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palestina

siguen con muro en cisjordania


Israel reanudó la construcción de uno de los más polémicos segmentos del muro en Cisjordania en una decisión que, según dijeron hoy los palestinos, dificultaba los esfuerzos del nuevo presidente Mahmoud Abbas para reavivar la paz.
Jeruslaén, Palestina. El fiscal general de Israel aprobó la construcción de un segmento de 4 kilómetros de largo en una nueva dirección cerca del gran asentamiento judío de Ariel, después que los residentes palestinos de la localidad adyacente de Salfit protestaran ante la justicia contra la expropiación de tierras, informó Reuters.
"Cómo vamos a convencer a nuestra gente y a las facciones de que intentamos terminar con la ocupación mientras Israel está imponiendo hechos en el territorio", dijo el ministro de gabinete palestino Saeb Erekat.
"Esto tendrá un impacto negativo en nuestros esfuerzos por llegar a un cese del fuego", añadió.
El presidente palestino Mahmoud Abbas concluyó hoy una semana de conversaciones de tregua con los radicales en Gaza sin ningún acuerdo formal pero con una importante reducción de la violencia en el área.
Israel ya ha construido un tercio de la barrera de 600 kilómetros, que dice es necesaria para mantener alejados de las ciudades a los atacantes suicidas. El segmento cercano a Ariel se encuentra bastante adentro del territorio ocupado.
La Corte Internacional de Justicia dijo que es ilegal la construcción de la red de alambre de púas electrificado y paredes de concreto en territorios ocupados. Los palestinos dijeron que el proyecto era una apropiación de tierra que impedía la creación de un estado.
Mushir al-Masri, portavoz de la agrupación radical Hamas en Gaza, condenó la barrera pero no aclaró si el nuevo trabajo de construcción podría interrumpir los esfuerzos de un cese del fuego.

26 de enero de 2005
©el universal

abu mazen: que israel cumpla


El presidente palestino, Mahmud Abbas (Abu Mazen), instó ayer a Israel a cumplir con sus compromisos establecidos en la ‘Hoja de Ruta' tras haber calmado a las facciones armadas palestinas. "Estoy harto de las promesas internacionales. Ha llegado el momento de trabajo real", en referencia a que Israel cumpla con los compromisos establecidos en el plan de paz para Oriente Próximo establecido y promovido por el Cuarteto de Madrid, que integran Estados Unidos, Rusia, la UE y la ONU.
Jerusalén, Palestina. Abu Mazen regresó ayer a la ciudad cisjordana de Ramala tras seis días de intensas negociaciones en Gaza con todas las facciones armadas palestinas con las que ha alcanzado un alto el fuego de facto.
Mazen dijo en Gaza que el diálogo con los grupos armados no es nada novedoso, pues "durante dos años han existido conversaciones tanto en Gaza como en Cisjordania, pero el nivel de las actuales ha sido el máximo y se han reducido muchos malentendidos. Habrá un acuerdo en breve".
"Tras esto -continuó-, la pelota esta en el tejado de los israelíes. Estamos trabajando en el marco de la Hoja de Ruta y, por ello, los israelíes deben cumplir su parte".
"La parte israelí -según Abu Mazen- tiene que dar cuenta de asuntos tan delicados como el de las personas expulsadas, los prisioneros y la retirada de las fuerzas de ocupación de las ciudades. Así como otros puntos de la Hoja de Ruta".
El presidente palestino dijo que espera que EEUU y la Unión Europea cumplan también con sus compromisos para establecer la Hoja de Ruta y que el mayor obstáculo del Ejército israelí sobre el terreno es su decisión de mantener el puesto de control militar de Abu Holi, en el centro de la franja de Gaza, cuando la policía palestina está preparada para mantener el orden.
En este sentido manifestó que "no estamos pidiendo nada más allá de la Hoja de Ruta. Cada uno tiene que asumir seriamente sus responsabilidades y no jugar con las palabras".

Malas Noticias desde Israel
Momentos antes de entrar a una reunión con Abú Mazen, el primer ministro palestino, Ahmed Qureia (Abu Ala) expresó también su disgusto con Israel.
"Los palestinos estamos haciendo lo máximo para alcanzar el alto el fuego y abrir la vía para negociaciones serias, pero las noticias que nos llegan de Israel son muy malas", afirmó Qureia.
"Israel -precisó- debería adoptar medidas de buena voluntad en lugar de cerrar Ariel (asentamiento judío en el norte de Cisjordania) con el muro de separación y confiscar los terrenos palestinos en Jerusalén".
Qureia añadió que "Israel continúa su política de colonización con los asentamientos, sigue construyendo el muro de Apartheid en Ariel y confiscando tierras en Jerusalén por medio de la Ley de Propiedad de los Ausentes".
Israel reanudó el lunes, los trabajos para levantar el muro de separación en la zona de Salfit, alrededor del asentamiento judío de Ariel, uno de los tramos más polémicos porque la construcción penetra 20 kilómetros en territorio palestino en Cisjordania.

26 de enero de 2005
©estrella digital

california ejecuta a convicto


[Rone Tempest] Las apelaciones de último minuto fueron rechazadas y el gobernador Schwarzenegger se negó a otorgar clemencia. Donald Beardslee fue ejecutado esta mañana 24 años después de haberse confesado culpable del asesinato de dos mujeres en el Área de la Bahía.
San Quentin, Estados Unidos. Mientras unos 300 opositores contra la pena de muerte montaban una vigilia en las afueras de la prisión, Beardslee, 61, fue amarrado con una correa a una camilla, donde le inyectó un cóctel de drogas.
El martes, en una declaración extraordinariamente detallada el gobernador Arnold Schwarzenegger dijo: "Nada en su petición o en los antecedentes de este caso me convence de que no entendía la gravedad de sus actos ni que pensara que estos atroces asesinatos no eran algo malo".
Poco después del rechazo del gobernador, la Corte Suprema de Estados Unidos negó sin comentarios la petición de aplazamiento de Beardslee. Las decisiones allanaron el camino para la ejecución de Beardslee a las 12:01 de la mañana, la onceava ejecución en el estado desde que los votantes reinstalaran la pena de muerte en 1978 y la primera de la administración de Schwarzenegger.
Beardslee rechazó una cena final especial y tuvo su ración normal de la prisión de macarrones con chile, ensalada y tarta.
Entre los que se reunieron para presenciar la ejecución en el pabellón de la muerte de San Quentin había cuatro miembros de la familia de Patty Geddling, 23, y Stacey Benjamin, 19, ante quienes Beardslee confesó haber matado y abandonado en lugares apartados después de una pelea sobre un negocio de drogas de 185 dólares en Redwood, California.
En una audiencia estatal para solicitar clemencia el viernes, los abogados de la defensa pidieron piedad en el caso a Schwarzenegger, diciendo que Beardslee sufría de un daño cerebral no detectado previamente que le llevó a cometer los dos asesinatos de 1981 así como el fatal apuñalamiento de una mujer de Missouri en 1969 por el que fue condenado a siete años de prisión.
Esperando que Schwarzenner siguiera el ejemplo del difunto Ronald Reagan, el último gobernador de California en otorgar clemencia a un condenado, los abogados pidieron que se permitiera que Beardslee fuera sometido a un sofisticado escáner cerebral de resonancia magnética, que no fue usado durante su juicio. En un caso de 1967, Reagan conmutó la sentencia de muerte de un asesino convicto con daño cerebral debido a que el más moderno test científico, el encefalograma de 16 canales, no estaba disponible en el momento del juicio.
Pero Schwarzenegger rechazó la teoría del daño cerebral, observando que Beardslee operaba a un nivel muy alto, llegando a obtener "las más altas notas cuando asistió al Colegio de San Mateo cuando estaba en libertad condicional por el asesinato de Missouri".
Después de pasar el fin de semana revisando el caso y la recomendación sellada de la Directiva de Penas de Prisión del estado, Schwarzenegger se negó a otorgar clemencia a Beardslee, como hizo el año pasado en otro caso de pena de muerte desde que asumió el cargo.
En febrero pasado, Schwarzenegger ignoró las peticiones de un prominente grupo de activistas norteamericanos y extranjeros -incluyendo a algunos actores- y rechazó la petición de clemencia para el convicto fugitivo Kevin Cooper. Cooper fue sentenciado a muerte por los asesinatos con hacha de tres miembros de la familia de Chino Hills y un amigo del vecindario en 1983 durante su fuga de la prisión.
Cooper se salvó de la ejecución más tarde cuando la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito envió el caso a tribunales inferiores para que consideraran los nuevos tests de DNA.
Debido a la relativa indulgencia que demostró en casos de libertad condicional -especialmente en comparación con su predecesor demócrata Gray Davis- los primeras decisiones de Schwarzenegger en casos de pena capital están siendo observados estrechamente por los fiscales del estado y abogados de la defensa.
En entrevistas Schwarzenegger dijo que cree que la pena de muerte es "un método disuasivo necesario y efectivo para impedir asesinatos". Sin embargo, el secretario de Asuntos Legales Peter Siggins dijo en una entrevista en febrero que el gobernador había señalado que él otorgaría clemencia si el caso lo ameritaba.
"Ciertamente indicó que en un caso correcto el consideraría su decisión" de otorgar clemencia, dijo Siggins, que agregó: "Le puedo decir que el gobernador apoya la pena de muerte y cree que es una forma apropiada de castigo".Desde que asumiera el cargo en noviembre de 2003, Schwarzenegger ha otorgado tres perdones y aprobado la primera conmutación de una condena de prisión de mano de un gobernador de California desde Jerry Brown.
California está a la cabeza del país con 640 reclusos en el pabellón de la muerte, pero está en el 18 lugar en la lista de ejecuciones realizadas desde 1976. Tejas ocupa el primer lugar en ejecuciones con 337, y el segundo en términos de reclusos condenados a muerte, con 455 sentencias capitales.
Debido al complicado proceso de apelación, los reclusos condenados en California esperan un promedio de más de 20 años entre la fecha de la sentencia y la ejecución. De hecho, la mayoría de los reclusos en el pabellón de la muerte del estado mueren de muerte natural. El siguiente en la lista de espera de ejecuciones después de Beardslee es Blufford Hayes Jr., cuya sentencia de muerte de 1980 fue recurrida.
En el casi cuarto de siglo que ha esperado en la cárcel del condado de San Mateo y en el pabellón de la muerte de San Quentin, Beardslee llegó a ser un recluso modelo. De acuerdo a testimonios leídos el viernes en la audiencia para la petición de clemencia, ha incluso ayudado a los funcionarios de rehabilitación de la cárcel de seguridad.
El antiguo director de San Quentin, Daniel Vasquez describió a Beardslee como un recluso raro que no tenía problemas de disciplina. "Matarlo sería una vergüenza", dijo Vasquez.
Pero Schwarzenegger no estaba impresionado por su buena conducta. "No espero nada menos que eso", dijo.
El llamado de clemencia de último minuto fue rechazado con emocionadas declaraciones de las familias de las dos mujeres del Área de la Bahía, incluyendo a los hijos maduros de Geddling.
"No sé qué problemas tiene Beardslee con las mujeres. Parece que le gusta matarlas", dijo Tom Amundson, el hermanastro mayor de Benjamin.
En 1969, cuando tenía 26 años, Beardslee mató a una mujer de 52 años que conoció en un bar de St. Louis, apuñalándola con un cuchillo en la garganta y dejando que se desangrara hasta morir en la bañera. Después de cumplir siete años de una sentencia de 18 por ese asesinato, el antiguo mecánico de la Fuerza Aérea se mudó a California para estar cerca de su madre.
Mientra gozaba de libertad condicional Beardslee consiguió una ocupación como mecánico de Hewlett-Packard, donde obtuvo consistentemente buenas evaluaciones.
En 1981 Beardslee recogió a una autostopista, Rickie Soria, drogadicta y prostituta. Beardslee se mudó a vivir con Soria, y ella lo presentó a sus amigos.
Uno de ellos, Bill Forrester, de 19 años, reclamó que le habían robado 185 dólares de una venta de drogas en la que estuvieron implicados Geddling y Benjamin. Frank Rutherford, un vendedor de drogas considerado el cabecilla del grupo, tramó un plan para llevar a Geddling y a Benjamin al apartamento de Beardslee el 24 de abril de 1981. El día antes Beardslee envió a Soria a comprar cinta de pegar para amarrar a las mujeres cuando estas llegaran.
Después de que Rutherford hiriera accidentalmente a Geddling, Beardslee, Soria y Forrester condujeron a la mujer a un lugar remoto en el condado de San Mateo, donde Beardslee disparó a la mujer dos veces en la cabeza con una escopeta recortada.
Al día siguiente, Beardslee, Soria y Rutherford, que se habían quedado con Benjamin, esnifaron cocaína mientras llevaban a la nativa de Pacifica durante 160 kilómetros hacia el solitaria área de Lake County, al norte de San Francisco. Después de que los dos hombres no pudieran estrangular a Benjamin con un garrote de alambre, Beardslee le cortó la garganta con el cuchillo de Rutherford. Antes de abandonar el lugar los dos hombres le sacaron a Benjamin los pantalones para que pareciera que había sido violada.
La policía identificó a Beardslee gracias a un número de teléfono encontrado en una de las escenas del crimen. Como en St. Louis, Beardslee confesó rápidamente los asesinatos y fue el principal testigo en los juicios. Rutherford, que murió en prisión hace dos años, y Soria fueron condenados a largas penas de prisión, y Forrester fue absuelto.
El último en ser procesado, Beardslee fue hallado culpable y tras extensas deliberaciones del jurado, sentenciado a morir en la cámara de gas de San Quentin. El método de ejecución en California fue más tarde remplazado por muerte por una inyección letal.

20 de enero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

california ejecuta a convicto


[Rone Tempest] Las apelaciones de último minuto fueron rechazadas y el gobernador Schwarzenegger se negó a otorgar clemencia. Donald Beardslee fue ejecutado esta mañana 24 años después de haberse confesado culpable del asesinato de dos mujeres en el Área de la Bahía.
San Quentin, Estados Unidos. Mientras unos 300 opositores contra la pena de muerte montaban una vigilia en las afueras de la prisión, Beardslee, 61, fue amarrado con una correa a una camilla, donde le inyectó un cóctel de drogas.
El martes, en una declaración extraordinariamente detallada el gobernador Arnold Schwarzenegger dijo: "Nada en su petición o en los antecedentes de este caso me convence de que no entendía la gravedad de sus actos ni que pensara que estos atroces asesinatos no eran algo malo".
Poco después del rechazo del gobernador, la Corte Suprema de Estados Unidos negó sin comentarios la petición de aplazamiento de Beardslee. Las decisiones allanaron el camino para la ejecución de Beardslee a las 12:01 de la mañana, la onceava ejecución en el estado desde que los votantes reinstalaran la pena de muerte en 1978 y la primera de la administración de Schwarzenegger.
Beardslee rechazó una cena final especial y tuvo su ración normal de la prisión de macarrones con chile, ensalada y tarta.
Entre los que se reunieron para presenciar la ejecución en el pabellón de la muerte de San Quentin había cuatro miembros de la familia de Patty Geddling, 23, y Stacey Benjamin, 19, ante quienes Beardslee confesó haber matado y abandonado en lugares apartados después de una pelea sobre un negocio de drogas de 185 dólares en Redwood, California.
En una audiencia estatal para solicitar clemencia el viernes, los abogados de la defensa pidieron piedad en el caso a Schwarzenegger, diciendo que Beardslee sufría de un daño cerebral no detectado previamente que le llevó a cometer los dos asesinatos de 1981 así como el fatal apuñalamiento de una mujer de Missouri en 1969 por el que fue condenado a siete años de prisión.
Esperando que Schwarzenner siguiera el ejemplo del difunto Ronald Reagan, el último gobernador de California en otorgar clemencia a un condenado, los abogados pidieron que se permitiera que Beardslee fuera sometido a un sofisticado escáner cerebral de resonancia magnética, que no fue usado durante su juicio. En un caso de 1967, Reagan conmutó la sentencia de muerte de un asesino convicto con daño cerebral debido a que el más moderno test científico, el encefalograma de 16 canales, no estaba disponible en el momento del juicio.
Pero Schwarzenegger rechazó la teoría del daño cerebral, observando que Beardslee operaba a un nivel muy alto, llegando a obtener "las más altas notas cuando asistió al Colegio de San Mateo cuando estaba en libertad condicional por el asesinato de Missouri".
Después de pasar el fin de semana revisando el caso y la recomendación sellada de la Directiva de Penas de Prisión del estado, Schwarzenegger se negó a otorgar clemencia a Beardslee, como hizo el año pasado en otro caso de pena de muerte desde que asumió el cargo.
En febrero pasado, Schwarzenegger ignoró las peticiones de un prominente grupo de activistas norteamericanos y extranjeros -incluyendo a algunos actores- y rechazó la petición de clemencia para el convicto fugitivo Kevin Cooper. Cooper fue sentenciado a muerte por los asesinatos con hacha de tres miembros de la familia de Chino Hills y un amigo del vecindario en 1983 durante su fuga de la prisión.
Cooper se salvó de la ejecución más tarde cuando la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito envió el caso a tribunales inferiores para que consideraran los nuevos tests de DNA.
Debido a la relativa indulgencia que demostró en casos de libertad condicional -especialmente en comparación con su predecesor demócrata Gray Davis- los primeras decisiones de Schwarzenegger en casos de pena capital están siendo observados estrechamente por los fiscales del estado y abogados de la defensa.
En entrevistas Schwarzenegger dijo que cree que la pena de muerte es "un método disuasivo necesario y efectivo para impedir asesinatos". Sin embargo, el secretario de Asuntos Legales Peter Siggins dijo en una entrevista en febrero que el gobernador había señalado que él otorgaría clemencia si el caso lo ameritaba.
"Ciertamente indicó que en un caso correcto el consideraría su decisión" de otorgar clemencia, dijo Siggins, que agregó: "Le puedo decir que el gobernador apoya la pena de muerte y cree que es una forma apropiada de castigo".Desde que asumiera el cargo en noviembre de 2003, Schwarzenegger ha otorgado tres perdones y aprobado la primera conmutación de una condena de prisión de mano de un gobernador de California desde Jerry Brown.
California está a la cabeza del país con 640 reclusos en el pabellón de la muerte, pero está en el 18 lugar en la lista de ejecuciones realizadas desde 1976. Tejas ocupa el primer lugar en ejecuciones con 337, y el segundo en términos de reclusos condenados a muerte, con 455 sentencias capitales.
Debido al complicado proceso de apelación, los reclusos condenados en California esperan un promedio de más de 20 años entre la fecha de la sentencia y la ejecución. De hecho, la mayoría de los reclusos en el pabellón de la muerte del estado mueren de muerte natural. El siguiente en la lista de espera de ejecuciones después de Beardslee es Blufford Hayes Jr., cuya sentencia de muerte de 1980 fue recurrida.
En el casi cuarto de siglo que ha esperado en la cárcel del condado de San Mateo y en el pabellón de la muerte de San Quentin, Beardslee llegó a ser un recluso modelo. De acuerdo a testimonios leídos el viernes en la audiencia para la petición de clemencia, ha incluso ayudado a los funcionarios de rehabilitación de la cárcel de seguridad.
El antiguo director de San Quentin, Daniel Vasquez describió a Beardslee como un recluso raro que no tenía problemas de disciplina. "Matarlo sería una vergüenza", dijo Vasquez.
Pero Schwarzenegger no estaba impresionado por su buena conducta. "No espero nada menos que eso", dijo.
El llamado de clemencia de último minuto fue rechazado con emocionadas declaraciones de las familias de las dos mujeres del Área de la Bahía, incluyendo a los hijos maduros de Geddling.
"No sé qué problemas tiene Beardslee con las mujeres. Parece que le gusta matarlas", dijo Tom Amundson, el hermanastro mayor de Benjamin.
En 1969, cuando tenía 26 años, Beardslee mató a una mujer de 52 años que conoció en un bar de St. Louis, apuñalándola con un cuchillo en la garganta y dejando que se desangrara hasta morir en la bañera. Después de cumplir siete años de una sentencia de 18 por ese asesinato, el antiguo mecánico de la Fuerza Aérea se mudó a California para estar cerca de su madre.
Mientra gozaba de libertad condicional Beardslee consiguió una ocupación como mecánico de Hewlett-Packard, donde obtuvo consistentemente buenas evaluaciones.
En 1981 Beardslee recogió a una autostopista, Rickie Soria, drogadicta y prostituta. Beardslee se mudó a vivir con Soria, y ella lo presentó a sus amigos.
Uno de ellos, Bill Forrester, de 19 años, reclamó que le habían robado 185 dólares de una venta de drogas en la que estuvieron implicados Geddling y Benjamin. Frank Rutherford, un vendedor de drogas considerado el cabecilla del grupo, tramó un plan para llevar a Geddling y a Benjamin al apartamento de Beardslee el 24 de abril de 1981. El día antes Beardslee envió a Soria a comprar cinta de pegar para amarrar a las mujeres cuando estas llegaran.
Después de que Rutherford hiriera accidentalmente a Geddling, Beardslee, Soria y Forrester condujeron a la mujer a un lugar remoto en el condado de San Mateo, donde Beardslee disparó a la mujer dos veces en la cabeza con una escopeta recortada.
Al día siguiente, Beardslee, Soria y Rutherford, que se habían quedado con Benjamin, esnifaron cocaína mientras llevaban a la nativa de Pacifica durante 160 kilómetros hacia el solitaria área de Lake County, al norte de San Francisco. Después de que los dos hombres no pudieran estrangular a Benjamin con un garrote de alambre, Beardslee le cortó la garganta con el cuchillo de Rutherford. Antes de abandonar el lugar los dos hombres le sacaron a Benjamin los pantalones para que pareciera que había sido violada.
La policía identificó a Beardslee gracias a un número de teléfono encontrado en una de las escenas del crimen. Como en St. Louis, Beardslee confesó rápidamente los asesinatos y fue el principal testigo en los juicios. Rutherford, que murió en prisión hace dos años, y Soria fueron condenados a largas penas de prisión, y Forrester fue absuelto.
El último en ser procesado, Beardslee fue hallado culpable y tras extensas deliberaciones del jurado, sentenciado a morir en la cámara de gas de San Quentin. El método de ejecución en California fue más tarde remplazado por muerte por una inyección letal.

20 de enero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

california ejecuta a convicto


[Rone Tempest] Las apelaciones de último minuto fueron rechazadas y el gobernador Schwarzenegger se negó a otorgar clemencia. Donald Beardslee fue ejecutado esta mañana 24 años después de haberse confesado culpable del asesinato de dos mujeres en el Área de la Bahía.
San Quentin, Estados Unidos. Mientras unos 300 opositores contra la pena de muerte montaban una vigilia en las afueras de la prisión, Beardslee, 61, fue amarrado con una correa a una camilla, donde le inyectó un cóctel de drogas.
El martes, en una declaración extraordinariamente detallada el gobernador Arnold Schwarzenegger dijo: "Nada en su petición o en los antecedentes de este caso me convence de que no entendía la gravedad de sus actos ni que pensara que estos atroces asesinatos no eran algo malo".
Poco después del rechazo del gobernador, la Corte Suprema de Estados Unidos negó sin comentarios la petición de aplazamiento de Beardslee. Las decisiones allanaron el camino para la ejecución de Beardslee a las 12:01 de la mañana, la onceava ejecución en el estado desde que los votantes reinstalaran la pena de muerte en 1978 y la primera de la administración de Schwarzenegger.
Beardslee rechazó una cena final especial y tuvo su ración normal de la prisión de macarrones con chile, ensalada y tarta.
Entre los que se reunieron para presenciar la ejecución en el pabellón de la muerte de San Quentin había cuatro miembros de la familia de Patty Geddling, 23, y Stacey Benjamin, 19, ante quienes Beardslee confesó haber matado y abandonado en lugares apartados después de una pelea sobre un negocio de drogas de 185 dólares en Redwood, California.
En una audiencia estatal para solicitar clemencia el viernes, los abogados de la defensa pidieron piedad en el caso a Schwarzenegger, diciendo que Beardslee sufría de un daño cerebral no detectado previamente que le llevó a cometer los dos asesinatos de 1981 así como el fatal apuñalamiento de una mujer de Missouri en 1969 por el que fue condenado a siete años de prisión.
Esperando que Schwarzenner siguiera el ejemplo del difunto Ronald Reagan, el último gobernador de California en otorgar clemencia a un condenado, los abogados pidieron que se permitiera que Beardslee fuera sometido a un sofisticado escáner cerebral de resonancia magnética, que no fue usado durante su juicio. En un caso de 1967, Reagan conmutó la sentencia de muerte de un asesino convicto con daño cerebral debido a que el más moderno test científico, el encefalograma de 16 canales, no estaba disponible en el momento del juicio.
Pero Schwarzenegger rechazó la teoría del daño cerebral, observando que Beardslee operaba a un nivel muy alto, llegando a obtener "las más altas notas cuando asistió al Colegio de San Mateo cuando estaba en libertad condicional por el asesinato de Missouri".
Después de pasar el fin de semana revisando el caso y la recomendación sellada de la Directiva de Penas de Prisión del estado, Schwarzenegger se negó a otorgar clemencia a Beardslee, como hizo el año pasado en otro caso de pena de muerte desde que asumió el cargo.
En febrero pasado, Schwarzenegger ignoró las peticiones de un prominente grupo de activistas norteamericanos y extranjeros -incluyendo a algunos actores- y rechazó la petición de clemencia para el convicto fugitivo Kevin Cooper. Cooper fue sentenciado a muerte por los asesinatos con hacha de tres miembros de la familia de Chino Hills y un amigo del vecindario en 1983 durante su fuga de la prisión.
Cooper se salvó de la ejecución más tarde cuando la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito envió el caso a tribunales inferiores para que consideraran los nuevos tests de DNA.
Debido a la relativa indulgencia que demostró en casos de libertad condicional -especialmente en comparación con su predecesor demócrata Gray Davis- los primeras decisiones de Schwarzenegger en casos de pena capital están siendo observados estrechamente por los fiscales del estado y abogados de la defensa.
En entrevistas Schwarzenegger dijo que cree que la pena de muerte es "un método disuasivo necesario y efectivo para impedir asesinatos". Sin embargo, el secretario de Asuntos Legales Peter Siggins dijo en una entrevista en febrero que el gobernador había señalado que él otorgaría clemencia si el caso lo ameritaba.
"Ciertamente indicó que en un caso correcto el consideraría su decisión" de otorgar clemencia, dijo Siggins, que agregó: "Le puedo decir que el gobernador apoya la pena de muerte y cree que es una forma apropiada de castigo".Desde que asumiera el cargo en noviembre de 2003, Schwarzenegger ha otorgado tres perdones y aprobado la primera conmutación de una condena de prisión de mano de un gobernador de California desde Jerry Brown.
California está a la cabeza del país con 640 reclusos en el pabellón de la muerte, pero está en el 18 lugar en la lista de ejecuciones realizadas desde 1976. Tejas ocupa el primer lugar en ejecuciones con 337, y el segundo en términos de reclusos condenados a muerte, con 455 sentencias capitales.
Debido al complicado proceso de apelación, los reclusos condenados en California esperan un promedio de más de 20 años entre la fecha de la sentencia y la ejecución. De hecho, la mayoría de los reclusos en el pabellón de la muerte del estado mueren de muerte natural. El siguiente en la lista de espera de ejecuciones después de Beardslee es Blufford Hayes Jr., cuya sentencia de muerte de 1980 fue recurrida.
En el casi cuarto de siglo que ha esperado en la cárcel del condado de San Mateo y en el pabellón de la muerte de San Quentin, Beardslee llegó a ser un recluso modelo. De acuerdo a testimonios leídos el viernes en la audiencia para la petición de clemencia, ha incluso ayudado a los funcionarios de rehabilitación de la cárcel de seguridad.
El antiguo director de San Quentin, Daniel Vasquez describió a Beardslee como un recluso raro que no tenía problemas de disciplina. "Matarlo sería una vergüenza", dijo Vasquez.
Pero Schwarzenegger no estaba impresionado por su buena conducta. "No espero nada menos que eso", dijo.
El llamado de clemencia de último minuto fue rechazado con emocionadas declaraciones de las familias de las dos mujeres del Área de la Bahía, incluyendo a los hijos maduros de Geddling.
"No sé qué problemas tiene Beardslee con las mujeres. Parece que le gusta matarlas", dijo Tom Amundson, el hermanastro mayor de Benjamin.
En 1969, cuando tenía 26 años, Beardslee mató a una mujer de 52 años que conoció en un bar de St. Louis, apuñalándola con un cuchillo en la garganta y dejando que se desangrara hasta morir en la bañera. Después de cumplir siete años de una sentencia de 18 por ese asesinato, el antiguo mecánico de la Fuerza Aérea se mudó a California para estar cerca de su madre.
Mientra gozaba de libertad condicional Beardslee consiguió una ocupación como mecánico de Hewlett-Packard, donde obtuvo consistentemente buenas evaluaciones.
En 1981 Beardslee recogió a una autostopista, Rickie Soria, drogadicta y prostituta. Beardslee se mudó a vivir con Soria, y ella lo presentó a sus amigos.
Uno de ellos, Bill Forrester, de 19 años, reclamó que le habían robado 185 dólares de una venta de drogas en la que estuvieron implicados Geddling y Benjamin. Frank Rutherford, un vendedor de drogas considerado el cabecilla del grupo, tramó un plan para llevar a Geddling y a Benjamin al apartamento de Beardslee el 24 de abril de 1981. El día antes Beardslee envió a Soria a comprar cinta de pegar para amarrar a las mujeres cuando estas llegaran.
Después de que Rutherford hiriera accidentalmente a Geddling, Beardslee, Soria y Forrester condujeron a la mujer a un lugar remoto en el condado de San Mateo, donde Beardslee disparó a la mujer dos veces en la cabeza con una escopeta recortada.
Al día siguiente, Beardslee, Soria y Rutherford, que se habían quedado con Benjamin, esnifaron cocaína mientras llevaban a la nativa de Pacifica durante 160 kilómetros hacia el solitaria área de Lake County, al norte de San Francisco. Después de que los dos hombres no pudieran estrangular a Benjamin con un garrote de alambre, Beardslee le cortó la garganta con el cuchillo de Rutherford. Antes de abandonar el lugar los dos hombres le sacaron a Benjamin los pantalones para que pareciera que había sido violada.
La policía identificó a Beardslee gracias a un número de teléfono encontrado en una de las escenas del crimen. Como en St. Louis, Beardslee confesó rápidamente los asesinatos y fue el principal testigo en los juicios. Rutherford, que murió en prisión hace dos años, y Soria fueron condenados a largas penas de prisión, y Forrester fue absuelto.
El último en ser procesado, Beardslee fue hallado culpable y tras extensas deliberaciones del jurado, sentenciado a morir en la cámara de gas de San Quentin. El método de ejecución en California fue más tarde remplazado por muerte por una inyección letal.

20 de enero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

proceso por masacre de tlatelolco


[Kevin Sullivan] México acusará de genocidio a funcionarios por masacre de 1968.
Ciudad de México, México. El fiscal especial que investiga los asesinatos y desapariciones de personas durante la ‘guerra sucia' de México dijo el jueves que presentará cargos por genocidio contra unos 25 ex funcionarios de gobierno y militares en relación con la masacre del 2 de octubre de 1968 de manifestantes en la plaza de Tlatelolco en Ciudad de México.
En una entrevista con periodistas extranjeros, Ignacio Carrillo Prieto dijo que en entre esos funcionarios se "puede incluir" a Luis Echeverría, que fue presidente de 1970 a 1976 y ministro del Interior, el segundo cargo más importante del país, durante lo que se llamó la ‘Masacre de Tlatelolco'.
Carrillo Prieto dijo que en los próximos meses acusará de genocidio a 75 ex funcionarios por las desapariciones y asesinatos de alrededor de 500 personas en la campaña del gobierno de represión de estudiantes, activistas por la democracia y otros manifestantes entre fines de los años sesenta y principios de los ochenta.
La Masacre de Tlatelolco, que se transformó en un poderoso símbolo de los abusos de los gobiernos autoritarios de México, terminó con la vida de numerosos jóvenes activistas justo antes de que México hiciera de anfitrión de los Juegos Olímpicos de 1968.
El gobierno declaró entonces que en la masacre habían muerto 30 personas, pero grupos de derechos humanos y otros dijeron que la cifra era mucho más alta. También dijeron que los asesinatos fueron cometidos por soldados y pistoleros a sueldo del gobierno y que Echeverría estaba implicado por ordenar los asesinatos. El solitario ex presidente, que cumplirá 83 años este mes, ha negado las acusaciones.
Carrillo Prieto, nombrado por el presidente Vicente Fox en enero de 2002, intentó el año pasado acusar a Echeverría y otros 11 ex funcionarios de genocidio por una masacre en 1971 en la que alrededor de 30 estudiantes fueron asesinados en Ciudad de México por fuerzas de seguridad.
Sin embargo, el juez en ese caso se negó a firmar órdenes de detención, diciendo que la ley de los 30 años de limitación de la acusación de genocidio había expirado. El fiscal general federal, para el que trabaja Carrillo Prieto, ha recurrido esa resolución ante la Corte Suprema, que debe todavía dictar veredicto.
Carrillo Prieto dijo que presentará los nuevos cargos de genocidio independientemente del veredicto de la Corte Suprema. Dijo que en México, a diferencia de Estados Unidos, la resolución de la Corte Suprema sólo sería válida para el caso puntual y no establece un precedente.
Algunos críticos han acusado a Carrillo Prieto de exagerar tratando de acusar a Echeverría y otros de genocidio. Pero el fiscal argumentó que las leyes internacionales definen genocidio como el intento sistemático de eliminar a un grupo étnico, religioso o nacional, y que Echeverría y otros ex funcionarios utilizaron sistemáticamente el poder para tratar de exterminar a los disidentes políticos.

14 de enero de 2005
©washington post
©traducción mQh

los últimos maharajás


[Javier Moro] La independencia de India, en 1947, dio el golpe de gracia a los últimos maharajás, 562 hombres que reinaban sobre un tercio del territorio.
El 28 enero de 1908, una española de 17 años, sentada a lomos de un elefante lujosamente enjaezado, hizo su entrada en una pequeña ciudad del norte de India. El pueblo entero estaba en la calle lanzando vítores a su paso, rindiendo un cálido homenaje a su nueva princesa, de tez tan blanca como las nieves del Himalaya. Podría parecer un cuento de hadas, pero en realidad así fue la boda de la andaluza Anita Delgado con el riquísimo maharajá de Kapurtala. Y fue el principio de una historia de amor –y traición– que se desgranó durante casi dos décadas.
He seguido los pasos de Anita Delgado por las rutas de India y de Europa, reconstruyendo con todo lujo de detalles, para mi libro ‘Pasión india', los secretos de su relación, que culminó en uno de los escándalos más sonados de la India inglesa.
Zambullirme en aquella época fabulosa, decadente e irrepetible, y explorar el mundo de los últimos maharajás, 562 hombres que a principios del siglo XX reinaban sobre un tercio del territorio de India, ha supuesto una inagotable fuente de sorpresas y de diversión. Kipling dijo que la providencia los había creado para ofrecer un espectáculo al mundo.
¡Y qué espectáculo! Con sus harenes de ‘Las mil y una noches', sus bacanales eróticas, sus pasiones por las joyas y los palacios, el flamenco y las cacerías de tigre, los caballos y los Rolls-Royce, esos hombres eran legendariamente caprichosos porque se creían de origen divino, porque los ingleses les protegían y porque el pueblo les adoraba. Unos eran cultos; otros, encantadores y seductores; otros, crueles o ascéticos; otros, un poco locos; pero, eso sí, todos excéntricos. Para ellos, la extravagancia era una forma de refinamiento.

Dieciocho años mayor que Anita Delgado, el maharajá de Kapurtala se crió en el harén, rodeado de sirvientas y niñeras en un ambiente de confort y lujo inimaginable para cualquier niño europeo. Le bastaba enseñar el pie y un criado le calzaba. Levantaba un dedo y otro acudía a peinarle.
Nunca alzaba la voz porque no era necesario. Una mirada bastaba para transmitir un deseo, inmediatamente interpretado como una orden. Hasta los sirvientes más ancianos se postraban ante el niño, tocándole los pies en signo de veneración. Su salud era seguida con la mayor atención. Una criada recogía diariamente el orinal del pequeño y escudriñaba las deposiciones con una mirada atenta. Si encontraba algo raro, le trataba inmediatamente con hierbas medicinales, y si era más grave, llamaba al médico oficial.
A los ocho años empezó a engordar, quizá porque somatizaba los problemas que suponía crecer con un pie en un mundo feudal y otro en el siglo XX. De sus tutores ingleses recibía clases de física y química, mientras que de los indios aprendía posturas del Kamasutra.
Al principio, nadie se alarmó por su sobrepeso; al contrario, el orondo heredero era decididamente un muchacho hermoso. Pero más tarde, cuando a los 10 años cruzó la frontera de los 100 kilos, cundió el pánico entre los miembros de la corte, que ya le habían elegido una primera mujer.
Su primera boda, con una joven india de alta cuna llamada Harbans Kaur, se celebró cuando ambos alcanzaron la meritoria edad de 14 años. Para entonces había logrado estabilizar su peso en 130 kilos, lo que alivió, aunque sólo fuese momentáneamente, a sus tutores y al médico.
El maharajá no vio el rostro de su amada hasta después de la ceremonia de la boda, y lo hizo a través de un espejito: "Me quedé mirando esos ojos negros, los más bonitos que había visto jamás. Luego sonreí, y ella me devolvió la sonrisa", dejó escrito en su diario.

Lo que no quedó reflejado en ningún diario fue la reacción de su joven esposa al descubrir el rostro inflado de su imberbe marido, la triple papada, los ojos alicaídos, la tripa descomunal. Ningún diario contaría en detalle lo que debió de ser su primera impresión, y luego su primera noche de amor, ella sumisa y asustada, él inexperto y peligrosamente obeso.
Lo que sí trascendió es que no consumaron el acto. De modo que a la preocupación que la corte y la familia habían sentido por la obesidad del maharajá iba a suceder ahora una profunda inquietud por su vida sexual (y por el porvenir de la dinastía).
El rumor de que el maharajá era incapaz de engendrar circulaba con insidia. Nadie dudaba de su gusto por las mujeres. Varias criadas habían contado cómo desde pequeño había intentado acercarse a ellas y, al no dejarse, había intentado comprarlas.

También era notoria su afición por las nautch-girls, bailarinas profesionales que acudían de Lahore, considerada la capital del vicio y del jolgorio. Contratadas para distraer a los soberanos, estaban también a su disposición para todo tipo de favores sexuales. No eran prostitutas en el sentido estricto, eran más bien el equivalente a las geishas japonesas. Expertas en el arte de satisfacer al hombre, de saber hablarle, de hacerle sentirse a gusto y de entretenerle, eran las encargadas de iniciar a los muchachos en el arte del sexo, así como en el uso de anticonceptivos.
Éstos variaban del coitus interruptus, que llamaban "el salto hacia atrás", a supositorios que contenían "caldo de alhelí y miel", y hasta frotarse el pene con alquitrán, lo que debía de ser contundente. Estas bailarinas-cortesanas también perfeccionaban las enseñanzas del Kamasutra. Les enseñaban que la mujer-gacela, de senos firmes, anchas caderas, nalgas redondas y yoni pequeño (casi 15 centímetros), es muy compatible en el amor con el hombre-liebre, sensible "a las cosquillas en los muslos, en las manos, bajo la planta de los pies y en el pubis".
El hombre-semental, a quien le gustan las mujeres robustas y las comidas copiosas, lo hace de maravilla con la mujer-yegua, de muslos rellenos y fuertes, cuyo sexo huele a sésamo y cuya "casa de kama tiene una profundidad de nueve dedos".
La familia del obeso maharajá confiaba en que las bailarinas podrían hacer que el maharajá funcionase. Pero el resultado era siempre el mismo: el chico tenía dificultad en copular a causa de su barriga, que ahogaba y aprisionaba el pene aunque éste estuviera en erección.
A la espera de encontrar una solución al problema, mandaban intervenir a una cortesana, cuya única y exclusiva misión era cuidar la calidad del semen real, porque de ello dependía la buena calidad de los hijos y, en consecuencia, la buena calidad del gobierno que acabarían asumiendo, de manera que vigilar el semen era, en las cortes de los maharajás, cuestión de Estado. En India siempre se ha pensado que la abstinencia provoca una acumulación excesiva de esperma, y que éste puede cortarse, exactamente igual que la leche o la mantequilla.
Por eso, esta concubina se presentaba periódicamente ante el príncipe para recoger, mediante hábiles manipulaciones, su semen en un trapito de algodón que luego quemaba en el jardín del palacio en presencia de un funcionario que ostentaba el pomposo título de guardián de las Deyecciones Reales.

Otro guardián, el de los elefantes, fue la pieza clave para solucionar el problema sexual del maharajá. El hombre declaró que los paquidermos no se reproducían en cautividad no porque fueran tímidos, sino porque necesitaban una postura y un ángulo especiales que no podían conseguir ni en el zoológico ni en las cuadras. Se le había ocurrido un truco. Había construido un pequeño montículo de tierra y piedra en el bosque detrás del palacio.
Allí, las elefantas se tumbaban y la pendiente facilitaba mucho el trabajo del macho. El resultado había sido espectacular. Los bramidos que rasgaban las tranquilas noches de Kapurtala eran buena prueba de ello, como lo era el mayor número de crías que nacían.
La declaración del guardián devolvió la esperanza a la corte. ¿Cómo aplicar su idea al caso del maharajá? La respuesta la dio el ingeniero británico J. S. Elmore, que diseñó y construyó una cama inclinada, hecha de metal y de madera con un colchón elástico, inspirada en la idea del guardián de elefantes. Las más bellas cortesanas probaron el invento con el maharajá, y la sonrisa de satisfacción que esgrimían quienes esperaban en uno de los salones del palacio a que terminase la prueba lo decía todo. ¡Qué éxito! El príncipe consiguió copular… ¡varias veces!

Nueve meses después de aquel glorioso día en la historia de Kapurtala, la joven esposa daba a luz a su primer retoño. Luego el maharajá no paró: en los años sucesivos tuvo cuatro hijos con otras cuatro esposas, sin contar con los que tuvo con sus concubinas. Éstas se sentían en general felices en el harén porque escapaban así a una vida de miseria en el campo, y porque tenían la seguridad de que, aun dejando de estar en la lista de favoritas, nunca les faltaría de nada, ni a ellas ni a sus hijos, porque así lo mandaba la tradición.
A lo que se veía obligado el maharajá para controlar la demografía del harén era a someterlas a una ligadura de trompas a partir del segundo hijo. Sus ministros, que eran hombres sofisticados, se veían a veces en la obligación de abandonar sus tareas al servicio del Estado para buscarle mujeres. "He estado en Cachemira y he traído dos chicas para su alteza", decía uno de ellos en una carta. "El problema es que nunca te libras de la sospecha por parte del rajá de que uno mismo también las haya disfrutado".

Pero las extravagancias del maharajá de Kapurtala eran menudencias comparadas con las de sus colegas, algunos de los cuales se hicieron muy amigos de Anita Delgado. El nizam de Hyderabad se enamoró locamente de la española. Le hizo suntuosos regalos, que viniendo de él tenían un valor especial porque, a pesar de ser considerado el hombre más rico del mundo, era de una proverbial tacañería.
¡Al final de su vida, remendaba él mismo sus calcetines! Pero el señor indiscutido de los placeres de la carne era un buen amigo del maharajá, y además vecino suyo. Con sus 130 kilos y los bigotes erguidos como dos cuernos, el maharajá de Patiala era conocido por su enorme apetito respecto a la comida (era capaz de zamparse tres pollos seguidos) y al amor (su harén llegó a contar 350 esposas y concubinas).
Era un hombre que ardía con pasión animal, un hombre que en una ocasión no dudó en ordenar una incursión armada en las tierras de su primo el rajá de Nabha para raptar a una chica rubia y de ojos azules que había avistado cuando cazaba. Ni él mismo sabía el número de hijos que tenía. Un visitante a Patiala contó un día 53 cochecitos de niños aparcados frente a su palacio. Lo mismo sucedía en Kapurtala, a una escala menor.

Los maharajás de Patiala y Kapurtala acabaron haciéndose muy famosos en Europa: por ser sijs, por ser monarcas de dos Estados de Punjab y por tener fuerte personalidad y presencia. La prensa aludía a una supuesta rivalidad entre ambos, pero dicha rivalidad nunca existió. A pesar de sus similitudes, eran personajes muy distintos. El número de concubinas del de Kapurtala nunca se acercó al de Patiala.
Éste era mucho más rico, más ostentoso y más guerrero. Era fanático del polo; Kapurtala lo era del tenis. El estilo de Patiala era el de un monarca oriental; Kapurtala quería parecerse más a un rey de Francia y se hizo un palacio inspirado en Versalles.

Las aptitudes para el sexo que el maharajá de Patiala manifestó desde niño dejaban perplejos a los timoratos funcionarios ingleses. Coleccionaba mujeres como quien colecciona trofeos de caza, a diferencia de su colega de Kapurtala, que era enamoradizo y capaz de ser fiel durante un cierto tiempo. Además disfrutaba con la compañía de mujeres atractivas e inteligentes, y procuraba mantener siempre la amistad aun después de haberse acabado la relación sentimental.
Al de Patiala sólo le interesaba el sexo. Durante los tórridos veranos invitaba a sus amigos a bañarse en su gigantesca piscina y les gratificaba con la presencia en el agua de jóvenes bellezas con el pecho desnudo, vestidas con un simple pareo de algodón. Bloques de hielo refrescaban el agua, y el monarca nadaba feliz, subiendo de vez en cuando al borde de la piscina para sorber un trago de whisky o tocar un pecho al azar.
En lo que ambos príncipes colaboraban –porque lo necesitaban para su ritmo de vida– era en conseguir todo tipo de afrodisiacos. Aparte de saber cuáles eran los mejunjes más eficaces y las sustancias susceptibles de prolongar la erección, también les interesaba descubrir si existía alguna manera de devolver la juventud a una amante entrada en años para que siguiera atrayéndoles como el primer día.
Gracias al contacto proporcionado por su amigo el maharajá de Kapurtala, el de Patiala contrató a unos médicos franceses, entre los que se encontraba el doctor Joseph Doré, de la Facultad de Medicina de París. Él se encargaba de las operaciones más serias, incluyendo las ginecológicas, a las que el maharajá, dato curioso, le gustaba asistir. De modo que convirtió un ala de su palacio en un laboratorio cuyas probetas y tamices produjeron una exótica colección de perfumes, lociones y filtros.
Pero no era suficiente para multiplicar el vigor sexual que necesitaba. Al final, los médicos franceses trajeron una máquina de radiaciones. Sometieron al príncipe a un tratamiento de radio, garantizándole que aumentaría "el poder espermatogénico, la capacidad de los testículos y la estimulación del centro de erección".
Pero no era la pérdida de calidad de su esperma lo que afligía al maharajá de Patiala, sino otro mal que afectaba a muchos de sus colegas: el aburrimiento y un monumental egocentrismo. Cuando, años más tarde, un periodista le preguntó: "Alteza, ¿por qué no industrializa Patiala?", el maharajá, como si le hubieran hecho una pregunta estúpida, respondió: "Porque entonces será imposible conseguir cocineros y sirvientes. Todos se pasarían a la industria. ¡Sería un desastre!".
Generalmente, cuanto más ricos y poderosos, más excéntricos se mostraban. Un príncipe de un Estado del sur, gran cazador de tigres, acusado de utilizar bebés como cebo, se disculpó con el argumento de que no había fallado un solo tigre en toda su vida, lo que era cierto. El maharajá de Gwalior mandó traer una grúa especial para izar sobre el tejado de su palacio al más pesado de sus elefantes, con el resultado de que el tejado se hundió y el animal acabó herido.
Alegó que había decidido comprobar la solidez del tejado de su palacio porque había comprado en Venecia un candelabro gigantesco para rivalizar con los que colgaban de los techos del palacio de Buckingham.

Ese mismo maharajá era tan aficionado a los trenes que había mandado fabricar uno en miniatura cuyas locomotoras y vagones circulaban sobre una red de rieles de plata maciza entre la cocina y la inmensa mesa de comedor de su palacio. El cuadro de mandos estaba instalado en el lugar donde se sentaba.
Manipulando manivelas, palancas, botones y sirenas, el maharajá regulaba el tráfico de los trenes que transportaban bebidas, comida, cigarros o dulces. Los vagones-cisterna, llenos de whisky o de vino, se detenían ante el comensal que hubiera pedido una copa. La fama de ese tren llegó hasta Inglaterra, cuando una noche, durante un banquete ofrecido a la reina María, a causa de un cortocircuito en el cuadro de mandos las locomotoras se lanzaron desbocadas por el comedor, salpicando vino y jerez, proyectando pinchos de queso con espinacas y pollo al curry sobre los trajes de las señoras y los uniformes de los caballeros. Fue el accidente de ferrocarril más absurdo de la historia.

Las extravagancias no tenían límite. Un maharajá de Rajastán llevaba todos sus asuntos, incluidos los consejos de ministros y los juicios, desde el cuarto de baño porque era el lugar más fresco de palacio. Otro se excitaba sexualmente con los gemidos de las parturientas. El maharajá Jay Singh de Alwar, que compraba los Hispano-Suiza de tres en tres, los mandaba enterrar ceremoniosamente en las colinas alrededor de su palacio a medida que se iba cansando de ellos.
En el olimpo de las extravagancias, las del nabab de Junagadh, un pequeño Estado al norte de Bombay, destacaban sobre las demás. El príncipe tenía pasión por los perros, de los que llegó a tener 500. Había instalado a sus favoritos en apartamentos con electricidad, donde eran servidos por criados a sueldo.
Un veterinario inglés con especialidad canina dirigía un hospital únicamente para atenderles. Los que no tenían la suerte de salir con vida de la clínica eran honrados con funerales al son de la Marcha fúnebre de Chopin. El nabab saltó a la fama nacional cuando se le ocurrió celebrar el matrimonio de su perra Roshanara con su labrador preferido, llamado Bobby, en el transcurso de una grandiosa ceremonia a la que invitó a príncipes y dignatarios, incluido el virrey británico, quien declinó la invitación "con gran pesar". Cincuenta mil personas se apiñaron a lo largo del cortejo nupcial.
El perro iba vestido de seda y llevaba pulseras de oro, mientras la novia, perfumada como una mujercita, lucía joyas con pedrería. Durante el banquete sentaron a la feliz pareja a la derecha del nabab y luego fueron conducidos a uno de los apartamentos para que consumaran allí su unión.
A principios del siglo XX, conseguir casarse con una europea se convirtió en una excentricidad más. Para todos esos príncipes, expertos en el arte de amar, la mujer blanca era el más preciado de los trofeos porque encarnaba todo el misterio, la emoción y el placer que ofrecía Occidente, un mundo nuevo del que de alguna manera deseaban apropiarse. También porque era el más difícil de obtener. Poseer una mujer blanca era considerado un símbolo exterior de gran lujo y exótico esplendor.

Cuando el maharajá de Kapurtala se enamoró de Anita Delgado había dejado de ser obeso y lucía la imponente silueta con la que se dio a conocer en toda Europa. También se habían atemperado sus ardores sexuales y mostraba una decidida inclinación por la monogamia. Pero su boda, una de las primeras entre un príncipe indio y una europea, fue considerada una afrenta tanto por los británicos como por su familia.
Sus otras mujeres no entendían por qué la española no estaba obligada a vivir en el harén. Por otra parte, los británicos estaban desconcertados. La súbita pasión por mujeres blancas amenazaba con trastornar el orden social de la Inglaterra victoriana. La unión entre europeas y príncipes indios implicaba el reconocimiento de una igualdad física y emocional que cuestionaba la jerarquía racial y de clase del imperio.
Aparte de ser considerada una aberración moral, la mezcla de razas podía crear una clase de anglo-indios capaces en el futuro de desafiar al poder británico. Algo parecido les había sucedido en América con la emergencia de una clase de colonos que había socavado el gobierno de los ingleses, para su gran humillación. No estaban dispuestos a que ocurriese lo mismo en India, la joya de la corona.
El problema es que no sabían muy bien cómo lidiar con ese ejército de manicuras, bailarinas, colegialas y mujeres europeas y americanas de dudosos antecedentes que seducían a los príncipes de su imperio. Tratar de impedir esas uniones era un poco como poner puertas al campo.

A Anita le hicieron la vida imposible, negándose a reconocer la validez de su matrimonio. Pero ella era tan seductora y tan distinta al resto de las mujeres, ya fuesen indias o europeas, que hasta los británicos que la denostaban ardían en ganas de conocerla. Su marido la apoyó siempre, lo que le valió serios enfrentamientos con las autoridades británicas.
El maharajá no dudó, en múltiples ocasiones, en recordarle al virrey que hubo un tiempo, al principio de la colonización, en que los ingleses no vivían como una minoría encerrada en sus cuarteles, sus fuertes y sus palacios, horrorizados ante la idea de mezclarse con los demás. Eran hombres que llegaban a un país que arrastraba una civilización vieja de 10.000 años, refinada y tolerante en las costumbres; fruto de una intensa mezcla de culturas, etnias y religiones.
Una civilización que les había enseñado la higiene y el amor. ¿Acaso las indias no comparaban a los soldados británicos con gallitos de pueblo a causa de su brusquedad sexual? Gracias a las mujeres indias, los ingleses pudieron dar rienda suelta a las fantasías eróticas más sofisticadas.

¡Cómo le gustaba repetirle al virrey la historia de sir David Ochterlony, máxima autoridad británica en Delhi en tiempos del imperio mogol, que recibía tumbado en el diván, fumando un narguilé, tocado de un gorro mogol, vestido con un faldón de seda y siendo abanicado por criados con plumas de pavo real! Todas las noches, sus 13 mujeres le seguían en procesión por toda la ciudad, cada una montada en su propio elefante. Aquellos ingleses, que habían venido a conquistar, se habían dejado conquistar por India.
El maharajá de Kapurtala siempre creyó que ambos mundos eran complementarios, que se necesitaban el uno al otro y que tarde o temprano acabarían fundiéndose. Dedicó toda su vida a colmar el abismo que separaba a Oriente de Occidente, y en el que él y su mujer Anita estaban atrapados.
Fue el monarca que más tiempo reinó: 55 años. Murió cuando India acababa de alcanzar la independencia. A su funeral acudieron más de un millón de personas. Olvidadas las excentricidades, venían a honrar la memoria de un príncipe abierto y progresista que dotó a su reino de escuelas, hospitales y tribunales de justicia, y que siempre veló por el buen entendimiento entre las distintas comunidades religiosas y étnicas.
El imborrable recuerdo que dejó entre su pueblo perdura hasta hoy. Muchos otros príncipes fueron hombres justos y buenos gobernantes, lo que explicaría que en mil años de historia ni un solo maharajá fuese asesinado por sus súbditos. Desde nuestra época globalizada y violenta, los gloriosos días del esplendor de los maharajás parecen tan lejanos como los de los emperadores mogoles. Siempre permanecerá el brillo de su recuerdo, como las joyas que guardaban en cofres de sándalo y que siguen centelleando, a pesar del polvo y la decrepitud, en el firmamento de la historia.

El libro ‘Pasión india' (Seix Barral), escrito por Javier Moro, en el que se recoge la historia de los maharajás, sale a la venta esta semana.

©El País
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atrocidades de dictadura argentina


Aunque ahora lo niega, Scilingo detalló partos clandestinos. El ex marino argentino describió el sistema de robo de bebés nacidos en la ESMA en su confesión de 1997 ante el juez Garzón, y que hoy escuchó en Madrid en el quinto día de su juicio por genocidio.
Madrid, España. Sentado frente al tribunal de la Audiencia Nacional, principal instancia penal española, que lo juzga desde el 14 de enero, bebiendo cada tanto agua con azúcar debido a la huelga de hambre que dice cumplir desde el 8 de diciembre o consultando papeles, Adolfo Scilingo escuchó parte de la confesión que el 8 y el 9 de octubre de 1997 hizo al juez español, de la que se retractó poco después y nuevamente esta semana.
En esa confesión, el ex capitán de corbeta afirmaba que durante su paso por la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) entre 1977 y 1978, "estaba enterado de todo" lo que ocurría en ese centro clandestino de detención del régimen militar argentino.
"Yo almorzaba y cenaba con todos en la cámara de oficiales, estuve un año comiendo con ellos", decía Scilingo en aquella confesión grabada, de la cual el jueves se escucharon tres horas.
En esas ocasiones se enteraba de que había nacido un bebé, ejemplificaba Scilingo hace siete años.
Le constaban tres nacimientos: "el de María Marta Vázquez de Ocampo, el de Cecilia Viñas y el de una chica de apellido Fontana", relataba, según la grabación escuchada en la primera sesión de hoy.
El ex marino, que ahora tiene 58 años, explicaba que había "un registro" de bebés nacidos en cautiverio y que "las familias de marinos que quisieran adoptarlos debían conectarse con el grupo de tareas" y en particular al capitán de fragata Jorge "Tigre" Acosta, que era quien llevaba "la voz cantante" en ese asunto.
Aunque también estaban al tanto de los nacimientos el almirante Rubén Chamorro, jefe de la ESMA, el capitán de navío Jorge Vildoza y el entonces comandante en jefe de la Armada, Emilio Massera, añadió.
En la ESMA existía "un plan preconcebido" para que los bebés fueran entregados a familias de la marina con el fin de que "no se contaminaran", explicaba Scilingo, en una confesión en la cual también brindó detalles del funcionamiento de los grupos de tareas, del organigrama de la ESMA, del robo de automóviles de los detenidos y del expolio de sus bienes.
"Le consta que hubo listas y controles de apropiaciones de niños en la ESMA?", le preguntó entonces el juez Garzón a Scilingo. "Sí, hubo registros", respondía el ex militar, encarcelado una primera vez en España entre 1997 y 1998, y a partir de 2001 para evitar el riesgo de que se fugara.
Pero siete años después, Scilingo niega todo aquello.
"Puede ser que haya escuchado de un parto (en la ESMA)", afirmó Scilingo el miércoles, al ser interrogado por los abogados de la acusación, que probablemente el viernes llamarán al estrado al periodista argentino Horacio Verbitsky, autor del libro "El vuelo", sobre los vuelos de la muerte, en los que también dijo participar Scilingo, pero luego lo negó.
Según organismos de derechos humanos, más de 500 niños fueron robados a familias de desaparecidos durante la dictadura argentina, muchos de ellos nacidos en cautiverio. Unos 30 podrían estar viviendo en España, según la organización HIJOS.
Siempre según aquella confesión, Scilingo afirmaba que siendo la ESMA "una organización militar, de cada persona se hacía una ficha con el número de la persona, desde que ingresaba hasta que se iba".
Estas tarjetas, que cifró en "5.500" Y que fueron "microfilmadas en tres rollos", eran manejadas por los miembros de inteligencia de la ESMA, por donde pasaron 5.000 de los 30.000 desaparecidos de la dictadura, según entidades humanitarias.
En esa confesión, el ex marino afirmaba que sabía de la desaparición de la sueca Dagmar Hagelin y de las dos monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, o que asistió a una sesión de tortura.
Scilingo, primer ex represor argentino que es juzgado en presencia en un tribunal extranjero, se enfrenta a 6.626 años de cárcel por delitos de genocidio en concurso con 30 delitos de asesinato, 93 de lesiones, 255 de terrorismo y 286 de torturas.
Partes de la confesión seguían escuchándose en la segunda sesión de hoy, iniciada pasadas las 16H30 locales (15H30 GMT).
Desde el lunes, cuando empezaron los interrogatorios de la acusación, el ex marino insiste en que dijo "tres millones de disparates" por "odio y venganza" hacia Massera. "A partir del momento en que me procesan, decidí decir la verdad" y negar todo lo que había dicho anteriormente, afirmó el ayer.

20 de enero de 2005
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