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oriente medio

intelectuales árabes piden democracia


[Hassan M. Fattah] Acusan a Estados Unidos e Israel de impedir las reformas.
Amán, Jordania. Un grupo de intelectuales árabes han llamado a avanzar más rápidamente hacia la democracia en el mundo árabe y dicen que Estados Unidos e Israel impiden ese progreso, en un informe emitido aquí el martes.
El Informe de Desarrollo Humano árabe fue publicado por el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas después de un retraso de seis meses, durante el cual el gobierno de Bush trató de bloquearlo. Sin embargo, de acuerdo a sus autores, no se han introducido demasiados cambios con respecto a versiones anteriores.
El informe advierte que los gobiernos árabes pueden enfrentarse pronto a la perspectiva de guerras civiles o cambios impuestos por extranjeros a menos que se inicien reformas rápidas y fundamentales. Pero, desviándose de dos informes anteriores sobre la sociedad árabe en los que el grupo se concentraba casi exclusivamente en problemas del mundo árabe, este estudio dice que Estados Unidos e Israel también han desempeñado un papel en la represión de la libertad de los árabes. El gobierno de Bush en Washington objetó esa conclusión.
El estudio acusa parcialmente de la escasez de democracia y libertad en la región a las estructuras de los países árabes modernos, que han devenido altamente centralizados, y, la mayoría de ellos, ofrece a sus ciudadanos un pequeño margen de libertad. Incluso en las limitadas democracias de la región, dice el informe, la sociedades y economías se organizan de modo de impedir la emergencia de una oposición efectiva.
"La crisis del desarrollo árabe se han ampliado, profundizado y crecido en un grado más complejo que exige la plena participación de los ciudadanos árabes en reformas más abarcadoras", dicen los autores. "Las reformas parciales, no importa lo variadas que sean, ya no son efectivas, ni siquiera posibles".
El informe afirma que los árabes gozan de mayores libertades personales y económicas que antes, pero que tienen muy poca, si alguna, libertad política. "Las libertades de opinión, expresión y organización en particular son reprimidas en la mayoría de los países árabes", dijo Rima Khalaf, subsecretario general del programa de desarrollo, que produjo el informe.
El estudio de la tercera entrega de la serie de Informes sobre Desarrollo Humano escritos por prominentes estudiosos árabes, que han adoptado una mirada no-sentimental de su mundo y escrito uno de los estudios académicos más importantes sobre la condición árabe.
El primer informe, publicado en 2002, causó conmoción en el mundo árabe cuando diseñó cómo la región se estaba quedando atrás en el desarrollo; el segundo criticó el "déficit de conocimiento árabe" en contraste con el resto del mundo. La última entrega se concentra en la falta de libertad y de democracia en la región.
"Estamos esperando que se profundice el debate sobre libertad y buen gobierno", dijo Khalaf.
El gobierno de Bush había objetado la formulación en borradores previos que decían que el control israelí de los territorios palestinos y la ocupación norteamericana de Iraq sólo impedían el desarrollo humano árabe. El informe también dijo que un resultado de la invasión norteamericana fue que "el pueblo iraquí ha salido de las garras de un régimen despótico que violaba sus derechos y libertades básicas sólo para caer bajo una ocupación extranjera que aumentó el sufrimiento humano".
"Un décimo de los árabes vive directamente bajo ocupación extranjera", dijo Khalaf a una audiencia, el martes.
Según se dice, el gobierno de Bush había amenazado con reducir el financiamiento del programa de desarrollo si esa formulación no era retirada del texto. La agencia de desarrollo consideró publicar el informe a través de una compañía privada, o publicarlo bajo los nombres de sus autores. Finalmente publicó el informe con su propio nombre, pero con una limitación de responsabilidad en el prefacio.
Los autores dijeron que la formulación original estaba esencialmente intacta, aunque algunos términos especialmente espinosos habían sido suavizados. Agregaron que la controversia puede haberles dado algún grado de legitimidad entre los árabes, que de otro modo lo hubiesen desdeñado como una apología del punto de vista norteamericano.
"Irónicamente nos salvaron de la agonía de la defensa", dijo Nader Fergany, el escritor a cargo del informe. "Fue bueno tener esa discusión y que la hayamos ganado".
En Washington, Richard A. Boucher, el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, dijo que "nuestra evaluación global del informe es que se ajusta" a los dos informes previos que se centraron en la necesidad de reformas dentro de la región. "Tampoco es que tengamos desacuerdos sobre los problemas", dijo. "Tendemos a diferir sobre esa especie de afirmaciones gratuitas sobre los factores que los causan".

6 de abril de 2005
©new york times
©traducción mQh

el uso de la sharia


[Tariq Ramadan] Intelectuales musulmanes llaman a una moratoria de la sharia.
La aplicación del código penal musulmán (conocido ampliamente por la mal comprendida palabra sharia) en las sociedades musulmanas es uno de los temas más polémicos en el diálogo entre Occidente y el mundo musulmán. La imposición de castigos corporales, lapidación y ejecución en nombre de textos religiosos sobre toda una sociedad es inaceptable. Todos debemos condenar prácticas represivas que son aplicadas sin un proceso legal debido.
El mundo musulmán, por su parte, envía mensajes contradictorios. Una minoría de intelectuales, figuras prominentes y activistas musulmanes condenan fuertemente esos castigos, mientras algunos gobiernos tratan de legitimar su carácter islámico aplicando interpretaciones represivas de textos y fuentes religiosas. Una importante discusión sobre la sharia está tomando lugar en el mundo musulmán, pero un debate fructífero debe todavía ver la luz.
Algunas poblaciones musulmanas reivindican la aplicación estricta de la sharia, pero la mayoría de los ulemas, o clérigos musulmanes, insisten en que esos castigos "no son casi nunca aplicables", debido a las dificultades para establecer las condiciones necesarias. Pero evitan expresarse claramente para no perder su credibilidad ante las masas.
El debate se ha transformado en un caso de estudio de las relaciones entre civilizaciones y culturas. ¿Debería uno exigir que todo el mundo musulmán condene estas prácticas? ¿No es posible ponerse de acuerdo sobre valores universales en los que el respecto básico por la dignidad humana no sea negociable, al mismo tiempo que se reconoce la diversidad y especificidad de las referencias religiosas, culturales e históricas?
La propuesta de una moratoria sobre el castigo corporal, la lapidación y la pena de muerte provoca oposición de todas las partes. Algunos en Occidente dicen: "¡Eso es inaceptable, no es suficiente!", mientras en el mundo musulmán se exclama: "¡Esto es inaceptable, es una traición a nuestros textos sagrados!"
El llamado a una moratoria se dirige necesariamente al mundo musulmán desde dentro de su propio marco de referencia. Estamos convencidos de que una evolución de la mentalidad sólo es posible sobre la base de un dinámica social interna.
En nombre de principios islámicos debería dictarse una moratoria inmediata en el mundo musulmán. Primero, los ulemas no se ponen de acuerdo sobre la interpretación de la autenticidad de los textos que se refieren a esos preceptos o sobre los contextos políticos y sociales en los que serían aplicables. En segundo lugar, la aplicación punitiva de la sharia es usada hoy por regímenes autoritarios para maltratar a las mujeres, a los pobres y a los opositores políticos en un vacío cuasi-legal. La conciencia musulmana no puede aceptar esta injusticia. En tercer lugar, las sociedades musulmanas, sin un acceso directo a muchos de los textos relevantes, tienden a creer que la devoción por el islam exige una aplicación estricta y visible del castigo, parcialmente en oposición "a Occidente". Es necesario oponerse a ese rumbo formalista.
Los ulemas, los intelectuales y los musulmanes socialmente comprometidos reconocen que es necesario un urgente debate interno y que las injusticias llevadas a cabo bajo pretextos religiosos son inaceptables. La llamada a una moratoria tiene una doble ventaja: Significaría la suspensión inmediata de esas prácticas en nombre de la justicia en el islam y el inicio de un proceso de reflexión sobre cómo aplicar la sharia hoy.
La evolución del pensamiento no puede tomar lugar sin este debate. Permitiría al universo intelectual musulmán reconciliarse a sí mismo con la esencia de su mensaje de justicia, igualdad y pluralismo, antes que seguir obsesionados por la aplicación formalista de castigos severos en nombre de la frustración o de sentimientos de marginación perpetuados por el dominio de Occidente. Es necesario abrir el debate y replicar con el imperativo islámico de la ijtihad (exégesis crítica de los textos religiosos).
Las condenas unilaterales que uno escucha en Occidente no contribuirán a que las cosas avancen. Al contrario, los musulmanes están convencidos del carácter islámico de esas prácticas mediante el rechazo de Occidente sobre la base de un razonamiento simplista que estipula que mientras menos sea Occidente, más será el islam. Es necesario escapar de esta perversión.
Entretanto, los gobiernos e intelectuales occidentales tienen la responsabilidad de permitir que el mundo musulmán se involucre tranquilamente en este debate dentro del islam. La reivindicación de universalidad en el Occidente no debe ir en detrimento de una comprensión de las referencias culturales y religiosas del Otro, la lógica de su sistema de pensamiento, y el sendero que conduce a una comprensión universal mutua.
A nivel político, es imperativo que cesen las denuncias selectivas -sea un país pobre o rico, aliado o enemigo. La injusticia debe rechazarse sin concesiones. Al final, los caminos que llevan al diálogo y al encuentro exigen la voluntad de cuestionar nuestras propias certidumbres.

Tariq Ramadan vive en Ginebra. Sus libros incluyen 'Western Muslims and the Future of Islam' [Musulmanes Occidentales y el Futuro del Islam'.

31 de marzo de 2005
©boston globe
©traducción mQh

disidencia digital en kuwait


[Steve Coll] La mensajería de texto es la nueva herramienta del underground político.
Ciudad de Kuwait, Kuwait. El celular de Rola Dashti zumbaba en la embriagadora noche el 7 de marzo, horas después de que hubiera ayudado a dirigir la más importante manifestación por el derecho a voto de la mujer en la historia de Kuwait, una clamorosa protesta que terminó cuando cientos de activistas fueron expulsadas del parlamento por gritar desde la galería.
Apretó el botón de mensajes de texto y leyó un anónimo insulto que circula en cientos de teléfonos kuwaitíes, pintadas digitales que atacaban el origen persa de su familia e insultaban a su madre libanesa. "Esto es lo que los votantes ganarán si votan por Rola Dashti", decía el mensaje, según recordaba. "Aprenderán a hablar con acento iraní. Aprenderán a hablar con acento libanés. Y luego aprenderán cómo trabajar en la embajada norteamericana para llenarse los bolsillos".
En esta turbia primavera política de protestas y debates sobre la democracia en los represivos países árabes, la mensajería de texto se ha transformado en un poderoso canal clandestino de declaraciones espontáneas y a menudo groseras, especialmente en las ricas monarquías petroleras del Golfo Pérsico, donde los celulares son comunes -aunque no las inocentes conversaciones sobre política.
Los manifestantes usan la mensajería de texto para movilizar a los seguidores, soslayar a las autoridades y llenar rápidamente los sitios de protesta. Los candidatos que se preparan para las limitadas elecciones usan los servicios de texto para llamar a los partidarios a las urnas o para circular clandestinamente listas de candidatos en países que supuestamente prohíben las agrupaciones políticas. Y a través de todo esto, activistas anónimos bombardean a sus adversarios con miles de chistes, insultos y poemas humorísticos.
"Significa que estoy poniendo nervioso a alguien", dijo Dashti sobre los reproches que recibe. "Estoy en sus listas", dijo, refiriéndose a los activistas conservadores islámicos de Kuwait, y "me estoy acostumbrando, así que no estaré tan choqueada cuando ocurra la noche de las elecciones". Dashti espera presentarse como candidata si la larga campaña por el voto femenino en Kuwait logra vencer, como esperan que ocurra muchos participantes cuando la Asamblea Nacional elegida considere el tema, en abril.
A unos 40 centavos por misiva, los mensajes de texto puede ser un modo barato de movilizar a las masas, pero los países del Golfo están ralamente poblados y flotan sobre ingresos récords por el petróleo. Con un debate político afiebrado este año, muchas de las ricas activistas de la región no pueden resistir la tentación de componer sus propias declaraciones no censuradas y entregar sus ideas políticas a audiencias específicas.
"Mi cuenta va a salir por las nubes", dijo Abduljalil Singace, director de asuntos exteriores de la Sociedad Islámica Nacional Al-Wefaq, de Bahrain, el grupo de oposición más grande del emirato de la isla, un movimiento musulmán chií que está boicoteando ruidosamente el limitado parlamento formado hace tres años.
A mediados de marzo, Singace fue despedido como profesor y presidente de departamento de la Universidad de Bahrain después de que viajara dos veces a Washington a cabildear contra el gobierno real de su país, un cercano aliado de Estados Unidos. Dijo que los servicios de seguridad de Bahrain también le han dicho que cese de enviar mensajes disidentes. El gobierno de Bahrain dice que Singace fue despedido por desatender sus deberes en la universidad.
"Me advirtieron que no usara los mensajes para montar manifestaciones", dijo Singace. Antes de la amenaza, dijo, "yo no estaba seguro de que estuvieran leyendo mis mensajes. Ahora se los estoy contando yo mismo a todo el mundo".
Sin embargo, sigue estando orgulloso de sus textos. Cuando unos consultores de gestión norteamericanos publicaron recientemente un informe sobre cómo podría el gobierno de Bahrain acelerar la reforma de su economía de libre mercado, Singace sacó rápidamente una respuesta y pagó a un servicio comercial para que distribuyera su mensaje en toda la isla.
"La reforma económica sin una reforma política es como un pájaro con un ala", escribió. "¿Podrá volar?"
Los mensajes de texto son sólo lo último en una ola de innovadoras tecnologías de comunicación usadas para retransmitir mensajes de la disidencia árabe durante los últimos 15 años. Exiliados saudíes y activistas islámicos hicieron una guerra clandestina de panfletos por fax a principios y mediados de los años noventa. Durante el mismo período, los canales de televisión por cable hicieron accesible a los espectadores árabes sus imágenes e ideas. Más recientemente, cedés, deuvedés e internet han dominado las publicaciones políticas clandestinas en el Golfo.
Con cada nueva tecnología que ha surgido, los autoritarios gobiernos de la región han tratado de golpear de vuelta. Han enviado censores para controlar las máquinas de fax y bloquear los sitios de disidentes en la red, y han apoyado a inversores pro-gobierno a comprar y gestionar los canales de televisión por satélite. Pero las monarquías del Golfo todavía no saben si y cómo controlar los mensajes de texto.
Si lo hacen, decepcionarán feamente a las devoradoras compañías de celulares, de acuerdo a proveedores de servicios móviles, y las tasas de crecimiento no muestran signos de aminorar.
La enorme población juvenil del Golfo está en el centro del auge. A medida que los jóvenes maduran en sociedades que desalientan los contactos no supervisados con gente del sexo opuesto, la mensajería de texto ofrece un medio para escabullir a los padres y desafiar la segregación sexual. En uno de los destellantes centros comerciales de Riyad, una reciente noche de jueves, bandadas de niñas adolescentes cubiertas por túnicas negras reían tontamente cuando enviaban mensajes a los chicos al otro lado del restaurante. Los adolescentes usan la mensajería para coquetear, organizar eventos sociales e incluso fijar citas clandestinas, dijeron padres y adolescentes saudíes.
Los menos inocentes insultos y la pornografía también fluyen a través de canales de texto. Cuando un proveedor de celulares saudí anunció este mes nuevos servicios de fotografías y audio, emitió un inusual comunicado de prensa para fomentar el uso socialmente responsable de los celulares y proponer que las innovaciones tecnológicas no deben ser responsabilizadas por el hecho de que algunos pocos abusen de ellas.
También en la política del Golfo la mensajería de texto "permite a la gente enviar mensajes que no dirían en público", dijo Fawzi A. Guleid, un agente de programa del Instituto Nacional Democrático de Bahrain. "Me alarman los mensajes que llegan".
Los activistas han aprendido a detonar miles de ataques de mensajes al mismo tiempo que ocultan sus propias identidades. "La gente que usa esos mensajes lo hace para denunciar, insultar a las figuras de oposición, a miembros del parlamento y al gobierno", dijo Guleid, sugiriendo que las nuevas tecnologías fomentan los insultos personales sin restricciones, a medida que se forman nuevas culturas democráticas.
Muchos de los insultos y comentarios sonarían suaves a un político norteamericano.
La nueva tecnología también ayuda a los organizadores demócratas, que a menudo son terriblemente superados por los autoritarios gobiernos del Golfo. En una región donde están prohibidos los partidos políticos formales, pero donde a menudo se toleran las sociedades políticas sueltas, la mensajería de texto permite a los organizadores levantar listas no oficiales de miembros, distribuir noticias sobre activistas detenidos, alentar la participación en las elecciones, preparar mítines y manifestaciones, y desarrollar nuevas campañas temáticas -evitando los diarios, canales de televisión y sitios en la web censurados por el gobierno.
La red en el Golfo de las secciones de la Hermandad Musulamana ha sido particularmente agresiva en la adopción de esas tácticas, dijeron en entrevistas varios de sus líderes y operativos de campaña. La Hermandad es una red global de activistas políticos conservadores musulmanes, a menudo de profesiones de elite, que quieren establecer gobiernos y sociedades religiosas, usualmente por medios pacíficos. Sus miembros controlan los sindicatos estudiantiles y profesionales en toda la región y han obtenido escaños en varios de los limitados parlamentos del Golfo.
Antes de que la mensajería de texto se hiciera comercial, los vendedores en el mercado negro vendían cedés con listas de números de teléfono sacados ilegalmente de ministerios del gobierno o de compañías telefónicas, dijo Mohammed Dallal, abogado y jefe de campaña de la Hermandad en Ciudad de Kuwait. Ahora "las compañías de móviles están prestando esos servicios", dijo. "Les entregas el mensaje y ellos lo enviarán a 40.000 personas, por una tarifa".
Antes de las elecciones municipales este año en Arabia Saudí, las primeras en el reino en décadas, Dallal habló con candidatos prospectivos y operadores de campaña en tres ciudades saudíes. "Traté de convencerlos de que usen la nueva tecnología", dijo.
En Bahrain, los organizadores de la oposición chií que frecuentemente montan manifestaciones no autorizadas o ilegales dijeron que usaron los servicios originalmente destinados a los anuncios comerciales, para mantener las protestas incluso cuando el gobierno trata de silenciarlos.
Las mujeres kuwaitíes que organizan protestas por el derecho a voto dijeron que han sido más efectivas durante la campaña de 2005 que durante sus últimos esfuerzos serios hace cinco años, debido a que la mensajería de texto les permitió llamar a las jóvenes manifestantes para que salgan de las escuelas y se echen a la calle.
Por todos sus atractivos beneficios prácticos, la mensajería de texto también parece ser popular debido a que ha capturado la imaginación literaria pop árabe. En las sociedades del Golfo, donde la retórica es celebrada y la poesía ocupa un lugar prominente, el formato breve y agudo de un mensaje de texto ofrece un nuevo giro sobre la tradición. Los activistas discuten sobre sus composiciones y memorizan sus observaciones favoritas, pasándolas de teléfono en teléfono.
Para Dashti, la activista del sufragio femenino insultada por tener ancestros kuwaitíes poco puros, la herida fue saldada por el mensaje que su propio grupo hizo circular la noche misma de la histórica manifestación, sobre el portavoz del parlamento kuwaití, Jassem Kharafi, que había prohibido el mitin. Las activistas lo acusaron de estar más interesado en hacer dinero con contratos comerciales que en ayudar a conseguir reformas democráticas en Kuwait.
"Si quieres que Kharafi vote por los derechos políticos de las mujeres", escribió un miembro anónimo del movimiento por el sufragio, "no tienes más que presentar los derechos como un contracto de licitación".

28 de marzo de 2005
30 de marzo de 2005
©washington post
©traducción mQh

en el funeral de gladys marín


[Monte Reel] Chile rinde honores a las mujeres, y a una en particular. La dirigente comunista Gladys Marín, que murió a principios de marzo, fue alabada como defensora de los derechos.
Santiago, Chile. Se suponía que iba a ser un momento de silencio en la ceremonia en el palacio presidencial el martes, que celebraría el Día Internacional de la Mujer.
Pero el formal silencio fue interrumpido por el ruido de las calles -el sonido de decenas de miles de personas reunidas para el funeral de Gladys Marín, una antigua líder del Partido Comunista de Chile y una prominente figura de la oposición durante la dictadura militar de 17 años.
"Es apropiado, porque Gladys Marín siempre luchó por los derechos de las mujeres durante lo que fue un período muy difícil", dijo Mónica Neira, que estaba en la multitud ondeando una bandera con la imagen de Marín. "Los progresos que hemos hecho se deben a mujeres como ellas".
En la ceremonia en el palacio, funcionarios de gobierno citaron una lista de logros que dicen que señalan un importante giro social hacia la igualdad de los sexos en un país que lucha por desprenderse de su pasado represivo y que ha estado largo tiempo bajo la influencia de valores católicos.
En el otoño pasado, cuando se legalizó el divorcio, los grupos de mujeres lo saludaron como un signo de que las mujeres estaban finalmente siendo investidas con el poder de tomar decisiones personales. El martes, el presidente Ricardo Lagos firmó una ley para penalizar el acoso sexual en los lugares de trabajo.
Funcionarios también observaron con orgullo que los dos candidatos en las próximas elecciones presidenciales son mujeres. En contraste con Marín, que fue candidata a presidente en 1993 y 1999, los sondeos muestran que Michelle Bachelet y Soledad Alvear terminarían primera y segunda, respectivamente, si las elecciones se celebraran esta semana.
Lagos dijo en un discurso el martes que tomados colectivamente, estos desarrollos representan un "profundo cambio cultural" en la sociedad chilena. Puede deberse a que el ritmo de los cambios ha sido tan lento en el pasado. Hasta el año pasado, Chile era el único otro país en el hemisferio occidental donde el divorcio seguía siendo ilegal.
Además, aunque el porcentaje de mujeres en la fuerza de trabajo se ha casi duplicado desde 1990, a un 37 por ciento, esta es todavía la tasa más baja de América Latina. Las mujeres con trabajo ganan un 30 a 40 por ciento menos que sus colegas masculinos, de acuerdo a una agencia del gobierno de Chile que se ocupa de asuntos de la mujer.
La violencia doméstica es un problema persistente. La agencia dice que 70 mujeres murieron en riñas familiares el año pasado.
Las enormes multitudes que se empujaron por una mirada al coche fúnebre cubierto de flores, representan por sí mismas un cambio. Marín, que murió de un cáncer cerebral el domingo a los 63, nunca recibió una demostración semejante de apoyo público durante su vida como activista política. En lugar de eso, era a menudo retratada como una figura polémica, más a la izquierda que el gobernante partido socialista.
Marín fue elegida al Congreso a los 24 años y luego pasó dos años en el exilio después de que el general Augusto Pinochet usurpara el poder con un golpe de estado en 1973. El marido de Marín desapareció después de haber sido arrestado por el servicio secreto de Pinochet. Su partido fue declarado ilegal por la dictadura militar, que entró en la clandestinidad.
El martes, las redes de televisión nacional mostraron imágenes en directo de su funeral, y los políticos hicieron turno para elogiarla. El gobierno ordenó un luto nacional de dos días.
"Cuando todos los demás callaban, ella hablaba", dijo Jacqueline Cortes, que también ondeaba una bandera en la procesión. "Como mujer, siempre pareció una de nosotras peleando por nosotros".
Aunque las dos principales candidatas presidenciales son mujeres, sólo el 17 por ciento de los miembros elegidos del Congreso y un 13 por ciento de los concejales municipales, son mujeres, dijo Cecilia Pérez, ministro de asuntos de la mujer. Pero dijo que los cambios recientes han convencido a la mujeres chilenas a ser más asertivas y abrir la boca.
"El año pasado superamos un montón de problemas", dijo Pérez. "El debate sobre las leyes ha ayudado a levantar un montón de barreras".
Las dos candidatas a la presidencia, la antigua ministro de Defensa, Bachelet, y la antigua ministro de Asuntos Exteriores, Alvear, se enfrentarán en las primarias este verano para determinar quién se opondrá a Joaquín Lavín, el alcalde de Santiago. De acuerdo a los sondeos de la semana pasada, cualquiera de las dos lo derrotará fácilmente.
Pero Alvear, en una entrevista el martes, dijo que su norbramiento no estuvo libre de trabas. "Creo que necesitamos un cambio de mentalidad en los partidos políticos", dijo. "Si los ciudadanos no me hubiesen otorgado ese alto nivel de apoyo, nunca habría sido considerada una candidata. Los partidos políticos todavía manejan códigos y reglas que son de naturaleza masculina".
Algunos políticos han tomado nota. Sergio Bitar, el ministro de Educación, dijo que había considerado presentarse como candidato a presidente hace algunos meses, pero cambió de opinión cuando descubrió que Bachelet recibía mucha más atención.
"Aquí el presidente del país ha sido siempre visto como un padre", dijo Bitar. "Pero ahora, creo que el país quiere a una madre".

9 de marzo de 2005
27 de marzo de 2005
©washington spot
©traducción mQh

guerra olvidada de áfrica


[Nancy E. Soderberg] Mientras el mundo se agita sobre la matanza en Darfur, ignora otro mortífero conflicto: el de la República Democrática del Congo.
Unos 30.000 hombres, mujeres y niños inocentes mueren cada mes en el Congo, debido en gran parte al hambre y a las enfermedades. Desde 1997, los civiles congoleños han sufrido dos guerras, y se calcula que han muerto unos 4 millones. Es hora de que la comunidad internacional presione a todas las partes para que se logre la paz.
A pesar de un acuerdo de paz entre las partes beligerantes y el gobierno de transición, la guerra en el Congo está lejos de haber terminado. En febrero último, la milicia en el este del Congo, en la región de Ituri, emboscó a tropas de la misión de paz de Naciones Unidas, matando a nueve soldados de Bangladesh. Naciones Unidas está ahora respondiendo a los ataques con helicópteros de combate en algunos de los combates más violentos de tropas de Naciones Unidas en los últimos años.
La nueva determinación de los soldados de Naciones Unidas es un cambio bienvenido. Pero la comunidad internacional se equivoca en dejar el proceso en manos de las fuerzas en misión de paz. El problema real es que el proceso de transición política ha sido interrumpido. Cada lado está afilando sus apuestas, inquietos antes la posibilidad de perder su control del poder y de capitales económicos. Las elecciones programadas para junio serán probablemente pospuestas. Entretanto, los congoleños están pagando el precio.
Visité recientemente la ciudad capital de Kinshasa. Es un inmenso caos; en lo esencial, el gobierno no funciona. Los celulares son el único servicio fiable. La electricidad es esporádica, el agua potable escasa, y la delincuencia, galopante. Los gángsteres -al estilo de los años 30, con trajes a rayas de colores llamativos- controlan el comercio ilegal, las drogas y la prostitución. Mientras que una tercera guerra del Congo sigue siendo una posibilidad, la continuada inestabilidad se está cobrando un devastador número de bajas humanas y amenaza con desestabilizar a la región. La comunidad internacional debe actuar urgentemente para conseguir avances en las dos áreas.
Primero, la seguridad sigue siendo un reto clave en el país. Los partidos en guerra firmaron un acuerdo de paz en 1999, y 16.700 tropas en misión de paz de Naciones Unidas se encuentran en el terreno. Sin embargo, se calcula que unos 10.000 rebeldes hutu armados, incluyendo a algunos responsables del genocidio ruandés, siguen en la frontera de Ruanda. Significan una distante amenaza para Ruanda, y una amenaza inmediata para los civiles congoleños y ahora también para las tropas de Naciones Unidas. El gobierno no ha cumplido con promesa de proteger a los civiles. Mientras estos rebeldes no sean desarticulados, el Congo seguirá corriendo el riesgo de un retorno a la guerra. Mientras algunos han pedido una fuerza de intervención para atacar a los rebeldes, ninguna fuerza se ha ofrecido para ello. El trabajo quedará para el naciente ejército congoleño.
Sin embargo, el ejército congoleño está terriblemente retrasado en sus intentos de desmovilización e integración de los soldados en una nueva organización. África del Sur, Bélgica y Angola están adiestrando brigadas integradas, pero estas cuatro brigadas están lejos de ser suficientes para ejercer control sobre un territorio que es casi del tamaño de Europa occidental. Naciones Unidas y los países donantes deben adiestrar a más batallones y proporcionar equipos, inteligencia y logística de comunicaciones. Las fuerzas de Naciones Unidas en el país deben hacer más para ayudar a construir un ejército congoleño que funcione, proteja a los civiles y vigile la frontera. El gobierno congoleño, también, debe ser más agresivo a la hora de hacer frente a esta amenaza.
En segundo lugar, la comunidad internacional debe ejercer presión para obtener un compromiso más firme con la transición entre los líderes locales, no todos de los cuales muestran la voluntad política para terminar el trabajo. Muchos creen que un estado permanente de transición sirve mejor sus intereses que la democracia, en la que ellos perderían influencia -y el correspondiente acceso a los vastos recursos del país basándose, como ahora, en el poderío militar, no en el apoyo popular. Como describió la situación un embajador occidental, "este no es un gobierno coherente; es un grupo de gente que coexiste, profundamente desconfiados unos de otros, cada uno con su ejército propio".
Es tiempo de que la comunidad internacional establezca parámetros claros a los partidos y los presione más fuertemente para avanzar. La comunidad internacional debe también llamar a rendir cuentas en casos de corrupción y lograr una mayor transparencia en el gobierno y en el papel de empresas internacionales. Embajadores claves de África y Europa, así como el de Estados Unidos, forman el Comité Internacional para Acompañar la Transición, de modo que tenemos una clara responsabilidad de llevar esto a cabo.
El hecho de que mueran 30.000 personas al mes no ha llamado la atención del mundo. Es hora de actuar con más decisión para evitar otra crisis en la que el mundo responda demasiado tarde, y hombres, mujeres y niños inocentes paguen la cuenta.

Nancy E. Soderberg es vicepresidente de asuntos multilaterales del Grupos de Crisis Internacional y autora del libro de próxima aparción ‘'The Superpower Myth: The Use and Misuse of American Might' [El Mito de la Superpotencia: Uso y Mal Uso del Poder Americano].

22 de marzo de 2005
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saudíes ven rayo de esperanza


[Evan Osnos] Medidos pasos hacia la democracia sacuden al reino saudí.
Qatif, Arabia Saudí.Justo antes de una medianoche de invierno, el bullicio de cientos de ardientes jóvenes se esparcía profundamente en un lío de callejones oscuros como boca de lobos.
No era un coro de voces, sino un sonido totalmente propio: el pesado, firme golpe de las manos contra los pechos, el hueco pulso de hombres golpeando sus corazones en una angustiada devoción al mártir chií del siglo 7, Imam Hussein. Continuaron durante horas mientras, en enclaves chiíes en kilómetros a la redonda, avanzaban lentamente por las calles, gritando su nombre -"¡Oh, Hussein!"- y celebraban el retorno de un ritual que se les prohibió durante largo tiempo.
Hasta hace tres años, el gobierno de Arabia Saudí dirigido por sunníes prohibió a sus dos millones de chiíes de realizar rituales públicos como la procesión de Ashura en febrero, empujándolos a salones de reunión ilegales y mezquitas en una política de larga data de suprimir los rituales no sunníes. Pero después de décadas de haber sido empujados a un lado por el estado y denunciados por poderosos clérigos, los chiíes saudíes están saboreando un rayo de tolerancia y, este mes, las primeras elecciones locales serán probablemente su primer gran paso hacia la normalidad política.
"Ahora mismo estamos defendiendo nuestros derechos básicos como seres humanos", dijo el clérigo chií Sheik Hassan al-Nemer.
Lo que está ocurriendo aquí hace parte de un cambio más amplio.
La historia de cómo los marginados chiíes saudíes han recibido la oportunidad de participar en elecciones locales -y la audacia de criticar al gobierno- refleja que el frágil impulso para provocar cambios democráticos está ganando fuerza en Oriente Medio dos años después de que Estados Unidos derrocará al gobierno iraquí de Saddam Hussein.
Pero con ‘democracia' y ‘libertad', las nuevas palabras de moda de Oriente Medio hoy -apoyadas no sólo por el presidente Bush sino también por líderes árabes autoritarios y los disidentes que ellos encarcelan-, ¿qué está logrando este movimiento por la democratización? ¿Quién está luchando a favor y quién contra y cuánto se ajusta la realidad a la idea occidental de un Oriente Medio liberal y democrático?
Hay pocos lugares más importantes donde encontrar respuesta que en Arabia Saudí, el lugar donde nació el islam y hogar de los más valiosos recursos petrolíferos del mundo. Aquí, la lucha por la reforma está empujando al país a delicadas contradicciones: Hay inconfundiblemente nuevos espacios para hablar y practicar credos religiosos más libremente, pero profesores y poetas que van demasiado lejos son encarcelados; la familia real ha convocado las primeras elecciones nacionales de su historia, pero prohíbe la participación de las mujeres.
Al invadir Iraq, el gobierno de Bush sacudió el orden político de la región. Pero de acuerdo a disidentes, diplomáticos y funcionarios, la política norteamericana no es la fuerza más poderosa de cambio en Arabia Saudí, y las fuerzas que la invasión ayudó a liberar no son controladas por los americanos.
Una violenta resistencia islámica, inspirada en parte por intransigentes clérigos saudíes, está incentivando al gobierno a poner freno a la retórica en las mezquitas. Una enorme generación de jóvenes, conectada con el mundo a través de internet y teléfonos celulares, está debatiendo su futuro bajo una luz nueva y más crítica. Abruptos cambios de liderazgo en los territorios palestinos e Iraq han alimentado preguntas sobre el futuro saudí, a medida que príncipes poderosos compiten sobre sobre quiénes de entre ellos prevalecerá después de esta generación de líderes.
El príncipe heredero Abdullah ha dirigido el país desde que su hermanastro mayor, el rey Fahd, sufriera un infarto en 1995. El príncipe heredero, del que se cree que tiene 81 años, es partidario de un mayor papel de las mujeres en la sociedad y permite las críticas moderadas contra el gobierno en la prensa. Pero otros importantes nobles, particularmente el ministro del Interior, el príncipe Nayef, no favorecen reformas rápidas. No está claro quién -y qué tendencia filosófica- sucederá al príncipe heredero.
En lo que todos los lados están de acuerdo es en que Arabia Saudí ha comenzado la lucha por definir el futuro del reino.
"El mundo ha cambiado", dijo Akl al-Bahli, 53, un empresario de Riyad y activista de las reformas. "Los líderes están cambiando. Hay diarios y televisión por satélite todos los días. Si requisas los libros en el aeropuerto, la gente los baja de internet. Los líderes lo saben".
Un Reino Dividido
La tribu bani asem está preocupada de un creciente problema en sus bodas, pero puede tener una solución: Todos los novios de esta tribu de la ciudad de Taif en el oeste del país están obligados a entregar a sus jefes tribales un depósito de seguridad de 5.000 riyals, unos 1.300 dólares. Los novios pierden el dinero si sus invitados usan las cámaras de sus celulares para tomar fotografías en el salón de bodas, fotos que podrían mostrar a extraños a las invitadas sin las túnicas negras que cubren sus vestidos.
Así es la vida en este esquizofrénico reino. En menos de una generación, este país se ha transformado de un estéril territorio de pastores de camellos y tribus guerreando, con menos de medio millón de adultos alfabetos, en el más importante imperio del petróleo. Hoy, el país de 20 millones de ciudadanos y 5.5 millones de trabajadores extranjeros es un revoltijo de zigurates y rascacielos con ventanas de espejo, embrollado por la tecnología, información, violencia, riqueza y religión.
Las boutiques de Cartier y Armani de la capital bullen con mujeres ricas, sus caras y cuerpos tapados por túnicas negras. La policía religiosa recorre los centros comerciales vigilando transgresiones -un hombre y una mujer no relacionados sentados juntos, o una mujer con la cabeza descubierta-, pero los adolescentes en lujosos sedanes eluden las reglas bajando sus ventanas y gritando sus números de teléfono a grupos de risueñas jóvenes.
"Tenemos modernización, pero la sociedad civil no se ha modernizado", dijo Turki al-Hamad, columnista de diario y antiguo profesor de ciencias políticas. "Es como un casa moderna con una tienda en el medio".
Es un país de estados azules y rojos. Como en Estados Unidos, la mayoría del país es rojo: la vasta región central es por lo general más conservadora que las costas y recelosa de influencias que pongan en cuestión sus valores tradicionales. La costa saudí es un país azul, donde la gente es menos ortodoxa y más crítica del régimen.
El meollo de esa división es el matrimonio del estado con el wahhabismo, una versión puritana del islam. La alianza se remonta al nacimiento del país, cuando la familia Al Saud unificó el país que ahora lleva su nombre gracias al apoyo armado de los seguidores del predicador del siglo 18, Muhammad ibn Abdel-Wahhab.
La unión prosperó, pero el gobierno entregó para siempre su poder a los clérigos conocidos como wahhabis, que llaman a los musulmanes a retornar al verdadero islam practicado por el profeta Muhammad en el siglo 7. Hoy, los clérigos wahhabis y sus partidarios ven la urgente necesidad de poner límites al desarrollo de la democracia.
"No podemos tener una democracia occidental en el Reino de Arabia Saudí porque este se basa en el pueblo y para nosotros la primera palabra la tiene el Corán", dijo Abdullah al-Uthaimin, un miembro conservador del consejo de Shura que asesora al príncipe heredero. "Puede haber democracia en el sentido de que la gente sea elegida, pero hay líneas rojas y no se pueden extender más allá de la religión".
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos sacudieron al reino. Cuando se descubrió que 15 de los 19 secuestradores eran saudíes, el gobierno, bajo presión de Estados Unidos. empezó cuidadosamente a retirar la retórica intolerante de su sistema educacional y a reprimir las organizaciones de beneficencia que apoyan al terrorismo.
Pero las reformas reales no empezaron en serio sino cuando la violencia golpeó en casa: En mayo de 2003, rebeldes saudíes atacaron un complejo residencial en el centro de Riyad matando a 35 personas, un suceso que los saudíes llaman su 11 de septiembre. Los ataques han continuado, causando la muerte de más de 100 saudíes y civiles extranjeros.
Diplomáticos de Estados Unidos y Europa dicen que la insurgencia obligó a los líderes saudíes a reconocer que su fracaso en solucionar crecientes problemas sociales y permitir la disidencia pacífica estaba poniendo en peligro su supervivencia. Enfrentado con un desempleo galopante y una alta población joven, los viejos príncipes concluyeron que reformas democráticas discretas podrían canalizar la indignación pública.
"El impacto de los atentados fue la conciencia de que no se pueden dejar sin resolver los problemas más acuciantes", dijo Nawaf Obaid, asesor de seguridad del príncipe Turki al-Faisal, embajador saudí en Londres.
Los disidentes liberales, periodistas y musulmanes moderanos aprovecharon la oportunidad, redactando peticiones en cafeterías y oficinas y entregándolas a los líderes saudíes. En la televisión y en los diarios, ciudadanos partidarios de la reforma publicaron llamados sin precedentes a poner fin a la corrupción del gobierno, al derecho a voto y a formar asociaciones y a otorgar derechos a las mujeres.
El príncipe heredero Abdullah anunció pronto que se celebrarían elecciones locales por primera vez en sus 178 ayuntamientos en todo el país. En un raro gesto de tolerancia religiosa convocó a un congreso religioso que llamó Diálogo Nacional, que tenía por intención enviar un dramático mensaje simbólico: Se permitiría que los chiíes y otras minorías dialoguen con la clase dominante sunní. Para los reformistas fue una época embriagadora.
"Lo que pasó en los últimos dos años es más importante [para la democratización] que todo lo que pasó en los últimos 40 años", dice al-Bahli, el activista. "Ahora la gente está hablando directamente a la gente".
Pero hacia mediados de 2004, el impulso empezó a menguar. Con el súbito aumento de los ingresos por el petróleo y con las fuerzas de seguridad acumulando éxitos contra los militantes, la presión sobre el gobierno para que implemente cambios decisivos se ha aligerado. En marzo de 2004 la policía arrestó abruptamente a 13 prominentes activistas reformistas, incluyendo a varios que se habían reunido con Abdullah durante su flirteo con la apertura.
La decisión fue ampliamente interpretada como una respuesta de los príncipes más conservadores a las reformas del príncipe heredero. La familia real no pudo ocultar que estaba dividida. La guerra por los cambios había empezado.

Exigencias de Cambio
Una despejada mañana de febrero frente a la Corte Suprema de Riyad, dos docenas de hombres y mujeres en su mayoría de edad mediana charlaban nerviosamente a la sombra del moderno edificio de 12 pisos de la corte. Había una hilera de agentes de policía con armas livianas entre ellos y el edificio, y los hombres y mujeres avanzaron uno por uno por el empedrado para entrar a la corte y fueron rechazados por la policía.
Estaba muy distante del astillero de Gdansk, el lugar de nacimiento del movimiento Solidaridad en Polonia, pero en Arabia Saudí incluso esto constituía una modesta desobediencia civil.
"Antes, aquí no habría habido nadie", dijo al-Bahli, a la sombra de una palmera. "Pero hoy ves que la gente está dispuesta a estar aquí".
Los hombres y mujeres estaban ahí para la última vista del publicitado juicio sobre libertad de expresión en Arabia Saudí, una nueva prueba sobre cuánto de disidencia está preparado a aceptar el gobierno saudí -y lo fuerte que puede golpear contra su embrionaria sociedad civil.
Los acusados -Ali al-Dimeeni, poeta y ex marxista; Abdullah al-Hamed, activista musulmán de derechos humanos despedido de su puesto en la universidad por sus ideas políticas; y Matrouk al-Faleh, profesor de ciencias políticas en la Universidad del Rey Saud, que obtuvo su doctorado en la Universidad de Kansas- son acusados de sembrar la discordia, socavar la autoridad del rey y fomentar la inestabilidad.
Fueron detenidos hace un año después de repartir una petición llamando a la familia real a crear un poder judicial independiente, consentir elecciones parlamentarias y fundar una monarquía constitucional. Otros diez reformistas que fueron detenidos con ellos fueron liberados después de que firmaran una promesa de que dejarían de exigir reformas o de hablar a la prensa. Los tres restantes se negaron a firmarla.
Los tres no son los primeros disidentes saudíes que son procesados por hablar, pero el caso es inusual: El gobierno ha permitido que se hagan públicos fragmentos del juicio, y los activistas locales han ido más allá que nunca en la expresión de apoyo a los acusados.
"Cuando hablamos sobre el juicio de Ali", dijo Fawzi al-Ouni sobre su marido, al-Dimeeni, "no debemos hablar en singular. Lo que está en juicio son las reformas en Arabia Saudí".
Las autoridades inicialmente abrieron el proceso al público. Pero cuando durante la segunda sesión la multitud desbordó la sala del tribunal, el juez pospuso el juicio y lo realizó a puertas cerradas. Los abogados de la defensa denunciaron la decisión y dieron un paso sin precedentes al comenzar a basar su caso en la pregunta más provocadora de todas: ¿Qué da a los miembros de la familia Al Saud el derecho a gobernar? El 6 de noviembre, uno de los abogados, Abdel Rahman Lahem, también fue arrestado.
El abogado de Lahem, Khaled al-Mutairi, dijo que cree que Lahem fue detenido por criticar al gobierno ante periodistas extranjeros, aunque no se han presentado cargos formales. Al-Mutairi, que ha pedido al gobierno que fije una fecha para el juicio o deje a su cliente en libertad, reconoce que también él corre el riesgo de ser arrestado por hablar sobre el caso.
"Estoy representando a Abdel Rahman porque él dio su opinión, y eso es todo. Como abogado, yo podía defenderle", dijo una tarde bebiendo un café en Riyad. "En momentos en que hay violencia en el país, tienes a un grupo de gente tratando de introducir reformas de manera pacífica. Debería estar permitido".
En la sesión reciente, mientras los partidarios eran mantenidos a raya por la policía apostada fuera, los tres acusados se negaron a hablar si la sala del tribunal seguía cerrada. El juez se fastidió, pospuso la sesión y envió a los acusados de vuelta a la cárcel, dijeron abogados. Para la esposa de al-Dimeeni, eso fue un éxito acumulativo.
"Por primera vez el encarcelamiento paga dividendos, porque antes un montón de principios políticos no existían [en el debate público]", dijo. "Pero ahora la gente está hablando sobre ellos, sobre la constitución, sobre las elecciones".
Mientras los reformistas gozan de una tajada de mayor apertura, el historial de los derechos humanos en Arabia Saudí sigue "pobre", de acuerdo al ministerio de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. En su más reciente informe sobre derechos humanos, dado a conocer el 28 de febrero, Estados Unidos criticó al reino por casos de tortura, detenciones arbitrarias e incomunicación de los detenidos.
No hay cifras confiables sobre el número de presos políticos. Las manifestaciones ilegales pueden terminar en una sentencia de azotes u otros castigos corporales, como en el caso de 15 manifestantes anti-gobierno sentenciados el mes pasado a ser azotados por haber organizado una manifestación pública en Jiddah, de acuerdo a Human Rights Watch.
"Continuaron la violencia y discriminación contra las mujeres, la violencia contra los niños, la discriminación de las minorías étnicas y religiosas, y las estrictas limitaciones de los derechos de los trabajadores", escribió el ministerio de Relaciones Exteriores.
Los que llaman la atención sobre esos problemas se exponen a la venganza. Ibrahim al-Mugaitib, 51, antiguo periodista y activista político, ha tratado infructuosamente durante varios años de inscribir a su grupo, Derechos Humanos Primero, como una organización no-gubernamental, pero el gobierno no le otorga un permiso. Se le prohíbe viajar fuera del país.
"La democracia no es solamente elecciones", dijo. "¿Por qué no se permite a los grupos por los derechos? ¿O los grupos de mujeres? Ellos no dejan que la sociedad se desarrolle y al mismo tiempo no permiten que la gente exprese su frustración".
Las libertades académicas y de prensa son estrechamente controladas. En octubre, el régimen decretó que todo empleado de gobierno que reparta peticiones o critique al gobierno en la prensa podría ser despedido o arrestado. Los profesores describen rutinariamente recibir amonestaciones oficiales por cosas delicadas que dicen en las clases.
Sin embargo, las restricciones sobre la prensa se han aliviado. Hasta hace dos años, dicen escritores saudíes, incluso usar la palabra ‘wahhabi' impresa podía provocar una amonestación oficial. Los wahhabistas rechazan el término porque sugiere que ellos representan un ramal de la corriente principal del islam. Ahora ese tabú ha sido levantado, y los escritores pueden criticar normalmente el poder de los clérigos wahhabíes.
Pero el tema principal de los proyectos de reforma del gobierno son las primeras elecciones municipales nacionales del reino, que se desarrollarán en fases entre febrero y abril. El experimento está demasiado lejos de una democracia completa -las mujeres no pueden ni postular ni votar, y la mitad de los escaños son nombrados por la familia real. Pero eso no ha impedido que muchos saudíes saluden la carrera electoral como una ruta hacia la participación política.

Redención en las Urnas
El jeque Hassan al-Nemer metió su mano izquierda en los pliegues de sus túnicas marrón y gris, y sacó una tarjeta de plástico de un brillante azul: su recién impresa inscripción electoral. Rodeado por una docena de partidarios chiíes en su pequeño salón de reuniones, la levantó para dar énfasis.
"Votando estoy transmitiendo un mensaje", dijo al-Nemer. "No creemos en que obtendremos el poder por la fuerza, sino con un dedo: votando".
Los chiíes, que constituyen un 10 por ciento de los 20 millones de saudíes, están reivindicando un nuevo lugar en la sociedad. Separados de los sunníes en una disputa del siglo 7 sobre el heredero legítimo del profeta Mahoma, los chiíes han sido durante largo tiempo acusados por la clase dominante wahhabi de no ser musulmanes, alentando un sistema de discriminación en los trabajos, educación y expresión religiosa, de acuerdo a activistas chiíes.
El estado limita estrictamente la construcción de mezquitas chiíes y prohíbe la mayoría de los libros y revistas chiíes. Los activistas son detenidos y mantenidos en prisión durante largos períodos sin que se les acuse, de acuerdo al ministerio de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. Los chiíes han tenido un embajador, no tienen puestos en el gabinete y pocas posiciones en las fuerzas armadas o en las filas de la burocracia.
A principio de los años ochenta, los chiíes saudíes inspirados por la revolución iraní montaron insurrecciones que fueron reprimidas por el gobierno. Pero hoy los líderes chiíes están buscando el camino a las urnas de votación. La inscripción para las elecciones del 3 de marzo en la Provincia Oriental excedió el 40 por ciento, más que el doble que en la capital, con unos 150 candidatos compitiendo por 10 escaños.
En los días anteriores a la votación, jóvenes en la sede de campaña del candidato Jaafar al-Shayeb abrieron las llaves de seis ordenadores, y leyeron páginas en la web, gestionaron finanzas y copiaron cedés con clips de las entrevistas de televisión de al-Shayeb. Su campaña se hacía tanto virtual como en carne y hueso, e hicieron publicidad para su candidato en populares foros online diligentemente.
"Hace tres años, en este país se prohibieron las elecciones y se las consideró, entre otras cosas, a-musulmanas", dijo al-Shayeb. "Así que veo esto como un desarrollo en la dirección correcta, y se ha extendido para incluir realmente a otros participantes, incluyendo a las mujeres".
La campaña de al-Shayed ha dado sus frutos. Cuando se contaron los votos después de la votación del 3 de marzo, fue uno de los chiíes que arrasó en las elecciones en Qatif. También ganaron cinco de los seis escaños en el área mixta sunní-chií de Hasa.
El predominio chií en Iraq, de una mayoría largo tiempo reprimida a nuevos agentes de poder, ha retumbado ruidosamente aquí. En abril de 2003, unos 450 chiíes presentaron una petición sin precedentes al príncipe heredero Abdullah, titulada ‘Socios en un País', llamando al fin de la discriminación y las detenciones arbitrarias, mejor representación en el gobierno y un reconocimiento oficial de su derecho a su credo religioso y de publicar libremente.
El gobierno no ha aceptado las demandas, pero ha claramente aliviado su control. Incluso antes de la invasión de Iraq, el gobierno había comenzado gradualmente a permitir rituales chiíes más públicos, tales como Ashura. El mismo mes que se entregó la petición chií, el más importante líder religioso del país, el jeque Abdul Aziz bin Abdullah Al al-Sheik, decretó que acusar a los chiíes de ser paganos no estaba permitido. Más tarde el gobierno organizó una convención nacional de líderes religiosos, que emitieron una declaración reconociendo que la diversidad dentro del islam es "natural".
El estado está particularmente empeñado en apaciguar a los chiíes aquí en el este, la capital de la industria petrolera que es la base económica del reino. El rey de Jordania, Abdullah II y otros líderes árabes advierten misteriosamente de una "medialuna" de poder chií que se extiende desde Irán a través de Iraq y el Líbano. En privado, funcionarios saudíes dicen que no temen un gobierno chií en Iraq, pero están preocupados de las tensiones entre sunníes y chiíes en toda la región.
"Lo único que preocupa grandemente al reino de Arabia Saudí es que durante el régimen de Saddam Hussein nunca oímos hablar de sunníes y chiíes y kurdos", dijo un funcionario de alto nivel. "Sólo empezamos a oír sobre esas divisiones durante la ocupación americana de Iraq".
Para Hussein Abdelkarim al-Nemer, 26, esos estallidos de apertura contienen una nota mucho más personal de promesa: Su padre, el activista chií de larga data Abdelkarim al-Nemer, lleva cinco años en prisión sin ser acusado formalmente. Al-Nemer dice que mientras continúa cabildeando para obtener la liberación de su padre, está ansioso de la posibilidad de votar.
"Su experiencia me ha enseñado que cuando tienes la oportunidad de expresar tu opinión, tienes que aprovecharla", dijo.

La Ruta por Andar
Qué impacto tendrán votos como los de al-Nemer en modelar el futuro del países, será una medida de lo lejos que irán esos tentativos pasos hacia la democratización. Pero en última instancia las elecciones y los esfuerzos de los disidentes son sólo una parte limitada de la ecuación.
Un importante, aunque cierto ingrediente, es la presión de Estados Unidos. En su discurso sobre el Estado de la Unión el mes pasado, Bush llamó a Arabia Saudí a "demostrar su liderazgo en la región ampiando la participación de su pueblo en la determinación de su futuro". Muchos reformistas saudíes dicen francamente que demandas como esas obstaculizan su trabajo porque la falta de credibilidad de Bush en el mundo árabe y el fracaso de Estados Unidos en llevar paz a Iraq contaminan los llamados a la democracia de los reformistas locales.
"Los neo-conservadores usan palabras como ‘seguridad' y ‘democracia', pero su política se funda en la guerra", dijo Khalid Al-Dakhil, profesor de sociología de la Universidad del Rey Saud y frecuente crítico del gobierno saudí. "¿Imagina que alguien como yo dándole la mano en la mano de Donald Rumsfeld?"
Pero otros contrarrestan que las medidas de Arabia Saudí hacia una mayor participación política no habrían ocurrido nunca sin la presión norteamericana sobre los líderes y la opinión pública.
"El Occidente juega un papel muy importante porque da esperanzas a la gente", dijo el activista Isa Ahmed al-Muzel. "Incluso entre los que odian a Occidente, se sienten como si alguien de fuera está apoyando sus demandas".
El otro ingrediente importante es la disposición de la familia real a introducir cambios fundamentales en el sistema que creó. Para tomar la ley saudí como ejemplo, el testimonio de un hombre es igual al de dos mujeres. Revisar esas leyes requeriría un océano de cambios en altos niveles del gobierno.
Hablando realísticamente, dicen los reformistas, el siguiente cambio importante que esperan ver son las elecciones directas para el consejo de Shura que asesora al príncipe heredero. En ese caso, los reformistas estarían en condiciones de ejercer presión real sobre el régimen. Pero de momento, incluso hablar sobre eso puede ser una perspectiva amenazadora.
"Quien quiera sea elegido por el pueblo tiene una legitimidad que no tiene nadie más, ni siquiera el rey, lo crea o no", dijo un reformista en Qatif.
Hizo una pausa y luego agregó: "Sería mejor que no citara lo que dije sobre el rey".

13 de marzo de 2005
16 de marzo de 2005

cómo se desarmó a kadafi


[Douglas Frantz y Josh Meyer] La decisión de Libia de ceder sus armas prohibidas se tomó después de extensas conversaciones y un embargo de equipos. Algunas ideas para tratar con Irán.
Londres, Reino Unido. El funcionario de alto cargo británico va y viene en su oficina mientras cae la noche, agarrando de vez en vez el teléfono para llamar a Trípoli, la capital libia.
"¿Lo han anunciado ya?", preguntó Anthony Layden, el embajador británico. "Están pasando un partido de fútbol por la televisión", replicó Layden.
Tres días antes, Libia había accedido a abandonar sus programas de armas nucleares y químicas a cambio del fin de las sanciones económicas, poniendo fin a meses de negociaciones secretas con británicos y estadounidenses.
Habían llegado a redactar un guión, palabra por palabra, en una reunión maratónica. El ministro de Asuntos Exteriores libio anunciaría la decisión por red nacional de televisión y el presidente del país, Moammar Kadafi, hablaría breve, pero obligatoriamente a continuación, endorsándola públicamente.
Las horas transcurrieron a medida que el primer ministro británico Tony Blair y el presidente Bush esperaban el anuncio. Era fines de 2003 y ambos necesitaban esta victoria para contener las crecientes críticas sobre los fracasos de los servicios secretos antes de la guerra contra Iraq.
"Estábamos preocupados de que se pudiera suspender", dijo el funcionario británico, que contó el episodio a condición de que no se mencionara su nombre. "Se hacía cada vez más tarde".
En entrevistas recientes, los tres participantes de las conversaciones han proporcionado las descripciones más detalladas hasta la fecha de los acontecimientos que llevaron a la declaración libia, que marcó un giro histórico de lo que fue considerado un régimen paria cuando trataba de recuperar su lugar en la comunidad mundial.
Los funcionarios todavía no se ponen de acuerdo en determinar por qué abandonó Kadafi los programas. Algunas informaciones sostienen la afirmación del presidente Bush de que el derrocamiento de Saddam Hussein y la más amplia doctrina norteamericana de guerra preventiva obligaron a actuar al líder libio.
Pero varios funcionarios británicos y estadounidenses dijeron que Kadafi había tratado durante años de entregar las armas para poner fin a las sanciones internacionales que estaban mutilando la economía libia y allanar el camino para el eventual ascenso al poder de su hijo mayor.
En momentos en que el gobierno de Bush ha adoptado una postura dura sobre el programa nuclear iraní, algunos diplomáticos dicen que la combinación de negociaciones, buen trabajo de inteligencia y presión usados con Libia ofrece una estrategia para tratar con Teherán.
Cuando terminó finalmente wl partido de fútbol la noche del 19 de diciembre de 2003, el ministro de Asuntos Exteriores de Libia, Mohammed Abderrahmane Chalgam, apareció en televisión para anunciar que el país revelaría y desmantelaría sus programas de armas no convencionales.
Entonces apareció Kadafi brevemente a entregar su bendición pública, calificándola de una "decisión sabia y un paso valiente".
Poco después de las diez de la noche, Blair y Bush hicieron declaraciones públicas separadas para elogiar la decisión de Kadafi y prometieron ayudar a Libia en su regreso a la comunidad de naciones.
En su despacho, el funcionario británico suspiró con alivio.
"Fue un gran premio", dijo más tarde. "No estuvimos seguros sino al final de que realmente ocurriría".
A mes del anuncio, expertos estadounidenses y británicos se dispersaban por el país revisando las instalaciones secretas donde Libia fabricó armas químicas y había comenzado a producir una bomba atómica. Lo que encontraron les sorprendería y alarmaría, y se dieron cuenta de lo grande que era el premio que habían ganado.
Los fundamentos de la decisión de Kadafi se encuentran no sólo en la invasión norteamericana de Iraq, sino en las aperturas de Libia hacia Estados Unidos y Gran Bretaña que empezó a fines de los años noventa, de acuerdo a funcionarios de los tres países.
Libia aproximó al gobierno de Clinton en 1999 con una propuesta para renunciar a su programa de armas químicas a cambio de un aligeramiento de las sanciones impuestas debido a su supuesto apoyo del terrorismo, dijo un antiguo funcionario de gobierno.Estados Unidos la rechazó, diciendo a los libios que hacerse responsable del derribamiento del Vuelo 103 de la Pan Am cuando volaba sobre Lockerbie, Escocia, en 1988, gozaba de más prioridad, dijo el antiguo funcionario.
Los británicos se mostraron más receptivos. Restablecieron relaciones diplomáticas con Trípoli en julio de 1999. Libia entregó a dos agentes de inteligencia implicados en el atentado de Lockebie para ser juzgados por un tribunal escocés, y Estados Unidos y el Reino Unido accedieron a impulsar un levantamiento temporal de las sanciones de Naciones Unidas.
Uno de los agentes libios fue condenado en enero de 2001, y el empuje hacia una solución final de Lockerbie remontó en octubre de 2001, cuando una delegación de Libia se desplazó hasta Londres para reunirse con funcionarios británicos y estadounidenses, de acuerdo a uno de los participantes en esas negociaciones.
La delegación libia fue encabezada por Mousa Kusa, director de la inteligencia exterior, que había sido expulsado de Gran Bretaña hace casi dos décadas por sospechas de que coordinaba atentados terroristas.
Las negociaciones condujeron finalmente a Libia a reclamar responsabilidad por la muerte de 259 personas que iban en el avión y 11 en la tierra y accedieron a pagar 2.7 billones de dólares a los familiares.
Pero participantes británicos y estadounidenses dijeron que habían dejado claro a los libios que resolver al asunto de Lockerbie no era suficiente.
"Dejamos claro que mientras Lockerbie era extremadamente importante, una condición sine qua non de progreso hacia una reintegración completa [de Libia en Naciones Unidas] dependía de tratar el tema de los programas de armas de destrucción masiva", dijo uno de los funcionarios que, como la mayoría de la gente entrevistada para este artículo, habló a condición de que su nombre no fuera mencionado.
Las negociaciones sobre los programas armamentísticos libios adquirieron mayor urgencia en marzo de 2003 después de que Seif Islam Kadafi, el hijo mayor del líder y probable sucesor, se reuniera con agentes secretos británicos en un hotel de Londres.
"Pongamos las cosas en claro sobre el rumor de que hay armas de destrucción masiva en Libia", dijo el joven Kadafi, de acuerdo a un funcionario norteamericano informado sobre la conversación. Como Kadafi era considerado un emisario de su padre, su mensaje fue visto como una señal de que el líder libio estaba listo para cerrar un trato.
Para entonces, Estados Unidos y el Reino Unido sabían que Libia, a pesar de sus desmentidos, había fabricado armas químicas. También sabían que la red del científico paquistaní Abdul Qadeer Khan estaba proporcionando equipos y know-how al programa de armas nucleares de Libia.
En las semanas siguientes, dos funcionarios de la CIA y dos de su contraparte británica, el M16, se reunieron esporádicamente con Kusa y otros libios en Londres y varias otras ciudades europeas, pero hicieron pocos progresos.
"Hubo contactos regulares, pero los libios no admitían que tenían un programa nuclear", dijo el funcionario estadounidense. "Lo estaban evadiendo".
Aparte de Bush y Blair, sólo un puñado de funcionarios de alto nivel en Washington y Londres sabían de las negociaciones. Temían que una filtración pudiera provocar oposición, en Libia o en el mundo árabe mayor, dándole a Kadafi un motivo para sospechar segundas intenciones.
A fines de agosto de 2003, los servicios secretos de Estados Unidos y el Reino Unido recibieron un dato de que una fábrica de Malasia asociada con Khan enviaría un cargamento con equipos nucleares a Trípoli. Un antiguo funcionario dijo que operativos encubiertos habían observado cinco contenedores que fueron cargados en un buque en Kuala Lumpur y un satélite trazara la embarcación hasta el puerto de Dubai en el Golfo Pérsico.
Los agentes también observaron a los cómplices de Khan a descargar los cajones en Dubai y, pocos días después, embarcados en un segundo buque, el BBC China.
Cuando el BBC China pasó por el Canal de Suez y entró al Mar Mediterráneo en ruta a Trípoli, agentes en otras embarcaciones espiaban su avance. El 4 de octubre, el capitán del buque recibió un mensaje por radio ordenándole que se desviara al sur de Italia, al puerto de Taranto, donde las autoridades estadounidenses e italianas requisaron las cajas.
Un antiguo funcionario de la CIA se negó a confirmar los detalles, pero dijo: "Fue una gran operación, con un montón de hazañas".
Más tarde, Bush y otros funcionarios estadounidenses elogiaron el requiso como un triunfo de los servicios secretos que, combinado con la postura dura de Estados Unidos en Iraq, había doblado la mano de Kadafi.
"La captura del BBC China ayudó a dejar en claro a Libia que teníamos un montón de información de lo que estaba pasando", dijo John S. Wolf, que fue subsecretario de estado para la no-proliferación en esa época.
El funcionario británico de alto nivel, que estuvo involucrado en las negociaciones con Libia, reconoció que la confiscación del embarque fue importante, pero dijo que Libia ya había sugerido fuertemente la existencia de un programa de armas nucleares y que tenía intenciones de abandonarlo.
"El BBC China fue otro clavo en el ataúd", dijo. "Pero uno puede exagerar la importancia de ese evento".
Un signo de las intenciones de Kadafi fue septiembre de 2003, cuando un pequeño equipo de agentes de la CIA y del M16 volaron a Trípoli en un jet no registrado de la CIA para otra ronda de negociaciones, la primera en Libia. Querían permiso para llevar expertos a inspeccionar las instalaciones de armas, de acuerdo a dos funcionarios estadounidenses que participaron en la operación.
Un diplomático europeo dijo que funcionarios libios le dijeron más tarde que la decisión había sido tomada por motivos económicos.
"Según mis conversaciones con los libios, ellos determinaron que desarrollar armas nucleares era demasiado caro, tanto en términos específicos como en términos de sanciones", dijo el diplomático.
Seif Islam Kadafi dijo a al telediario CBS News el año pasado que la presión norteamericana no había influido en la decisión de su padre.
"Primero, empezamos a negociar antes del comienzo de la guerra", dijo. "Y no es porque tengamos miedo o estemos bajo presión norteamericana o chantaje".
Sin embargo, las conversaciones agarraron velocidad después de que el cargamento fuera requisado. Días después un mayor contingente de expertos de la CIA y del M16 llegaron a Libia, dijeron funcionarios involucrados en el proceso. Se hizo un inventario mucho más completo de los programas de armas nucleares y químicas de Libia durante el viaje de 12 días que empezó el 1 de diciembre, dijo uno de los funcionarios.
El 16 de diciembre de 2003, una delegación libia empezó a elaborar los detalles finales del acuerdo durante un almuerzo con sus contrapartes norteamericanos y británicos en el privado Travellers Club en el corazón de Londres.
Junto con Kusa, los libios estuvieron representados por su embajador en Italia, Abdul-Ati Obeidi, y Mohammed Azwai, enviado al Reino Unido. Al otro lado de ellos estuvieron William Ehrman y David Landsman, funcionarios de alto nivel del ministerio de Asuntos Exteriores y del Commonwealth, y dos agentes del M16. El pequeño equipo norteamericano fue encabezado por Robert Joseph, director de contra-proliferación en el Consejo de Seguridad Nacional, y Stephen Kappes, subdirector de operaciones de la CIA. Kappes, un veterano agente de casos que conocía a Kusa desde hacía varios años, había supervisado la operación de inteligencia y dirigió las primeras visitas a Libia.
La discusión duró 10 horas. Dos participantes dijeron que las delegaciones británica y estadounidense insistieron en que Libia admitiera claramente que tenía programas armas químicas y nucleares y prometiera desmantelarlos.
"Fue una reunión difícil", dijo uno. "Estaban renunciando a cosas que cuestan un montón de dinero, y un montón de gente tenía sus carreras atadas a esos programas. Para ellos no fue fácil cerrar y retirar a toda esa gente".
Al final, los libios accedieron a renunciar a todo lo que estuviera conectado con los programas pero rechazaron la exigencia de que Kadadi hiciera una declaración. Se alcanzó un compromiso, permitiendo que otro hiciera el anuncio. Pero el líder libio bendeciría la decisión públicamente.
El vuelo 898 de la British Airways llegó al aeropuerto internacional de Trípoli el 18 de enero de 2004. A bordo había una delegación de expertos estadounidenses y británicos de 14 miembros bajo el mando de Donald Mahley, subsecretario de estado para el control de armas y agente jubilado de armas nucleares del Ejército.
Los norteamericanos fueron los primeros diplomáticos estadounidenses en visitar oficialmente Libia desde 1980. Sus pasaportes llevaban sellos especiales del ministerio de Asuntos Exteriores, que les permitían entrar al país.
Temiendo que Kadafi cambiara de opinión, el equipo trabajó día y noche en el inventario de cientos de toneladas de equipos enviados por la red de Khan.Su mayor prioridad era retirar componentes claves de la planta de enriquecimiento de uranio que estaba siendo construida para producir material fusible para fabricar armas atómicas.
Los libios habían acumulado muchos más equipos de lo que imaginaba Estados Unidos, pero los expertos concluyeron que una planta de enriquecimiento operacional era todavía un sueño distante.
Dos días tras la llegada del equipo, los libios también entregaron cientos de páginas de proyectos para la fabricación de una ojiva de proyectiles nucleares, la que habían comprado a la banda de Khan. Los planes fueron considerados tan delicados que fueron puestos en una valija diplomática y dos norteamericanos dormían alternadamente con ella debajo de la almohada, dijo uno de los participantes.
Mientras el equipo norteamericano-británico estaba ansioso por meter los planos y otros materiales sensibles lo más pronto posible a un avión, los libios estaban ansiosos de no llamar la atención sobre la entrega. Kusa insistió en que un avión norteamericano sólo podría aterrizar de noche en un poco usado aeropuerto en las afueras de Trípoli y que tenía que haberse marchado antes del amanecer.
A las 9:30 de la tarde del 28 de enero de 2004, un gigantesco avión de carga C-17 de la Base de la Fuerza Aérea McCord en Tacoma, Washington, con los emblemas pintados de la Fuerza Aérea norteamericana, aterrizó en el aeropuerto.
Menos de cinco horas después, a las 2:17 de la mañana, el avión despegó, llevándose 25.000 kilos de equipos nucleares y sistemas de orientación asistida para misiles de largo alcance. Se dirigía a Tennessee, donde los materiales serían transferidos al laboratorio de armas nacional en Oak Ridge.
"Queríamos sacar al avión de ahí lo más rápido posible", dijo un funcionario estadounidense que estuvo presente en esa época. "Vivíamos con la posibilidad de que Kadafi se arrepintiera".
Dos meses más tarde, un carguero con bandera americana zarpó hacia Trípoli llevando más de 1.000 toneladas de equipos adicionales del programa nuclear de Libia, así como de cinco misiles Scud de largo alcance comprados a Corea del Norte.
El gobierno de Bush levantó la mayoría de las restricciones sobre Libia y reanudó relaciones diplomáticas el verano pasado.
Los funcionarios dijeron que esperaban que la decisión de Kadafi enviara una señal a Irán, al que Estados Unidos acusa de tratar de desarrollar armas nucleares.
"Queríamos mostrar a otros países que había una salida", dijo un diplomático norteamericano estacionado en Europa.
Irán ocultó su programa nuclear durante casi 20 años, pero insiste en que su propósito es generar electricidad. El régimen se ha negado a retroceder ante las amenazas norteamericanas de llevar el asunto a Naciones Unidas para adoptar sanciones.
Personeros y expertos señalan que hay diferencias entre Libia e Irán. La principal entre ellas es el firme control del poder de Kadafi, que significa que nadie rechazará su decisión.
Sin embargo, algunos dicen que el rechazo del gobierno de Bush de negociar con Irán o participar en conversaciones iniciadas por el Reino Unido, Francia y Alemania ignora lo que ocurrió en Libia.
El gobierno modificó su posición el viernes, anunciando que dejaría caer sus objeciones al ingreso de Irán a la Organización Mundial del Comercio y le permitiría comprar piezas de repuesto para su aviación civil para fortalecer la postura de negociación de Europa.
"La lección más importante de la experiencia de Libia es que la diplomacia va de la mano con una amenaza creíble de uso de la fuerza militar para aumentar la influencia sobre un país que quiere producir armas de destrucción masiva", dijo Richard L. Russell, un antiguo agente secreto estadounidense que enseña en la Universidad de Georgetown en Washington. "Sin el otro, ninguno de los dos sirve para nada".

16 de marzo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

egipto encarcela a candidato


[Daniel Williams] Candidato egipcio sigue encarcelado a pesar de promesas de reforma.
El Cairo, Egipto. Dos semanas después de que el presidente Hosni Mubarak anunciara que Egipto convocaría a elecciones presidenciales con múltiples candidatos, el primer político que dijo que se presentaría como candidato sigue en la cárcel.
El recluso número 1.387 de la cárcel de Tora es Ayman Nour, abogado y diputado. Su residencia normal es un ático decorado con chucherías en bronce estilo Imperio, gigantescos espejos dorados y una figura en yeso de Marilyn Monroe con su falda levantada.
Nour, cuyo pequeño Partido del Mañana fue legalizado en octubre y ocupa seis escaños entre los 454 miembros del parlamento egipcio, es sólo uno de los miles de personajes políticos egipcios encarcelados durante décadas de régimen autoritario. Sin embargo, desde su detención el 29 de enero por sospechas de falsificar documentos oficiales, su destino se ha entrelazado con el destino de los cambios políticos en Egipto.
Funcionarios del ministerio de Relaciones Exteriores de Estados Unidos y de la Unión Europea, todos ejerciendo presión por una reforma democrática, se han quejado de su detención. Reformistas pro-gobierno que discuten con Nour sobre los detalles y ritmo de los cambios expresaron sin embargo preocupación de que su encarcelamiento desacredite sus propios esfuerzos. Funcionarios de gobierno rechazaron las quejas de que Nour está siendo perseguido e insistieron en que su caso es un asunto jurídico interno en el que no debe mezclarse el mundo exterior. Y la gente de El Cairo, legendariamente indiferente a la política, están discutiendo la justicia de su caso.
Es difícil medir la popularidad de Nour: no han habido sondeos sobre los posibles candidatos presidenciales. Mustafa Kamel Sayed, profesor de ciencias políticas en la Universidad de El Cairo, dijo recientemente que Nour podría obtener un 20 o 30 por ciento de los votos en una candidatura contra Mubarak.
Independientemente de eso, su detención expone la incertidumbre de un gobierno que se siente sitiado, dicen observadores. El gobierno de Bush considera a Egipto más que maduro para las reformas. Los manifestantes políticos son cada vez más ruidosos y anti-Mubarak, aunque son ampliamente superados por las falanges de agentes de policía. El gobierno parece reluctante a correr el riesgo de permitir que un candidato independiente se presente a las elecciones.
"El miedo provoca errores políticos. Todo está en el aire, y habrá más casos como el de Nour", dice Hala Mustafa, editora jefe de la al-Ahram Democracy Review, que forma parte de un grupo de investigación sobre las reformas respaldado por el gobierno. Se negó a comentar los méritos del caso de Nour.
Aida Seif Dawla, un activista de izquierda y de derechos humanos de larga trayectoria, dijo que era un "momento extremadamente débil para el gobierno. No se trata solamente de Nour. Lejos de esto. Detienen a gente que repartía folletos en la feria del libro. El gobierno quiere dar la impresión de que está empezando de nuevo, pero no va a correr ningún riesgo".
A primera vista, Nour parece un mártir político improbable. Hizo campaña en las elecciones presidenciales competitivas, pero está lejos de ser un revolucionario. En una entrevista dos días antes de su detención, predijo que cualquiera fueran las condiciones, las elecciones de este año simplemente extenderían el reino de 24 años de Mubarak durante otros seis años. En octubre dijo a un periodista: "Queremos y apreciamos al presidente Mubarak, pero también queremos a este país y nos gustaría que se desarrollara como otros".
Said Gamila Ismail, esposa y asesora política de Nour: "Ayman fue el más sorprendido de todos por su detención. Nunca lo había pensado".
Sin embargo, Nour ha tomado posiciones recientemente que son osadas en el marco del discurso político egipcio. En vísperas de un encuentro entre el gobernante Partido Nacional Democrático de Egipto y los grupos de oposición, envió una carta exigiendo que Mubarak asistiera a la conferencia; de otro modo Nour no participaría. Esta exigencia de igualdad irritó al presidente, dijeron miembros del partido. Nour fue encarcelado tres días antes de la apertura de la conferencia.
Los asociados de Nour dicen que también les dijo que pensaba que la esposa de Mubarak estaba presionando a su marido para que instalara a su hijo Gamal como su sucesor.
Ese tipo de afirmaciones son arriesgadas, a pesar de que la mitigación de la represión ha llevado vida a la escena política todavía restringida por leyes de emergencia de hace 25 años. Agentes de seguridad telefonearon a los ayudantes egipcios de los corresponsales extranjeros para preguntar con quién están hablando y sobre qué. Esta semana, cuando el Partido del Mañana publicó la primera edición de su diario -en el que Nour anunció su candidatura-, la policía impidió su distribución durante un día para revisar los artículos.
"El problema de Nour es que ha actuado más allá de su influencia política real", dijo Ali Abdel Fattah, funcionario de la Hermandad Musulmana. La Hermandad, una organización islámica asociada en el pasado con hechos violentos en Egipto, ha sido excluida de la política, aunque es considerada la mayor oposición política del país.
La mañana del 29 de enero, Nour recibió una notificación de que su inmunidad como miembro del parlamento había sido revocada. Se apresuró al edificio de la Asamblea del Pueblo y le dijeron que la policía estaba investigando unas falsificaciones entre los documentos que presentó al gobierno el año pasado en su intento de que se legalizara su partido. Cuando los diputados -85 por ciento de los cuales pertenecen al partido de Mubarak- votaron para someter a juicio a Nour, él respondió acaloradamente: "Me pongo a mí mismo en las manos de Dios y del pueblo egipcio. Todos saben que soy inocente". Volvió la cabeza hacia el parlamento y lo calificó de "injusto". La legislatura borró luego esas palabras de las actas.
Pocos minutos después de su detención, la policía allanó su apartamento, mientras su esposa y dos hijos estaban presentes. Los 15 agentes revisaron su ordenador, inspeccionaron su maletín de primeros auxilios y se llevaron muestras del tabaco de su pipa, dijo Ismail.
Los fiscales y el tribunal tienen hasta el martes para decidir si presentar cargos o dejarlo en libertad. El jueves noche los fiscales anunciaron la liberación de un asesor de Nour, Ayman Barakat, que también estaba detenido bajo cargos de falsificación.
De hecho, el ambiente está preparado para poner a prueba los intentos de reforma en Egipto y sus relaciones con Estados Unidos, que provee al país 2 billones de dólares de ayuda anual. El 31 de enero, el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Richard A. Boucher, dijo: "En nuestra opinión, la detención plantea preguntas sobre el proceso democrático en Egipto". Dos semanas más tarde, la ministro de Relaciones Exteriores Condoleeza Rice comunicó al ministro de Exteriores, Ahmed Aboul Gheit las "graves preocupaciones" del gobierno de Bush.
Aunque funcionarios egipcios se han mostrado reluctantes a comentar públicamente sobre el caso, insisten en que las acusaciones son correctas. "El tema de Ayman Nour es un tema relacionado con acusaciones penales", dijo Aboul Gheit en una entrevista. "No hay motivos políticos. El fiscal general debe decidir, sin interferencias de fuerzas extranjeros".
El caso depende de las actividades de un miembro del Partido del Mañana que dijo a la policía que él falsificó numerosos documentos con firmas de gente apoyando la legalización del partido -todo a petición de Nour. Sólo se necesitaban 50 de esas peticiones, pero Nour entregó más de 2.000. Los fiscales contienden que más de 1.000 son falsificaciones.
El abogado de Nour, Amir Salem, activista de derechos humanos que ha sido encarcelado nueve veces, dijo que Nour no falsificó ningún documento y que el informante era un espía. "Nunca vi antes una trampa como esta", dijo.
Nour, 40, ha estado involucrado en política desde la escuela secundaria. Su padre fue un miembro pionero del Partido Wafd, un grupo que se remonta a los años 20. "Recuerdo haberlo visto hace 21 años saliendo de su Mercedes último modelo y meterse directamente en una manifestación estudiantil a hacer política", dijo Mazen Mustafa, miembro del Partido del Mañana, sobre el joven Nour. "Era diferente a los demás. Le gustaba dejar que hablaran los otros".
Hace quince años, Nour publicó un libro presentando al liberalismo como una alternativa a la política islámica. En 1994 obtuvo un escaño en el parlamento representando al distrito de Bab ash-Shariya de El Cairo, un bullente barrio de carniceros y tiendas de suministros agrícolas. Rompió hace cinco años con Wafd porque concluyó que el partido estaba domado, se presentó de candidato en Bab ash-Shariya, y ganó. "Es ambicioso, seguro", dijo Wael Nawara, otro miembro de Mañana.
En el parlamento, Nour llevó a cabo investigaciones sobre todo, desde el precio del pan hasta las torturas, atrayendo a su empobrecido electorado, dicen partidarios. Operaba un centro de beneficencia y un centro comunitario en Bab ash-Shariya que proporcionaban asistencia médica, un salón para bodas gratuitas y clases para los niños.
El miércoles, en un salón de té de Bab ash-Shariya, un jornalero dijo que Nour era sólo culpable de "tratar de ser presidente y demócrata... Él se preocupa de su barrio. Ha pavimentado calles y plantado árboles".
Un crítico llegó y comenzó a elogiar a Mubarak: "Debería ser presidente toda la vida. Ayman Nour tiene que haber hecho algo malo, de otro modo no estaría en la cárcel".
"¿Esto es democracia?", contrarrestó otro jornalero. "Todo el que levante la voz puede terminar con los mismos problemas".
Esa noche, los partidarios de Nour organizaron una vigilia exigiendo su liberación. Participaron unos 50 manifestantes, y al menos 150 agentes de policía.

12 de marzo de 2005
©washington post
©traducción mQh