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opinión

toque de queda para jóvenes


Algunos condados han impuesto un toque de queda para los jóvenes menores de dieciocho años si no se encuentran acompañados por padres o tutores. Editorial de The Washington Post.
Contrariamente a la hipérbole que ha marcado el debate en el condado de Montgomery sobre la declaración de un toque de queda para los jóvenes, la propuesta no es una limitación draconiana de los derechos de los adolescentes ni una cura milagrosa para la delincuencia juvenil. Es simplemente un enfoque dictado por el sentido común que la policía cree que puede ser útil a la hora de proteger la seguridad pública. Es mucho menos problemático que la legislación anti-ocio que ha sido sugerida como una alternativa. Si se aprueba, ayudará a proteger a los jóvenes.
El Concejo Municipal todavía tiene que decidir sobre un proyecto enviado por el Ejecutivo del Condado, Isiah Leggett, demócrata, que impondría un toque de queda -de medianoche hasta las cinco de la mañana los viernes y sábados, de once de la noche a cinco de la mañana las otras noches- para jóvenes menores de dieciocho años. Leggett propuso la idea en julio, tras el incidente con una pandilla en Silver Spring que subrayó la creciente atracción de Montgomery, particularmente su centro urbano, como un punto de encuentro después de medianoche de chicos problemáticos. Las jurisdicciones aledañas del Distrito y del condado de Prince George han impuesto un toque de queda.
La oposición al toque de queda ha sido feroz y la dirige el concejal Phil Andrews (demócrata de Gaithersburg-Rockville) como director del comité de seguridad pública. Andrews es un legislador dedicado que hace bien sus deberes. Ve la propuesta de implantar un toque de queda como una sobre-reacción frente a lo que llama un incidente aislado en Silver Spring que dice que ha sido solucionado correctamente con una mayor presencia policial. Pero su argumento de que el toque de queda no es necesario se ve debilitado por su desatinada propuesta de implementar una ley anti-ocio que en lo esencial convertiría en un delito que alguien se comportara -sólo a los ojos de los policías- sospechosamente. Es una receta para una implementación arbitraria que, como predijeron el fiscal del condado, Marc Hansen y otros, sería declarada inconstitucional.
La propuesta de toque de queda de Leggett no es onerosa. Restringe a los jóvenes su derecho a reunirse y permanecer en lugares públicos durante las horas indicadas. Los jóvenes acompañados por alguno de sus padres o un tutor, que están asistiendo a una actividad religiosa, o vuelven del trabajo, o están en su propiedad, en camino a casa desde el teatro, no violarían la ordenanza. Incluso los que la contravengan no serán probablemente detenidos, sólo recomendados de que se marchen a casa -lo que, francamente, es donde debe estar alguien de menos de dieciocho años a las once de la noche un día de semana.
5 de diciembre de 2011
24 de noviembre de 2011
©washington post
cc traducción c. lísperguer

abuso sexual en cárceles para inmigrantes


Informe sobre inmigrantes ilegales en prisión revela alarmante cifra de abusos sexuales cometidos contra los detenidos por autoridades penitenciarias. Editorial NYT.
En 2009, después de informes sobre malos tratos crónicos -detenidos golpeados y muertos por la falta de cuidados de lesiones y enfermedades no tratadas-, el gobierno de Obama juró cambiar el sistema de detención de las autoridades de inmigración del país, el enorme mosaico de prisiones e instituciones parecidas que confinan a casi cuatrocientas mil personas al año mientras esperan su deportación o el asilo.
"El paradigma estaba equivocado", dijo la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, reconociendo que los centros de detención operaban mucho menos como instituciones correccionales y que la mayoría de los detenidos no están siendo detenidos por haber cometido delitos y no representan ningún peligro. Prometió hacer menos penal el sistema, con mayor libertad y dignidad para los que se encuentran en él.
Pese a ese juramento, los últimos dos años han visto sólo magros progresos hacia la reforma. Los detenidos no están siendo castigados por sus delitos, pero de acuerdo a un reciente informe de Human Rights First, la mitad de ellos están retenidos en cárceles, la misma proporción que en 2009. El resto permanece en un mundo de uniformes de prisión y alambre de púa. Las nuevas normas para orientar a los funcionarios en cuanto a las reformas, todavía no han sido elaboradas.
Muchos críticos también han observado la deplorable ausencia de protecciones legales y la transparencia en el sistema, que se encarga de los trámites de los detenidos a través de tribunales de inmigración sobrecargados, a menudo sin representación.
Un reciente informe de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU; American Civil Liberties Union), basado en documentos obtenidos a través de la Ley de Libertad de Información, reveló casi doscientas acusaciones de abuso sexual de inmigrantes detenidas. La ACLU ha instado al Ministerio de Justicia a abandonar una regla propuesta que eximiría a los centros de detención de inmigrantes de la Ley para Eliminar la Violación en las Cárceles, una ley federal que define normas para detectar y prevenir el abuso sexual de personas privadas de libertad.
El gobierno federal debe cumplir con sus promesas de reformar sus centros de detención y hacer mayor uso de alternativas para personas que no representan un peligro para la sociedad. Los detenidos deberían tener más acceso a tribunales para impugnar su detención, y las leyes rígidas que exigen la detención automática u obligatoria deberían ser revisadas. Es el paradigma equivocado. El sistema está peligrosamente roto.
5 de diciembre de 2011
4 de diciembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

cada vez peor en alabama


La clase política gobernante de Alabama se ha enterrado a sí misma para protegerse de la tormenta que ha causado con la ley de inmigración más opresiva del país.
Algunas de las disposiciones de la ley han sido bloqueadas en cortes federales; otras no entrarán en efecto sino el próximo año. Pero muchos alabameños no están esperando a que las cosas se pongan peor o que se produzca la incierta posibilidad de una reparación judicial o un receso legislativo. Se están mudando para protegerse a sí mismos, convocando las tácticas de la lucha por los derechos civiles que empezó hace medio siglo.
La ley fue escrita para negar a los inmigrantes sin papeles la posibilidad de trabajar o viajar, poseer o alquilar una casa, cerrar contratos de cualquier tipo. El temor está provocando un éxodo de latinos que abandonan sus casas y trabajos y los cultivos en el campo. Las compañías de servicios se están preparando para cortar el agua, la electricidad y el gas a los clientes que no pueden mostrar los papeles correctos.
Alabama no es de ninguna manera el único estado en aprobar una ley cuyo propósito explícito es causar miseria y pánico. Los estados están expandiendo su autoridad para acelerar la exclusión racial y la desintegración familiar, para hacer que un grupo étnico de gente pobre en particular desaparezca. Estas nuevas leyes vienen envueltas en el discurso de la ley y el orden; pero la hipocresía que hay detrás no se reconoce nunca.
Pero si hay un lugar donde la hipocresía sí se nota es Alabama.
"Tienen miedo a la gente que no es como nosotros", dijo el juez U. W. Clemon, ex senador del estado y primer juez federal negro de Alabama, ahora jubilado. "Aunque la población hispana del estado es menos del cinco por ciento, los líderes del estado se empecinaron en remover todo lo posible de ese cuatro por ciento. Y creo que han tenido bastante éxito en asustarlos y lograr que se marchen del estado de Alabama".
Por supuesto, existen importantes distinciones entre el movimiento por los derechos civiles y la lucha por los derechos de los inmigrantes. Los afro-americanos han sufrido cuatrocientos años de opresión, y derribaron leyes hechas para negarles la igualdad y para brutalizarlos. Los inmigrantes no autorizados son un grupo de gente que llega voluntariamente -al menos la mayoría de ellos. Viven fuera de la ley, y quieren vivir del otro lado.
Sin embargo para aquellos, como el juez Clemon, un soldado de los derechos civiles que luchó contra Bull Connor y George Wallace, el común denominador entre entonces y ahora -común denominador del perfilamiento racial y el abuso de fuerza laboral barata- es obvio, como lo es el racismo sobre el que se sostiene la ley.
Como patrocinador de la ley, el senador del estado, Scott Beason, presidente de la Comisión de Reglas, fue grabado secretamente por el FBI hablando sobre los residentes blancos del condado de Greene. "Son aborígenes", dijo. Es el legislador que instó a sus colegas republicanos a "vaciar el cargador" para parar a los inmigrantes ilegales.
Y, tal como en los primeros días de la lucha por los derechos civiles, los oprimidos y sus defensores se están levantando para responder. A principios de mes, organizadores de Alabama y de todo el país convinieron en realizar una sesión de formación para líderes inmigrantes en la rural Albertville, donde las plantas de pollo dependen fuertemente de los trabajadores latinos. Fueron de caravana en caravana inscribiendo a voluntarios para construir redes de inmigrantes que ayudarán a la gente a protegerse mientras luchan para derogar la ley e integrarse en la vida de su estado.
Este naciente movimiento ha sido acogido por N.A.A.C.P., cuyos líderes en Birmingham se reunieron hace poco con defensores de los inmigrantes para enfatizar la necesidad de que negros y latinos se unan contra la ley. "Jim Crow murió", dijo al grupo el Reverendo Anthony Alann Johnson, "pero sus primos están todavía vivos".
1 de diciembre de 2011
13 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

contra bonos y rescates


Tengo una solución para el problema de los banqueros que toman riesgos que ponen en peligro al público general: eliminemos los bonos.
[Nassim Nicholas Taleb] Más de tres años desde que empezara la crisis financiera global, las instituciones financieras todavía se están haciendo estallar. La última, MF Global, se declaró en bancarrota la semana pasada después de que su presidente ejecutivo, Jon S. Corzine, hizo inversiones arriesgadas en bonos europeos. De momento, los prestamistas y los accionistas son los que han estado pagando el pato, no los contribuyentes. Pero es sólo una cuestión de tiempo antes de que los riesgos privados conduzcan a otro gigantesco rescate como el que Estados Unidos se vio obligado a ofrecer en 2008.
La promesa de "no más rescates", consagrada en la reforma legal de Wall Street el año pasado, es sólo eso: una promesa. Los financistas (y sus abogados) les llevarán siempre distancia a los reguladores. Nadie sabe realmente qué pasará la próxima vez que un banco gigante quiebre debido a una mala interpretación del riesgo.
En lugar de eso, es hora de hacer reformas fundamentales. Toda persona que trabaje para una compañía, independientemente de su salud financiera actual, que necesite un rescate financiado por los contribuyentes, no debería recibir nunca más un bono. De hecho, todos los pagos en instituciones financieras importantes -grandes bancos, pero también algunas compañías de seguros e incluso fondos de inversión- deberían ser estrictamente regulados.
Críticos como los de Ocupemos Wall Street denuncian el sistema de bonos por su falta de equidad y su contribución a la creciente desigualdad. Pero el mayor problema es que se entrega incentivos a subir la apuesta del riesgo. La naturaleza asimétrica del bono (un incentivo para el éxito sin el castigo correspondiente en caso de fracaso) origina que los riesgos invisibles se acumulen en el sistema financiero y se conviertan en catalizadores del desastre. Esto viola reglas fundamentales del capitalismo. Adam Smith mismo desconfiaba del efecto de limitar la responsabilidad, un principio fundamental de la empresa moderna.
Los bonos son especialmente peligrosos porque invitan a los banqueros a engañar al sistema ocultando los riesgos de detonaciones raras y difíciles de predecir pero resultantes, que he llamado eventos del tipo ‘cisne negro’. La crisis en el mercado de hipotecas de alto riesgo, que originó la crisis financiera global, es sólo el último ejemplo de ese tipo de desastres.
Consideremos que nosotros confiamos nuestras vidas al personal militar y de seguridad nacional y, sin embargo, no les damos bonos exuberantes. Son ascendidos y reciben honores por el trabajo bien hecho, y el duro castigo de la vergüenza en caso de que fracasen. Para los banqueros, es al revés: un bono si hacen ganancias a corto plazo y un rescate si revientan. La cuestión del talento es engañosa. Habiendo trabajado con ambos, puedo decir que los funcionarios de seguridad y los militares son no sólo más cuidadosos acerca de la seguridad, sino también mucho más preparados técnicamente que los banqueros.
Los antiguos estaban completamente conscientes de esta asimetría y formularon en respuesta algunas reglas simples. Hace casi cuatro mil años, el código de Hamurabi especificaba esto: "Si un constructor construye una casa para un cliente y la construcción no es firme, y la casa que ha construido se derrumba y provoca la muerte del dueño de la casa, ese constructor será ejecutado".
Esta es la mejor regla de control de riesgo que existe. Los babilonios entendían que el constructor sabrá siempre mucho más sobre los riesgos que el cliente, y puede ocultar fragilidades y mejorar su rentabilidad con ahorros -en, digamos, los fundamentos. El constructor también puede engañar al inspector; la persona que oculta el riesgo tiene una enorme ventaja de información sobre la que tiene que descubrirlo.
Prohibir los bonos afecta al problema del agente/cliente en la economía: la separación entre los intereses del agente y los del cliente, que se supone que tiene que representar. El potencial de mi solución yace en la idea de que la gente no desea perjudicarse a sí misma conscientemente. Yo me siento mucho más seguro en un avión porque hay un piloto -y no un robot- que lo controla. Similarmente, los cocineros deberían probar lo que cocinan; los ingenieros deberían pararse debajo de los puentes que han diseñado; el capitán debe ser el último en abandonar el barco. Los romanos idearon incluso un modo de disuadir la cobardía que causa la muerte de otros con la técnica llamada aniquilación [decimation]: si una legión pierde una batalla y se sospecha de cobardía, se ejecuta al diez por ciento de los soldados y comandantes.
Estos no son dolores que puedan sufrir los banqueros que reciben bonos. El periodo que va del 2000 al 2008 presenció una gran acumulación de riesgos ocultos en el sistema financiero. Y sin embargo el 2010 trajo la compensación bancaria más grande de la historia. Ha quedado en claro que limitarse a ‘recuperar’ los bonos pasados después del hecho no es suficiente. La supervisión, regulación y otras formas de control son necesarias, pero insuficientes -consideremos que la Reserva Federal insistía, en 2007, que era probable que la rápidamente creciente crisis en el mercado de hipotecas de alto riesgo debiese ser "contenida".
¿Cómo se vería la banca si se eliminaran los bonos? No sería muy diferente de lo que era cuando yo era funcionario de un banco en los años ochenta antes de la ola de desregulaciones que culminaron en la derogación de 1999 de la Ley Glass-Steagall, la ley de la Era de la Depresión que había separado la inversión de la banca comercial. Antes de eso, los banqueros y los prestamistas eran condenados a perpetua. La banca era suave y previsible; el ingreso del presidente era menor que el de un operador junior. Los bancos de inversión, que pagaban bonos y no estaban autorizados para prestar, eran sociedades que se jugaban el pellejo, no jugadores que apostaban con el dinero de otros.
Los fondos de alto riesgo, que son apenas regulados, podrían encargarse de algunos de los riesgos que los bancos dejarían de tomar en mi propuesta. Mientras tendemos a oír sobre los casos exitosos, la gran mayoría fracasa y sus fracasos rara vez llegan a primera plana. El problema agente-cliente que tienen no es un problema para los contribuyentes: normalmente sus inversores controlan la continuidad de los fondos de inversión asegurándose de que el administrador sufra más que cualquiera de sus inversionistas en caso de fracaso.
Yo creo que "menos es más" -simple heurística que es necesaria para problemas complejos. Así que en lugar de miles de páginas de regulación, lo que deberíamos implementar es un principio básico: Bonos y rescates no deben mezclarse nunca.
[Nassim Nicholas Taleb, profesor de ingeniería de riesgo en el Instituto Politécnico de la Universidad de Nueva York, es el autor de ‘The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable’. Invierte en fondos de inversión y es un ex operador de Wall Street.]
1 de diciembre de 2011
7 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

el diablo y joe paterno


Cuando pienso en los pecados de Joe Paterno, y el ignominioso fin de su larga y famosa carrera, pienso en Darío Castrillón Hoyos.
[Ross Douthat] Castrillón es un colombiano nacido en Medellín, que estudió para sacerdote católico y fue luego obispo durante la agonía de las guerras civiles alimentadas por las drogas en su país. En Colombia, fue un personaje extraordinario: un "hombre rústico con el perfil de un águila", como lo describió Gabriel García Márquez, que salía por la noche a escondidas de su residencia episcopal para dar de comer a los niños de los barrios bajos, a hacer de intermediario entre las guerrillas y los escuadrones de la muerte y se cuenta que entró a la casa de Pablo Escobar disfrazado de lechero para exigir al padrino de la droga que confesara sus pecados.
Pero eso no es lo que piensa el mundo hoy de él. En los años noventa, Castrillón fue nombrado al Colegio de Cardenales y encargado de la Congregación para el Clero, del Vaticano, donde llegó a personificar la cultura de la negación que caracterizó la respuesta inicial de Roma a la crisis del abuso sexual. Castrillón desechó el escándalo como otro "problema estadounidense", defendió la interpretación de la iglesia de la pedofilia entre sacerdotes mucho después de que se revelara lastimosamente inadecuada, y en 2001 incluso elogió a un obispo francés por negarse a denunciar a las autoridades civiles a un sacerdote abusador.
¿Cómo es que el hombre que exhibía semejante coraje moral en Colombia se pudo convertir en el cardenal que era tan moralmente culpable en Roma? Del mismo modo, quizás, que ese admirable entrenador de fútbol americano -un mentor para generaciones de jóvenes, un pilar de su comunidad en Pensilvania- terminara lavándose las manos por la violación de un niño.
Sospecho que fue precisamente porque Castrillón había servido heroicamente a su iglesia, que pudo enceguecerse tanto ante la realidad del abuso sexual entre sacerdotes. Fue precisamente porque Joe Paterno hizo tantas cosas buenas durante tantos años que pudo hacer lo impensable, y dejó que un violador de niños camine libre por el Happy Valley del estado de Pensilvania.
La gente mala y mediocre peca incluso de acuerdo a sus debilidades habituales. Sus mentiras o robos o adulterios hacen que el siguiente sea más fácil de contemplar. Después de hacer tantos atajos, se dice, ¿qué diferencia hace uno más? ¿Por qué incluso aspirar a las virtudes que usted probablemente no lucirá nunca, cuando es más fácil seguir siendo el pecador que usted sabe que es?
Pero la gente buena, la gente heroica, se deja seducir por su propia bondad -por la ilusión, común entre los que han hecho cosas importantes, que tienen responsabilidades más altas que el resto de la humanidad. Es precisamente en el servicio de esas presuntas responsabilidades más altas que a menudo logran que se olviden las más básicas.
Creo que Joe Paterno es un buen hombre. Creo en Joe Posnanski, de Sports Illustrated, el brillante periodista deportivo que está trabajando en la biografía de Paterno, cuando escribe que Paterno ha "vivido una vida profundamente decente" y, con sus esfuerzos y ejemplo, ha "mejorado la vida de innumerables personas".
También creo que la mayoría de los clérigos que cubrieron el abuso en mi propia iglesia católica eran, de muchos modos, buenas personas. Por supuesto, también las había malas: obispos enamorados de sus propias prerrogativas, sacerdotes para los que el ministerio giraba más sobre el auto-engrandecimiento que sobre servir a los demás. Pero había más que habían dedicado sus vidas a sus creyentes, sacrificando la posibilidad de formar una familia y hacer fortuna para poder decir la misa y oír confesiones, dirigir hospitales y organizaciones benéficas, visitar a los enfermos y consolar a los agonizantes.
Ellos creían en sus iglesias. Creían en su misión. Y de la tentación que sólo atrae a los virtuosos, de algún modo se convencieron a sí mismos de que proteger las varias obras buenas de su institución importaban más que hacer justicia para los niños que se suponía que debían guiar y proteger.
Sospecho que un instinto similar llevó a los mandos superiores en el estado de Pensilvania a básicamente ignorar lo que describieron como la "conducta inapropiada" de Jerry Sandusky y convencieron a Paterno de que por señalar la acusación a sus superiores, había cumplido con su responsabilidad con el niño víctima. Después de todo, tenía muchas cosas por hacer y mucha gente dependía de él. Y Sandusky había hecho tantas cosas buenas en los últimos años...
El mejor artículo sobre Darío Castrillón Hoyos fue escrito por el ensayista católico John Zmirak, y sus palabras también se aplican a Joe Paterno. Pecados cometidos en nombre de un bien superior, escribió Zmirak, pueden "oler y verse como lirios. Pero flanquean los ataúdes. Yacer muerto y tieso en esa caja es justicia natural, lo que cada uno de nosotros debe al otro en una deuda incondicional".
Ninguna causa superior cancela esa obligación -no una iglesia, y ciertamente no un programa de fútbol. Y ni siquiera una vida entera llena de actos heroicos no podría compensar por dejar solo a un niño, abandonado al mal, llorando en la oscuridad.
30 de noviembre de 2011
12 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

armas en la frontera


Resulta que Rápido y Furioso, la insensata operación del gobierno que permitió que armas de alto poder cruzaran la frontera hacia los carteles mexicanos de la droga, no era excepcional. El gobierno de Bush utilizó la misma impropia táctica en la Operación Receptor Abierto en 2006-2007. Editorial NYT.
Estados Unidos. La historia de estas arriesgadas operaciones "armadas" -ideadas por el Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos federal para detectar las compras ilícitas de los barones de los carteles -en armerías de Arizona-, fue explicada ante el Congreso por Lanny Breuer, director de la división criminal del Ministerio de Justicia. Rápido y Furioso [Fast and Furious], en lugar de 2009 a principios de 2011, envió más de dos mil armas de asalto a las calles de los dos lados de la frontera. Algunas aparecieron en sitios del suceso, incluyendo una balacera en la que en -en diciembre pasado- murió un agente de la Patrulla Fronteriza.
Al denunciar la táctica como "inaceptable y equivocada", Breuer pidió disculpas por su propio fracaso a la hora de responder agresivamente cuando se enteró de que la Operación Receptor Abierto [Operation Wide Receiver] se había iniciado incluso cuando la operación Rápido y Furioso estaba todavía en curso. Dijo que no alertó a los jefes del Ministerio de Justicia cuando lo descubrió en abril de 2010.
Los republicanos en el Congreso han reprochado al gobierno de Obama por el fiasco de Rápido y Furioso. Que esta táctica -que se ubica muy por debajo de una aplicación correcta de la ley- fue utilizada en los años de Bush es igualmente inquietante. El Congreso debería pedir cuentas a los funcionarios responsables, pero no puede eludir el hecho de que se necesitan leyes mucho más severas para controlar el comercio de armas.
Breuer dijo que en los últimos cinco años, en México se habían recuperado 94 mil armas y 64 mil fueron trazadas a fuentes estadounidenses. "Necesitamos más herramientas", dijo. Ante lo que el senador Charles Grassley, republicano de Iowa, respondió previsiblemente: "No tenemos problemas con los ciudadanos que respetan la ley". Es un fracaso del Congreso no haber prohibido la venta de armas de asalto que está nutriendo la guerra de las drogas.
30 de noviembre de 2011
6 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

la decisión correcta sobre keystone xl


El presidente Obama tomó la decisión correcta el jueves cuando pospuso hasta 2013 la decisión final sobre el oleoducto Keystone XL de Canadá. Editorial NYT.
La decisión incluía un montón de decisiones sobre la conveniencia política, ya que cualquiera sea esta, algunos entre los votantes de base de Obama se ofenderán: los sindicatos que quieren el oleoducto o los ambientalistas, que no lo quieren. Sin embargo, hay tantas preguntas básicas que están sin respuesta -sobre el impacto económico y sobre el medio ambiente del oleoducto, sobre si el país en realidad necesita el petróleo- que fue razonable decidir que no es posible decidir sin mayores estudios.
La Casa Blanca tenía problemas con las acusaciones de que el Departamento de Estado, la agencia a cargo de la revisión del oleoducto, había encargado sus estudios ambientales a una compañía con lazos con TransCanada, el operador del oleoducto. De acuerdo a otras agencias del gobierno, el departamento ha subestimado consistentemente las emisiones de gas de efecto invernadero que es probable que generen las extracciones de aceite pesado de los suelos alquitranados de Canadá. Y la ruta trazada para el oleoducto de 2.735 kilómetros ha exacerbado las pasiones bipartidistas en lugares como Nebraska, donde los votantes de los dos partidos temen que una filtración pueda envenenar el suministro de agua.
Todo esto fue razón suficiente para que Obama volviera a la mesa de dibujo. Pero también fue importante, sugirió en su declaración, dar un paso atrás y poner el oleoducto en el contexto más amplio de las otras estrategias del gobierno para fortalecer la seguridad energética de Estados Unidos -duplicando el consumo eficiente del combustible de coches y camiones, desarrollando combustibles alternativos, expandiendo de modo razonable los recursos propios de Estados Unidos en petróleo y gas.
De cualquier modo, el anuncio sobre las arenas alquitranadas se produjo poco después de la circulación del propuesto plan de cinco años del gobierno para iniciar perforaciones petrolíferas offshore. El plan puede ser mejorado, pero es modesto si se lo compara con las estrategias de perforación indiscriminada que favorece la industria hoy. La mayor parte de los nuevos desarrollos podrían ocurrir en zonas como el Golfo de México; la costa Atlántica quedaría totalmente fuera de discusión; y el arriendo en el Ártico no empezará sino en 2016 y sólo después de una extensa revisión ambiental.
El plan fue un recordatorio de que todavía hay enormes reservas no explotadas en aguas estadounidenses: conservadoramente, unos noventa mil millones de barriles. Agreguemos a esas reservas los nuevos descubrimientos de enormes yacimientos en profundas formaciones en Tejas y Dakota del Norte, apuntalemoslos con estrategias para usar menos petróleo y el proyecto Keystone XL parece menos urgente para la seguridad energética de Estados Unidos.
29 de noviembre de 2011
11 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

tortura y excepcionalismo


Si realmente creemos que somos excepcionales, que somos un modelo para todo el resto del mundo y un ejemplo para toda la historia, entonces ¿por qué practicamos la tortura?
[Frank Bruni] Eso es lo es el submarino, y es por eso que el presidente Obama lo prohibió, correctamente. Cuando arrojas agua a alguien hasta que se empieza a asfixiar y siente como si se estuviera ahogando, no estás simplemente mejorando tu interrogatorio. Estás haciendo pasar a tu víctima por un infierno físico y psicológico. La estás torturando, según cualquier definición sana del concepto.
Sin embargo, el submarino fue nuevamente tema de discusión e incluso volvió como una suerte de perversa moda un sábado noche, en el mismo debate presidencial republicano donde Mitt Romney, recurriendo a una melodía favorita, entonó la canción de la grandeza y la singularidad estadounidenses: el excepcionalismo americano. Esa yuxtaposición era extremadamente rara.
Salí del debate, que estaba dedicado a la política exterior, con toda suerte de reparos y preguntas, incluyendo por que Newt Gingrich se había sometido a un proceso electoral por el que siente una tan palpable condescendencia.
Pero en general salí del debate pensando que una gran parte de lo que proponen los candidatos va contra esa banda particular de orgullo nacional que al mismo tiempo pregonan.
Este es un club que apoya el excepcionalismo, y no de acuerdo a su definición pasada como una referencia a las peculiares y ventajosas circunstancias de la génesis de nuestro país. Están diciendo que tenemos una posición única en el mundo, que nuestra eminencia es esencial y que nuestros valores merecen ser exportados.
"Este siglo debe ser un siglo estadounidense", dijo Romney, apartándose ampliamente del tema específico entre manos.
"Ahora mismo tenemos un presidente que cree que Estados Unidos es sólo otro país", agregó, reproduciendo sin exactitud las pasadas observaciones de Obama. "Estados Unidos es un país excepcional".
Romney no tuvo ninguna posibilidad de pensar en el submarino, así que no sabemos si en realidad favorece su uso restaurado, como dijeron que lo hacen Michele Bachmann y Herman Cain, y como Rick Perry pareció aceptar.
Pero sabemos que Romney no lo considera tortura, porque uno de sus asistentes, Eric Fehrnstrom, escribió un mensaje en Twitter después del debate diciendo derechamente que no lo es, y una portavoz de la campaña confirmó el lunes que era en realidad la opinión del propio Romney. La portavoz agregó: "Al mismo tiempo, no va a especificar las técnicas de interrogatorio mejoradas que él usaría contra los terroristas".
Desde el podio del debate en Carolina del Sur llegaron no solamente llamadas sobre el submarino -que Jon Huntsman y Ron Paul, en una decisión que los ennoblece, rechazaron- pero también la grosera sugerencia de que Estados Unidos retenga toda la ayuda a un país hasta que demuestre que lo merece. Esta gentiliza corrió por cuenta de Perry y Gingrich.
De boca de Rick Santorum emergieron cálidos pensamientos sobre misiones encubiertas para asesinar a científicos iraníes. Esta vez no se discutió la inmigración, pero cuando se ha discutido en los últimos meses, Cain ha mencionado la excavación de un foso a lo largo de la frontera mexicana -¡nada menos que lleno de cocodrilos!- y Bachmann ha denunciado la construcción de una valla como ridículamente impráctica, la que Cain sugirió una vez electrificar como una disuasión extra para cualquiera que abrigue la idea de escalarla. Luego dijo que estaba bromeando. Una sonora carcajada se oyó en todos los siete continentes.
Por supuesto, los candidatos adoptan un tono severo en gran parte para acusar a Obama de ser blando. Es una típica manera de definir una postura -la de los inevitables caprichos políticos.
Pero su elevada idea de que ha levantado una bandera blanca en la guerra contra el terrorismo es absurda. Aunque su presidencia ha tenido considerables defectos y decepciones, ese no es uno de ellos.
Sí, puso fin al submarino -que es también lo que dijo John McCain, que posee una genuina autoridad moral sobre el tema, que haría. (El lunes, McCCain dijo que estaba "muy desilusionado" de la discusión en el debate.)
Pero Obama ha enviado más aviones no tripulados que los que hubiera soñado Dick Cheney, incluyendo el que mató a Anwar al-Awlaki, un ciudadano estadounidense que no fue llevado nunca a juicio. Él ordenó la misión que terminó con la vida de Osama bin Laden. Estas no son acciones de un comandante en jefe que se deshace en disculpas. Y son la prueba de que puedes infundir miedo sin sacar a relucir los instrumentos de tortura.
Tenemos que tomar decisiones difíciles y sobrevivir un delicado equilibrio cuando se trata del mantener seguro al país, sea de terroristas extranjeros o de criminales que cruzan la frontera sur. Y no cabe ninguna duda de que no podemos ser tan principiales como nos gustaría. A mí, la muerte de Awlaki no me quita el sueño.
Pero tenemos que tener cuidado en cuanto a lo lejos que llegamos -lo implacable de nuestras estrategias, nuestras posiciones interesadas-, porque la legítima carga del liderazgo en el que insistimos es una conducta que es mejor que la de todo el resto del mundo, no la misma ni peor. El excepcionalismo no quiere decir regodearse y elegir a discreción cuándo ser grande y cuándo pequeño.
[La foto viene del blog Libretario.]
29 de noviembre de 2011
14 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer