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reencuentro con el niño lobo


Hace exactamente 60 años, en las cercanías de Llanquihue, apareció un pequeño cubierto de pelos que comía animales y sólo sabía decir ‘caucau’. La prensa de la época lo bautizó como ‘el Niño Lobo’.
[Fernanda García] Horcón, Chile. Conoció la cárcel, el amor de una madre adoptiva, aprendió a hacer pan con destreza y a bañarse en la playa de Horcón incluso con lluvia. Vicente hoy tiene 71 años y vive en la localidad de Campiche, cerca de Puchuncaví.
La comunidad de Puerto Varas estaba alerta ante un extraño ser que perseguía animales, robaba los huevos a las gallinas y se desplazaba sigiloso entre lo matorrales. La insólita presencia siempre al acecho alimentaba el temor de los lugareños acostumbrados a lidiar en su imaginario con leyendas que hablaban de apariciones tan extravagantes como surrealistas. Hasta que un día el misterio se rompió en el retén de Río Pescado cuando el cabo José Elías Fuentealba Solís capturó a un ser fenomenal de pelo largo que se movilizaba en cuatro patas, tenía la cara y el cuerpo cubiertos de vello y se defendió con mordiscos y rasguños tratando de no ser atrapado. A pesar de su extraña fisonomía en la que predominaba una gran cabeza desproporcionada a su menudo cuerpo, se descubrió que se trataba de un niño hambriento y asustado al que se le calculó la edad de 10 años.
El hallazgo generó tal expectación que nadie quedó ajeno, la gente se conglomeraba para conocerlo sin certeza alguna del origen del pequeño salvaje que emitía un único sonido "Caucau…caucau". La primera acción fue mantenerlo seis días en el retén y dos más en la cárcel, de donde logró arrancarse en un descuido de Fuentealba. Él mismo lo encontró nuevamente en el río Tepú engullendo un salmón en actitud desaforada.
Confundido y sin saber qué hacer el cabo optó por enviarlo a Santiago donde sería examinado rigurosamente y se le entregaría la asistencia necesaria. Su llegada a la capital marcó con un hecho simbólico lo que sería el abrupto tránsito del pequeño salvaje a la civilización: Caucau sufrió una severa indigestión luego de comer un plato de porotos calientes, a los que no estaba acostumbrado.

Tránsito a la Civilización
Este es el punto de partida de la historia de Vicente, o Caucau, a quien la prensa llamó ‘el Niño Lobo’, encontrado el 10 de agosto de 1948 en las profundidades de la provincia de Llanquihue cuando todavía existía ese bosque espeso del que ya no queda mucho y en el que milagrosamente sobrevivió pese a sus escasos años.
En Santiago el lobato humano fue recibido por los psiquiatras Gustavo Vila y Lucía Capdeville y el doctor Armando Roa. Varios estudios y análisis médicos descubrieron algunas inusuales capacidades en Vicente Enrique de la Purísima, nombre con que lo bautizaron las monjas del hospicio adonde fue enviado. Su fuerza era descomunal, tenía una visión nocturna privilegiada y un olfato altamente desarrollado que le permitía detectar una carnicería a metros de distancia. Todas estas condiciones se le fueron atrofiando durante el proceso de reinserción a la sociedad. Lo primero que perdió paulatinamente fue el vello de su rostro y de su cuerpo.
La noticia de la existencia de este niño mitad humano mitad animal traspasó las fronteras. Hasta la BBC de Londres se interesó en documentar la historia del pequeño que se dice logró subsistir amamantado por una puma. Mito o realidad, lo cierto es que este antecedente le concedió el privilegio de formar parte del reducido grupo a nivel planetario de los catalogados ‘niños lobos’. En India, por ejemplo, está la historia de Kamala, que fue la inspiración de Mowgli, el personaje central de ‘El libro de la selva’. Y en Francia circula la historia de un pequeño que dio vida a la película ‘El niño salvaje’ de Francois Truffat. Aquí se hablaba del Tarzán chileno, pero no le hicieron película. Sólo Cristián Vila, hijo del psiquiatra que lo atendió en Santiago, escribió el libro ‘Crónica de un niño lobo’, editado por LOM en 1998 donde reproduce esta historia que ha logrado reconstruir a partir de los años que ha pasado junto a Vicente.

Berta, Su Madre Adoptiva
La milagrosa sobrevivencia de un niño tan pequeño en lo más profundo del bosque se transformó en un verdadero misterio. Berta Riquelme, pedagoga y lingüista, cuñada del psiquiatra Gustavo Vila y avecindada en Villa Alemana, se hizo cargo de ‘civilizar’ a Vicente y registró minuciosamente la forma en que el niño se acomodó a su vida en sociedad. En forma reiterada dejó constancia en su bitácora de la profunda ternura del pequeño salvaje que siempre la llamó ‘Mamá Berta’.
Es que ella, profesora de lenguaje, lo acogió como un hijo; no sólo le enseñó a leer, hablar y escribir, también con ella Vicente supo de afectos y cariños. Así empieza para él una vida nueva. Todo un acontecimiento fue, pasados sus 20 años, compartir la llegada de un nuevo miembro a la familia: Cristián, sobrino de Berta e hijo de Gustavo Vila y de la escritora Marina Riquelme.
Como si desentrañara sus recuerdos de cachorro, el muchacho salvaje se fascinó con esta guagua que acunaba debajo de un gran parrón y entre ellos nació una relación entrañable, como de hermanos. "Recuerdo que lo primero que vi fue un ser extraño que cuando había luna llena se ponía a aullar. Era notable porque empezaban todos los perros del sector a hacer lo mismo, entonces era un concierto de aullidos maravilloso como para filmar a Bela Lugosi o para una cinta de Kieslowski. También jugaba a ser el cuco, ponía los ojos en blanco y nos perseguía. Nos asustaba de verdad", cuenta Cristián, quien en el 2005 recibió en Valparaíso el Premio Municipal de Literatura.

Triste Infancia
A medida que progresaba, su memoria también daba ciertas luces de su origen y estadía en el corazón de los tupidos bosques del sur. Berta documentaba estos repentinos recuerdos y fue reconstruyendo de a poco la triste infancia del niño lobo. Algo logró armarse en 1953 cuando El Llanquihue, principal diario de la zona, publicó una entrevista con Antolín Caucau Nempo, su padre biológico.
Él y su familia vivían en un rancho de precarias condiciones en el sector de Las Cascadas, en las faldas del volcán Osorno. Caucau Nempo convivía con una joven de 19 años porque la verdadera madre de Vicente, Sara Barría, era alcohólica y lo había abandonado a él y a sus tres hijos: Sofía, José Mercedes (nombre real de Vicente) y Alfonso.
José nació el 6 de octubre de 1936 y desde los tres años empezó a escaparse. Se cree que los malos tratos de parte de la conviviente de Antolín desencadenaron esta costumbre, hasta que una noche de luna llena desapareció sin dejar rastro. A las pocas semanas, se dio al niño por muerto. "Creímos que se lo habían comido los animales", declaró Antolín al diario hace 55 años.
Vicente siempre prefirió el bosque, la libertad y la vida agreste, ahí era donde se sentía en su verdadero hogar. Por eso cuando lo encontraron sus manos y pies tenían enormes callosidades y su cuerpo varias cicatrices que quedaron como evidencia de su costumbre de andar colgado de los árboles. El problema es que él no sólo había sufrido golpes y abandono. Un fórceps mal hecho en su nacimiento le produjo secuelas irreparables que en un principio diagnosticaron como oligofrenia. Debido a esto, nunca superó la edad mental de un niño de 8 años lo que no tuvo mayores consecuencias mientras estuvo bajo el cuidado de Berta.
Con ella se empinó a la adolescencia, etapa en la que manifestó cierta picardía que algunos suelen denominar malicia indígena. En el Colegio Alemán de Villa Alemana Berta recibía muchas quejas porque Vicente lanzaba traviesos agarrones a las escolares. Él nunca tuvo una matrícula en un colegio normal, pero en la casa le encargaban las tareas del día, como cuidar los animales, las plantas y los árboles, áreas en las que se manejaba con notable experticia, según recuerda Cristián Vila.

Gran Personaje de Horcón
Con el escritor conoce la caleta de Horcón donde la familia Vila Riquelme tenía una casa de veraneo y donde Cristian se radicó definitivamente para dedicarse a la literatura y la docencia. Ahí surge uno de los mitos más conocidos en torno a Vicente. Siempre se dijo que la playa Caucau se había denominado así en honor al niño lobo, lo que Vila desmiente tajantemente. Es sólo coincidencia, asegura.
Desde el principio Vicente se encantó con el lugar en el que afloró una impresionante adicción por el mar. Era capaz de bañarse hasta altas horas de la noche aunque estuviera lloviendo. Nadie tuvo que enseñarle nada y sin temores desde el primer día se internó olas adentro.
El entorno se transformó en una bendición cuando su mamá adoptiva falleció. Vicente tenía 25 años y desde este suceso surgió en él una extraña fijación. Lo rondaba la idea de que cuando muriera lo iban a trozar en pedacitos para echarlo al mar. Eso lo angustiaba por lo que pasó mucho años visitando la tumba de Berta y regándola ilusionado en que con eso la reviviría.
La figura de Vicente y su halo de misterio caló hondo en este balneario que siempre ha tenido una impronta particular dado al auge del hippismo, movimiento que encontró en este enclave un espacio para manifestarse a sus anchas. Durante muchos veranos llegó gente motivada a escuchar las historias de este personaje que parecía sacado de una película. Muchas de sus lagunas mentales parecieron disiparse al borde del mar; además, tenía la cualidad de contar sus peripecias siempre en tiempo presente, como si estuvieran sucediendo ese mismo instante, lo que provocaba una alta fascinación en sus oyentes que retribuían con unas suculentas onces.
Con el tiempo Vicente conoció a Irma Rodríguez, una señora bonachona y generosa que lo recibió en su casa. Ella le enseñó a hacer pan y le encomendó algunas labores domésticas en las que él se acomodó a las mil maravillas. Al poco tiempo ella se trasladó a la localidad de Campiche, a pocos kilómetros de la caleta y él la siguió. Con ella vive actualmente ayudándole a amasar y hacer hallullas, lo que disfruta plenamente junto con otras labores de la casa.

Sesenta Años Después
Es de pocas palabras, risa fácil y mirada perdida, hoy sus historias están en el recuerdo de quienes tuvieron la suerte de escucharlas y forman parte de la mitología que se construyó en torno a la aventurada existencia de Vicente. Intentamos en esta entrevista reanudar estas sesiones de cuentacuentos, pero su memoria tuvo el retroceso lógico de alguien con sus limitaciones. Imposible al mirarlo apartar las imágenes del niño lobo chileno que trascendieron hace seis décadas y que hoy en ciertos rasgos se condicen con su aspecto actual. Una profusa melena que cubre bajo un jockey recuerda el vello que cubrió su rostro y su cuerpo y que hizo que Caucau fuera confundido con un animal salvaje. Sin embargo sus ojos esconden una tristeza enorme que disimula con una sonrisa infantil y aliviana la dureza de su rostro marcado por su hazaña en el bosque solo e indefenso.
Próximo a cumplir 72 años, es evidente la pérdida de las condiciones que en algún momento lo hicieron especial. Hay que hablarle fuerte porque escucha poco. Será por eso que tiende a observar fijamente el mar de Horcón, esperando que se seque la tierra mojada por la lluvia para cumplir con el compromiso de podar el pasto con la máquina eléctrica en la casa de su entrañable ‘hermano’ Vila. Sabe que eso le significa una retribución monetaria, una de las pocas cosas que lo cautiva del mundo civilizado: el gusto por el dinero. Y es que Caucau tuvo que pagar un alto precio por insertarse a la sociedad. De su fuerza inusual y agudo olfato no queda nada, sí perdura su debilidad por los asados cuyo aroma detectaba a increíble distancia.
Sus acostumbrados baños de mar y su espíritu libre también han perdido impulso. Donde más se acomoda es en el balneario preferido de los artesanos luego de pasar años de peregrinaje porque siempre tuvo tendencia a escaparse. De hecho una de sus mejores anécdotas tiene que ver con ese hábito. Fue en 1964, cuando sin aviso previo dejó Villa Alemana para volver al sur.

Relación con la Muerte
Era época de candidaturas presidenciales, de lo que poco y nada entendía Vicente. Los familiares de origen mapuche decidieron devolverlo en avión a la Quinta Región. Casualmente, en el mismo vuelo viajaba el candidato Julio Durán al que lo esperaba en Santiago un contingente de periodistas. Luego de aterrizar bajó Durán de la nave siendo acosado por la prensa. A los pocos minutos descendió tras él el niño lobo, lo que llamó mucho más atención de los reporteros que en seguida se congregaron a su alrededor, obviando la presencia del político. "Ahí Vicente debería haber lanzado su candidatura", comenta graciosamente Vila.
Este episodio también da cuenta de la dificultad que siempre tuvo para restablecer los nexos con sus parientes. Sólo Sofía, que al saber de la existencia de su hermano en Villa Alemana, juntó dinero para viajar a verlo desde el sur. El reencuentro no duró mucho, a los tres años ella murió de un ataque cardíaco. Hoy sólo su hermanastra María se preocupa de la suerte de Vicente. Sin embargo, para él su familia está en Horcón, Cristián e Irma en Campiche y quienes los frecuentan, del resto poco y nada sabe.
Concentrado en el oleaje del mar horconino Vicente es un hombre desconectado de la realidad. Mira al escritor sentado en el living de su casa, con una taza de té en la mano y espontáneamente recuerda cuando lo acunaba y lo paseaba en una carretilla. Poco se le entiende pero no importa porque acompaña su relato con la mímica de sus recuerdos, algunos vagos, otros nítidos. De un lado a otro mece sus brazos como si realmente estuviera cargando a la guagua y con los ojos empequeñecidos de alegría. "Vamos Cristián…vamos al parrón…" Apenas se le entiende, pero sigue ahora de pie y empuja una carretilla imaginaria en la que también pasea al niño. Con insistencia repite la acción hasta que, parece, el recuerdo se esfuma; se sienta de nuevo en la mesa y fija nuevamente la mirada en el mar exactamente en la misma posición que estaba y vuelve a ensimismarse.
Así se queda con sus recuerdos, imposible desentrañarlos todos, sólo él sabe de esos temores que lo asaltan por sorpresa y lo obligan a expresarlos en alaridos desgarradores que incluso lo llevan a veces agredirse.
"Vicente no quiere cortar pasto porque puede morirse electrocutado", desliza Caucau dando cuenta una vez más de su sensación de cercanía con la muerte, la única que puede aliviarle todos los dolores de su existencia en especial el de haber perdido a su ser más querido: "Mamá Berta".

Recuento Cronológico
1948: 10 de agosto: Caucau fue encontrado en el retén Río Pescado de la provincia de Llanquihue. Parecía un animal salvaje y no se sabía de su procedencia. Se calculó que tenía 10 años.

1950: La profesora Berta Riquelme asume la responsabilidad de cuidarlo. Lo lleva a vivir con ella a la localidad de Villa Alemana.

1953: El diario El Llanquihue publica una entrevista con Antolín Caucau Nempo, padre biológico de Caucau, el hombre manifiesta que el niño desde los tres años se arrancaba al bosque.

1955: Nace el sobrino de Berta, Cristián Vila, que se transforma en el gran amigo de Vicente. Él lo acuna bajo un parrón surgiendo una amistad entrañable.

1959: Muere ‘Mamá Berta’ la madre adoptiva de Vicente, para quien esto es un gran golpe. Durante mucho tiempo la visita a diario en el cementerio y regaba su tumba a ver si volvía.

1960: Se traslada a Santiago a la casa de la familia Vila Riquelme, donde está bastante tiempo y apoya las labores de la casa.

1964: Se arranca al sur a la casa de sus familiares en Llanquihue. Allá lo mandan de vuelta en el mismo avión donde viaja el candidato presidencial Julio Durán.

1988: Vicente se traslada definitivamente a Horcón, donde conoce a la señora Irma Rodríguez. Con ella aprende hacer pan y se convierte en un personaje típico de la caleta.

1992: Canal 13 cuenta en el programa ‘Contacto’ la historia de Caucau, del que no se sabe con exactitud cuánto tiempo vivió en el bosque, solo y en estado salvaje.

1998: Cristián Vila, escritor e hijo del psiquiatra Gustavo Vila, edita el libro ‘Crónica de un niño lobo’, en honor a la fascinante historia de Vicente, su amigo entrañable.

2000: Canal 13 edita una segunda parte del programa dedicado a contar la historia de Caucau 52 años después de que fue encontrado.

2008: Vicente vive en Campiche con Irma. Próximo a cumplir 72 años, mantiene su sonrisa fácil pero también una mirada de profunda tristeza. Nada queda de su vista privilegiada, su olfato sobrenatural y fuerza descomunal.

11 de agosto de 2008
©mercurio de valparaíso
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países acaparadores agudizan crisis


Empujan hacia el alza el precio de los alimentos.
[Keith Bradsher y Andrew Martin] Bangkok, Tailainda. En los últimos meses, al menos veintinueve países han reducido drásticamente sus exportaciones de alimentos para asegurarse de que sus propias poblaciones tengan suficiente que comer, a precios asequibles.
Cuando se trata del arroz, India, Vietnam, China y otros once países han limitado o prohibido las exportaciones. Quince países, incluyendo a Pakistán y Bolivia, han puesto un tope o paralizado las exportaciones de trigo. Más de un docena de países han limitado las exportaciones de maíz. Kazajstán ha restringido las exportaciones de semillas de girasol.
Las restricciones están dificultando que los países importadores pobres accedan al alimento que necesitan. Las limitaciones a la exportación están obligando a la gente más vulnerable, aquellos que dependen de las organizaciones de ayuda, a pasar hambre.
"Es obvio que estas restricciones a las exportaciones alimentan la hoguera de las alzas de precios", dijo Pascal Lamy, director general de la Organización Mundial del Comercio.
Y al aumentar la percepción de escasez, las restricciones han conducido al acaparamiento en todo el mundo, de parte de campesinos, comerciantes y consumidores.
"La gente tiene pánico, así que están comprando más y más -al menos, los que tienen dinero para comprar", dijo Conching Vásquez, 56, vendedora de arroz que vimos una mañana hace poco sentada entre altísimas pilas de arroz en su extenso puesto en Los Baños, Filipinas, el importador de arroz más grande del mundo. Sus clientes compran 3.600 kilos de arroz al día; hace un año, vendía 2.500 kilos.
Las nuevas restricciones son un grave síntoma de una situación crónica. Desde 1980, pese a que el comercio en servicios y en artículos manufacturados se ha triplicado, ajustándose a la inflación, el comercio en alimentos apenas si ha aumentado. En lugar de eso, durante décadas los alimentos han sido una maraña de normas restrictivas, bajo la forma de aranceles, cuotas y subsidios.
Ahora que el sector agrícola de Australia está paralizado por la sequía y Argentina sufre una serie de huelgas y otras interrupciones, el mundo depende cada vez más de un puñado de países como Tailandia, Brasil, Canadá y Estados Unidos que todavía están exportando grandes cantidades de alimentos.

Una mañana hace poco aquí en Bangkok, los sudorosos y copiosamente tatuados estibadores hacían turnos para recoger los sacos de arroz de 54 kilos de una correa transportadora y acarrearlos sobre sus cabezas hacia las grúas que dejaban los sacos en lo más profundo de la bodega de un carguero con destino a Filipinas. La mayor parte del millón de toneladas de arroz que deja el puerto aquí todos los años sigue la misma fatigante rutina.
"Trabajo aquí hace veintiocho años", dijo el subdirector de la administración de puertos, Suchart Wuthiwaropas. "Nunca tuvimos tanto trabajo".
Poderosos grupos de presión en países afluentes en todo el hemisferio norte, desde Japón a Europa occidental y Estados Unidos, han protegido durante largo tiempo a los granjeros de modos que los obreros en Detroit no podrían ni soñar.
Los japoneses protegen su industria del arroz haciendo casi imposible que el arroz importado pueda competir. La Unión Europea limita severamente la importación de carne de vacuno y aves, y Polonia va todavía más lejos, prohibiendo igualmente las importaciones de frijoles de soya.
Los negociadores han estado trabajando durante años para destrabar el comercio en productos agrícolas, pero la crisis de hoy en realidad lo hace más difícil para ellos. Las protestas por los alimentos en países como Haití e Indonesia, que dependen pesadamente de alimentos importados, han convencido a muchos países de que es más importante que nunca que ellos cultiven y almacenen los alimentos que necesitan sus ciudadanos.
"Cada país debe asegurar primero su propia seguridad alimentaria", dijo Kamal Nath, ministro de comercio e industria de India, que ha prohibido las exportaciones de aceites vegetales y prácticamente todos los grados de arroz, excepto los más baratos.
Pero Susan C. Schwab, como representante comercial de Estados Unidos, observó en una conferencia telefónica: "Las medidas que adopta un país para mejorar la seguridad alimentaria causan la inseguridad alimentaria de otro".
Organizaciones internacionales de ayuda están tratando de ayudar a personas que ya no pueden adquirir alimentos a los altos precios de hoy, pero no es fácil. "Estamos teniendo problemas para comprar las existencias que necesitamos para operaciones de emergencia", dijo Josette Sheeran, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentación.

Las restricciones han retrasado los esfuerzos para aumentar los programas alimentarias en Somalia y Afganistán. El programa de alimentación compraba sus granos a comerciantes paquistaníes o existencias nacionales. Cuando esta primavera Pakistán prohibió la mayoría de las exportaciones de trigo, el programa de alimentación se vio obligado a buscar un nuevo proveedor, acumulando un retraso de meses.
"Tuvimos que desacelerar la ampliación de nuestras operaciones como consecuencia de que tuvimos que rediseñar nuestras líneas de abastecimiento", dijo Ramiro Lopez da Silva, director de transporte y adquisición. "Eso significa que hubo beneficiarios que no recibieron sus raciones o que estuvieron con sus raciones reducidas durante un tiempo. En el caso de Afganistán, el programa dejó gente fuera".
La actual disputa sobre las exportaciones de alimentos destaca las opciones que han opuesto a países durante siglos.
Una se relaciona directamente con el comercio: ¿Es mejor especializarse en el cultivo que mejor crezca en la tierra de un país, y comerciarlo para satisfacer otras necesidades, o incluso, quizás, especializarse en servicios o en manufacturas y cambiarlos por alimento?
¿O es mejor buscar la autarquía en todo tipo de alimento que, si lo permite el clima, crezca dentro de las fronteras de un país?
La respuesta usual de los economistas, y la posición de Estados Unidos durante décadas, es que el mundo se beneficia más si cada país se especializa en cultivar (o prestar servicios, o fabricar artículos) lo que produce más eficientemente, y lo cambia por el resto.
Las lluvias y otros límites hacen imposible que algunos países cultiven sus propios alimentos. "Si Egipto tuviera que ser autosuficiente en alimento, no quedaría agua en el Nilo", dijo Lamy en una conferencia telefónica.
"Si todos los países del mundo decidieran producir sus propios alimentos", dijo Schwab, "habría menos alimento en el mundo, y más gente sufriría hambre".
Pero depender de las importaciones de alimentos se convierte en algo más incierto si otros países se preparan para el grifo.
Una oscura regla de la Organización Mundial del Comercio exige que sus miembros notifiquen a la organización cuando restrinjan las exportaciones de alimentos. Pero no hay sanciones para los que ignoran la regla, y ni uno solo de los países que impusieron restricciones el año pasado ha acatado la norma, de acuerdo a la OMC.
Japón y Suiza están dirigiendo a un grupo de países importadores de alimentos tan alarmados por las restricciones que están buscando un acuerdo internacional para impedir que los países limiten unilateralmente sus exportaciones de alimentos. El acuerdo sería parte de la actual ronda de negociaciones de Doha, llamada así por la ciudad de Qatar donde empezaron las negociaciones.
Pero la propuesta encontró dificultades de procedimiento de inmediato: las restricciones a la exportación de alimentos son un problema tan nuevo que sólo fue mencionado tangencialmente como parte de la agenda de Doha, que no se modifica fácilmente.

En algunos de los países preocupados por la escasez de hoy, políticas previas han desalentado a los agricultores. Desde Indonesia al África occidental, el Caribe y América Central, los países pobres han a menudo suspendido sus programas de asistencia y bajado los aranceles para equilibrar los presupuestos y no tener que cargar los precios más altos a los consumidores urbanos. Pero se han encontrado con que sus agricultores no pueden competir con las importaciones de los países ricos -importaciones que son fuertemente subsidiadas.
Como consecuencia, medidas que debieron haber sido tomadas hace décadas, que lograrían más alimentos para el mundo hoy, fueron abandonadas. Entre ellas cambios como instalación de sistemas de irrigación y nuevas variedades de cultivos.
"Los subsidios dados por los países desarrollados a sus agricultores han provocado una falta de inversión en la agricultura en los países en desarrollo" en África y otros lugares, dijo Nath.
Para empeorar las cosas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han frecuentemente ejercido presión sobre los países pobres, en los años ochenta y noventa, para bajar los aranceles y suspender los programas de ayuda a la agricultura, mayormente para reducir el déficit presupuestario.
En efecto, el Banco Mundial concluyó en 2006 que no se había prestado suficiente atención a los efectos negativos de sus recomendaciones a agricultores en los países en desarrollo.
Las actuales restricciones a la exportación, que ayudan fundamentalmente a los consumidores urbanos en países pobres, son el golpe definitivo a los campesinos del mundo en desarrollo.
Arfa Tantaway Mohamed, que siembra arroz en un terreno de tres mil metros cuadrados en las afueras de la ajetreada ciudad de Aga al norte de Egipto, se muestra decepcionado por la prohibición egipcia a la exportación, que está conteniendo las alzas de precios.
"Ciertamente tuvo un efecto negativo", dijo Mohamed, 50, mientras fumaba un cigarrillo de nombre Cleopatra durante una pausa en sus campos, y dieciocho de sus parientes trabajaban en ellos.
Algunos países rechazan la idea de que la restricción de exportaciones empuje los precios al alza en el mercado mundial, y apuntan en su lugar a los precios más altos de los fertilizantes, el diesel y otros insumos agrícolas. India tiene esa postura, pero también Tailandia, al defender los fuertes aumentos fijados por su Asociación de Exportadores de Arroz.

"La principal causa del aumento del precio del arroz es el coste más alto de la plantación de arroz", dijo Surapong Suebwonglee, ministro de finanzas de Tailandia, el más grande exportador de arroz del mundo.
India y otros países, así como algunas organizaciones idealistas, se apresuran a señalar que los argumentos económicos -que los países que se especializan en la producción de lo que hagan con más eficiencia- son poco convincentes, mientras los países ricos sigan subsidiando tan fuertemente a sus granjeros.
De hecho, los negociaciones tienen un marco en borrador de un posible compromiso sobre la agricultura en las negociaciones de Doha, incluyendo fuertes reducciones en los subsidios a la agricultura.
Un posible compromiso que no ha sido tratado en las negociaciones de Doha es que los países sigan dependiendo del comercio para la mayoría de las importaciones de alimentos, y mantengan reversas más abundantes en caso de crisis. Las reservas de arroz del mundo, por ejemplo, se han hundido a nueve semanas de consumo, después de llegar a diecinueve en 2001.
Pero funcionarios de Naciones Unidas están preocupados.
"No tengo nada que objetar a la construcción de reservas", dijo Supachai Panitchpakdi, secretario general de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo. "Pero como las reservas en moneda extranjera, algunos países se van al extremo".

Keith Bradsher informó desde Tailandia y Filipinas y Andrew Martin desde Italia y Egipto.

20 de julio de 2008
17 de julio de 2008
30 de junio de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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el único trabajo es la guerra


En un pueblo de una devastada Sri Lanka, los únicos trabajos se encuentran en la oficina de reclutamiento militar.
[Ravi Nessman] Iyathigewewa, Sri Lanka. Iyathigewewa es el clásico pueblo fundado en torno a una empresa. Pero los jóvenes no van a trabajar en la mina o fábrica local: van a la guerra.
Sin otras perspectivas de trabajo en este mísero y remoto pueblo del norte del país, a unos 43 kilómetros al sur de la primera línea, casi la mitad de los hombres en edad de combatir se han alistado en el ejército, la armada, la policía y otras ramas de la seguridad.
"Cuando queremos un trabajo, lo más fácil es incorporarse a las fuerzas de seguridad", dijo Sisira Senaratna, 38, un veterano de dieciséis años en la policía, con dos hermanos en el ejército y otro que entró a la policía.
Después de veinticinco años de guerra civil entre las fuerzas del gobierno y los rebeldes étnicos tamil, el conflicto está tan enraizado en esta isla del Océano Indio que se ha transformado en una carrera para decenas de miles de jóvenes que buscan un modo de escapar a la brutal pobreza del campo de Sri Lanka.
Por su parte, los rebeldes de Tigres de Tamil han sido acusados de llenar sus filas recurriendo al reclutamiento forzado de al menos un miembro de cada familia en su estado de facto en el norte.
Con las promesas de las fuerzas armadas de aplastar a los subversivos en los próximos meses, su apetito de más reclutas es enorme. Hace dos semanas, el ministerio de Defensa envió un mensaje de texto a nivel nacional llamando a los "Jóvenes Patriotas: incorpórense a nuestras fuerzas armadas (ejército, armada o fuerza aérea) y sean parte del equipo ganador".
Toda la familia de Kadirage Leelawathi respondió al llamado.
Su marido se enroló en el ejército hace veinte años después de que no lograra subsistir con su pequeña granja. La familia vivía en una choza de barro con un suelo hecho de estiércol de vaca y usaba lámparas de queroseno para alumbrarse, dijo. Sólo podían comer carne una vez a la semana.
"Con tres hijos, no podíamos llegar a fin de mes", dijo. "Con la nada de dinero que ganaba con su granja, nos era difícil incluso enviar los niños a la escuela".
Con su salario del ejército, construyeron una casa de cemento con dos dormitorios, electricidad, agua potable, teléfono, una televisión a color de 21 pulgadas y una antena de seis metros que perfora el cielo.
Su primogénito soñaba con convertirse en un monje budista, pero se desilusionó con el clero y dos años después se unió a la armada. Hace siete meses, su hijo menor se incorporó a la guardia paramilitar nacional, que protege a los pueblos en el norte contra las infiltraciones rebeldes.
Leelawathi dijo que, con la escalada del conflicto, le preocupa su familia. "Pero no hay alternativa. ¿Qué podemos hacer?"
"Si hubiera otras oportunidades de trabajo, no se marcharían", dijo su cuñada, Kiriyage Kamalawatee.
La situación económica no fue siempre tan mala.
En 1952, las 174 hectáreas de tierra agrícola de Iyathigewewa eran suficientes para sus treinta a cuarenta familias. Pero muchos padres tenían diez o más hijos, y pronto la explosión demográfica agobió al pueblo.
Los padres dividieron sus modestas granjas entre sus descendientes, que la subdividieron a su vez entre sus propios hijos. Muchas de las 375 familias que viven aquí ahora, quedaron con terrenos demasiado pequeños como para sostener a una familia.
Sin la opción de empujar el arado, los jóvenes de Iyathigewewa tomaron las espadas. Empezó como un chorreo de jóvenes, que se convirtió luego en un flujo continuo.
Ahora de los 1.161 habitantes de Iyathigewewa, 175 están en las fuerzas de seguridad, donde muchos tienen sueldos sólidos de 230 a 280 dólares mensuales. Ese dinero explica la relativa prosperidad del pueblo. Sus pequeñas chozas han sido reemplazadas por modestas casas de cemento llenas de electrodomésticos. Motos y brillantes y rojos vehículos de tres ruedas, comprados con los salarios del ejército, corren por el único camino pavimentado.
"La buena situación del pueblo, económicamente, se debe a los militares", dijo Susil Premaratne, un concejal del pueblo.
Pero la guerra también se ha cobrado su peaje, llevándose a dieciséis de sus hombres.
Premasiri, hijo de Kalu Hamy, murió en la explosión de una mina terrestre en Trincomalee, al este del país, en 1991. Otro hijo, Piyadesa, desapareció hace varios años después de una batalla cerca de la ciudad de Kilinochchi, en manos de los rebeldes. Su nieto murió en una emboscada en Vavuniya, en 1998.
Se unieron al ejército por dinero y por una causa que diera significación a sus vidas, pero su sacrificio no valía la pena, dijo la mujer de 72 años, su voz rompiéndose de dolor.
"Nunca volveré a dejar que mis hijos o mis nietos se metan al ejército otra vez", dijo.
Nishan Keerthiratne, 35, no está de acuerdo. Sin perspectivas de trabajo, en 1990 se unió a la infantería. Hace dos años, una mina que colgaba de un árbol palmyrah explotó encima de su vehículo, dañando su columna vertebral y paralizándolo desde el pecho hacia abajo.
Ahora pasa su días luchando contra sus úlceras, tendido en una cama de ratán en la cocina, la única habitación con luz solar y una aireada de su pequeña casa.
"Mantuve a mi familia, serví a mi país y pude elevar nuestras condiciones de vida", dijo. "No lamento nada".

16 de julio de 2008
©fwdailynews
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la mujer como padre de familia


Desaparece costumbre albanesa.
[Dan Bilefsky] Kruje, Albania. Pashe Keqi recordó el día que, hace casi sesenta años cuando decidió convertirse en hombre. Se cortó sus largos rizos negros, cambió su vestido por los holgados pantalones de su padre, se armó con un rifle de caza y juró renunciar al matrimonio, a los hijos y al sexo.
Durante siglos, en la conservadora y cerrada sociedad rural del norte de Albania, el cambio de género era considerado una solución práctica para una familia con pocos hombres. Su padre murió en una riña, y no había heredero. Siguiendo la costumbre, la señorita Keqi, ahora de 78, juró morir virgen. Vivió como hombre, el nuevo patriarca, con todos los atributos de la autoridad masculina, incluyendo la obligación de vengar la muerte de su padre.
Dice que hoy no lo haría, hoy que la igualdad sexual y la modernidad han llegado incluso a Albania, con citas por internet MTV invadiendo los hogares después de la caída del Muro de Berlín. Aquí las niñas ya no quieren hombres. Con sólo Keqi y las otras que quedan -unas cuarenta-, las vírgenes juradass están desapareciendo.
"En esa época era mejor ser hombre, porque antes la mujer y los animales eran considerados iguales", dice Keqi, que posee una poderosa voz de barítono, se sienta con las piernas abiertas (como los hombres) y disfruta de sus cortos de raki. Ahora las mujeres albanesas tienen los mismos derechos que los hombres, y son incluso más poderosas. Creo que hoy sería divertido ser mujer".
La tradición de las vírgenes juradas se remota a los Kanun de Leke Dukagjini, un código de conducta transmitido oralmente entre los clanes del norte de Albania durante más de quinientos años. Bajo el Kanun, el rol de la mujer está severamente circunscrito: ocuparse de la crianza de los niños y ocuparse de la casa. Mientras que la vida de una mujer vale la mitad que la de un hombre, el valor de una virgen es el mismo: doce bueyes.

La virgen jurada nació de una necesidad social en una región agraria plagada por la muerte y la guerra. Si el patriarca de la familia moría sin dejar herederos varones, las mujeres solteras de la familia se podrían encontrar aisladas y débiles. Jurando permanecer vírgenes, las mujeres podían asumir un rol masculino como jefes de familia, portar un arma, poseer propiedades y trasladarse libremente.
Se vestían como hombres y pasaban sus vidas en la compañía de otros hombres, aunque la mayoría de ellas conservaban su nombres originales. No eran ridiculizadas, sino aceptadas en la vida pública, e incluso aduladas. Para algunas, la opción fue un modo en que una mujer podía conquistar su autonomía y evitar los matrimonios arreglados.
"Renunciando a la sexualidad cuando juraban permanecer vírgenes, estas mujeres, en una sociedad dominada por los hombres y segregada, podían participar en la vida pública", dijo Linda Gusia, profesora de estudios de género en la Universidad de Pristina, en Kosovo. "Se trataba de sobrevivir en un mundo gobernado por los hombres".
Hacer el juramento de convertirse en una virgen jurada no debe, dicen los sociólogos, confundirse con la homosexualidad, que es tabú en el campo albanés. Tampoco se cambian las mujeres, de sexo.

Conocida en su familia como ‘pasha’, Keqi dijo que decidió convertirse en el hombre de la casa a los veinte, cuando mataron a su padre. Sus cuatro hermanos se oponían al gobierno comunista de Enver Hoxha, el gobernante durante más de cuarenta años hasta su muerte en 1985, y fueron encarcelados y asesinados. Convertirse en un hombre, dijo, era el único modo de apoyar a su madre, sus cuatro cuñadas y sus cinco hijos.
Keqi reinaba sobre una extensa familia en su modesta casa en la Tirana, donde sus sobrinas le servían brandy mientras ella ladraba órdenes. Dijo que vivir como hombre le había permitido libertades que se negaban a otras mujeres. Trabajaba en la construcción y rezaba en la mezquita, con los hombres. Incluso hoy, sus sobrinos y sobrinas, no se atreverían a casarse sin el permiso del ‘tío’.
Cuando salía fuera del pueblo, disfrutaba ser considerada como hombre. "Como hombre era totalmente libre, porque nadie sabía que yo era una mujer", dijo Keqi. "Podía ir donde quisiera y nadie se atrevería a insultarme, porque tenían miedo de que yo les pegara. Andaba siempre con hombres. No sé cómo hablan las mujeres. No le tengo miedo a nada".
Cuando hace poco fue hospitalizada para una cirugía, la otra mujer en su cuarto se horrorizó cuando descubrió que estaba compartiendo el espacio con alguien que ella asumía que era hombre.
Ser el hombre de la casa también la responsabilizó de vengar la muerte de su padre, dijo. Cuando el asesino de su padre, entonces de ochenta años, salió de la cárcel hace cinco años, contó Keqi, su sobrino de quince años lo mató de un balazo. Luego la familia del hombre se vengó y mataron al sobrino. "Siempre soñé con vengar la muerte de mi padre", dice. "Por supuesto, tengo pesares; mataron a mi sobrino. Pero si me matas, tengo que matarte".

En Albania, un país de mayoría musulmana en los Balcanes occidentales, el Kanun es respetado por musulmanes y cristianos. Historiadores de la cultura albanesa dicen que la adherencia a costumbres medievales desaparecidas hace mucho tiempo en otros países, son producto secundario del anterior aislamiento del país. Pero enfatizaron que el rol tradicional de la mujer albanesa estaba cambiando.
"La mujer albanesa de hoy es una especie de ministro de economía, ministro de cariños y ministro del interior, que controla lo que hace", dijo Ilir Yzeiri, que escribe sobre folclore albanés. "Hoy, las mujeres en Albania están detrás de todo".
Algunas vírgenes juradas lamentan los cambios. Diana Rakipi, 54, guardia de seguridad en la costera ciudad de Durres, al oeste de Albania, que se convirtió en virgen jurada para cuidar de sus nueve hermanas, dijo que recordaba con nostalgia la era de Hoxha. Durante el período comunista, fue oficial de ejército, y adiestraba a mujeres como soldados de combate. Ahora, se lamentaba, las mujeres olvidaron su lugar.

"Hoy las mujeres van semi desnudas a la discoteca", dijo Rakipi, que lleva una boina militar. "Me han tratado como hombre durante toda mi vida, siempre con respeto. No puedo asear, no puedo planchar ropa, no puedo cocinar. Eso es cosa de mujeres".
Pero incluso en las remotas montañas de Kruje, unos cincuenta kilómetros al norte de Tirana, los vecinos dicen que la influencia del Kahun sobre los roles de género está desapareciendo. Dijeron que la erosión de la familia tradicional, en la que vivían antes todos bajo el mismo techo, había alterado la posición de la mujer en la sociedad.
"Ahora mujeres y hombres son casi lo mismo", dijo Caca Fiqiri, cuya tía Qamile Sterma, 88, es la última virgen jurada de su pueblo. "Respetamos mucho a las vírgenes juradas y las consideramos hombres por los sacrificios que hacen. Pero ahora no es una deshonra no tener un hombre en la casa".
Sin embargo, no caben dudas sobre quién lleva los pantalones en la casa de piedra de una habitación de Stema, en Barganesh, el pueblo ancestral de la familia. Allá, un día hace poco, la ‘Tía’ Qamile estaba rodeada por su clan, ataviada con el tradicional gorro blanco de los hombres. Su única concesión a la feminidad fue sus chancletas rosadas.
Tras convertirse en hombre a los veinte, dijo Stema, empezó a portar un arma. En las bodas, se sentaba con los hombres. Cuando ella hablaba con mujeres, contó, estas retrocedían de timidez.

Contó que convertirse en una virgen jurada fue una necesidad y un sacrificio. "A veces me siento sola, porque han muerto todas mis hermanas y yo vivo sola", dijo. "Pero no me quise casar nunca. Algunos en mi familia trataron de que cambiara ropa y llevara vestidos, pero cuando vieron que yo me había convertido en un hombre, dejaron de molestarme".
Stema dijo que moriría virgen. Si se hubiese casado, bromeó, habría tenido que ser con una mujer albanesa. "Supongo que podrías decir que soy mitad mujer, mitad hombre", dijo. "Me gustaba mi vida como hombre. No me arrepiento de nada".

12 de julio de 2008
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la brutal geografía de ramzan kadyrov


El joven presidente ha silenciado a los disidentes, pacificado la república rusa y se ha embarcado en una masiva campaña de reconstrucción. Es difícil encontrar críticos, porque tienen la costumbre de desaparecer.
[Megan K. Stack] Gudermes, Rusia. "Los voy a hacer chillar". El presidente de Chechenia mira hacia su reserva de pájaros, que flotan sobre el turbio lago artificial que ha construido en su patio: cisnes negros, pelícanos y patos. Las avestruces deambulan por la ribera opuesta. Profundos gruñidos de risa agitan su pesado pecho, haciéndolo sacudir sus brazos de tonelero. Entonces Ramzan Kadyrov deja de reír. "¡Tráiganme al tigre!", ordena a sus criados con uniformes de camuflaje. "¡Tráiganme el pan!"
Dos ex guerrilleros forcejean con un tigre encadenado para arrastrarlo por una embarrada ladera. El tigre se levanta sobre sus patas traseras, enseña sus colmillos, y trata de golpear a los guardias con sus garras abiertas. Los guardias gritan y golpean al tigre en la cabeza hasta que el animal vuelve al suelo. Entretanto, Kadyrov arroja pedazos de pan en el agua para alimentar a sus elegantes aves, importadas desde todos los rincones del mundo. Espera atraerlas lo suficiente a la orilla para que el tigre pueda asustarlas. Todavía quiere oírlas chillar.
Kadyrov lleva un año como presidente de Chechenia; fue nombrado por el presidente ruso Vladimir V. Putin poco después de que, tras cumplir los treinta, alcanzara la edad mínima legal para ejercer un cargo público. Heredó el poder de su padre, Akhmad Kadyrov, clérigo musulmán y líder separatista que cerró un acuerdo con Moscú después de una sangrienta guerra y emergió como presidente de Chechenia, sólo para ser asesinado.
Ramzan Kadyrov está terminando el trabajo que empezó su padre cuando cambió de bando y puso a Chechenia nuevamente bajo el dominio de Moscú. El joven Kadyrov ha logrado silenciar a la oposición, pacificar la república secesionista y embarcarse en una maciza campaña de reconstrucción.
La biografía de Kadyrov es brutal y bizantina. Su historia es la historia de Chechenia, y también una mirada en la violenta panza de la Rusia moderna.
Hoy, las calles de Grozny, aplanadas frente al mundo por una implacable lluvia de bombas rusas, zumban con obras en construcción y adulación del joven presidente. "¡Dios nos dio a Kadyrov!", exclama un taxista mientras conduce por las calles de la capital.
Los detractores de Kadyrov dicen que gobierna Chechenia con terror y violencia, que ha creado una dictadura neo-soviética. Pero sus críticos son difíciles de encontrar, porque tienen la costumbre de desaparecer.
"El miedo empezó cuando Ramzan Kadyrov asumió el poder. Ese temor se introdujo paulatinamente en el corazón de la gente", dice Tatiana Kasatkina, directora de Memorial, una organización rusa de defensa de los derechos humanos con sede en Moscú que ha estado trabajando en Chechenia durante años. "Esta gente peleó en las montañas, son rebeldes y sus armas están empapadas de sangre. Su ideología es: si estás contra nosotros o contra Kadyrov, te exterminaremos".
Cuando Kadyrow oye la expresión "organización de derechos humanos", sonríe, coloca su cuchillo en su boca y muerde.
Luego dice que esas historias son falsas.

Hay algunos temas que Kadyrov no tocará. El primero es la guerra. Cuando Chechenia libró la primera de sus dos guerras de independencia contra Moscú, Kadyrov y su padre lucharon contra los rusos. Se encoge de hombros. Piensa que tenía "quince, quizás dieciséis años" cuando dirigió su primera milicia. Dice que no tuvo infancia. No quiere recordar esos tiempos.
El proceso de cambiar de bando y pasarse al lado moscovita -ese también es un tema tabú. "Siempre estuve con el pueblo", dice. "No sé quién cambió de lado, pero siempre estuve con el pueblo".
Tampoco hablará sobre la muerte de su padre en mayo de 2004. Kadyrov estaba a cargo de la seguridad de su padre, pero estaba en Moscú el día en que murió. Alguien colocó un proyectil de artillería debajo de su asiento en un estadio de fútbol en Grozny.
Kadyrov lleva son ansiedad el manto de su padre. La capital apenas reconstruida está salpicada de monumentos a la memoria de Akhmad Kadyrov, muchos de ellos adornados con la frase: "Siempre he sentido orgullo por mi pueblo". Akhmad Kadyrov se hizo más famoso por otra frase: "Los rusos superan a los chechenos un montón de veces, así que cada checheno debe matar ciento cincuenta rusos". Pero esa frase no se ve en ninguna parte.
Desde que Ramzan Kadyrov asumiera el poder, Moscú parece haberle dado un cheque en blanco para la reconstrucción y rienda libre para reprimir. Algunos analistas dicen que este es el pacto faustiano cerrado por el Kremlin: Dejar que Kadyrov haga lo que quiera, siempre que Chechenia esté tranquila.
Kadyrov no tiene más que elogios para Putin. "Es mi ídolo", dice. "Putin es guapo".
Pese a sus pavoneos machistas, Kadyrov se ha ablandado desde que llegó al poder. Antes en su carrera, le dijo a un periodista: "Ya maté a los que tenía que matar... Seguiré matando mientras viva".
Cuando se le recuerdan esas palabras, sonríe, reconociéndolas, y asiente. ¿Son todavía en serio? Ciertamente, dice. Pero evita repetir la palabra "matar".
"Usamos métodos duros para mostrar lo que estaba bien y lo que estaba mal", dice Kadyrov. "Fuimos duros y crueles con los que no querían entender".
Han pasado años desde que la segunda guerra chechena se disolviera en ataques terroristas dispersos, pero de algún modo han desaparecido entre 3.500 y cinco mil chechenos. Nadie sabe cuántas de estas personas desaparecieron durante la guerra; y cuántas durante el gobierno de Kadyrov.

Pero activistas de derechos humanos dicen que la mayoría de los que desaparecieron desde que el joven presidente asumiera el poder, fueron detenidos por fuerzas de seguridad. Las fuerzas policiales están dominadas por los antiguos combatientes rebeldes de Kadyrov; también su séquito de seguridad personal.
"Los estamos buscando. Los estamos desenterrando", dice Kadyrov. "La mayoría de esas personas desaparecidas, cometieron crímenes contra Chechenia y salieron de nuestro país. Algunos se refugiaron en el bosque. Otros han muerto".
La tasa de desapariciones ha disminuido drásticamente desde que Kadyrov adquiriera más poder y silenciara a los disidentes, según estiman observadores de la situación de los derechos humanos. Pero advierten que las cifras son más difíciles de sopesar porque la gente tiene ahora más miedo.
"Hay un alto, altísimo número de personas que desaparecen durante varias horas o días y vuelven a casa después de haber sido golpeados. Vuelven psicológicamente destrozados, y la mayoría de ellos nunca cuenta qué les pasó", dice Natalia Estemirova, observadora en Grozny para Memorial. "Estas cosas se ocultan".
Kadyrov es casado y padre de cinco hijos. Le gustan los animales peligrosos, los coches rápidos y el boxeo.
No se deja conducir por un chofer. Se coloca él mismo detrás del volante de su Mercedes y corre por las carreteras en serpenteantes caravanas de agentes de seguridad, seguido por Mercedes idénticos con las mismas matrículas y conductores parecidos. Cuando llega a destino, sus hombres se apresuran a cambiar las matrículas, para confundir a los candidatos a asesinos.
En la ladera de la montaña con vistas a la residencia presidencial en Gudermes, la ciudad al este de Grozny, se puede leer en enormes caracteres árabes: "Sólo hay un Dios".
Pasando la elevada casa de piedra y fragante jardín de rosas, Kadyrov guía a sus visitantes por las jaulas de su zoológico privado, mostrando sus leones, leopardos y pumas. Se acerca para acariciarlos y despeinarlos, acercarlos y golpearlos contra los barrotes. Tira con fuerza de la melena del león.
Cuando las bestias le gruñen, les gruñe de vuelta, mostrando sus dientes e imitándolos. "Este todavía es algo hostil", dice, mirando intensamente a la rezongona pantera. "Todos tenemos nuestras frecuencias. Ya encontraremos la suya".

Dirige a los visitantes hacia la laguna; cuando empiezan a cruzar un puente de sogas y tablones, se para en un extremo y hace sacudir la estructura. Mirándolos tambalear y perder el equilibrio, vuelve a reír con gruñidos. Y luego, para que nadie lo dude, grita: "¡Lo estoy haciendo a posta!"
Más tarde se encorva sobre una mesa servida con fino caviar negro, ‘pastel de chocolate’ y albaricoques frescos. Fanfarronea sobre la academia militar que ha iniciado para adiestrar a miembros de su séquito de seguridad personal, luego muestra un documental que hicieron sus hombres de unos adolescentes atacando tanques y luchando unos con otros en artes marciales.
"Mira esto, mira esto, es la mejor parte", dice. En la pantalla, un cadete le propina una fuerte patada a la cabeza de su oponente. En el fondo palpita música tecno. "¡Eso está bien!", dice Kadyrov. Admira a Mike Tyson y su "puño de hierro". Después de conocer al boxeador americano en Moscú, Kadyrov lo convenció de que visitara Grozny.
"La gente dice que le pagué un montón de dinero. No es verdad", dice Kadyrov. "Él debería haber pagado para ser admitido aquí".
"Kadyrov, llevas apenas un año de presidente y la ciudad ha renacido de entre las cenizas y la gente está encantada", se lee en una pancarta en el Mirador Kadyrov, justo al otro lado de la Plaza de Kadyrov y la mezquita Akhmad Kadyrov.
Esa declaración es parcialmente verdad: Grozny está volviendo a la vida con notable rapidez. Hace dos años, en la ciudad había un solo semáforo. Hoy hay supermercados, un pequeño hotel junto a un aeropuerto que funciona, un salón de billar, un teatro y restaurantes, dos de los cuales se llaman Hollywood.
Todo esto es cortesía de Moscu -el precio de la paz. "Todo lo que queramos", dice Kadyrov. "Destruyeron todo, ¿no deberían hacerlo? Nuestra gente no tiene la culpa. Debieron haber realizado ataques precisos, no lo que hicieron. Siempre se los digo. Exijo. Están obligados a reconstruir y si no lo hacen, presentaré mi renuncia".
Cuando cae la tarde, las calles se ven tranquilas y congestionadas de gente, paseando entre las rosaledas, sentados en bancas, trazando sus rutas entre las obras en construcción y las calles abiertas para instalar tuberías. Pero es una renovación fundada en un cementerio. Restos humanos siguen saliendo a la superficie. Organizaciones europeas de derechos humanos han destinado fondos para instalar un laboratorio y poder identificar los cuerpos, pero de momento no hay ni laboratorio ni identificaciones.
Aquí hay superficies, y realidades. Las superficies son, en general, nuevas, y están normalmente cubiertas con la cara de Kadyrov. Pero tan pronto como un grupo de viejas ve a los visitantes parar junto al patio de un edificio de apartamentos refaccionado, empiezan a gritar: "¡No hay agua! ¡No hay nada dentro! ¡Ni siquiera hay puertas!"
Las mujeres suben por la escalera de cemento. El olor a desechos humanos se hace cada vez más pesado a medida que avanzan. Entran a un apartamento y gesticulan desesperadas: Los suelos agrietados y rasos han sido remendados con tanta rapidez que el cemento manchó las paredes y se ve inscritas en el suelo las huellas de los zapatos de los obreros. No hay agua potable, ni alcantarillado ni inodoro. Ni puertas. Apenas una bombilla que cuelga del techo.
Pero cuando alguien menciona a los miles de desaparecidos a una mujer llamada Zaira Dovletbayava, sus ojos se abren y vuelan hacia el agente enviado por la oficina de prensa de Kadyrov.
"No", dice, tranquila y rápida, con la vista fija en el hombre de Kadyrov. "No hay gente desaparecida".

Es día de graduación en la Escuela Kadyrov, una escuela básica y secundaria abierta hace poco y bautizada con el nombre del clan más famoso de Chechenia. Todos sus 1.400 alumnos han sido invitados a la fiesta. Rock ruso retumba en los pasillos, acercándose a las chicas y chicos con fajas rojas posando para los fotógrafos. Las chicas llevan tacones de aguja de cuero, generosos maquillajes y grandes pendientes debajo de sus pañuelos de cabeza. Como todo lo demás en Grozny, la escuela es muy limpia y muy llena de Kadyrov. Brillantes balones salpican un patio torcido por las bombas. "Él solo logró salvarnos", se lee en los carteles en la pared. "Es el digno hijo de un padre meritorio".
La directora está en su oficina, rebosante de tartas y caramelos y fruta fresca. Adora al presidente. El presidente no tiene miedo de hacer el "trabajo sucio", dice. "La gente común estamos muy, muy agradecidas", dice, "porque realizó nuestros sueños".
Hace poco llevó a un grupo de sus mejores estudiantes a conocer al presidente.
"Ese día me di cuenta de que él es realmente el líder de la juventud", dice. "Lo vi en los ojos de los chicos, que estaban llenos de admiración. Y pensé: ‘Harán lo que él les diga’".

megan.stack@latimes.com

7 de julio de 2008
17 de junio de 2008
©los angeles times
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buscando ovnis


Peter Davenport dirige el Centro Nacional de Informaciones sobre Ovnis desde un abandonado depósito de misiles en el estado de Washington. Cree firmemente que hay algo allá en el espacio.
[Tomas Alex Tizon] Harrington, Washington, Estados Unidos. "Esa puerta", dice, haciendo una pausa para enfatizar el asunto, "esa puerta pesa dos mil kilos. Está diseñada para resistir una explosión nuclear".
Peter Davenport tiene voz de locutor, del tipo de exagerado barítono que atraviesa paredes y la mayoría de las puertas, aunque no esta. Esta es de sólido acero y tiene treinta centímetros de ancho.
Es la puerta de Davenport, que da a un túnel que conduce al subterráneo de lo que fue antes un depósito de misiles nucleares aquí en el desierto al este de Washington.
La Fuerza Aérea desalojó el sitio a mediados de los años sesenta y desde entonces estuvo vacío durante la mayor parte del tiempo.
Davenport, director durante largo tiempo del Centro Nacional de Informaciones sobre Ovnis [National UFO Reporting Center], un centro de referencia y línea de acceso directo sin fines de lucro para catalogar avistamientos de ovnis, en un recinto comprado por cien mil dólares hace dos años para convertirlo en su nueva sede.
¿Por qué compra alguien un depósito de misiles sin ventanas debajo de la tierra, para pasar allí sus días observando objetos volantes no identificados que surcan los cielos?
Davenport no tiene una respuesta. Además, no la necesita. Como investigador de jornada completa de ovnis y propietario de una de las bases de datos más completas -aunque no oficial- del planeta, su vida desafía las convenciones.
El centro, en operación ininterrumpida desde 1970, es conocido en todo el mundo entre los que se interesan en los ovnis: científicos y gente que recorre la red. La línea telefónica ha sido subida a varias páginas web sobre ovnis, y las llamadas -unas veinte mil al año- provienen de gente que cree que ha visto o vivido algo que está más allá de lo común, potencialmente con intervención de extraterrestres.
Si el caso parece convincente y está a poca distancia, Davenport lo investigará en persona. Estudia informes escritos, apunta testimonios y consulta a expertos en áreas especializadas.
Davenport, 60, es un apasionado y cerebral personaje, con un arrogante desdén por la prensa.
"Yo no me gustan los idiotas", dijo antes en el día, casi como un aviso. "El trabajo de estudiar ovnis tiene enormes consecuencias para todos los seres vivos de este planeta. Si creo que me estás haciendo perder el tiempo, te lo haré saber".

Su vida gira en torno a una pregunta, específicamente: "¿Estamos o no solos en el universo? Cree que hay claves detrás de la monstruosa puerta frente a la que se encuentra.
Coge una pala. No ha visitado su depósito de misiles en tres semanas, y hay un metro de nieve bloqueando su puerta. Rompe la nieve en pedazos y la empuja hacia un lado.
Es una tarde de marzo y la temperatura es un grado bajo cero. El sol empieza a ocultarse sobre este terreno de ochenta kilómetros al oeste de Spokane. No se ve ni una sola casa -sólo nieve y terrenos secos y las ocasionales y congeladas plantas rodadoras como telarañas enrolladas en la distancia.
Un brusco sonido rompe el silencio. Davenport ha abierto la puerta. Inclina su cabeza, luego se apretuja para entrar de lado antes de desaparecer en la oscuridad.
"No es el tipo que te encuentras en la calle todos los días, pero no es un loco. No, no está loco", dice Robert Frost sobre Davenport, al que conoce desde hace dos décadas. El ex ingeniero jefe de la sección Boeing del proyecto del bombardero B-2, Frost conoció a Davenport, un colega, en Seattle.
"El tipo es brillante", dice Frost. "Personalmente, creo que probará que tiene razón".
Con eso, Frost quiere decir que se descubrirá que Davenport tiene razón en que los ovnis son un fenómeno real.
Aunque la ciencia convencional tiende a desdeñar el tema, junto con Bigfoot y el monstruo de Loch Ness, varios científicos prominentes y gran parte de la opinión pública -casi el sesenta por ciento, según encuestas- cree que los ovnis existen y deberían ser estudiados. Como corolario, un gran número de astrónomos cree que la vida en otras partes del universo no es solamente posible, sino probable.
Entre los famosos se encuentran el ex presidente Carter, la antropóloga Margaret Mead, el psiquiatra Carl Jung y el astronauta Gordon Cooper, los que informaron haber visto un ovni o dijeron creer que los ovnis son visitas de extraterrestres.
En el otoño pasado, el representante Dennis J. Kucinich, que en la época era el candidato demócrata a la presidencia, llegó a primera plana al admitir que, en los años ochenta, había visto un extraño "vehículo triangular" sobrevolando una zona rural en el estado de Washington.
De cierto modo, el destino de Davenport quedó sellado, según su propia versión, cuando tenía seis años. En 1954, estando en un coche con su madre y hermano en un autocine en St. Louis, miró por la ventana y vio en el cielo un brillante disco rojo sobrevolando sobre ellos, hasta que, repentinamente, desapareció en el horizonte.
"Si hubo algún momento seminal", dijo Davenport antes, "tiene que haber sido ese".

Se informó y finalmente escribió ampliamente sobre el tema como una actividad suplementaria a su educación, que concluyó con diplomas de biología y ruso en la Universidad de Stanford y licenciatura en genética y bioquímica de peces en la Universidad de Washington. Se convirtió en fundador y presidente de una compañía de biotecnología en la zona de Seattle, BioSyn Inc., y nueve años después, en 1994, vendió sus acciones e hizo una pequeña fortuna.
Ese mismo año, recibió una llamada telefónica de Robert Gribble, un bombero jubilado en Seattle que, durante dos décadas, había actuado como un centro de referencia para reunir informaciones sobre ovnis y como operador -las veinticuatro horas del día, siete días a la semana- de una línea de acceso nacional sobre ovnis (206-722-3000).
Gribble quería pasar la antorcha. Davenport aceptó y desde entonces ha sido director del Centro Nacional de Informaciones sobre Ovnis, manteniendo la misma línea de acceso y financiando la operación con su propio dinero. Los costes pueden ir de quinientos y cinco mil dólares al mes, dependiendo de si tiene que viajar o no.
Davenport no tiene muchos otros gastos. Nunca se casó, nunca tuvo hijos. Conducía coches viejos. Durante una docena de años dirigió el centro desde una casa de alquiler cerca del barrio universitario de Seattle. Luego pensó que necesitaba su propio depósito de misiles.
"Había un cierto encanto en la idea", dice que contó a sus amigos. Davenport, que se había interesado durante largo tiempo en la aviación y la cohetería, había oído de que había un silo de misiles en venta al este de Washington.
Uno de esos sitios era muy barato: Atlas Missile Site No. 6, en el que el propietario anterior había asesinado y desmembrado a un visitante. En 2004, el chofer de camiones Ralph Benson fue condenado por asesinato y siguió siendo sospechoso de al menos otro asesinato cuando murió en prisión dos años después. Davenport compró el sitio a los hijos de Benson.
"No sé qué tipo de gente compra estas cosas", dice Davenport, su voz perdiéndose en la oscuridad. Deja abierta la puerta de acero, y busca a tientas el interruptor.
Se oyen una serie de clics y el cuarto se torna amarillo pálido. Está en un acceso, de concreto y acero, y húmedo como un caverna. Hay un túnel a cada lado.
Toma por el túnel a la derecha y baja pisando fuerte por un tubo de metal de unos cincuenta metros de largo. Es suficientemente grande como para que pueda caminar sin encorvarse. El tubo conduce a una caverna del tamaño de una cancha de baloncesto. En la penumbra se pueden ver pilas de desechos.
"La sala de lanzamiento", dice con su voz de radio.
Davenport nos muestra las especificaciones (corroboradas por documentos militares). El techo es de cinco metros de alto, las paredes son de dieciocho pulgadas de grosor. El complejo, hecho con tres millones de toneladas de concreto, puede resistir una explosión de cincuenta veces la potencia de la bomba de Hiroshima a una distancia de 2.5 kilómetros.
Vuelve al vestíbulo y entra por el otro túnel, construido similarmente, que da a otro espacio cavernoso: el cuarto de misiles.
El complejo era conocido como el ‘lanzador de ataúdes’. Es aquí donde se almacenaba el misil Atlas. Arriba, el techo era una puerta corrediza de metal, que se abría cuando la hidráulica izaba el cohete para su lanzamiento.
En la parte de atrás del cuarto de misiles, envuelto en la oscuridad, se encuentra el trabajo de toda una vida de Davenport: una colección de decenas de miles de informes sobre avistamientos de ovnis de todo el mundo. Tiene documentos de mucho antes de que la serie de televisión mostrara ‘Expediente X’ [The X-Files] llevara los temas paranormales a los horarios de mayor sintonía.
La información es meticulosamente clasificada y archivada en una larga hilera de archivadores de metal de diferentes tamaños. Parecen una ciudad en miniatura.
El plan era vivir y trabajar aquí. Pero el sitio necesitaba más trabajo de lo que esperaba. El sitio se filtraba. La ventilación funcionaba mal, y hay un pequeño problema con los murciélagos.
De momento, el teléfono y el contestador permanecerán en el apartamento de Davenport en Harrington, a unos kilómetros, hasta que el Sitio No. 6 esté en condiciones. Davenport está haciendo él mismo la mayoría de las reparaciones.
Las sombras oscilan mientras alumbra con su linterna. Se dirige hacia el escritorio más cercano, abre un cajón y saca al azar un grueso fajo de documentos. Es un registro de llamadas. Un registro por mes. Una muestra de las entradas:

6 de enero de 1995, 0:15. Warm Beach, WA. Dos mujeres observan una extraña "cuerda de luz" con una esfera brillante en un extremo.
6 de enero de 1995, 17:30. Glendo, WY. Una madre y su hijo presencian maniobrar entre las nubes a un enorme vehículo brillante, perseguido por aviones de guerra.
7 de enero de 1995, 5:00 Makapuu Point, HI. Un hombre y su esposa observan un extraño objeto triangular, con una joroba, sobre el mar. Tiene ventanas opacas.

Davenport dice que la inmensa mayoría, hasta un noventa por ciento, de los avistamientos de ovnis son explicables como globos meteorológicos, aviones militares, satélites y cosas parecidas. Otros son bromas pesadas.
Pero también hay un pequeño porcentaje, de quizás apenas un puñado al año, de informes sobre avistamientos verídicos -a menudo de múltiples fuentes- y eso exige una explicación.

Cree que las claves yacen enterradas en estas montañas de papel que ha estado catalogando meticulosamente. Si solo el gobierno o alguna universidad se dedicaran a investigarlos...
"Estoy dispuesto a compartir los datos", dice. "Estoy dispuesto a entregárselos todos a cualquiera que quiera saber más".
Pero no ha tenido muchos solicitantes.
Algún día, dice, algo ocurrirá que demostrará que los ovnis existen, y entonces la gente se verá obligada a dar un paso adelante en su conciencia, un paso tan grande como pasar de la Edad de Piedra al cyberespacio. Si eso ocurre, los archivos en este castillo subterráneo tendrán un nuevo significado. O no.
Toda posibilidad viene con una carga. Arthur C. Clarke, autor de la clásica novela ‘2001: Odisea del espacio’ [A Space Odyssey], que murió este mes en Sri Lanka, dijo una vez: "O estamos solos en el universo, o no. Las dos cosas son igualmente terroríficas".
Davenport cierra de un golpe el cajón. Suspira.
Fuera, el sol se ha puesto y el cielo vespertino ha oscurecido lo suficiente como para que los cuerpos celestiales se hagan visibles. La constelación de Orión aparece en la parte sur del cielo, y Marte relampaguea.
"Pocas personas gastarían sus vidas estudiando un tema tan elusivo", dice Davenport camino a casa. Su coche es un Crown Victoria gris de dieciocho años, con millones de kilómetros. El parabrisas está trizada. "A veces no sé por qué lo hago".
Luego recuerda a Elger Berg, de Seattle.
Berg era un carpintero y mecánico. Esperó 64 años para contar que había visto algo en un pequeño pueblo en Alaska cuando era joven: una aeronave en forma de cigarro, con luches azules y verdes, que pasó sobre su cabeza y desapareció en las montañas.
Tras oír a Davenport en la radio, Berg lo buscó para contarle sobre el ovni. Cuatro meses después, a principios de 2001, Berg murió, a los 84.
Su historia, que Davenport grabó en un casete, es el único testimonio del incidente. Si alguien, quienquiera sea, quiere oírlo por la razón que sea, el casete y los apuntes lo esperan en un lugar seguro, en una ciudad de archivadores, debajo del desierto.

1 de julio de 2008
28 de marzo de 2008
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el pan en el cairo


La crisis de la alimentación: búsqueda diaria de pan en El Cairo. La ‘crisis del pan’ estalló en enero y pese a los esfuerzos del gobierno aún no ha sido superada.
[Liam Stack] El Cairo, Egipto. Todos los días a las cuatro de la mañana, Abdel Wahab cruza un estrecho callejón y pasa frente a una cafetería y un salón de té en dirección a su panadería.
Este hombre mayor ha lucido durante cuarenta años su túnica gris gallabeya manchada de harina blanca, y horneado miles de pequeños y redondos panes subvencionados por el estado para los habitantes del miserable y hacinado vecindario de Imbaba, en El Cairo.
El pan de Wahab es el alimento básico de la dieta egipcia, y en los últimos meses ha llegado a simbolizar los problemas económicos a los que hace frente este país de 75 millones de habitantes.
Los egipcios están atravesando por una de las peores crisis alimentarias en toda una generación, atrapados en un vendaval de salarios congelados, el aumento global de los precios de los alimentos, una corrupción desenfrenada y una inflación que avanza rápidamente y que alcanzó el 16.4 por ciento en mayo. El precio de artículos básicos como el pan, el trigo, el arroz y el aceite de cocina se ha duplicado desde el mismo período del año pasado -provocando revueltas por el precio del pan.
Los disturbios explican por qué el presidente egipcio Hosni Mubarak fuera uno de los oradores de fondo de entre cuarenta líderes de gobierno en la cumbre sobre los alimentos de Naciones Unidas que concluyó el jueves en Roma. Mubarak llamó a poner fin a los subsidios al biocombustible, porque están creando una "peligrosa distorsión del sistema actual de comercio agrícola".
Mientras Mubarak pedía cambios en el extranjero, su gobierno se esfuerza por satisfacer las necesidades básicas de los egipcios.
Tras un decreto del gobierno, ahora los panaderos empiezan a trabajar a las cuatro de la mañana para producir suficiente pan para los que esperan en las colas de pan de la ciudad, dice Yasser Shalaby, que posee una panadería con su hermano Said en otra sección de Imbaba.
Una vez en la panadería, trabajan bajo la atenta vigilancia de inspectores del gobierno. Estos se aseguran de que trabajen todo el día, aunque se dice que roban y sustraen mercaderías tan a menudo como lo impiden.
Los incidentes violentos en la cola del pan en otras partes de la ciudad ha producido riñas en las que, desde enero, han muerto al menos una docena de personas.

La escasez de pan se ha aliviado desde que se implementaran medidas del gobierno, pero la inflación y los altos precios no muestran señales de terminar en ningún plazo previsible.
"Todos los días oyes hablar sobre gente que se mata en la cola del pan. En cuanto a mí, la última vez que compré carne para mi familia fue hace cuatro meses", dice Salah Mohamed Ali, un viejo vendedor de frutas en otro barrio pobre de El Cairo.
Ali dice que la gente está haciendo economías reduciendo la compra de fruta. Así que ha ampliado sus horas de trabajo durmiendo en la acera debajo de su carrito, en caso de que alguien le quiera comprar algo en mitad de la noche. Las alzas en los precios han convertido las bananas y naranjas en artículos de lujo.
"Si la gente tuviera que elegir entre comprar un artículo de lujo o dar pan a sus hijos, por supuesto que preferirán comprar pan", dice.
El aumento de los precios han aumentado la demanda del pan subvencionado, que cuesta cinco piastras una barra, menos de un centavo de dólar. Muchos egipcios que compraban el pan no subvencionado a 25 piastras (cuatro centavos) la barra, ahora se esfuerzan para reducir los costes de alimentación comprando el pan del gobierno, más barato y de menor calidad.
El próspero mercado negro egipcio en artículos básicos está exacerbando lo que la prensa local llama ‘la crisis del pan’.
"Las panaderías tienen un incentivo real para vender harina subvencionada en el mercado negro porque reciben la harina del gobierno por 16 piastras (dos centavos) el kilo y la pueden vender a otros por 260 (45 centavos) el kilo", dice Magdy Sobhy, economista en el Centro Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos.
El gobierno ha anunciado una serie de medidas para inyectar más dinero en los bolsillos de la gente. En febrero, Mubarak ordenó a las fuerzas armadas que empezaran a hacer y repartir pan en las ciudades más importantes del país. El 1 de mayo prometió a los empleados públicos un aumento salarial de un treinta por ciento en su discurso anual el Día del Trabajo.
En mayo, el gobierno anunció la ampliación de su programa de cupones de alimentos para llegar a 55 millones de personas, lo que es más del setenta por ciento de la población. Con el programa, las familias pueden comprar dos kilos de arroz y azúcar, un litro y medio de aceite de cocina, y cincuenta gramos de té por persona por quince libras egipcias (2.80 dólares).
Pero el entusiasmo público por estas medidas se ha aguado al darse cuenta de que el gobierno las está pagando poniendo fin al subsidio a la gasolina y los cigarrillos. Los precios de tanto la gasolina como los cigarrillos han aumentado en un 35 por ciento después de que el parlamento aprobara el fin del subsidio, lo que el poderoso movimiento de oposición Hermandad Musulmana ha catalogado como una "conspiración contra los pobres".
Pese a los esfuerzos del gobierno, la inflación en Egipto todavía está al alza y el mercado negro vive un periodo de prosperidad.
En Imbaba, pocos panaderos se muestran dispuestos a hablar abiertamente sobre el contrabando.
"Existe en todas partes en Imbaba", dice Shalaby. "El mercado negro está en todas partes y lo hace todo el mundo, aunque el gobierno te puede sorprender".
Interrogado sobre qué pensaba de los contrabandistas, el hermano de Yasser y un inspector del gobierno entran a la panadería y ordenan salir a todo el mundo.
"No te sientas insultado", dijo Shalaby. "Sólo no quiere que veas todo el trigo que está escondiendo ahí".

23 de junio de 2008
6 de junio de 2008
©christian science monitor
cc traducción mQh
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espía chino


Espía chino ‘durmió’ en Estados Unidos durante veinte años.
[Joby Warrick y Carrie Johnson] La fiscalía llamó a Chi Mak el "agente durmiente perfecto", aunque difícilmente lo parece. Durante dos décadas, el miope ingeniero nacido en China llevó con su mujer una apacible vida en un suburbio de Los Angeles, compró una casa y encontró trabajo fijo con un contratista para la defensa norteamericana, que lo recompensó con ascensos y una posición que le permitía eludir los controles de seguridad. Sus colegas lo recuerdan como un esforzado trabajador que a menudo se llevaba trabajo a casa para procesarlo en la noche.
Finalmente su trabajo le dio a Mak acceso a planes secretos para la construcción de buques, submarinos y armas de la Armada, los que copió furtivamente y envió por correo a China -cumpliendo una misión que según funcionarios norteamericanos había estado planeando desde los años setenta.
La semana pasada Mak fue sentenciado a 241 y medio años de prisión por un juez federal que describió la extraordinaria sentencia como un aviso a China para que "no envíe agentes aquí a robar secretos militares norteamericanos". Pero puede haber sido demasiado tarde: De acuerdo a funcionarios de la inteligencia norteamericana y del ministerio de Justicia, el caso de Mak representa sólo un pequeño aspecto de una operación de recabamiento de datos de inteligencia que fue iniciada hace largo tiempo y está creciendo en tamaño y sofisticación.
El gobierno chino, en una empresa que un alto funcionario comparó con una "aspiradora intelectual", ha desplegado una variada red de espías profesionales, estudiantes, científicos y otros para recoger sistemáticamente know-how norteamericano, dicen funcionarios aquí. Algunos son adiestrados en modernas técnicas electrónicas para fisgonear transacciones por ordenador inalámbrico. Otros, como Mak, son técnicos expertos que han estado operando durante años, fundiéndose con las comunidades donde viven.
"Chi Mak reconoció que había estado operando en Estados Unidos desde hace más de veinte años, para introducirse en la industria de la defensa y robar sus secretos", dijo Joe Brenner, el director de contraespionaje de la Oficina del Director de la Inteligencia Nacional, en una entrevista. "Delata una profunda paciencia", dijo, y es parte de un programa.
Otros casos recientes ilustran el alcance del problema. Mak, cuya sentencia puso fin a una pesquisa criminal de dieciocho meses, fue el segundo ciudadano norteamericano que debió comparecer ante un juez federal en las últimas dos semanas después de ser encontrado culpable por cargos de espionaje.
El lunes, Gregg W. Bergersen, ex analista del ministerio de Defensa, se declaró culpable en Alexandria de la acusación de que entregó información clasificada sobre ventas de armas norteamericanas a un empresario que compartía esos datos con un funcionario chino.
En marzo, la compañía WaveLab, de Reston, se declaró culpable de violar las leyes de exportación cuando envió a China amplificadores militarmente sensibles, de acuerdo a documentos del tribunal. Un abogado de la compañía dijo que no solicitó los permisos apropiados, pero que no hizo nada "turbio".
Dongfan Chung, un ingeniero de Boeing detenido en febrero por entregar documentos clasificados sobre el transbordador espacial y proyectiles a funcionarios chinos, fue acusado, según documentos judiciales, de actuar por órdenes de Pekín desde 1979 -convirtiéndolo en el segundo agente durmiente.
Ayer, fiscales federales en Chicago acusaron a un ingeniero de software por robar secretos comerciales y tratar de apropiarse de más de mil documentos de papel y en formatos electrónicos de una compañía de telecomunicaciones en un viaje de ida a China el año pasado.
Los casos se encuentran entre las -al menos- doce investigaciones sobre espionaje chino que han resultado en cargos criminales o en declaraciones de culpabilidad el año pasado. Desde 2000, funcionarios del Servicio de Inmigración y Aduanas han iniciado más de 540 pesquisas sobre exportaciones ilegales de tecnología a China.
Hace poco el FBI aumentó sus operaciones de contraespionaje contra actividades chinas en Estados Unidos después de que el director, Robert S. Mueller III, mencionara "una seria preocupación" por los agresivos intentos de utilizar a estudiantes, científicos y "firmas ficticias" para adquirir secretos militares.
Juicios recientes indican que agentes chinos han infiltrado sensibles proyectos militares sobre misiles nucleares, tecnología de propulsión de submarinos, visión infrarroja y adiestramiento de pilotos de guerra -todos los cuales podrían ayudar a China a modernizar sus programas mientras desarrolla tecnologías contra los avanzados sistemas balísticos utilizados por Estados Unidos y sus aliados.
"Los servicios de inteligencia de la República Popular China representan una importante amenaza tanto a la seguridad nacional como para críticos recursos nacionales norteamericanos", dijo William Carter, portavoz del FBI. "La República Popular China seguirá siendo una amenaza durante largo tiempo, mientras trata de desarrollar su capacidad militar y su economía para competir en la economía mundial de hoy".
Aunque la tecnología militar parece ser el principal objetivo, los intentos chinos también se dirigen hacia las tecnologías comerciales e industriales, que a menudo no son bien protegidas, dijeron varios funcionarios. "El espionaje era un problema para el FBI, la CIA y las fuerzas armadas, pero ahora es un problema para las compañías", dijo Brenner. "Ya no es una cosa de capa y espada. Se trata de la arquitectura informática y de la solidez de los sistemas electrónicos".
Nuestras llamadas a la embajada china en Washington para pedir sus comentarios sobre los recientes casos de espionaje no fueron contestadas. Pero funcionarios chinos han negado repetidas veces que su país esté robando tecnología militar. "Hemos reiterado muchas veces que las acusaciones de que China robó secretos militares norteamericanos carecen de fundamento y obedecen a otros motivos", dijo en una reciente rueda de prensa en Pekín el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Qin Gang, comentando el caso de Mak.
Pero funcionarios de la inteligencia y defensa norteamericanos dicen que China ha utilizado tecnología de origen estadounidense en una nueva generación de destructores navales avanzados y en submarinos silenciosos.
Algunos de esos secretos pueden haber sido obtenidos con la ayuda de Mak, un ingeniero electrónico de 67 años que se naturalizó norteamericano en 1985, con su esposa, Rebecca Chiu Mak. Los dos se asentaron en California del Sur, donde Mak finalmente aceptó una posición en Power Paragon, un contratista de defensa especializado en tecnología de propulsión naval avanzada. En 1996, Mak obtuvo una autorización de seguridad que le permitía acceso a información "secreta", por lo que pudo conocer sensibles detalles de ingeniería de buques y submarinos norteamericanos.
En 2003, Mak fue objeto de una intensa pesquisa federal que incluyó interceptaciones autorizadas por la corte, allanamientos secretos y la instalación clandestina de una cámara de video en el interior de su casa. Con esa vigilancia, los agentes del FBI descubrieron que Mak estaba copiando miles de páginas de documentos técnicos en discos de ordenadores, que enviaba a China utilizando como correos a sus cuñados.
De acuerdo a documentos judiciales, los Mak cifraron los discos para evitar ser detectados y utilizaron palabras en código para fijar un lugar donde dejar los discos para que fueran recogidos por un operativo de la inteligencia china. En una conversación telefónica, el hermano, Tai Wang Mak, reveló que viajaría con su esposa y una tercera persona a la que describió como su "asistente" -una referencia, dice la fiscalía, a los discos ocultos en su equipaje.
El plan fue desbaratado el 28 de octubre de 2005. Los agentes arrestaron a Tai Wang Mak cuando se preparaba a abordar un avión en el Aeropuerto Internacional de Los Angeles. Chi Mak y su esposa fueron arrestados en su casa ese mismo día.
Un elemento clave en la evidencia fue una lista de tareas de lo que son aparentemente blancos de inteligencia, escrita en chino. La nota, que había sido picada, fue retirada del tacho de basura de Chi Mak y recompuesta meticulosamente para revelar lo que la fiscalía dice que son instrucciones de Pekín sobre los tipos de tecnología que Mak debía tratar de conseguir.
Mak, que declaró en su defensa en el juicio que duró seis semanas, negó ser un espía y dijo que la información que copiaba estaba disponible en fuentes no clasificadas en internet. Testigos de la defensa dijeron que la mayoría, si no todos, los documentos obtenidos por Mak no eran clasificados, aunque su transmisión a China la prohibían las leyes de exportación estadounidenses. El abogado de Mak, Ronald O. Kaye, dijo que su cliente era un chivo expiatorio de otros fracasos de la inteligencia norteamericana y un "símbolo de la guerra fría del gobierno contra los chinos".
En otro caso reciente, el ex científico de Northrop Grumman, Noshir Gowadia, que ayudó a construir el bombardero B-2, fue acusado en el otoño pasado de compartir datos sobre misiles de crucero con el gobierno chino durante una media docena de viajes a China. Deberá comparecer en octubre.
Un abogado de la defensa de Gowadia no devolvió nuestras llamadas, pero la familia de Gowadia en Hawai dijo a periodistas locales que las acusaciones son un malentendido.
Robert Clifton Burns, un abogado de Washington que se especializa en casos de exportación, dijo que la adquisición china de tecnología estadounidense sofisticada "está saliendo rápidamente de debajo del radar" a medida que las autoridades reprimen esos envíos hacia potencias extranjeras. Pero Burns, que estudia cuidadosamente los juicios en la zona, dijo que a veces el gobierno exagera los riesgos de la exportación de artículos estadounidenses.
"La gente que viola las leyes de exportación debería ser encarcelada, sin ninguna duda", dijo Burns. Pero agregó que también hay personas que "sería mejor que pagaran una pequeña multa".

Julie Tate contribuyó a este reportaje.

31 de mayo de 2008
3 de abril de 2008
©washington post
cc traducción mQh
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