51 ocupantes.
Los hombres están peor: Hay 120 por celda.

Anhelo de Libertad
Ranilyn dice que se siente afortunada porque tiene un hueco para dormir el final del pasillo frente a una pared, y no en el medio.
"Todo el piso está lleno de gente", dijo. "Tienes que decidir de qué lado vas a dormir porque después, en la noche, no te puedes mover".
Pero realmente no hay un debate. La tradición en la celda es dormir sobre el lazo izquierdo.
Ranilyn trabó amistad con tres mujeres, dos acusadas de homicidio y una supuesta traficante de drogas. Dice que las mujeres la protegen y le han enseñado a sobrevivir en la cárcel. Lleva dos brazaletes elásticos, uno rosado y uno azul, que le regalaron para su cumpleaños. Cuando hace poco se produjo un apagón, Ranilyn estaba abanicando a una de sus amigas en una litera de abajo, leyendo una revista con fotos de mujeres ligeras de ropas.
Ranilyn, que dejó la escuela después del cuarto primario, vivía con una tía en Navotas antes de su detención. Dijo que tenía hambre todo el tiempo, pero evitó el hábito de esnifar cola que es común entre los niños del área.
"No es mi vicio", dijo. "Mis vicios son el cigarrillo y el trago".
A veces va al muelle con la esperanza de encontrar comida. Estaba allá en febrero mirnado a unos hombres cargando toneles de pescado cuando vio su oportunidad.
Un pez cayó del barril al suelo; ella caminó hasta allá, lo empujó con el pie y lo recogió.
Momentos más tarde, un guardia de seguridad la golpeó en la nuca con otro pescado. Dijo que el guardia la golpeó hasta que quedó negra y azul, le metió la cara en una caja de pescado y luego la arrestó.
A Ranilyn le gustaría declararse culpable por robar el pescado, que costaba 1.15 dólares, pero no puede mientras un juez no vea su caso.
"No entiendo por qué no puedo salir libre sin fianza", dijo. "Es un delito menor".
Cuando salga, dijo, todo lo que quiere hacer es encontrar un poco de paz encerrándose en la casa de su tía.
"Ahora tengo un objetivo", dijo. "No volver aquí".

6 de junio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

descontento en corea


[Barbara Demick] Videos secretos norcoreanos sugieren naciente oposición.
Bangkok, Tailandia. Con las manos temblando, el norcoreano se trepó a los hombros de un compinche para llegar a la parte de abajo del puente. Mientras otro cómplice vigilaba, colgó una pancarta denunciando al presidente norcoreano, Kim Jong Il, en brillantes letras rojas. Luego sacó una cámara de video, preparada para que pareciera un cartón de cigarrillos, y filmó su trabajo para la posteridad.
Hoy, el norcoreano que dice que hizo el video a nombre de un grupo llamado Liga Juvenil por la Libertad, vive en la clandestinidad en Tailandia bajo un nombre falso. Es un hombre pequeño, larguirucho, y fumó cigarrillos L&M nerviosamente mientras recordaba su hazaña contra el gobierno totalitario.
Todo debió hacerse con el máximo secreto, dijo, hasta el punto de que él y sus compañeros se comunicaban por medio de notas pasadas en sacos de patatas. Ni siquiera se atrevió a contárselo a su esposa.
"Si nos hubieran cogido, nos habrían matado a todos", dijo el hombre, que se hace llamar Park Dae Heung.
La cinta de 33 minutos ha causado sensación en Japón y Corea del Sur, donde ha sido transmitido repetidas veces. Defensores de los derechos humanos en Corea del Sur dicen que es la primera evidencia de un naciente movimiento disidente en Corea del Norte.
Además de la pancarta colgada en el puente, el video muestra una pancarta contra el gobierno en la sala de descanso de una fábrica y tiene una escena particularmente llamativa en la que la cámara pasa por una fotografía oficial de Kim Jong Il manchada con pintadas mientras un hombre lo denuncia fuera de cámara.
El video forma parte de una serie de videos samizdat y entrega una rara mirada en la vida del que es probablemente el país más secreto del mundo. Desde comienzos de año han emergido videos de Corea del Norte mostrando una ejecución pública, niños pidiendo limosna en una estación ferroviaria y ayuda humanitaria de Naciones Unidas que es vendida en un mercado.
Entre observadores de Corea del Norte hay un debate sobre si los cineastas fueron motivados por su oposición al gobierno o por codicia. Muchos de los videos se han vendido a canales de la televisión japonesa, que han pagado hasta 200.000 dólares por los metrajes, según informes.
Que la gente sea capaz de hacer esos videos ponen en cuestión muchos de los subentendidos sobre el poder de Kim. Los videos no significan necesariamente que el gobierno esté a punto de caer -la opinión mayoritaria de los especialistas es que no es el caso- pero su existencia muestra que el control social se está desmoronando en los márgenes.
"Nadie se habría atrevido a hacer algo así hace tres o cuatro años", dijo Hitoshi Takase, presidente de la Red de Noticias Independientes, de Japón, una compañía de Tokio que distribuyó en marzo un metraje de lo que parece ser una ejecución pública en Corea del Norte.
Las imágenes de las pancartas antigubernamentales fueron sacadas clandestinamente de Corea del Norte y llevadas a través de la frontera china por activistas de la Coalición de Ciudadanos por los Derechos Humanos de los Secuestrados y Refugiados Norcoreanos, de Seúl. Han sido mostradas ampliamente por televisión y en páginas de internet, como http://www.dailynk.com/file/2005/01/19/DNKR00001267.wmv
Do Hee Yun, secretario-general del grupo, dice que es la primera evidencia sólida de una naciente actividad disidente en Corea del Norte.
"Por supuesto, los cineastas han hecho dinero con esos videos, pero no creo que sea su principal motivación", dijo Do, que presentó a un periodista de Los Angeles Times a Park, el desertor, para su primera entrevista con la prensa occidental. "Creen que su sociedad debería cambiar, y quieren llamar la atención del mundo sobre la situación de los derechos humanos".
Do dijo que la televisión japonesa pagó a su organización 150.000 dólares por el video y que trató de entregar ese dinero al grupo de Park, pero después de que los intermediarios sacaran su tajada, sólo 3.000 dólares llegaron a Corea del Norte.
Park, que huyó de Corea del Norte a principios de año, dijo que había trabajado como chofer de una compañía estatal en Hoeryong, una ciudad cerca de la frontera china. Hace unos cinco años, fue abordado por un comerciante bien conectado de la capital, Pyongyang, con una proposición comercial. El comerciante le pidió que usara su coche para repartir DVDs y videos pirateados que eran introducidos desde China. Las películas extranjeras son prohibidas por el gobierno, que las considera una forma de imperialismo cultural.
Pero entonces su contacto en Pyongyang le pidió a Park que hiciera videos para enviar al extranjero. Park dijo que había colaborado ansiosamente. Incluso aunque era miembro del Partido de los Trabajadores de Corea y llevaba una vida de relativo privilegio, dijo que estaba decepcionado. "Veía como la gente empezaba a morir de hambre, y que el estado no estaba haciendo nada excepto construir mausoleos para Kim Il Sung" -el difunto fundador de Corea del Norte y padre de Kim Jong Il- "y mansiones para Kim Jong Il".
Además, Park había mirado muchos de los DVDs que estaba repartiendo, y por las imágenes de la vida en el extranjero, al menos como se ven en las películas de Hollywood, Park sabía que Corea del Norte estaba terriblemente atrasada.
Park empezó a filmar en 2003 con una pequeña cámara que fue introducida por la frontera china. La ocultaba en una mochila o en un cartón de cigarrillos vacío, apuntando la lente por un pequeño hoyo. Reclutó a otras personas que conocía en Hoeryong para que le ayudaran.
Con su cámara oculta, filmó carteles de fugitivos, de mujeres agachándose en un sucio y lúgubre mercado negro y de gente haciendo dedo. En otoño pasado pintó en su apartamento tres pancartas contra el gobierno y con dos personas más los colgó. Los carteles sólo se exhibieron durante unas horas. Pero los cineastas querían que las imágenes sirvieran como gesto de su resistencia al gobierno porque es imposible realizar una demostración o hablar libremente.
"La cámara es nuestro arma", dijo Park. "Queríamos terminar con el mito de que Corea del Norte es una fortaleza impenetrable... Nuestro objetivo es derrocar al régimen dando a conocer lo que pasa al mundo exterior".
Sus carteles fueron todos firmados por la Liga Juvenil por la Libertad, un nombre escogido porque personifica las esperanzas de la nueva generación, y detallan sus acusaciones contra Kim Jong Il. Lo acusan de causar la pobreza del país y de ahogar las reformas. Lo acusan de detener a los reformistas y de causar la muerte de su padre, del que dicen que murió de pena al ver el deterioro del país.
Park dijo que su patrón en Pyongyang le había dicho que la Liga Juvenil por la Libertad tenía células en otras ciudades -Pyongyang, Chongjin, Kaesong, Musan y Nampo- pero que por razones de seguridad nunca se había reunido con nadie que trabajara fuera de Hoeryong.
Gran parte de lo que muestra Park puede ser confirmado. Un canal japonés, la Televisión Asahi, que entrevistó a Park, hizo un análisis de sonido y concluyó que la voz que se oía en la filmación era la suya, dijo el director de programación Hiromichi Shizume.
Numerosos desertores que han visto las imágenes dicen que varias escenas, especialmente la del puente, fueron claramente filmadas en Hoeryong. Pero, junto con analistas en Corea del Norte, expresaron dudas de si la Liga Juvenil por la Libertad fuera un movimiento disidente genuino o sólo unos pocos tipos tratando de ganar dinero.
"No creo que haya condiciones en Corea del Norte que permitan un movimiento de oposición real. Esa gente lo hace por el dinero", dijo el periodista Chu Sung Ha, un desertor en Seúl que cubre Corea del Norte.
Corea del Norte sólo permite las publicaciones o transmisiones estatales; la más pequeña crítica de Kim Jong Il puede terminar en ejecución o deportación a un campo de trabajos forzados. Bajo la ley, los miembros de tres generaciones de una familia pueden ser castigados por los delitos de uno de ellos.
Independientemente de los motivos hay pocas dudas de que un creciente número de norcoreanos han encontrado un nuevo propósito como cineastas aficionados tratando de documentar su país para la televisión extranjera. En muchos casos, las cámaras de video han sido proporcionadas por activistas y desertores que viven en Corea del Sur.
En marzo la NTV de Japón transmitió el video más dramático, supuestamente el pelotón de ejecución de tres hombres en Hoeryong por haber ayudado a norcoreanos a escapar cruzando el río hacia China. El fusilamiento fue aparentemente filmado por un norcoreanos que se encontraba entre los cientos de espectadores.
El primer video clandestino sobre Corea del Norte apareció en 1998, cuando el grupo Salvad a los Norcoreanos, de Japón, dio una cámara a un refugiado norcoreanos en China y lo envió de vuelta a través de la frontera. Captó horrorosas imágenes de gente muriendo en las calles y niños mendigando que ayudaron a convencer al mundo de que los relatos de los refugiados sobre la hambruna que asolaba al país eran fidedignos.
"Era casi imposible filmar entonces en Corea del Norte, porque nadie tenía una cámara", dijo Lee Young Hwa, el fundador de la organización de rescate. "Ahora se ha hecho mucho más fácil y tú puedes ver mis videos. Hay alguna gente rica en Corea del Norte que posee dos cámaras. No eres inmediatamente sospechoso por el simple hecho de poseer una cámara".
Los videos son guardados en tarjetas de memoria que son fáciles de introducir en China. Desde ahí, terminan usualmente en Japón.
"Todos los videos han sido grabados con la cooperación de surcoreanos, pero terminan en Japón. La razón es que el gobierno surcoreano se muestra reluctante a criticar a Corea del Norte", dijo Takase, el ejecutivo de televisión. "En Japón la demanda de los videos norcoreanos es muy alta, como los precios".
El video más codiciado fue filmado en los campos de concentración de presos políticos, pero nadie ha logrado penetrar en lo que se considera que es un gulag con más de 200.000 personas. Sin embargo, se han mostrado tomas de presos comunes.
Cuando le dijeron a Park Dae Heung que el video de los carteles había sido transmitido en Japón y Corea del Sur, su carrera como cineasta llegó a su fin. Temiendo que su voz pudiera ser identificada cuando leía la denuncia de Kim Jong Il, Park huyó a China a través del río Tumen. Desde entonces ha vivido en la clandestinidad, y ha pedido asilo político en Estados Unidos y Corea del Sur.

23 de mayo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

el país de las criadas


[Amy Waldman] Criadas de Sri Lanka en el extranjero: maltratos, acoso sexual y dinero.
Kegala, Sri Lanka. El maestro levantó una batidora eléctrica y dijo a la clase de sorprendidas mujeres frente a ella que debía limpiarse adecuadamente. Si huele mal, "Mama", como se enseñaba a las aspirantes a criadas a llamar a sus patronas, "se enfadará y os castigará y pegará".
"Aquí es donde cometéis un error", continuó la maestra. "Entonces Mama os pegará y quemará, si hacéis algo mal".
Dieciocho manos femeninas apuntaron cada palabra, como si su transcripción pudiera impedir la mala suerte. Rangalle Lalitha Irangame, una de las mujeres, estaba levantándose, demacrada después de una noche insomne en el hospital. Su hija de cuatro años tenía fiebre, un preocupante momento para cualquier madre, pero una causa de pánico para una que estaba a punto de partir al extranjero por varios años.
Después de pensárselo un año, Lalitha, 35, según prefiere llamarse, decidió cambiar su vida como esposa en Sri Lanka por el de criada de Oriente Medio. Después de terminar un curso de formación de 12 días, ellas y sus compañeras se unirían a una masiva emigración de mujeres hacia las economías lubricadas por el petróleo del Golfo Pérsico, cambiando la fecundidad y comunidad de las aldeas de Sri Lanka por la aridez y amuralladas casas del mundo árabe.
Detrás de esas murallas las mujeres corren el riesgo de ser explotadas de manera tan extrema que se parece mucho a las condiciones "como de esclavitud", de acuerdo a un reciente informe de Human Rights Watch sobre los trabajadores extranjeros en Arabia Saudí. Pero mientras la atención se concentraba en el fracaso de países como Arabia Saudí de impedir o castigar los abusos, la complicidad de facto de los países que envían a sus mujeres al extranjero escapó en gran parte a la vigilancia.
Para los países en desarrollo, la migración se ha transformado en una válvula de escape, aliviando la presión de empleo de los pobres y generando más de 100 billones en transferencias en 2003, de acuerdo a un estudio de Devesh Kapur, profesor de administración de gobierno de Harvard.
Más de 1 millón de sri-lankeses -gruesamente casi 1 de 19 ciudadanos- trabajan ahora en el exterior y casi 600.000 son criadas, de acuerdo a cálculos del gobierno. Los trabajadores emigrantes se han transformado en la fuente de moneda extranjera más grande de Sri Lanka, superando a los más importantes productos artículos.
En Arabia Saudí, el destino más común, llaman a Sri Landa "el país de las criadas". En Sri Lanka las llaman criadas heroínas.
El gobierno de Sri Lanka se ha transformado en un asiduo vendedor de su propio pueblo. Con programas de adiestramiento como el de Lalitha se está formando a lo que es ahora la segunda generación de criadas. Incluso tiene un refugio para acoger, ocultar y rehabilitar a las mujeres que vuelven con los cuerpos quebrados, la mente extraviada o con hijos incipientes.
Pero hace poco públicamente sobre esos abusos, protestar contra ellos o proteger a las mujeres por temor a poner en peligro los cientos de millones de dólares que envían a casa todos los años.
Los envíos de las mujeres han construido casas, aportado capital para negocios, y dado a las mujeres mismas una firme confianza. Pero esos beneficios se han obtenido con incalculables dificultades.
Las mujeres quedan a menudo con deudas, trabajan prácticamente obligadas y no tienen medios legales para defenderse del acoso sexual, el confinamiento o los maltratos físicos que sufren a menudo en los países que adoptan. Sin derecho al voto ausente, tampoco cuentan con una representación política en casa.
Según un cálculo, entre el 15 y 20 por ciento de las 100.000 mujeres de Sri Lanka que salen cada año hacia el golfo regresan prematuramente, son maltratadas o no se les paga un salario o terminan implicadas en el tráfico ilegal de gente o en la prostitución.
Muchas criadas que han escapado de sus empleadores se mantienen en un limbo en las embajadas de Sri Lanka debido que nadie quiere pagar su vuelta a casa. El año pasado, después de que se dieran a conocer sus penurias, el gobierno transportó a casa a 529 criadas que habían estado viviendo durante meses, apretadas como en una cabina de esclavos, en el sótano de la embajada en Kuwait.
Cientos de criadas se han quedado embarazadas, a menudo después de ser violadas, dando a luz a hijos que, hasta recientemente cuando fue reformada la constitución, eran apátridas porque sus padres eran extranjeros. Más de 100 mujeres al año vuelven muertas, la mayoría de ellas consideradas muertes "naturales" por los gobiernos anfitriones, aunque los funcionarios de Sri Lanke admiten que son impotentes para investigar.
De vuelta en casa, el éxodo ha reconfigurado la vida familiar. Las mujeres dispensan amor maternal por carta, dinero y casetes que envían a casa. El divorcio, los niños que abandonan la escuela, los maridos que se hacen alcohólicos y el abuso sexual infantil se han transformado en subproductos rutinarios de la ausencia de las mujeres.
También hay costes menos tangibles. "Esos tiempos no volverán nunca", dijo Roshan Prageeth Kumarasinghe, 18, vecino de Lalitha, ahogándose en lágrimas, llorando la ausencia de diez años de su madre.

Dispuestas a Sacrificarlo Todo
En la clase de Lalitha nueve de las mujeres eran madres, de menos de 40 y preparadas a renunciar a todo por el futuro de sus hijos, incluyendo 2, 4 o 10 años de compañía de los niños mismos.
Hacia el final del cursillo de 12 días habrán aprendido a desarmar una aspiradora y decir ‘limpiador de inodoros' en árabe. También habrán aprendido a no robar las cadenillas de oro que sus patronas dejan para tentarlas. También les habrán enseñado que en los países musulmanes hacia donde van, deberán ocultar que son budistas o hindúes.
Técnicamente eran mujeres adultas, mayores de 18. Pero en sus tímidas sonrisas y la inocencia de madurar en una cultura conservadora, eran en realidad niñas. Casi todas ellas, como Lalitha, tenían al menos el décimo, lo que refleja las altas tasas de alfabetización de Sri Lanka, pero eso no ha hecho nada para mejorar sus perspectivas de empleo.
Dos de las chicas tenían matrimonios fracasados y veían el viaje al extranjero como su única esperanza de sobrevivir ellas y sus hijos. Tres querían asegurarse un mejor matrimonio de conveniencia haciéndose de una dote más grande que la que pueden proveer padres indigentes.
Cuatro eran recién casadas, que esperaban escapar del control de sus parientes. Tres eran de la segunda generación de criadas en sus familias -incluso una de ellas pensaba suceder a su madre en el trabajo.
Todas eran pobres. En esta comuna en la montaña la tasa de pobreza es del 32 por ciento. La mayoría de los hombres sólo encuentran trabajo irregular recolectando caucho, ganando en el mejor de los casos 50 dólares al mes. Su única esperanza de surgir, o de evitar seguir cayendo, son sus esposas.
El marido de una de las compañeras de curso de Lalitha conducía un velotaxi motorizado alquilado, con lo que ganaba lo suficiente para alimentar a la familia. Su casa se estaba literalmente deslizando, y no tenía dinero para construir una muralla de contención o pagar un préstamo bancario con el estaba muy atrasado.
Su esposa, S.M.R. Deepa Ranjanie, una poetiza de 25 de brillantes ojos, estaba determinada a resolver la crisis financiera de la familia, pero también veía en su partida un escape. Se había casado a los 16, tenía dos hijos, de 9 y 4, luego el matrimonio se había estropeado. Estaba desesperada por escapar de un hogar abusivo.
El marido de Lalitha, K. Weeratunghe, 41, trabajaba entonces cuando podía en la recolección de caucho o talando árboles. Algunos días la familia no tenía dinero ni para comprar leche. Su casa era tan pobre que Lalitha decidió abandonarlo -junto con su hija, Hiroshika Mihirani, 4, y su hijo Manoj Sandervan, de 8 años.
Sin electricidad, la casa estaba en una continua penumbra. Las paredes estaban agrietadas, las ventanas sin cristales. En la clase las mujeres estudiaban detenidamente las elegantes cocinas del golfo, pero en casa Lalitha cocinaba en una cocinilla de madera en un cuarto hecho de hojas de palma.
El curso que ella y otras recibieron había sido empezado de hecho en parte debido a que el desconocimiento de las rústicas mujeres de la aldea de aparatos eléctricos y árabe las exponía a la ira de sus frustrados empleadores.
El curso fue organizado por el Departamento de Empleo en el Extranjero de Sri Lanka, una fundación pública fundada por una ley del parlamento en 1985 para promover la emigración y proteger a los emigrantes, dos misiones a veces contradictorias. Coordina 22 centros de formación, incluyendo uno en Kegalla.
El tráfico en el centro era incesante. Las madres llevaban a sus hijas. Los maridos a sus esposas. Los hermanos a sus hermanas que habían sido abandonadas por sus maridos. Una mujer se acercó a inscribirse con un bebé de 18 meses todavía mamando de sus pechos, aunque estaba demasiado delgada y no tenía leche.
Muchas mujeres han sido reclutadas por una red de agentes privados, no siempre respetables, que recorren aldeas rurales y paradas de buses en las ciudades buscando posibles criadas. Los agentes ganan comisiones por cada mujer, tanto de la oficina de empleo en el extranjero como de sus socios en Oriente Medio.

Las Clases de Lalitha
El curso de Lalitha busca formar criadas competentes, pero también dóciles, que firman contratos de dos años con la promesa de una paga de 120 dólares al mes, incluso si no se les paga casi nunca. El gran capital de una criada, dicen las maestras, es la "tolerancia".
La razón de este mensaje, dicen analistas y funcionarios, es la competencia entre países pobres, especialmente Filipinas, que junto con Sri Lanka envían cientos de miles de mujeres al extranjero cada año. El gobierno teme que demasiadas exigencias sobre los derechos de las criadas simplemente llevará a los países del golfo a buscar criadas en otro lugar.
Cuando se trató la posibilidad de abuso o acoso sexual, la maestra no mencionó la posibilidad de que incluso las buenas criadas pueden ser maltratadas, ni reconoció que incluso una batidora hedionda no justifica una paliza.
La maestra, Kaluarachchi Chandra Malini, 38, ex criada con una postura erguida y maneras bruscas, enseña a las mujeres cómo manejar los grifos de agua caliente y fría, cómo manejar artefactos eléctricos, cómo enfrentarse a peligros domésticos -limpiadores que podrían envenenar a un niño o el Clorox que puede dejar ciega a una criada.
Más que eso, trató de preparar a las mujeres sobre los riesgos que implica dejar a las familias que las han contratado. Dada la alta incidencia de padres que violan a sus hijas cuando las esposas están fuera, se recomendó a las criadas no confiar sus hijas mayores a sus padres. Una mujer mayor era mejor, incluso un asilo para niñas.
Debido a que la tasa de divorcio de Sri Lanka ha subido debido a la emigración las mujeres podían utilizar las direcciones de vecinos confiables a los que pudieran escribir preguntado si el marido consume drogas, bebe o sale con otras mujeres. Se les recomendó a las cursistas no enviar dinero a sus maridos, por temor a que lo gasten en beber.
Estas dificultades ya eran conocidas para las mujeres. Una estudiante, Disna, había visto de niña ver a su padre beberse el dinero que enviaba su madre desde el extranjero.
Y la vecina de Deepa que había recién vuelto de Kuwait había descubierto que mientras ella había enviado fielmente el dinero a su marido, él le había sido infiel. Deepa, sin embargo, había evitado cuidadosamente enterarse la primera de estos hechos.

Silencio Sobre los Abusos
Parecía que había un pacto nacional en camino: con raras excepciones, las mujeres que vuelven no cuentan sus peores experiencias, y las mujeres que parten no preguntan. El acoso sexual y especialmente los abusos eran considerados demasiado embarazosos como para hablarlo con los maridos, parientes o vecinos.
Pero mientras la clase evitaba mencionar lo peor, a menudo ocurría literalmente en el cuarto de al lado. Un día una niña de delicada belleza, Niroshami, 21, entró a la oficina con la cara llena de zarcillos negros, y rayos equis en las manos.
El joven vástago de una familia kuwaití donde trabajaba había tratado repetidas veces de molestarla, y finalmente la arrojó al suelo, rompiéndose la muñeca. Tuvo que pagar la enyesadura, trabajar así durante dos meses y luego pagar de su bolsillo su viaje a casa. Volvió a Sri Lanka con una muñeca que debía operarse y con menos dinero que cuando se marchó.
Pero los casos más espantosos no son mencionados. A su llegada al aeropuerto son rápidamente trasladadas a Sahana Piyasa, literalmente Lugar de Descanso, un refugio manejado por la oficina de empleo en el extranjero.
El refugio recibe dos a tres casos de abuso severo cada semana, de acuerdo a los funcionarios que lo llevan, y a menudo más. Algunas mujeres llegan golpeadas tan feamente que deben ser sacadas en camillas de los aviones, o completamente vendadas. La mayoría de los casos no llega nunca a la prensa, y ellas permanecen en el refugio hasta que sanan, para no espantar a las familias.
Karunasena Hettiarachchi, que hasta hace poco era presidente de la oficina de empleo en el extranjero dijo que el gobierno hacía lo que podía para proteger a esas mujeres, pero que la naturaleza misma del trabajo lo hacía difícil. En una casa, a diferencia de una fábrica, "no hay reglas", dijo. Las embajadas de Sri Lanka no tenían autoridad para investigar qué ocurría detrás de murallas privadas.
Los agentes también hacen la vista gorda, en parte debido que nadie quería cubrir los costes de una criada que no terminó de acuerdo al contrato.
Thangarasa Jeyanthi, 20 y demacrada, llegó una mañana al refugio desde el Líbano. Tenía la cara púrpura y hinchado como una breva, los ojos amoratados y cerrados, marcas de quemaduras en su cuerpo y sangre seca en las orejas.
El marido y la esposa donde trabajaba la habían golpeado diariamente, dijo, con la voz alta y angustiada de una niña que no puede entender qué ha hecho de mal. La cortaron con un cuchillo, la pateaban y pegaban, la ataban las manos con cuerdas y negaban el alimento.
La madre de su empleadora la había rescatado, llevándola a la policía. Lograron cobrar cinco meses de su salario, y la llevaron al aeropuerto donde extraños conmovidos por su estado reunieron 232 dólares para ella.
"Nunca pensé que volvería a Sri Lanka", dijo. "Siempre pensé que sólo volvería mi cuerpo muerto".
Las mujeres maltratadas luchan para reconciliar el mensaje de su formación -que la buena conducta conlleva una buena experiencia- con la realidad de sus empleos.
"Siempre hice bien las labores domésticas", dijo Sudarma Manilariatne, 27, que llegó a Sahana Piyasa en enero con las piernas hinchadas y vendadas, un tajo en la frente y una mano fracturada. "No entiendo por qué me hicieron esto".
Fue golpeada por su patrona, y el hijo de esta de 16 años la había ayudado a escapar de la casa después de no recibir nada de su salario. Llevaba un pañuelo en la cabeza, que el personal del refugio le pidió que se sacara. La joven se negó y empezó a llorar. Para las mujeres de Sri Lanka la pérdida del cabello largo es una fuente de orgullo; su ausencia, una fuente de vergüenza. La patrona de Manilariatne -su mama- le había cortado el pelo como a un niño, el pelo que la madre de la criada había ayudado a cuidar desde niña.

Con Miedo y Siempre con Deudas
El cursillo de formación estaba terminando. Malini, la maestra, estaba preocupada sobre Lalitha. Tenía problemas para dejar a sus hijos durante 12 días, dijo Malini. ¿Cómo se podía marchar al extranjero? Lalitha, visiblemente inquieta por su niño enfermo, ella misma físicamente mal en algunos días, insistió en que se estaba preparando mentalmente poco a poco.
En la clase las niñas analizaron detenidamente las fotografías de cabinas de aviones mientras Malini entregaba informaciones de último minuto. Al reunirte con tus empleadores no lleves negro, porque podrías parecer muy oscura. No te asustes de ver solamente los ojos de la mujer saudí que les recibirá en el aeropuerto. Llevad mangas largas y una alianza matrimonial, incluso si no sois casadas.
El hijo de 9 de Deepa despierta llorando en las mañanas, sabiendo que ella se marchará. "Tenemos que construir una casa bonita", le dijo, aunque las deudas de la familia significaban que la casa estaba todavía a varios años de distancia.
Con la matrícula que debe pagar a la oficina de empleo en el extranjero y las nuevas ropas que debe comprar, ella y otras mujeres tomaban dinero prestado de quienes podían. Deepa había declarado como garantía las únicas posesiones valiosas de la familia. Sus hijos tendrían que sobrevivir sin la madre ni la televisión, dijo ella con tristeza.
Deepa no había aprobado el estricto examen médico que exige Arabia Saudí a las criadas, y viajaría a los Emiratos Árabes Unidos. Su falibilidad era una válvula del corazón. Se había operado una vez, y necesitaba operarse de nuevo, pero tenía incluso miedo de llevar sus medicinas, no fuera que sus empleadores descubrieran que no se encontraba bien.
Tanto para ahorrar como para escapar de casa se jugaría la vida. "Era más feliz en clases", dijo.
La palabra dukkha, sufrimiento, impregna las conversaciones de las mujeres y arroja sombras sobre sus vidas. Cuando Lalitha se sometió al examen médico que deben aprobar todas las criadas que parten, se explicó su enfermedad en la clase: estaba embarazada.
Tenía que elegir entre el hijo que quería y las deudas que no podía pagar. No creía en el aborto, dijo, pero en su vida no había lugar para cometer errores. Pagó 27 dólares para terminar con el embarazo, agregando a la familia una deuda más y su propia tristeza.
Ahora la agente de Lalitha parecía estar timándola. Le había prometido un billete, pero no se lo entregaron; luego le dieron un visado que resultó ser falso.
Por doloroso que fuera dejar a sus hijos, la vergüenza era la que la llevaba hacia Arabia Saudí. Ella y su marido tenían préstamos de 398 dólares que recibieron de sus vecinos. La primera fecha de pago había pasado, y los prestamistas querían que se marchara e hiciera dinero.
Ella también quería ganar dinero, entre otras cosas para pagar las clases privadas de su hijo de 8 años. "Es inteligente", dijo. "Quiero que surja en la vida".
A su hijo de 4 Lalitha ya le había enseñado el alfabeto, dijo con orgullo. Su marido, que sólo estudió hasta octavo, observó que su esposa tenía más educación que él.
Sólo el niño de 8 parecía darse cuenta de las implicaciones de la partida de su madre. "¿Quién me enseñará cuando te marches?", preguntó.

9 de mayo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh